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La Santa Misión de 1947

                                                                    José Cabañas González                                                                                        abril de 2006

=============================================================================================Franco, junto a un grupo de obispos en Santiago de Compostela, en 1938.

        Durante muchos años llamó con gran curiosidad mi atención la enorme cruz negra que lucía (y aún luce) colgada en una de las paredes interiores de la iglesia de nuestro pueblo, y la inscripción que en ella se contenía: "Santa Misión – Redentoristas – 1932 – 16-2-1947"`[1]. Veía la cruz, en aquellas misas a las que asistíamos, tantas veces por inercia y obligados por la presión social, desde la zona del Coro destinada a los muchachos, distinta y separada por cierto de las propias de los hombres, los niños, las niñas, las muchachas y las mujeres, una separación por edades y sexos que además de darse en aquel régimen nacionalcatólico que nos contenía y que todo lo abarcaba, en la enseñanza y en la escuela, se imponía también en la Casa del Señor. Nuestra cruz de "la Santa Misión de 1947"

        Aquella cruz era y es la prueba de que nuestro pueblo no se sustrajo a lo que fue planeado en la posguerra por el régimen triunfante como instrumento y medio para recristianizar un país alejado años atrás de la religión: las Misiones Populares. Concebidas para lograr la redención de la sociedad y el regreso de todos los españoles a la esencia católica de la nación, tomaron posiblemente por modelo aquellas otras Misiones Pedagógicas y culturales del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes de la República, pero mientras aquellas propagaron el conocimiento, el arte y la belleza por los más apartados e inhóspitos lugares del agro hispano, sembraban y difundían estas ahora la necesidad del castigo y la represión por los desórdenes y las culpas contraídas en aquel periodo aconfesional republicano en el que se había legislado sobre educación laica, congregaciones religiosas (recortando sus influencias en la enseñanza y otros campos), divorcio y matrimonio civil, se había disuelto la Compañía de Jesús, y secularizado los cementerios.

        En diciembre de 1942 se inauguró en León la Rama de Hombres de Acción Católica, a la que se le propuso "la colaboración en las Santas Misiones que se están preparando para la próxima Cuaresma en la capital y pueblos limítrofes". Como medios para extender su ideología y el retorno a la vida cristiana, la Iglesia propagó por los más diversos ámbitos de la geografía leonesa misiones populares, ejercicios espirituales y consagraciones al Sagrado Corazón. Las "Santas Misiones", aunque acontecimientos religiosos, estaban amparadas por las autoridades civiles y militares (que, junto con las eclesiásticas, formaban parte de su Junta de Honor), las cuales obligaban y movilizaban con sus órdenes al pueblo para que asistiera a tales actos, revestidos siempre de gran solemnidad e iniciados con una colecta.

        Giraban los actos religiosos y las predicaciones de los sagrados oradores que conformaban el evangelizador evento en torno a los conceptos de pecado, infierno y muerte, y pretendían o representaban la vuelta a la religión por medio de actos litúrgicos y masivas confesiones y comuniones, (conocimos todavía mediados ya los años sesenta la imposición establecida de confesar y comulgar en los días de la Semana Santa para ello dispuestos, en los que un equipo de sacerdotes ayudaba al de nuestro pueblo a atender a la ingente cantidad de obligados penitentes) escenificando la salvación mediante apoteósicos acontecimientos finales, a la vez que se ocupaban de justificar con las "enseñanzas" vertidas la pasada sublevación y de afianzar al régimen, pues no en vano correspondía la Iglesia con su adhesión inquebrantable a las concesiones y el privilegiado trato que acuerdos como los firmados en 1941 le dispensaban.  

...un Imperio de mitad monjes y mitad soldados.        Se aprovechaba también la favorable ocasión que la Misión recatolizadora brindaba para redimir y reconducir al cristiano redil a quienes en el periodo republicano habían cometido desviaciones tales como haberse unido sin contraer matrimonio canónico o de ningún tipo, o no haber sido bautizados; unos y otros eran así "puestos al día" en lo religioso y uniformizados ideológicamente, en un sistema, el del Nuevo Estado, que propugnaba la mentalidad única y no admitía discrepancia alguna de sus postulados. La catolicidad autoritaria hubo de ser así sumisamente aceptada por los más (no por todos, y desde luego hubo rechazo y reticencia especialmente en algunas de las víctimas directas o cercanas ocasionadas al alzarse o mantenerse aquel sangriento régimen), como impuesta que era por un sistema dictatorial.

        Se entiende que fuera o se considerara preciso en nuestro pueblo recristianizar entonces con tales instrumentos a nuestras gentes: hacía tan solo un año del traslado del que, siendo párroco desde 1931 a 1946, había jugado un destacado papel tanto en la oposición y las trabas a las reformas republicanas como en la represión después desatada, y, seguramente, se concluyó que era necesario reconducir al recto camino a tantos y tantas de nuestros vecinos de entonces como habían mostrado años antes una evidente deriva contestataria, republicana, laica, liberal o socialista, como atestiguaban la anterior cuantiosa presencia de formaciones políticas de izquierda, la nutrida afiliación que entre los nuestros habían mantenido, y la extensa represión que sobre la misma se había perpetrado, represión, ideológica en este caso, de la que para muchos y muchas formó también parte la obligada aceptación y el sometimiento a aquella Santa Misión de 1947 y todo lo que ella representó. 

        Refiere y documenta el historiador leonés Javier Rodríguez González[2] como el franquismo favoreció a la Iglesia de múltiples maneras: eximiendo del servicio militar a los clérigos, recuperando las fiestas religiosas, derogando la legislación republicana sobre el divorcio o la coeducación, imponiendo la obligatoriedad de la religión en la enseñanza y el monopolio de la Iglesia en el sistema educativo, en la depuración de cuyo personal tuvieron los eclesiásticos importancia decisiva, reservando plazas docentes para los miembros de la Iglesia, creando diversos cuerpos de capellanes y asesorías eclesiásticas en Ministerios y Sindicatos, facilitando Haberes y viviendas protegidas a los párrocos y dispensando del pago de contribuciones rústicas y urbanas a los bienes religiosos (aún hoy, contraviniendo la normativa de la UE, no cotiza la Iglesia Católica española por el IVA), tipificando y persiguiendo los delitos contra la religión católica, y legislando sobre censura y libros contrarios a la moral y el dogma y sobre el descanso festivo. En cuanto a la Ley de Descanso Dominical[3], que represaliaba a los trabajadores que no cumplían con los preceptos de la Iglesia  (recordamos aún, de nuestra infancia en el pueblo allá por los años sesenta, las patrullas de la Guardia Civil, a caballo primero y después en bicicleta, por nuestros campos, en verano, multando a los atareados e infelices labradores que, acuciados por la necesidad y para no arriesgar el sustento y las cosechas, se veían obligados a trabajar incluso los domingos), podía esta, al menos en la Diócesis de Astorga, conceder su permiso para incumplirla, trabajando, a los campesinos "dedicados a las faenas de la recolección, y cuando la necesidad lo exigiere, excepto en las festividades de San Pedro y San Pablo, Santiago, y la Asunción, sin que por ello queden dispensados de la obligación de oír misa los domingos y días de precepto". La Iglesia y el Nuevo Estado.

        La pretensión de la Iglesia de recristianizar a la sociedad española con las Santas Misiones y otros muchos instrumentos conformadores similares, fue ampliamente apoyada desde el nuevo poder, cuyas autoridades civiles castigaban a quienes incumplían las normas de moralidad y buenas costumbres  para ello dispuestas, y legislaban ellas mismas, y sancionaban, sobre blasfemia, baños públicos, bailes, libros, librerías y bibliotecas (el "Índice de Libros Prohibidos" por la Iglesia). Las prohibiciones impuestas por las autoridades provinciales arreciaban en las épocas de fiestas religiosas, y así no se permitían en Semana Santa ningún tipo de espectáculos, salvo los sagrados, y tampoco el baile durante toda la Cuaresma.

        Como muestra de aquel celo represivo y totalizador ejercido con entusiasmo y al alimón entre ambos poderes, dos botones: el uno la Orden del Excmo. Sr. Gobernador Civil de nuestra provincia sobre Moralización de las costumbres[4], datado en los años de la guerra civil y reproducido en la prensa "con singular complacencia por considerarla oportunísima en las presentes circunstancias, ya que con gran valentía y espíritu netamente cristiano señala el camino a seguir en los actuales momentos, contrarios en un todo a las modas femeninas que venimos padeciendo en estos últimos años, y que textualmente dispone:

1.ª Honestidad en los vestidos, sin exagerar los escotes, faldas y mangas.

2.a Suprimido radicalmente el «sin medias». Más vale llevarlas zurcidas que ir sin ellas. Si faltan pesetas, se suprimen bares y cines.

3.a Reducir al mínimo las pinturas en la cara y en los labios y los colores impropios del cabello, pues hay alguna niña que deja su lindo natural para convertirse en una muñeca de escaparate.

4.a Suprimidas las posturas poco honestas de muchas parejas, y, sobre todo, el ir por lugares de poco tránsito y poca luz....parece escapulario.("Adoramos a Dios. Veneramos a Franco")

5.a Suprimido el «fumar» entre las mujeres leonesas; es costumbre muy poco femenina. La que desee fumar, coja un fusil, vista un mono y vaya al frente.

6.a Dedicar el máximo de tiempo al trabajo para los heridos y soldados y disminuir los paseos y gastos superfluos.

Estos seis puntos se comenzarán a cumplir tan pronto se publiquen. Se encargarán de hacerlos efectivos las mismas interesadas, no dando lugar a que tenga que intervenir la Autoridad, lo que sentiría, pero que no dejará de hacer caso de desobediencia, pues estamos en tiempos de obedecer ciegamente y respetar lo mandado. —El Gobernador Civil."

Caudillo de España por la gracia de Dios.        El otro, las "Reglas principales de la modestia, la honestidad y el recato, en relación con el tipo de ropa que se puede o no usar", incluidas por Javier Rodríguez en la obra ya citada, y dictadas en 1941 por la Pastoral Colectiva de los obispos de la provincia eclesiástica de Valladolid, a la que pertenecía la diócesis de Astorga, y que señalaba:

"1ª Los vestidos no deben ser tan ceñidos que señalen las formas del cuerpo provocativamente.

2a Los vestidos no deben ser tan cortos que no cubran la mayor parte de la pierna, no es tolerable que lleguen sólo a la rodilla.

3a Es contra la modestia el escote, y los hay tan atrevidos que pudieran ser gravemente pecaminosos por la deshonesta intención que revelan o por el escándalo que producen.

4a Es contra la modestia el llevar la manga corta de manera que no cubra el brazo al menos hasta el codo. Muy dignas de alabanza son las que llevan siempre manga larga que rebasa el codo y aún cubre todo el brazo.

5a Es contra la modestia el no llevar medias.

6a Es también contra la modestia el llevar los vestidos transparentes, o con calados, en aquellas partes que deben cubrirse.

7a Aun a las niñas debe llegar la falda hasta las rodillas y las que han cumplido doce años deben llevar medias.

8a Los niños no deben llevar los muslos desnudos.

9a Al templo se debe ir con mangas largas que cubran brazo y antebrazo, con medias y vestidos que cubran la mayor parte de las piernas, sin escotes ni transparentes, ni calados".

El Régimen bajo palio.        La Iglesia ejercía y documentaba el control (en las parroquias del episcopado de Astorga, desde mayo de 1943, en el llamado libro "de statu animarum") además del número y sexo de quienes incumplían sus preceptos pascuales, de los amancebados o unidos civilmente, de los separados, de los niños sin bautizar, y de quienes eran de dudosa moralidad.., extremos estos de utilidad, sin duda, a la hora de sus preceptivos informes para emitir o denegar los vitales y extendidos "avales" de la época (..."avalado sea Dios", se llegó a ironizar entonces…). Pretensión esta de tal exhaustivo control que no nos extraña, habida cuenta que en los mismos tiempos los capellanes de las prisiones de Franco censaban y recontaban el número de almas salvadas para el cielo (el sufrimiento y las penurias de sus cuerpos o los de sus allegados no les importaban) de los "rojos" a cuyas ejecuciones en castigo de sus desviaciones y pecados asistían.... 

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[1] “La hizo Epifanio Carbajo”, reza en su reverso. La fecha de 1932 creemos que alude, según referencias obtenidas, a otra Misión religiosa habida en dicho año, curiosamente cuando la laicización de la República estaba en su apogeo, y después de la creación de las Misiones Pedagógicas en mayo de 1931. Recientemente hemos tenido ocasión de observar en la iglesia de San Lorenzo, en Esposende, en el Ribeiro ourensano, una pequeña cruz de mármol blanco  con la siguiente leyenda: "Santa Misión - PP. Franciscanos - 1965". Parece, pues, que las Santas Misiones tuvieron una amplia extensión, tanto en el espacio como en el tiempo.

[2]  En la obra" León bajo la dictadura franquista (1936-1951)", procedente de su extensa y magnífica Tesis Doctoral defendida en la Universidad de León en el año 2001 y publicada por la misma en el 2003.

[3]  En la excelente y reciente obra de Vicente Martínez Encinas "Grajal de Campos. La década conflictiva: 1930-1939"señala el autor (para los años republicanos), en la pág. 364,  como entonces "a la imposición del descanso dominical por el Obispo de León se sumaba la Ley civil emanada de la República, sin ingredientes religiosos", y como "cooperaban con el mandamiento religioso las nuevas exigencias de los derechos laborales, incluso en época de plena recolección".

[4] Recogido por Wenceslao Álvarez Oblanca y Secundino Serrano en el número 67 de la revista Tierras de León, editada por la Diputación Provincial. Monográfico de 30 de junio de 1987 dedicado a La guerra civil en León.

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José Cabañas González   /  Ourense, abril de 2006.


        Otras dos referencia relativas a la moralidad (impuesta), y separadas, en este caso, por un más largo periodo de tiempo:

    La primera está tomada de un apunte del pasado 6 de mayo del excelente Blog "As uvas na solaina" del investigador y estudioso de la historia y la literatura gallega y ourensana Marcos Valcarcel  ( http://www.asuvasnasolaina.blogspot.com/ ), y se refiere a las condiciones estipuladas en un contrato, por solo unos meses, a una maestra en 1923:


   "1ª.-  No casarse. Este contrato queda automáticamente anulado y sin efecto si la maestra se casa.

    2ª.-  No andar en compañía de hombres.

    3ª.-  Estar en su casa entre las 8:00 de la tarde y las 6:00 de la mañana, a menos que sea para atender función escolar.

    4ª.-  No pasearse por heladerías del centro de la ciudad.

    5ª.-   No abandonar la ciudad bajo ningún concepto sin permiso del Presidente del Consejo de Delegados.

    6ª.-  No fumar cigarrillos. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si se encontrara a la maestra fumando.

    7ª.-  No beber cerveza, vino ni whisky. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si se encuentra a la maestra bebiendo cerveza, vino y whisky.

    8ª.-  No viajar en coche o automóvil con ningún hombre, excepto su hermano o su padre.

    9ª.-  No vestir ropas de colores brillantes.

    10ª.- No teñirse el pelo.

    11ª.- Usar al menos dos enaguas.

    12ª.- No usar vestidos que queden a más de cinco centímetros por encima de los tobillos.

    13ª.- Mantener limpia el aula:

a).-  Barrer el suelo al menos una vez al día.

b).-  Fregar el suelo del aula al menos una vez por semana con agua caliente.

c).-  Limpiar la pizarra al menos una vez al dia.

d).-  Encender el fuego a las 7:00 de modo que la habitación esté caliente a las 8:00 cuando lleguen los niños.

    14ª.- No usar polvos faciales, no maquillarse ni pintarse los labios".


    La segunda procede del tratado de "Economía doméstica para bachillerato y magisterio", editado en 1958 por la Sección Femenina de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, el partido único de lo que entonces era el Movimiento Nacional, y se trata de las recomendaciones que para el hogar se hacían a las mujeres españolas:


       " .....Ten preparada una comida deliciosa para cuando él regrese del trabajo. Especialmente, su plato favorito. Ofrécete a quitarle los zapatos. Habla en tono bajo, relajado y placentero.

        Prepárate: retoca tu maquillaje, Coloca una cinta en tu cabello. Hazte un poco más interesante para él. Su duro día de trabajo quizá necesite de un poco de ánimo, y uno de tus deberes es proporcionárselo.

        Durante los días más fríos deberías preparar y encender un fuego en la chimenea para que él se relaje frente a el. Después de todo, preocuparse por su comodidad te proporcionará una satisfacción personal inmensa.

        Minimiza cualquier ruido. En el momento de su llegada, elimina zumbidos de lavadora o aspirador. Salúdale con una cálida sonrisa y demuéstrale tu deseo por complacerle. Escúchale, déjale hablar primero; recuerda que sus temas de conversación son más importantes que los tuyos. Nunca te quejes si llega tarde, o si sale a cenar o a otros lugares de diversión sin ti. Intenta, en cambio, comprender su mundo de tensión y estrés, y sus necesidades reales. Haz que se sienta a gusto, que repose en un sillón cómodo, o que se acueste en la recámara. Ten preparada una bebida fría o caliente para él. No le pidas explicaciones acerca de sus acciones o cuestiones su juicio o integridad. Recuerda que es el amo de la casa.Mujeres de la Sección Femenina de Hostalric (Barcelona)

        Anima a tu marido a poner en práctica sus aficiones e intereses y sírvele de apoyo sin ser excesivamente insistente. Si tú tienes alguna afición, intenta no aburrirle hablándole de ésta, ya que los intereses de las mujeres son triviales comparados con los de los hombres. Al final de la tarde, limpia la casa para que esté limpia de nuevo en la mañana. Prevé las necesidades que tendrá a la hora del desayuno. El desayuno es vital para tu marido si debe enfrentarse al mundo interior con talante positivo.

        Una vez que ambos os hayáis retirado a la habitación, prepárate para la cama lo antes posible, teniendo en cuenta que, aunque la higiene femenina es de máxima importancia, tu marido no quiere esperar para ir al baño. Recuerda que debes tener un aspecto inmejorable a la hora de ir a la cama... si debes aplicarte crema facial o rulos para el cabello, espera hasta que él esté dormido, ya que eso podría resultar chocante para un hombre a última hora de la noche. En cuanto respecta a la posibilidad de relaciones íntimas con tu marido, es importante recordar tus obligaciones matrimoniales: si él siente la necesidad de dormir, que sea así, no le presiones o estimules la intimidad. Si tu marido sugiere la unión, entonces accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer. Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que hayas podido experimentar. Si tu marido te pidiera prácticas sexuales inusuales, sé obediente y no te quejes. Es probable que tu marido caiga entonces en un sueño profundo, así que acomódate la ropa, refréscate y aplícate crema facial para la noche y tus productos para el cabello. Puedes entonces ajustar el despertador para levantarte un poco antes que él por la mañana. Esto te permitirá tener lista una taza de té para cuando despierte".


    En las mismas fechas en que aparecía en nuestra Revista JAMUZ el artículo "La Santa Misión de 1947", el amigo Porfirio Gordón me daba cuenta y me facilitaba otro venido a sus manos, publicado en el número 7 (Verano - 2006) de la Revista Divulgativa/Cultural CAMPARREDONDA, en el que su autor, Gregorio Fernández Castañón, aborda el mismo tema de la Santa Misión. Así es como lo ha titulado, y lo incluimos aquí, ya que amplía, concreta y localiza los pormenores expuestos en el nuestro.


      SANTA  MISIÓN

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        En el interior de muchas de nuestras iglesias y ermitas todavía se puede encontrar una cruz, símbolo de aquellas lejanas jornadas espirituales denominadas "Santa Misión". Unas jornadas que tuvieron su apogeo tras la guerra civil y que desaparecieron, en la mayoría de los casos, antes del año 1970. La cruz a la que me refiero, negra y de madera -aunque las he visto de mármol claro, como en Sopeña de Curueño, o de otros colores-, recuerda aquellos días y es portadora de una serie de palabras y de datos a las que más tarde me referiré, intentando explicar su porqué.

Pero..., ¿en qué consistía la "Santa Misión"? ¿Quiénes eran los encargados de realizarlas y a qué personas iban dirigidas? ¿Cuáles eran las máximas que se imponían? ¿Qué temas se trataban? ¿Cuáles eran las oraciones y los cánticos más comunes...? A lo largo de este artículo obtendrán respuesta éstas y otras muchas preguntas que satisfarán -eso espero- la curiosidad de aquellas personas jóvenes que, como es obvio, no conocieron la "Santa Misión", mientras que -sin duda- traerán recuerdos (alguno de ellos nada halagüeños) a todos aquellos que, como yo, fuimos, en mayor o en menor medida, partícipes de las mismas en una época en la que, todavía, se apreciaban las "bendiciones y las torturas psicológicas" impuestas por las estrictas normas de la dictadura en la que vivíamos.

BREVE RESEÑA HISTÓRICA

    Si partimos de un sentido etimológico, podemos definir "misión" como "envío" (enviar a predicar el evangelio de Jesucristo por el ancho mundo). Ahora bien, si nos atenemos estrictamente a su significado más reciente (desde el siglo XVIII hasta mediados del siglo XX), la palabra "misión" significa una actuación extraordinaria por parte de los "enviados de la Iglesia" para conseguir, a lo largo de varios días, una conversión emotiva y vibrante de los cristianos, especialmente entre aquellos más díscolos o rebeldes.

    Para determinar el sentido de "La Santa Misión", tenemos que remontarnos hasta el siglo XIII, en el que determinados frailes dominicos y franciscanos recorrían las ciudades y los pueblos predicando el verdadero sentido del Evangelio y las virtudes de la salvación; siempre a través de la conversión y del arrepentimiento en el confesionario. Sin embargo, las misiones no adquirirían la forma sustancial con la que llegaron a nuestros días hasta el siglo XVI, siendo San Ignacio de Loyola, con sus "Ejercicios Espirituales", quien más contribuyó a ello. A éste le seguirían, entre otros, San Vicente Paul, en el siglo XVII, y San Antonio María Claret, en el siglo XIX.

    "La Santa Misión" no fue un invento exclusivo de España, sino que se hacía en todo el mundo cristiano. Y por poner un ejemplo, diré que allá por el siglo XVI, sólo en Francia, se reconocen diversos oradores como los Misioneros del Oratorio, los Clérigos de la Misión, los Eudistas y un largo etcétera.

San Ignacio de Loyola predicando

    Por su contenido y por sus objetivos, las Misiones podríamos clasificarlas en varios grupos: unas orientadas a la conversión de los protestantes y las otras por la forma de instruir a los católicos. También como catequistas o penitenciales, dependiendo de la forma en que se expusiera la verdad: de forma moderada o usando elementos emotivos y efectos impactantes (teatrales, a veces violentos).

Por el lugar donde se hacían, podríamos clasificarlas en dos nuevos grupos: misiones centrales (realizadas especialmente por los jesuítas, donde los vecinos acudían al lugar escogido por ellos) o misiones locales (las que nosotros llegamos a conocer, donde el misionero se desplazaba hasta los pequeños pueblos).

OBJETIVOS QUE SE BUSCABAN EN LAS MISIONES

    Los objetivos propuestos eran varios, aunque el principal era instruir al pueblo a través de sermones, conferencias y jornadas de estudio del catecismo (para los niños -a mediodía- y para los adultos -por la tarde, tras la vuelta del trabajo-). Sin embargo, otros objetivos, no menos importantes, eran los siguientes: intervenir para solucionar pleitos y discordias (como rencores, matrimonios clandestinos, enemistades, etc.); servir a los sacerdotes; atender a las escuelas o, incluso, crearlas si no existían; visitar las comunidades religiosas y potenciar las cofradías de caridad, para llegar, finalmente, a alcanzar el objetivo esencial: la confesión general.

LA SANTA MISIÓN EN EL SIGLO PASADO

    Tras la guerra civil, parecía que la única solución que se le ofrecía al pueblo llano, derrotado o deprimido, era "agarrarse" a la vida a través de la fe, invitándole a acudir en masa a las iglesias. Los sacerdotes y también, cómo no, la autoridad civil (?) colaboraba, a veces no de muy buenos modos (con anuncios de catástrofes apocalípticas o, incluso, con amenazas de retornar al tormento de la guerra). De esa forma, con aquellos miedos, el éxito presencial estaba asegurado.

    Los encargados de anunciar el inicio de una de las jornadas de la "Santa Misión" eran los propios obispos de cada diócesis a través de una carta/cartel, donde, además, aprovechaban para anunciar las indulgencias plenarias que alcanzarían los fieles participantes.[1]

LA LLEGADA DEL MISIONERO

    La Santa Misión" no tenía fecha fija en el calendario. En el año 1943, por ejemplo, se realizaron en Carbajal de la Legua o en Santa Colomba de Curueño durante el mes de marzo, mientras que en el mes de abril se realizaron en Burón, en noviembre en Villamoratiel y en diciembre en Valderas.

    De lo que no hay duda alguna es de que al misionero o a los misioneros se les recibía con grandes muestras de cariño y de alegría, tal y como consta en los documentos que tuve la oportunidad de estudiar: "El 13 del mes de noviembre de 1943 -refiriéndose a las misiones de Villamoratiel- llegaron a este pueblo los RR.PP. Capuchinos del Convento de León, Manuel de Hontoria y Marcelino de Montejos, siendo recibidos con grandes muestras de entusiasmo por el párroco, autoridades, asociaciones piadosas y el pueblo en masa, dirigiéndose seguidamente a la iglesia entonando cánticos de Misión". "El pueblo en masa -leo en una de las crónicas Misiones, referente al pueblo de Zalamillas- acudió a recibir a los enviados del Señor, acogiéndoles con fervoroso entusiasmo y dando muestras desde el primer momento de querer aprovechar para su santificación tan felices días..."

ACTOS PRINCIPALES

    Aunque en parte coincidentes con los objetivos ya expuestos anteriormente, conviene destacar que los actos principales de la "Santa Misión" eran los siguientes: el rosario de la aurora, el sermón de la mañana, la catequesis, las confesiones, las comuniones, las visitas (a las escuelas, a los enfermos, a los pobres, a los presos...) y las procesiones (Vía Crucis en caso de que las fechas de la "Misión" coincidieran con la Semana Santa). Y daba igual que hiciera frío o calor, porque los actos no se cancelaban jamás. Y para muestra de lo dicho, publico, a continuación, una parte de la crónica que encontré en el periódico "Correo de Zamora", del 18 de marzo de 1953: "Todos los días a las 7,30 de la mañana, pese al frío reinante, la Peña del Chigre sacó en procesión a la Virgen de Fátima en el Rosario de la Aurora, y el día 13 para el Vía Crucis que se pensaba celebrar en la Plaza Mayor y que, debido al gran frío reinante, hubo de hacerse en la iglesia de San Pedro; la Peña construyó una artística cruz de madera de 5 metros de longitud, iluminada toda ella con bombillas, y que colocó en el balcón del Ayuntamiento, ofreciendo por las noches un espectáculo deslumbrante."

ORACIONES Y CÁNTICOS MAS COMUNES

    Además del "Padre Nuestro", del "Ave María", del "Credo" y del "Yo Pecador", en la "Santa Misión" se rezaba por la paz y se pedía la intervención de todos los santos: se rezaba a la Santísima Virgen, al Ángel Custodio, al Patrono del pueblo... Se hacían actos de fe, esperanza y caridad. Y había oraciones específicas al comenzar la misa, en el ofertorio, en el Sanctus, al alzar la Hostia y el cáliz, al comulgar... Y se recomendaban preces como las que siguen (Urbis et Orbis 2 de febrero de 1897): "Bendito sea Dios. / Bendito sea su Santo Nombre./ Bendito Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre..."

    Las canciones que se entonaban eran muy variadas; llegando alguna de ellas hasta nuestros días, como por ejemplo: A Misión os llama ("A Misión os llama, / errantes ovejas, vuestra tierna Madre/ la Pastora excelsa..."), Venid y vamos todos ("Venid y vamos todos / con flores a porfía. Con flores a María, / que Madre nuestra es..."), o Perdona a tu pueblo, Señor ("Perdona a tu pueblo, Señor, / perdona a tu pueblo, / ¡perdónale, Señor!...")

TEMAS MÁS RECURRENTES

    Los misioneros recurrían una y otra vez a "la importancia de salvarse" (a salvar el alma, se entiende, no a salvarse del hambre); recurrían a "la gravedad de caer en el pecado mortal"; "al peligro de la muerte del pecador", "al juicio universal"; "a la misericordia de Dios", al "cielo" y al "infierno" (la escenificación del infierno -según me indicó una persona de Boñar- "era terrible, por el miedo que nos hacían pasar" ), y recurrían, también, cómo no, "al perdón de nuestros enemigos", a "la devoción a la Santísima Virgen" y "a la perseverancia".

    El objetivo de todo ello era conseguir que los fieles participantes se confesaran, se arrepintieran y comulgaran (ya que, de lo contrario..., el infierno, el dolor, las llamas...).

    El "éxito" conseguido en la "Santa Misión" se hacía público. Y se hacía de manera increíble. Porque, digo yo, ¿quién controlaba el número exacto de tanto comulgante? Sobre el resultado de Sahelices del Payuelo, leo textualmente: "estos actos contribuyeron a excitar más y más el entusiasmo y fervor que culminó en los del último día. No quedó nadie en la feligresía que no se acercase al Sagrado Banquete, pasando de 600 las que se distribuyeron durante la Misión...". O leo, también, estos otros datos: "Se repartieron unas 800 comuniones" (en la crónica de Bustillo de la Vega). "En total se distribuyeron 959 comuniones..." (en la crónica de Tama, Ojedo y Armaño) o, para concluir, "... ni disminuyó la concurrencia ni el entusiasmo en todos los días de la Misión, como lo demuestran las MIL DOSCIENTAS COMUNIONES..." (así, con mayúsculas), en los datos que encontré sobre las misiones de Zalamillas.

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Y DE RECUERDO... UNA CRUZ

    De madera, y normalmente pintada de negro, esta cruz, que todavía se puede ver en el interior de muchas iglesias fue realizada por uno de los vecinos del propio pueblo, siguiendo, eso sí, las instrucciones del "misionero". En concreto, la cruz que aparece en la fotografía de esta misma página pertenece a la ermita de Otero de Curueño y fue realizada por Ricardo Fernández, "El Carrero". Todas las cruces son muy similares y en casi todas ellas se puede leer arriba la palabra "Gloria", abajo "Infierno", a la izquierda "Juicio", y a la derecha "Muerte". Cuatro de los temas recurrentes, destacados en el párrafo anterior. Asimismo, figuran las palabras "Santa Misión", en su brazo horizontal, y el nombre de la congregación que la realizó, en su brazo vertical. Las fechas que aparecen en ellas se deben a las fechas de las distintas "Misiones" realizadas en el pueblo. Para finalizar, tengo que añadir que, en determinadas zonas, como es el caso de Santa María del Rey o de Villamor, estas cruces son poseedoras de otro tipo de adornos, realizados todos ellos también en madera: una escalera, la cruz de espinas y los tres clavos.

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[1]  En mi período de investigación tuve la gran suerte de encontrar una de esas cartas (reproducida en la página siguiente). Suerte porque, ni más ni menos, se dirigía a los vecinos del pueblo de mi nacimiento; suerte por "caer" en mis manos un viejo libro protegido con la propia carta (con el texto hacia el interior): suerte porque, en aquel momento, mi curiosidad hizo que levantara aquel forro de papel, y suerte porque se trataba de una carta firmada por el famoso obispo Almarcha. Por el contrario, es una pena que la carta no estuviera completa, privándonos, así. de una parte del texto y de la fecha en la que fue firmada (pienso, en todo caso, que corresponde al año 1954, año de "Misiones" en la Iglesia de "Santa Eulalia" de Valdepiélago).

 

Nos   el    Dr.   D. Luis   Almarcha    Hernández,

por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica Obispo de León, Asistente al Solio Pontificio, Grandes Cruces de San Raimundo de Peñafort, de la Orden de Cisneros y de Alfonso X el Sabio.

 Al Clero, Autoridades y fieles de    Otero

Amadísimos hermanos e hijos: Salud y Bendición Apostólica.             

Atendiendo, como es nuestro deber, a vuestro bien espiritual y siendo para esto un medio tan provechoso las Santas Misiones, os anunciamos la Misión que va a tener lugar en esa Parroquia de     Santa Eulalia

Una Misión es llamada general a todo el pueblo de Dios, a los que están cerca y a los que están lejos. Son días de instrucción y de purificación; de afirmación en la fe y de penitencia para unirse con Dios.

Son actos de la Comunidad Cristiana en laque todo y a todas horas, hasta el mismo ambiente, habla de Dios.Y Dios está en medio de la Comunidad orante, fortaleciéndola en su fe y purificándola en sus miembros, santificándolos con su gracia.   

Los Reverendos  Padres.   ……………………………………

son los encargados por Nos de predicar

la conciencia puedan absolver a cual-

sacerdotes que colaboren apostólic-

los 15 días siguientes.

También autorizamos

sionero o un sacerdote dirija la

Igualmente concedemos la

los días de la Misión.

En la persona de los misioneros

mentos; viene con su gracia salvadora.

Espacio deteriorado e ilegible

en el original

y al efecto les autorizamos para que en el fuero interior de

sus pecados; haciendo extensivas estas facultades a los

de la Misión, por sólo el tiempo de la misma y durante

 

en todos los centros de Misión, con tal que un mi –

 

Sacramento en cualquier acto religioso durante

.tra Parroquia con su palabra viva; viene con sus sacra-

 

Amadísimos hijos: debéis salir al encuentro de Jesús; El os hablará por boca de los misioneros que traen el Mensaje evangélico y os abrirán con los Sacramentos las fuentes de la gracia divina.

En este largo y fatigoso camino de la vida todos necesitamos hacer un alto en los quehaceres temporales; poner silencio en el ruido exterior e iluminar nuestro interior con la luz del alma, que son las verdades eternas.

Jesús ha dicho: «Yo soy el camino, la verdad y la vida». El que se encuentra con Jesús y le sigue, encuen¬tra la verdad y la vida.

Por concesión de Nuestro Santísimo Padre se otorga Indulgencia Plenaria a los fieles que, asistiendo al menos cuatro días a la Misión, reciban los sacramentos de Penitencia y Comunión y rueguen a Dios por la Iglesia, por la paz y por la conversión de los pecadores.

Por nuestra parte concedemos CIEN días de indulgencia a los fieles por cada uno de los actos de la Misión a que asistan. No dejéis, amados hijos, pasar en vano estos días de salud, ni despreciéis estos avisos espirituales con que el Señor os llama a su amistad y gracia.

En fin, exhortamos a todos a hacer oración para que el Señor se digne bendecir la Santa Misión y confirmar la bendición que os damos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. 

Dado en nuestro Palacio Episcopal de León a 7 de ……………………

 

+ Luís, Obispo de León

 

 


 

GREGORIO FERNANDEZ CASTANON


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