EL PASADO NO SE ELIGE

( ...Se asume, se acepta, se supera.)

                       José Cabañas González                                                                                               septiembre de 1999.



    Con cierto retraso he tenido reciente  ocasión de disfrutar del estupendo y  meritorio libro de nuestro ilustre convecino D. Pedro Alonso Álvarez sobre nuestro pueblo. Me refiero a su obra "JIMÉNEZ DE JAMUZ. SU HISTORIA", publicada a finales de 1997 bajo patrocinio de nuestro Ayuntamiento y colaboración de la Diputación Provincial.

 Niños embarcando para el exilio

   Estimo que procede, de entrada,   agradecer  al autor la valiosa aportación que de su extenso y profundo conocimiento sobre los avatares de nuestro lugar y sus moradores, nuestros antepasados, gentilmente nos brinda a lo largo de sus documentadas páginas. Estoy seguro de que somos muchos los jiminiegos para quienes su lectura ha representado el inmenso gozo de conocer, a través de la exhaustiva y detallada indagación en las fuentes que D. Pedro realiza, quienes somos nosotros y de donde procedemos, como también lo más relevante de lo acontecido en el devenir histórico hasta nuestro presente, y este placer del conocimiento acompañado por el asombro ante lo dilatado y detallista del relato de nuestra historia que el autor nos presenta, más grato y valioso si cabe dado el desconocimiento que, me temo, una gran mayoría de jiminiegos padecíamos de aquella y que sin duda esta interesante obra ha venido a paliar, acrecentando, por otra parte, el pequeño y sano orgullo de pertenecer a una comunidad con las antiguas raigambres y los abundantes y variados rastros históricos que en este muy recomendable libro nuestro convecino nos muestra.

 

    Sorprende, no obstante, tratándose de la particular historia de nuestro pueblo y dada la profusión de informaciones, documentos y datos que el autor maneja sobre épocas lejanas, lo escuálido de las referidas al presente siglo. Así, despacha D. Pedro la centuria que ahora acaba en apenas dos páginas, de las que tan solo cuatro líneas se dedican al trascendental y dramático año de 1936, y ellas para ocuparse exclusivamente de dos tristes sucesos como, sin duda, son "la profanación de la imagen del Santo Cristo de la Vera Cruz por gentes incultas y malévolas", y el "conato de incendio de la fábrica de la Ermita". Ningún otro sucedido digno de mínima mención ese señalado año en nuestro pueblo. Jamás fueron, por ejemplo, cruelmente arrancados de sus casas, de sus familias y de su comunidad un abultado número de jiminiegos en la noche del 19 de septiembre de ese aciago año para nunca más saberse de ellos, o si esto ocurrió, no es relevante, no merece ser incluido en la historia de nuestro pueblo.

 Gernika 1937

                Nos parece evidente el olvido selectivo, parcial y consciente que de nuestra historia próxima practica nuestro convecino D. Pedro en su libro, seguramente pretendiendo que aquel devenga piadoso; de ser así, mucho nos tememos que no lo consiga, contradiciendo además su amnesia afirmaciones de pasajes de su propia obra, que pretende ser, según su Epílogo, "acto de justicia y amor entrañable" (no creemos que lo sea para las víctimas del suceso olvidado...), que "trata de tributar un homenaje de recuerdo y cariño a nuestros antepasados", y que presenta en su Prólogo a "la historia como maestra de la vida", siempre, entendemos, que aquella no sea amputada por "el olvido y la pérdida del pasado que impide interpretar bien el presente", (pág. 90).

 

Defensores de la libertad    Siendo cierto que, en beneficio del autor y  su piadoso olvido, constituye uno de los  dramas de la historia reciente en nuestro país, según sus especialistas y por causa precisamente de las trágicas circunstancias y sucesos de ese año 36 y siguientes y los ingentes materiales históricos en ellos perdidos, el que nos resulten hoy mejor conocidas épocas temporalmente tan lejanas como el Neolítico que periodos cercanos como los de sesenta años atrás, no se colman esas lagunas desde la persistencia en el silenciamiento de la historia, de nuestra historia,  por dura y dramática que nos resulte, en una obra como la comentada que además se alumbra desde instituciones públicas (Diputación y Ayuntamiento) que coayudan así, seguramente también sin proponérselo, a mantener tanto la manipulación histórica que supone suprimir hechos, condenables y de amargo recuerdo pero ocurridos, como la ya larga injusticia que para las víctimas de aquellos representa su histórico olvido, por piadoso que se pretenda, y que, en palabras del académico Muñoz Molina, "borra a los que sufrieron y dignifica retrospectivamente a los ejecutores", a los que no ejercieron en tonces la compasión ni la piedad.

 

    Cabe añadir, en pro de la recuperación  de la historia, de toda ella, que nuestra  memoria, colectiva e histórica, constituye también Patrimonio Cultural, herencia de nuestros mayores y legado transmisible a nuestros hijos, de necesaria e íntegra conservación si pretendemos de esa "maestra de la vida" enseñanzas para el presente y el futuro y evitación de los errores del pasado. Al rescate del olvido de los hechos de septiembre de 1936 en nuestro pueblo omitidos de su historia nos empujan además el acicate y la deuda moral de que por fin sobre el ocultamiento interesado y falso pueda brillar la verdad que dignifique a las víctimas, a los silenciados, y que permita valorar desde el presente el sacrificio de su compromiso, ya que gracias a ellos y a todos los que como ellos quedaron en el camino vivimos hoy amparados por la libertad en una España democrática que es, ironías de la historia, en afirmación del historiador Nigel Towson, "la plasmación de los anhelos y los sueños republicanos de ayer".

 

Franco, arriba    Abundando en lo antes reseñado sobre el   escaso   y   parcial   conocimiento histórico de nuestro reciente pasado -guerra civil y posguerra- señalamos ahora como aquella   escasez se acrecienta en determinadas zonas y provincias entre las que destaca por lo exiguo la nuestra. Apenas un par de obras de Secundino Serrano y ambas referidas a la guerrilla antifranquista en León (otra subyugante y apasionada epopeya de nuestra reciente historia), por lo que, en espera de investigaciones y estudios de la época por historiadores   locales,   no nos queda a los interesados en este singular periodo sino acercarnos al conocimiento de lo ocurrido en el mismo en nuestra tierra a través de similitudes      y aproximaciones    a    otros lugares y sus objetivas y rigurosas historias.

 

    A este propósito sirven sin duda tresde las variadas obras que con ocasión del 60° aniversario del fin de nuestra guerra civil se han publicado en el presente año. Merece especial mención, creemos, el extenso y erudito estudio colectivo de varios notables especialistas coordinados por el prestigioso historiador Santos Julia sobre la represión ejercida en todas sus formas, sobre la inmensa tragedia humana desarrollada en ambas retaguardias, y titulado "VICTIMAS DE LA GUERRA CIVIL". Se trata en esencia del conocimiento de los excesos de que somos capaces (para no repetirlos), narrados aquí para que, en palabras de los autores, "el dolor de tantas víctimas anónimas del odio más irracional no sea inútil, y establecida la verdad, la guerra civil se incorpore definitivamente a nuestra historia".

 

    Traemos también aquí el título "ESTAMPAS DE INJUSTICIA", de Luis JL Lámela García, modelo de rigurosa investigación histórica aplicada al estallido de la contienda y la subsiguiente represión en un ámbito tan reducido y localista como el de la ciudad de A Coruña. Citar, por último, la reedición de "LOS TOPOS", de Jesús Torbado  y Manuel Leguineche, obra que causó profunda conmoción cuando vio la luz en 1977 y que nos sumerge en otra terrible y desgarradora realidad de nuestra larga posguerra.

 

    Permítaseme que ponga fin a estas consideraciones sobre nuestra historia y la de nuestros antepasados, actores, víctimas o espectadores, al cabo, de la violencia desatada, con los últimos versos del poema de su contemporáneo Bertol Brech " A nuestros descendientes" (nosotros), y que con seguridad muchos de ellos subscribirían :

la mirada horrorizada de Gernika Nosotros, que quisimos abonarla tierra                                                           

 para    la amabilidad,

no supimos ser amables.

Pero vosotros, cuando consigáis

que el hombre sea ayuda para el hombre,

  acordaos   de   nosotros   con   indulgencia

 

  Ourense, septiembre de 1999.

 

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