UN  RESISTENTE                     

                José Cabañas González                                                                                                                    abril de 2005

 

      


Ya nos hemos ocupado antes de él, con un vistazo breve y apresurado a su corta y entregada vida, en un anterior número de esta Revista. Pretendemos ahondar ahora, en estas fechas de conmemoración de aniversarios de liberación de campos de exterminio nazis y de recuerdo y honra a quienes los padecieron y a cuantos con su sacrificada lucha contribuyeron a abolirlos, en la peripecia existencial que llevó al joven Eugenio Teodoro Sierra Redondo de La Bañeza, donde con su familia residía, a ser muerto en 1955 en Oviedo, a los 36 años, ajusticiado por el régimen franquista, pasando por la guerra española, el exilio, los campos franceses de refugiados y de concentración, la deportación, la Resistencia, la guerrilla, la vida de “topo”, la identidad prestada, y la cárcel.

Frente de Brunete       Nacido en Astorga el 25 de junio de 1917 de Emilia y de Eugenio, (su padre, afiliado al Partido Socialista, Concejal y Secretario de la Agrupación de la Casa del Pueblo de La Bañeza, fue fusilado en León el 19 de febrero del 37 junto con un numeroso grupo de bañezanos; su tío Tomás Sierra Fernández integra el también nutrido contingente de republicanos de La Bañeza desaparecidos), mecánico de profesión y de vida humilde, se afilió en 19341 a las Juventudes Socialistas Unificadas. Movilizado con su quinta en junio de 1937, es destinado al cuartel de Astorga y enviado después con el Batallón Gallego a los frentes de Brunete y la Marañosa; en agosto y por el frente de Arganda, se pasa, sin armamento, a la “zona roja” (por lo que fueron detenidos como rehenes algunos de sus familiares inmediatos, según informe de mayo de 1954 del Comisario Jefe de Policía de León). Recluido dos semanas en el cuartel madrileño de Conde Duque, se enrola más tarde como conductor miliciano en el Cuerpo de Tren, se le destina al Quinto Batallón, y con el lo envían al frente de Teruel. 

       En aquella Unidad se mantiene hasta la pérdida republicana de Teruel, en febrero del 38, en que pasa a la Cien Brigada de la Once División, con la que llega hasta Tortosa, siendo destinado a finales del mismo año, y siempre como conductor, al Séptimo Batallón, en el que permanecerá hasta la retirada del ejercito republicano a Francia por la frontera de Port-Bou, transportando en el camión que conducía la documentación de su Estado Mayor.

       Ya en Francia, es sucesivamente internado en los Campos de Refugiados-Internamiento primero y de Concentración después de Saint Cyprien, Barcarés, Gurs y Septfonds, hasta el inicio de 1940, en que sale del último para trabajar en la fábrica de armamento de Mulaín. Marcha de aquí a Tolousse y es nuevamente ingresado en el Campo de Agde, y de éste trasladado a un Campo de Trabajo alemán2, del que pasa a la ciudad de Burdeos, donde contacta con antiguos compañeros de las JSU y se encuadra con otros seis en una célula del Partido Comunista. A finales de 1944, retirados ya los ocupantes alemanes de la región de Burdeos, ingresó Eugenio Teodoro en la Cien Brigada de Guerrilleros de Francia3, de la que era Capitán Ayudante un español, de Valencia, de nombre de guerra Enrique, el cual dispuso su entrada, a la altura de julio del 45 y junto con otros siete compatriotas de dicha Brigada, en la Escuela de Guerrillas del PCE sita en el Departamento de Perpignan y camuflada a las autoridades francesas como un chantier, campamento para la tala de madera en un monte de hayas próximo a los Pirineos, en la que con unos doscientos españoles más se formó por espacio de un mes recibiendo para su envío a la lucha contra la Dictadura en España una intensa preparación militar y política de los Generales Cesar y Modesto entre otros.

Soldados republicanos en retirada. Muchos de ellos se unirían a las guerrillas del norte       Componiendo el bañezano con otros seis guerrilleros el Grupo Asturias I, al mando de Agustín del Campo, y adoptando el nombre de guerra de “Peque”, se dirigen todos a Toulousse, donde reciben haberes e instrucciones de Santiago Carrillo y de la Comisión Política del Partido Comunista para su expedición al interior de su país, en furgoneta hasta cerca de la frontera, y aquí y hasta pasar Pamplona acompañados por dos enlaces-guías y por ellos provistos de metralleta, bombas de mano, explosivos y víveres en conserva, se internan, sin documento personal alguno, por Navarra y cerca del pueblo de Eros, el 25 de septiembre de 1945.

       Dirigiéndose a pie hacia Asturias, caminan de noche y se ocultan por el día en los montes, para, conforme a lo instruido, no ser apercibidos. A su paso por Álava y muy mermados ya los escasos víveres que portaban, cogieron dos ovejas, que sacrificaron y se fueron comiendo, alcanzando sin incidentes a primeros de octubre la zona de Infiesto, donde dispone el Jefe de Grupo su disgregación para el cumplimiento de las particulares misiones de cada cual, y así se encaminan unos a los Picos de Europa para enlazar con elementos del Partido y mantener allí la lucha, quedan algunos en estos montes, marchan otros a los conocidos como Las Fallas de los Lobos, y Eugenio junto con Apolinar se encamina a Mieres.

       Marchando a pie, cerca de Laviana y de la Peña Mayor, son abordados por los hermanos Caxigales, guerrilleros que operaban en la zona y con cuya partida permanecen unos quince días. Se produce aquí a finales de octubre un enfrentamiento de estos hermanos y Apolinar con la Guardia Civil, a la que arrojan una bomba de mano, con ocasión del intento de enlazar con la partida guerrillera de Constantino Zapico (“Bóger”),  que actuaba en el Concejo de Sama, para transmitirles las instrucciones que para continuar las guerrillas traían. Se dio pocas fechas más tarde la primera intervención armada en la que Eugenio participó en estas tierras, al recoger en la carretera entre Laviana y Sama el dinero exigido por la guerrilla a un tratante de aquel lugar, el cual se presentó a la entrega con dos Guardias Civiles de paisano, siendo los tres abatidos, (manifiesta en su declaración Eugenio, condenado a la pena capital por estos y otros hechos calificados de bandolerismo, no haber disparado él ni Apolinar en esta ocasión, por haber permanecido a la espera y escondidos, y, lo que resulta más curioso, recurre inútilmente su defensor la sentencia alegando “no estar acreditado que estas muertes tuvieran lugar”).

       El día 4 de noviembre Eugenio y Apolinar contactan en la Falla de Urbies con el reducido grupo de Zapico, del que pasan a formar parte. Permanecen unos días con familias de mineros en los pueblos de Las Cuestas y La Llera, y aquí se les une quien también se apodada “el Peque”, un joven guerrillero que resistía en solitario por la zona, lo que origina que el bañezano cambie entonces su anterior nombre de guerra por el de “Cantinflas”. Se informan de la existencia organizada del Partido Comunista en el Concejo de Sama, y acuerdan intensificar las guerrillas formando nuevos Grupos de Acción.

       Cerca de un mes permaneció Eugenio en la casa de una familia de Cabujal, en el Concejo de Mieres, donde el Partido y la guerrilla estaban desorganizados, entregándose con Apolinar a su estructuración. Parte después con Zapico y Sabino, miembro también de su partida, para Sama, pasando los tres con una familia de Las Peñas las navidades de 1945, quedándose aquí Eugenio otro mes contactando con los Comités Local del Partido Comunista de Sama y Regional de Asturias, a los que transmite las instrucciones recibidas en Tolousse del Comité Central del Partido en el exilio de ampliar el número de los Grupos de Acción ya existentes (cuatro en esta zona, con seis individuos cada uno) y acrecentar la propaganda. Así, colocaron el 14 de abril de 1946 siete banderas republicanas en otros tantos lugares de la comarca y volaron con dinamita en la madrugada del 1º de mayo un transformador e instalaciones de la mina La Nueva, después de lo cual se alojó Eugenio con otra familia de La Roza.

       Mientras reside con esta familia autoriza el golpe económico que el 16 de julio perpetran Zapico y Sabino junto con dos guerrilleros socialistas contra un cobrador del Banco Herrero de Sama, que les reportó cuarenta mil pesetas. Se mantuvo inactivo  y en la misma casa hasta septiembre por serle así ordenado por el General Cesar, del Comité Nacional en el exilio, a través del Regional de Asturias, visitando no obstante los numerosos puntos de apoyo y enlaces de la zona, en alguno de los cuales de incógnito se vendía carne de las reses que la guerrilla se apropiaba en el monte y de la que también se alimentaba. En Las Cuestas, en una de las casas-refugio, residía con su madre viuda y su hermano la novia de Eugenio.

Republicanos españoles en el Campo de Gurs       A primeros de octubre de 1946, cumpliendo una vez más órdenes del Comité Regional de Asturias se encamina a León, para organizar allí el Partido Comunista y la lucha clandestina, junto con Aurelio el Caxigal, Manuel Zapico y Manuel el de Potes, compañero con él venido de Francia y que se había dirigido en la disgregación del grupo a Santander. Tras cuatro días de camino alcanzan Vegacervera, en cuyos  montes esperaron dos semanas, escondidos de día y bajando por la tarde a un pequeño pueblo de las inmediaciones en el que eran provistos de víveres, la llegada de los guerrilleros Noreña y el Gitano de Asturias, con los cuales y el de Potes marchan a la capital para incorporarse todos ellos a la partida de Secundino, mientras retornan los otros a sus bases.

       En León se alojan Noreña y el Gitano en una casa cercana a San Isidoro y próxima al baile “El Tabique”, y Eugenio y Manuel en otra de las afueras en las cercanías de la carretera de Asturias. Por un cobrador de Transportes Ramos conocido del dueño de esta casa manda Eugenio recado a su hermano, empleado en la misma empresa, y así lo visitan él y la hermana en la del cobrador, volviendo ambos al otro día en el coche de línea a La Bañeza. Llegado al cabo de una semana, Secundino toma el mando del grupo guerrillero, y dispone marchar a finales de octubre al pueblo de San Cipriano del Condado donde se les une Alfonso, del Comité de León, Maestro y librero perseguido por sus actividades políticas, y de aquí a Valduvieco a informarse por su enlace para dar en tres casas de Villarratel un golpe económico incruento y no muy productivo.Republicanos españoles en los Campos franceses

Vueltos a León, el cinco de noviembre es abatido por la policía Noreña. Enterados de la muerte del compañero, deambulan por la ciudad todo el día y se les suma en las primeras horas de la tarde el guerrillero Manuel Ramos (“Pelotas”) que también actuaba por aquí. Se dirigen para comer a la taberna “La Montañesa” en la carretera León-Benavente, y son allí requeridos para identificarse por un Inspector de Policía al que, según declaración de Eugenio, dispara Ramos hiriéndolo gravemente. Huye el de La Bañeza y se esconde en San Cipriano; los más permanecen en León y se trasladan unos días después a la comarca de Boñar, disponiendo entonces Secundino la desmembración del grupo guerrillero permaneciendo él con Eugenio en aquel pueblo hasta principios de 1947 en que enterados de la detención del santanderino que los había alojado a su llegada a León salen ambos para una casa de apoyo en Puente Almuhey, en la que están ocho días, y de allí para La Cabrera donde habían conocido que se encontraban algunos de los integrantes de la partida del “Pelotas”.

Prosigue Eugenio su éxodo, y con otros dos parte de aquellas tierras hacia otra casa en Otero. Recibe allí noticia de haber caído en manos de la policía Secundino, y con seis compañeros  más se dirige a los montes de La Vecilla, en cuyas cuevas se instalan contactando con un grupo de guerrilleros apenas activos desde hacía tiempo –los de Orzonaga- que allí acampaban y con los que se integran a cambio de participar de su inactividad. En los montes de Matallana permanecieron hasta primeros de septiembre, si bien antes dos de ellos se pasaron a Francia y uno regresó sin conseguirlo. Iniciaron entonces las gentes de los pueblos colindantes una corta de leña en las proximidades de su escondrijo, y siendo así descubiertos, decidieron quienes aún restaban marchar cada cual por su lado, optando Eugenio por regresar a La Bañeza, donde seguía habitando su familia y donde llegó a finales de 1947.

Grupo GuerrilleroDiez largos años más tarde, con una pistola del nueve largo cuya marca en el interrogatorio policial no recuerda, dos cargadores y dos bombas, 30 años cumplidos, una lucha naufragada y varias derrotas, vuelve a su casa quien había sido el maquis “Cantinflas”. Hasta noviembre de 1949 permanece Eugenio haciendo vida de “topo”, recluido en una habitación y no saliendo para nada, siendo allí visitado en el verano del 48 por su novia, Angelines, enviada por Manuel el Caxigal para pedirle la metralleta (que había dejado al Grupo de Orzonaga) y darle cuenta del declive de la resistencia en Asturias y del desastre guerrillero de unos meses atrás en San Emiliano, en el que habían sucumbido Constantino Zapico y quince más. Algún otro hijo de republicano asesinado en el 36 comparte su secreto y atenúa a veces con novelas y naipes el tedio y la angustia de su encierro.

Decide, después de dos años de clausura, trasladarse a Madrid al domicilio de su tía, Majestad Sierra Fernández, y lo hace, en noviembre de 1949, emboGuerrilleroszado y en taxi hasta Benavente y desde allí en tren, suplantando a su hermano, cuya cartilla de racionamiento a tal fin éste le cede. Se provee aquí, a nombre de aquél, del carné de parado, trabajando de peón en la Primera Feria del Campo y más tarde y hasta su detención el 3 de abril de 1954, obtenido un año antes el permiso de primera clase, de conductor en la Empresa Ardiz. En estos años es dado una vez por muerto, en febrero de 1950, en enfrentamiento en Asturias, aunque no abandona Madrid ni se embarca en actividad política alguna, a pesar de encontrarse allí a finales del 53 con un antiguo compañero de la  Escuela de Guerrillas.

Por el azar de un accidente de tráfico o por las indagaciones de la Brigada de Investigación Social en torno a su persona es detenido Eugenio Teodoro, delgado, moreno, de 1,65 de estatura y de pelo castaño oscuro y liso, y encarcelado después en Valladolid y en Oviedo a disposición del Juzgado Militar Especial de Espionaje y Otras Actividades. Sometido a Consejo de Guerra Sumarísimo por Rebelión Militar y Actividades Comunistas y Bandidaje, es condenado el 26 de marzo de 1955, sin mucho aprecio del Tribunal por la atribución individualizada de responsabilidades, ya lo dijimos, ni por otras garantías judiciales, a la pena de doce años y un día por lo primero y a muerte por lo segundo4.

Enterado el inclemente Gobierno de la sentencia, se dispuso su ejecución en el garrote el 30 de mayo a las cinco y media de la madrugada en el recinto de la Prisión Provincial de Oviedo, donde en su Locutorio doce horas antes había entrado en Capilla. Sus restos fueron a continuación inhumados en una sepultura  de tercera clase del Cementerio  de  San  Salvador,  en  su parte católica “por  haber recibido  los  auxilios espirituales que le fueron ofrecidos”, tal vez, como era practica habitual en las ejecuciones del franquismo, a cambio de no ser después destinado a la anónima y denigrante fosa común…

Se abrió posteriormente una pieza judicial separada en averiguación de si él o su familia disponían de bienes de fortuna, resultando de la misma que el bañezano Eugenio Teodoro Sierra Redondo y sus familiares habían sido siempre humildes además de pobres.     

 

Ourense, abril de 2005. 

 

Notas.-

1.- Así aparece en la declaración de su  Sumario. Se trata no obstante de las Juventudes Socialistas, unificadas en abril de 1936 con la Juventud Comunista en las JSU.

2.- Desconocemos de qué Campo de Trabajo se trató, así como si estaba o no situado en suelo alemán. Podría tratarse de unidades de fortificación encuadradas en la alemana Organización Todt.

3.- Posiblemente se tratara, por el tiempo y el lugar, y a la luz de lo que nos descubre el historiador leonés Secundino Serrano en su reciente obra  LA ÚLTIMA GESTA.- Los republicanos que vencieron a Hitler (1939- 1945), de la 10ª Brigada, que operaba en los Bajos Pirineos y formaba parte junto con otras y las Divisiones en que se integraban de la Agrupación de Guerrilleros Españoles (AGE) en Francia, creada allí por el PCE  en mayo de 1944. Como dice el autor en esta obra: "Los republicanos perdieron todas las guerras, incluso aquellas en que estaban de parte de los vencedores, porque su anhelo único era regresar a España".

4.- Según Secundino Serrano en la obra citada:  "..., Franco sancionó bárbaramente a quienes entraron desde Francia y combatieron a su régimen. La condena a muerte fue casi siempre el destino manifiesto.... Haber luchado en Francia ....... terminó siendo un agravante para los tribunales franquistas". Incluso en los casos en que esos luchadores españoles (Granados y otros) habían sido considerados héroes y condecorados con los más altos honores (Legión de Honor) precisamente por su sacrificio y lucha por Francia. Continua diciendo el autor: "Todavía hoy los españoles tenemos una deuda con los compatriotas que lucharon (como Eugenio Teodoro, añado yo) en la Segunda Guerra Mundial: en tiempos ominosos dignificaron el nombre de España por el mundo....Fueron además los protagonistas de la última gesta española en el mundo. Una de las más hermosas: combatían por la vida y la libertad". Dice más Secundino Serrano: "...los españoles combatieron en Francia con la mirada puesta siempre en España, e incluso muchos de ellos (caso también de Teodoro) se internaron en la patria para seguir luchando".

 

·   Información  y datos procedentes del aludido Sumario 44/1954.


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