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                                 MI  ABUELO  DOMITILO
(un desaparecido de la guerra civil)           

                   José Cabañas  González                                                                                                         marzo de 2003.

 

Mi abuelo materno.- Servicio Militar en La Armada. Ferrol.1911

Servicio Militar en La Armada.

Ferrol. 1911 

Don Domitilo  González Lobato, nacido en Jiménez de Jamúz el día 29 de julio de 1892, hijo de Juan  y de Manuela, domiciliado en Jiménez, de profesión alfarero y de estado viudo que quedó de Domitila Cabañas Alonso,  de cuyo matrimonio dejó ocho hijos llamados Manuel, Amalia, Áurea, Rafaela, Bernardo, Elidia, Emilia, y Domitila.  Desapareció de su domicilio el día 19 de septiembre de 1936. Tales son  los escuetos datos que a la fecha 2 de junio de 1945 sobre mi abuelo materno se asientan en el Registro Civil de nuestro Ayuntamiento, condensando en su administrativa desnudez la tragedia sobrevenida a una persona, el desamparo prodigado a una familia.

 

Poco es lo que durante mucho tiempo yo alcancé a saber sobre su vida, desprovista en sus corrientes detalles de particular importancia frente a lo anormal, a lo desmesurado, a lo terrible de su desaparición y de su al cabo segura y nunca confirmada muerte: “Sacado de su domicilio junto a otros del pueblo y fusilado en el Monte de San Isidro”. Presente siempre, impregnando los días de quienes de él fueron privados del dolor de su ausencia, de la incertidumbre de desconocer su destino, de la angustia de oscilar entre la necesaria esperanza de su vuelta y la constatación de la negra realidad de su prolongada y sentida falta,  inmersos en el abandono, en la escasez, en la indiferencia de unos y en el desprecio y la crueldad de otros,  impedidos de llorarle, sin saber  que tierra lo acoge ni poder en ella depositar una oración, una flor, una lágrima…, obligados a esconderse para rumiar y lamentar en silencio su desgracia, burlados a veces, muchos años después  de la tragedia, por la imaginación que, aún descreída, pintaba en cualquier desconocido el rostro y las formas del padre ausente.

 

Muchos años tardé en ir recolectando de él otros detalles: Casó joven allá por 1919 con  mi abuela, Domitila, quien lo era  aún más, y  con la oposición en principio de los padres de ella, después de  conocer como tantos en la época la emigración en Argentina, de donde debió de traer algunos caudales con los que iniciaron su andadura en común, y un bandoneón con el que en el pueblo animaría jolgorios y que todavía rodaba no hace muchos años por la casa familiar. Hizo en torno a 1911 el Servicio Militar en Ferrol (cuando éste no era aún del Caudillo por cuyos designios años más tarde sería asesinado).  Muy afanoso y  hábil alfarero, contaba con extendida y fiel clientela en El Bierzo e incluso en Galicia, viniendo a sumar a los ingresos que el oficio le reportaba los que como cartero del pueblo percibía  desde el inicio de los años veinte en que comenzó a ejercer este cargo, con lo que pese a lo numeroso de su prole se desenvolvía en lo económico holgadamente.

 

Sufre la familia un duro revés cuando en 1934 fallece a la temprana edad de 37 años la esposa y madre, restando el padre viudo con 42 años y ocho huérfanos cuyas edades van de los 14 años del mayor de los hijos a unos pocos meses de la más pequeña. Se van unos y otros sobreponiendo al inmenso y repentino dolor y continúan enfrentando animosos la vida y saliendo como buenamente pueden adelante.

 

Mi abuela Domitila.-

Mi abuela Domitila.-

Participaría mi abuelo como tantos otros de sus paisanos, durante el breve por violentamente truncado periodo republicano en la intensa actividad social y política presente en nuestro pueblo, de cuya variedad y riqueza es muestra la existencia de una influyente Casa del Pueblo, radicada en local alquilado en una de sus plazas, que acogía además de las boyantes organizaciones locales de la Agrupación Socialista y de las Juventudes Socialistas, una activa Agrupación Socialista Infantil a la que pertenecían una buena cantidad de los y las adolescentes de la localidad.

 

En 1935, en las que fueron últimas Elecciones Municipales de la Segunda República*, es elegido por sus convecinos  concejal   por Izquierda Republicana, el partido reformista y moderado que lideraba Don Manuel Azaña. Representaba, además y  también por elección, a sus compañeros del Gremio de Alfareros. Ya en 1936, habiendo sido nuestro Ayuntamiento uno de los abundantes en los que los partidos conservadores habían impugnado el triunfo de las candidaturas progresistas, y siendo como tantos gobernado, a la espera de repetir las elecciones, por una Gestora en el lugar de la Corporación Municipal, forma como concejal parte de ella junto con los vecinos como él electos Miguel Mateos Cela, alcalde; Rafael Mateos Cela, concejal y hermano del anterior; Francisco de Blas Fernández, concejal, y Francisco Martínez Vivas, también concejal, e integrantes que serían todos ellos del nutrido grupo de desaparecidos víctimas de la despiadada y brutal represión que al poco  se iba a desatar en nuestro pueblo.

 

En la primavera del aciago año 36 ocurren aquí algunos turbios sucesos cual el conato de incendio de La Ermita de la Vera Cruz, reflejos locales de la agitación y el desasosiego que  cundiendo por el país lo venían sumiendo en negros presagios que se materializan el 17 de julio con la sublevación militar y golpe de estado contra el gobierno de la República encabezada por el Ejercito de África y derivada en breve en  abierta y enfrentada guerra civil. En defensa del orden constitucional y de la legalidad republicanas se emprenden en nuestro pueblo algunas actuaciones como la requisa de armas en algún domicilio de miembros de Falange o la detención de algún influyente conservador del lugar, al tiempo que un grupo de vecinos se traslada a la cercana villa de La Bañeza a la espera de las columnas de mineros que desde El Bierzo se dirigen en tren hacia Madrid. Interceptadas en Astorga por guardias civiles rebeldes y  triunfante la sublevación en la zona, vuelven nuestros paisanos a sus casas. El emergente Nuevo Estado y sus autoridades se imponen en el pueblo y son muchos los vecinos cuyas vidas se sumergen en la incerteza y el temor  acrecentados por las frecuentes noticias de asesinatos que como el de tres vecinos de Destriana van en el transcurso del verano sucediéndose  en las cercanías.

 

Mi abuela con algunos de sus hijos

Mi abuela con algunos

de sus hijos.-

Finalizando el estío, el 19 de septiembre, sábado, de anochecida, un siniestro “coche de línea” negro, del parque de la Guardia de Asalto, recoge en la plaza de nuestro pueblo su cosecha de muerte: Además de mi abuelo, a sus 44 años,  y los otros munícipes ya señalados, son arrebatados de sus casas, de sus familias, de sus esposas, hijos, padres y hermanos por un grupo armado de guardias y falangistas entre los que forman algunos capataces de terratenientes de la comarca, Salvador de Blas Peñín, hijo del concejal  Francisco de Blas, José Estravís vidal, de 18 años, Pedro Pastor Blanco, Juan Sanjuán Sanjuán, de 21 años, Ángel Vidal Pastor, Simón Bolaños González, y Pablo Martinez Ferrero, añadido  este en La Bañeza de camino ya con la inocente carga hacia León, después de que a la salida del pueblo escapara de sus captores y del destino que le disponían Manuel Sanjuán Fernández.  A la extensa gavilla de vidas arrancadas se sumaron aún las de Francisco Bolaños Alonso, detenido y conducido uno o dos días antes al Cuartel de La Bañeza, y Agustín Fernández García, trasladado también el día 20 junto con otros vecinos en “coche de punto”  a la cercana villa. En el transcurso del siguiente mes y medio serían además asesinados tres jóvenes que, pertenecientes a las Juventudes Socialistas, sobrevivían ocultos unos en el monte y el otro  con familiares en el zamorano pueblo de Arrabalde: Rafael Mateos Martinez, hijo del alcalde Miguel Mateos, y Crestencio González Pérez, este cruelmente torturado y ambos muertos en las tapias del cementerio de Villamañán, y Primitivo Posada Ríos, de 17 años, vilmente ejecutado en algún lugar de Arrabalde o sus alrededores.

 

En la mañana del siguiente a tan funesto día algunas mujeres, familiares de las inmerecidas víctimas, la mayor de las hijas de mi abuelo entre ellas,  se trasladan a León, al Campo de Concentración  de San Marcos, donde indagan por sus seres queridos. La brutal y despiadada respuesta de los verdugos, entre prohibiciones de llorarlos y amenazas de propiciar el mismo fin para ellas es  que ya han sido esa madrugada fusilados…..  Y después la desconsolada vuelta al pueblo, y sobre el mudo dolor la imposición del silencio, y la pena que al poco mata a algunos de los deudos, y la miseria y las necesidades, y la burla y el desprecio, y la falta de caridad de quienes debían de ejercerla, y las arbitrarias y frecuentes  multas y el despojo para la reconstrucción de la Ermita y otros fines, y el olvido,  y el miedo que aún baja la voz cuando se habla de ello, siquiera sea para contar la leyenda del que, malherido, habría sobrevivido al fusilamiento, Juan Sanjuán Sanjuán, siendo visto más tarde en Asturias según unos y en Madrid según otros, o en el mismo pueblo en los años sesenta, mendigando y sin atreverse aún entonces a presentarse aquí  a su familia. Historias todas verosímiles ante el absoluto desconocimiento de lo realmente con ellos sucedido.  

 

Pasan los años,  y después del franquismo y su larga noche de piedra, de la transición y su interesada amnesia,  y de la retornada democracia del desagradecimiento y del  injusto olvido,  el dolor por los seres perdidos de tan cruel manera  perdura, más que mermar se acrecienta, y persiste la vital necesidad de saber cual y cómo fue su final y dónde hallaron reposo sus jóvenes restos. Iniciamos así acuciados, primero en solitario y más tarde arropados con otras voluntades, variadas pesquisas que nos puedan conducir a ese conocimiento, convencidos de que en el empeño restauramos en los asesinados la dignidad que los victimarios les negaron y de la que nunca carecieron, a la vez que cumplimos con ello con lo que la nuestra   nos demanda. Las dificultades son arduas, y la espinosa indagación nos conduce ante algunos indicios que podrían situar los restos de mi abuelo y los  del numeroso grupo de los con él desaparecidos de nuestro pueblo en la fosa común  del  cementerio de Villadangos  del Páramo, en cuyo monte pudieran haber sido “paseados”  en  las fechas  entre  el 20 y el 25 de septiembre de 1936.

 

Mi abuelo

 Mi abuelo.-

Continuamos en la búsqueda tratando de afianzar datos y obtener certezas que nos permitan algún día,  y  por lo que respecta a mi abuelo Domitilo González Lobato, localizar e identificar sus huesos y por fin depositarlos para su digno y merecido descanso junto a los de su esposa, mi abuela,  en la tumba del cementerio de nuestro pueblo en la que desde 1934 ella yace. Si dado lo dificultoso del empeño la identificación individualizada  no fuera posible, trataríamos de traer, con el consentimiento y beneplácito de las familias y descendientes de los restantes desaparecidos, los restos de todos ellos a una tumba común de nuestro cementerio, donde con la  dignidad que se merecen y juntos reposarían por fin quienes juntos y por idénticos anhelos  de progreso, de justicia y de libertad fueron asesinados.  

 

En tanto llega el próximo mes de septiembre en que cumpliéndose el 67º aniversario de su desaparición se celebre en su memoria el merecido homenaje que desde nuestra Corporación Municipal está comprometido, y mientras desde ella se siguen produciendo nuevas y muy loables iniciativas en pro de la recuperación de la historia de todos en nuestro municipio y más allá de el,  sirvan estas líneas para honrar a mi abuelo Domitilo y a los demás desaparecidos de nuestro pueblo, y con ellos a todos cuantos antes y después han caído víctimas en tantos lugares del odio y la violencia.

 

 

 

Ourense, marzo de 2003.

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Agradezco desde aquí las  útiles informaciones aportadas a propósito de lo narrado

por el Señor Miguel “el panadero”,  hombre cabal y memoria viva de la reciente 

historia de nuestro pueblo. 

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Nota de 19-02-2006.-          

*  Conocimos más tarde datos como los siguientes:

Después de las Elecciones Municipales  del 12 de abril de 1931, las que produjeron el pacífico advenimiento de la Segunda República, el mecanismo de elección de los cargos municipales para las Gestoras de los Ayuntamientos era el siguiente: con ocasión de las Elecciones Generales que se fueron produciendo y de los cambios en la composición de los respectivos Gobiernos que se fueron dando, se trasladaban, ordenados desde los Gobiernos Civiles provinciales, a las Corporaciones o Comisiones Gestoras, en su caso, de los Ayuntamientos las nuevas composiciones o relación de fuerzas políticas, en las mismas proporciones en que participaban en dichos nuevos Gobiernos. Así, después de las elecciones de febrero del 36 se produce en la composición de la Comisión Gestora de nuestro Ayuntamiento el consiguiente cambio (constatado en el Acta de la Sesión Extraordinaria del Pleno celebrado el 24 de abril de 1936), reflejo aquí del resultado electoral del 16 de aquel mes que dio el triunfo al Frente popular, por el cual pasa a formar parte de la misma, entre otros nuevos titulares, mi abuelo Domitilo González Lobato, en su caso por la formación Izquierda Republicana.

 

Después de las Generales del 16 de febrero del 36, en una de las primeras reuniones del Consejo de Ministros, sino en la primera (el día 25, martes, informa la prensa de ello) se establece la voluntad del Gobierno de celebrar Elecciones Municipales (y acabar con el régimen de Gestoras) cuanto antes, y se alude a la fecha del 12 de abril (día de Pascua) como la más probable. El Consejo del 13 de marzo, viernes, fija dicha fecha para las mismas, excepto en Cataluña, donde pondrá fecha la Generalitat, y en la provincia de Sevilla, donde se celebrarán el 3 de mayo (o el 26 de abril ?) para que no coincidan con la Semana Santa ni con la Feria (Decreto del 17 de marzo).

 

El día 4 de abril, sábado, la prensa da como segura, según lo decidido en el Consejo de Ministros del día anterior, la firma del Decreto que aplazará las Elecciones Municipales, a causa de la posible crisis presidencial que el gobierno prevé,  hasta una nueva fecha. Así lo recoge tal Decreto publicado el día 5. Sobreviene después la sublevación  militar, impidiendo poner fin al aplazamiento decretado y la celebración definitiva de las mismas.......hasta 1979.

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ALGUNOS  RECUERDOS  DE  MI  MADRE  SOBRE  SU  PADRE

    Recuerdos, recogidos a mediados del mes de febrero de 2006, de mi madre, Aurea González Cabañas, quien estaba a punto de cumplir 15 años en septiembre de 1936 (el día 28) cuando el 19 de dicho mes fue desaparecido y asesinado (paseado) su padre, mi abuelo, Domitilo González Lobato:

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"En casa nos criamos con mucho vicio…

No nos faltaba de nada. En Navidad mi padre nos traía las mejores naranjas, y anguilas de mazapán (ensaimadas ?).

Mi padre se arreglaba muy bien. Sacaba casi todas las semanas dos hornadas de cacharros (el horno estaba en "la casina", donde más tarde sería la huerta y después la casa de Evangelina). En el obrador había dos ruedas (tornos de alfarero), y trabajaban "a jornal" para mi padre varios alfareros: el ti Juan el "Cotorro", Julio el "Minuto", Nicanor, a veces también "Tanelo" y algunos otros alfareros; además hacía cántaros para él, grandes, que tenía que hacerlos en dos partes y que solía destinar a Bembibre, Vicente el "Carrapito". Iban también algunas jornaleras: Valentina la "Turienza", casi a diario, Rafaela, hermana de Cayetano (los hijos de esta casi se criaron en casa con nosotros…). Se ocupaba además de la labranza de tierras propias, y de una heredad que había comprado con los ahorros de la emigración en Argentina; a veces le trabajaba estas fincas a jornal Pepe el "Carpantín". Además de todo esto, atendía la cartería….

Tenía muchas veces, además, a alguna muchacha para cuidar de los hijos.

Las urces (brezo usado como combustible) para la cocción de los cacharros las compraba a los carreteros que las traían desde Palacios, Torneros Tabuyo,…; muchas veces se las llevaban a casa…

Los cacharros los mandaba todos para El Bierzo, para Rodrigatos, Cacabelos, Folgoso (desde aquí venía a buscarlos un "tratante" con carro de bueyes, no sé los días que echaría en el camino; después de algunos años prosperó, dedicándose también al carbón, y ya venían con un camión). En algunos lugares tenía "tratantes" que revendían por los pueblos los cacharros que él les enviaba; solía ir a cobrar estas ventas pasadas las fechas del Cristo de septiembre (cuya festividad es el 14). Los cacharros defectuosos los iban dejando almacenados los tratantes, y en el tiempo de las castañas iba mi padre a El Bierzo y los vendía él directamente, más bien los solía cambiar por castañas, o por patatas también, "cheno por cheno" le decían a este modo de intercambio o trueque. Más tarde él vendía las castañas y los otros productos en el pueblo. Vendía también en el pueblo carbón, que le mandaba el mismo tratante de Folgoso (Manuel, creo recordar que se llamaba), después en camiones; poco carbón vendería, ya que había pocos en el pueblo que lo pudieran gastar en las cocinas o en las "chapas" (hogar para leña o carbón cubierto por un rectángulo de hierro fundido –la chapa- generalmente excavado en una zona de la estancia ligeramente más alta que el resto de la misma –llamada "lillar"- para dar lugar al conducto de tiro, y conectado con la chimenea, empotrada generalmente en la pared). La primera "cocina económica" que se compró en el pueblo fue la nuestra (después compró otra el ti Raimundo), y era de las grandes. Le tocó a Manuel, el mayor de los hermanos, cuando partimos; después se la vendió a El Herrero, estaba ya algo rota y este la arregló y aún la usó muchos años.

Uno de los tratantes (Jerónimo se llamaba) estaba en El Valle, un pueblo al lado de Bembibre. Tenía un hijo y una hija; al hijo tiempo después (en el otoño del 36 o en el del 37) de que Manuel y yo estuviéramos allí unos días, parando en su casa y vendiendo y cambiando los cacharros defectuosos por castañas (como hacía antes nuestro padre) lo mató, entre El Valle y Tedejo cerca de la iglesia que compartían los dos pueblos, un falangista por diferencias o celos por causa de una novia (según nos contó el padre, Jeronimo, más tarde por carta). Al que le mató al hijo, como se había hecho falangista, no le pasó nada….

A mi padre algunos tratantes en algunos lugares le quedaron a deber dineros que después nunca vimos… Años más tarde, cuando las hermanas Emilia y Elidia, ya casadas y con hijos se fueron con sus familias a vivir a El Bierzo (a Folgoso, Bembibre), les pusieron pegas en algunos sitios para alquilarle casa, porque algunos en algún lugar pensaron que no iban a pagar los alquileres, a cuenta de las deudas que otros habían dejado sin saldar años atrás con su padre…

El día en que se llevaron a mi padre (el 19 de septiembre), con los demás del pueblo, era sábado y acababa de llegar de la zona de El Bierzo, a la que solía ir por esas fechas, ya pasado el Cristo de septiembre, para recaudar las cantidades que por el envío de cacharros en diferentes pueblos de aquella comarca le adeudaban algunos tratantes (a la vez que vendía o cambiaba los cacharros defectuosos). Siempre creímos que la tarde en que lo cogieron llevaba aún con él el dinero allí recogido y que no había tenido tiempo de depositar en casa, (con lo que cabe suponer que además de asesinado habría sido expoliado por sus asesinos). Cuando llegó a casa lo esperaba un señor de un pueblo de Zamora, un tratante que había venido a comprarle "baño" (el óxido de plomo utilizado disuelto en agua para vidriar los cacharros en su cocción), pero los que lo estaban esperando a él para Libreta de Ahorro de mi abuelo (y de mi abuela, está a nombre de los dos).- BANCO URQUIJO VASCONGADO. CAJA DE AHORROS. SUCURSAL DE LEÓN. LA BAÑEZA.mandarlo con los otros del pueblo a la camioneta en la que se los llevaron no lo dejaron ni le dieron tiempo a hablar con aquel hombre…. No le dieron tiempo a nada… Nos dio después la llave de la alacena (se ve que se la entregó a él, seguramente ya desde la camioneta, para que nos la diera) uno de los chicos que habían estado indicándoles, ordenados por los que se los llevaron, las casas de los que vinieron buscando…

Mi padre tenía una Libreta de Ahorro, y seguramente más de una; también tenía algunas acciones… Después de que se lo llevaron de todo aquello nunca más ni nada supimos. Si de los bancos o de algún lugar mandaron algún aviso o algo, nunca nos enteramos, porque los que se apoderaron de la cartería que desde los años veinte y hasta el mismo día que se lo llevaron él había desempeñado en el pueblo, no nos daban aquellas cartas…."

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"A nosotras después no nos hicieron barbaridades ni salvajadas; nos insultaban y nos miraban mal, nos llamaban "rojas", y como no nos callaban ni nos amedrentaban, decían que éramos malas,.. ¡Cómo íbamos a ser con lo que nos habían hecho! Los que ya éramos mayores, Amalia, Manuel y yo, y hasta Bernardo que era más joven, discutimos muchas veces con los que después pusieron a mandar en el pueblo…; una vez tuvo Amalia una discusión muy grande con el alcalde en "Las Pedreras"…; la rabia que teníamos parecía que nos ponía en la boca las palabras justas para decirle y responderle a aquellas personas; por eso nos decían a veces, a nosotras, que éramos como hienas….

Un año, cuando ya era alcalde el ti ------ tuve que pedirle permiso, en la calle, donde lo encontré, para trillar en domingo, que no dejaban, y no nos lo dio. Lo insulté y le llamé de todo, desde bestia a criminal, por lo que los que como él mandaban entonces nos habían hecho…, teníamos un dolor muy grande que hacía que no le calláramos a nadie… Después mandó a casa a la señora ----- a decirnos que no lo había dejado explicarse, y que nos dejaba trillar el domingo. Pero como la rabia era tan grande, le contestamos que le dijera al alcalde que ahora que nos dejaba, no queríamos, y que preferíamos dejar perder la trilla, como así pasó…..; desde luego, cara nos salió aquella trilla..., y buena falta que nos hacía haberla terminado y recogido antes de la lluvia que la desbarató, pero, así y todo, preferimos perderla…"

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