---:::---   Actualizado: 18-10-2019   ---:::---

NUEVO CONTENIDO AÑADIDO EN LA SEGUNDA EDICIÓN REVISADA Y AMPLIADA DEL LIBRO

CONVULSIONES

La referencia es el libro publicado en primera edición

Los textos añadidos aparecen aquí en color rojo

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* P. 19.-

Se añade el texto

...quedara a los más afortunados supervivientes al encierro dentro de sus muros un profundo y amargo recuerdo de lo que allí padecieron que por el resto de sus vidas los acompañaría (un episodio de la historia de León pendiente hasta ahora de estudio, y que en esta obra se aborda), con tales retazos de lo que viene a ser un mismo lienzo, fui componiendo urdiendo este libro, que estimo pueda ser de interés no solo para quienes en Valencia de Don Juan o en Sabadell y en Cataluña pretendan saber de los diversos y desgraciados lances vividos por algunos de sus antiguos convecinos...

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* P. 122.-

Se añade Nota a pie de página  en chavales

Quien dispone de dinero puede adquirir, por medio de estos chavales[1], todo cuanto le plazca, pues van a comprarlo al pueblo y lealmente lo traen sin armar ningún engaño o “martingala”.


[1] Uno de ellos, Eulogio, de ocho o nueve años entonces, cuenta 8 décadas más tarde como “un día se enteró de la llegada la noche anterior de muchos prisioneros a Casa Ponga, acudiendo al campo para verlos”.

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* P. 186.-  //  Nota 318

Se añade el texto

…porque sería entonces mucho mayor en el nuevo poder local la autoridad, el ascendiente y la influencia de su antiguo patrón, a quien al parecer tenía en contra. A propósito de la negativa de este a facilitárselos, merced a los datos que en agosto de 2019 nos aporta el profesor emérito de Historia Económica de la UAB Esteve Deu Baigual de sus investigaciones sobre la Guerra Civil en Sabadell (que mucho le agradezco), sabemos hoy que, desconocido más tarde por su hijo, había sido Jaume Cusidó militante de Esquerra Republicana de Catalunya, miembro de la Junta Directiva de la sección de oficinas del Sindicato de Empleados y Técnicos de UGT, e integrante del Comité Obrero de Control de la fábrica textil de los Vilar, efectivamente colectivizada, lo que viene a explicar en mayor medida tal negativa y la represión laboral de que fue objeto

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* P. 209.-

Se sustituye

...documentos militares (en los que no es fácil discernir unos de otros un eufemismo impuesto en noviembre de 1939 para encubrir la inhumanidad y la crudeza que no cesarían hasta su clausura), y a su uso discontinuo respondería el hecho de que se presenten en ocasiones (era el caso del coyantino) como “de nueva creación”...

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* P. 214.-

Se sustituye

...aparece en su reverso) en la que posa junto a un muro –que bien podía corresponder, a lo que parece, a la cárcel de Coyanza o a su gemela bañezana– de los muelles de carga de la estación ferroviaria con aspecto de ser poco más que un chaval preocupado, tal vez por el incierto futuro que les aguardaba, y que desde aquí llegaría a poder de uno de sus hermanos[1]... 

y se añade  Nota a pie de página en hermanos 


[1] Pasados los años, en los sesenta, Ángel Dalmau, acompañado por su esposa y su hija Montserrat, visitaba Coyanza y la casa de la mujer que los había ayudado a él y a su padre (nos contaba en el 2019 una nieta de la benefactora).

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P. 221.-   //  Nota 368

Se añade el texto

Según la información que nos facilita su bisnieta Lorena Domínguez González. Alcanzaba también la represión fascista a su hermano Pedro, y a dos de sus hijos, Manuel y Celestino Colín García, el primero desaparecido cuando para evitar las represalias huye al hundirse el frente norte (“Se mató entonces a mucha gente, demasiada, excesiva; se apaleó brutalmente a los presos en las cárceles, y se violó a algunas detenidas”, consignará en sus Memorias repetidas veces el alzado general Latorre Roca, gobernador militar de Asturias tras su conquista), y el segundo, de 22 años, asesinado en el campo de exterminio de Gusen en enero de 1942, después de escapar a Francia desde Gijón y regresar a Cataluña para seguir luchando, cruzar de nuevo la frontera en retirada y ser internado en los ignominiosos campos de arena franceses, combatir en la Resistencia contra las tropas nazis ocupantes, y ser detenido y deportado y agonizar durante trece meses en el infierno de Mauthausen.

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* P. 249.-

Se añade Nota a pie de página en habitantes 

...exagerada, rondando fácilmente por momentos y entre todos los diez o doce mil, en una ciudad cuya población propia se movía en torno a los 8.000 habitantes[1].  


[1] En 1940 se hacinan 4.692 recluidos en la astorgana Prisión Central de Santocildes. 118 (de edades entre 17 y 93 años) habitan entonces la Prisión de Partido (según datos del Padrón que en 2019 nos aporta J. J. Alonso Perandones).

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* P. 306.-  

Se añade en Nota 478 el texto  

Numerosos presos eran conducidos a la Prisión Central de Astorga desde cárceles de las más diversas comarcas catalanas y levantinas. Se enviaban 174 de la Prisión Provincial de Cáceres en 1939 (Chaves Palacios, Julián. “Franquismo: Prisiones y prisioneros”. Pasado y Memoria. Revista de Historia Contemporánea, nº 4. 2005, pp. 27-47). Llegaban otros desde lugares tan alejados como Abla, en Almería, alguno de los cuales fallecía en septiembre de 1942 en Santocildes (López López, Francisco Manuel. República, Guerra Civil y represión en Abla (Almería), 1931-1945. Editorial Universidad de Almería. 2015). De ella salían numerosas expediciones de penados para redimir parte de sus condenas realizando trabajos forzados para Regiones Devastadas y otras entidades públicas y empresas privadas en no pocas Colonias Penitenciarias Militarizadas y Destacamentos Penales, en lugares tan variados como Sevilla, San Sebastián, Belchite, Oviedo, Bilbao, Puebla de Sanabria, Teruel, Madrid, Guernica, Burgos y algunos más. Del estudio de más de 800 expedientes de reclusos procedentes de Levante (399) y Cataluña (417) confinados en algún periodo en esta Prisión, se concluye que también se daba con los en ella destinados una clasificación, esencialmente por edades y oficios, que alimentaba la forzosa mano de obra de tales expediciones. 21 finados más se cuentan entre 1938 y 1942 (y 18 en los años inmediatos a su excarcelación) tan solo según aquellos parciales documentos. En los reclusorios astorganos se daban al menos 291 fallecimientos en 1937 (1), 1938 (8), 1939 (60), 1940 (38), 1941 (153), y 1942 (31).      

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* P. 307.-

Se añade Nota a pie de página en específica para ello

...Se encargaban de la custodia exterior soldados del acuartelamiento con una guardia específica para ello[1], y vigilaban dentro falangistas (después de que se retirara de este cometido a los soldados de reemplazo por no ofrecer suficientes garantías de ser buenos guardianes) que solían maltratar a los reclusos, sobre todo por las noches...


[1] En alguna fecha del periodo de su funcionamiento, recluidos en la Prisión Central y sus guardianes jugaban un partido de futbol, ganando por 2-1 los cautivos gracias a la soberbia actuación de un destacado republicano madrileño (nos refería el investigador José Piñeiro Maceiras, según le relatara el astorgano José Luis López García, nacido en 1927). Algunos presos enseñaban a leer y a escribir, matemáticas y aritmética –además de a otros reclusos- a algunos soldados de la guardia (según nos informa en 2019 Jacinto Peñín del Río, hijo de uno de aquellos soldados, “mutilado de guerra y destinado antes en el retén de custodia de la orensana Prisión Central de Celanova”).

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* P. 319.-

Se añade Nota a pie de página  en La Carrera de Otero

...de pasar por allí andando al ir y venir los martes del mercado de Astorga desde el cercano pueblo de La Carrera de Otero[1], en el que sus más ancianos moradores aún evocaban que desde este reclusorio se hacían sacas de hombres para ser muertos por los caminos y los montes de Estébanez de la Calzada, el Alto de San Justo, y algún otro lugar de la contorna. 


[1] “Algunos prisioneros salían del recinto para coger agua en una fuente que estaba al lado de la carretera a Pandorado” (y que aún existía en los años setenta), contaban vecinos residentes entonces frente al campo a José Piñeiro Maceiras, quien añade que “otro galeno (de no tratarse del mismo antes aludido), el doctor Bauxá, después de salir libre se quedó a vivir en la ciudad, estableciendo una consulta especializada en enfermedades pulmonares”.

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P. 347.-   //  Nota 541.-

Se retoca y se añaden  los textos

 Pudiera hallarse aquí una más o menos vaga alusión del cronista a lo sucedido en algunas fechas a finales de enero de 1938, cuando trascendió que desde el comunista Socorro Rojo Internacional se intentaba conseguir en León un levantamiento de la población con ayuda de los doce mil cautivos existentes entonces en los reclusorios de la capital, complotados para ello y a los que se pretende liberar, propósito –cierto o supuesto– por el que se detuvo a numerosas personas (Mejía Sinclair, Carmen. Manuscritos de silencio en la paz de España. Madrid. Ediciones de La Piqueta. 1987, p. 117; Fernández-Llamazares, Javier. Los leoneses que financiaron a Franco. Julio de 1936-marzo de 1937. Eolas Ediciones. 2015, p. 228), siendo tal vez entonces cuando la aviación republicana bombardeó las cercanías de San Marcos, tratando quizá de facilitar la fuga de quienes allí estaban confinados (Valderas Alonso, Alejandro. Op. cit., aludiendo a Cordero del Campillo, Miguel. Op. cit., p. 28). Entre el 21 y el 25 de aquel mes, tomado Teruel por la República, se esperaba que se alzaran en Asturias los huidos del monte a la vez que los miles de presos de las cárceles de Oviedo y de Gijón, y para impedirlo dispuso el general Latorre Roca drásticas medidas.

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* P. 349.-

Se añaden dos nuevos párrafos (con las Notas a pie de página al final de los mismos, en África, y en volví a casa ) entre el que finaliza con  destinados a batallones de trabajadores, y el que comienza con Gabriel Monserrate Muñoz.  

          De la “quinta del biberón” era el joven Josep Sala (nacido en el Raval de Barcelona en 1919), hecho prisionero en Lérida en 1938 y al que desde entonces y mientras lo fue “le robaron hasta la personalidad (además de las botas, que ‘le cambiaron’ por unas alpargatas). No éramos ni siquiera un número. No éramos nada”. La benevolencia de un brigada, “al que le pareció que ya habían muerto muchos aquel día”, le salvó de ser ejecutado al capturarlo. Luego, las alpargatas recorrieron con él el duro invierno y el viacrucis de los campos de concentración que iría padeciendo, uno en Zaragoza primero (el de San Juan de Mozarrifar, seguramente, como todos, con “el picor constante de los piojos a miles, el agua imbebible, la nula higiene, el hedor, los compañeros que desaparecían de un día para otro sin dejar rastro,…”), más tarde conducido en trenes de mercancías hacinados (“en los que solo había un agujero para respirar. Defecábamos en nuestras manos y por él tirábamos las heces", rememora) a los leoneses de Santa Ana y de San Marcos, conociendo en este lo peor de la condición humana: “la muerte nos rondaba muy de cerca, en el frío, el miedo, la falta de comida (“nos daban dos trozos de pan al día”), y la desconfianza entre los presos (“yo apenas hablaba, por eso creo que sobreviví”; desde el principio se contó con espionaje y delaciones en los campos, anotaba el general Latorre). Y aún hubo de sufrir, tras la liberación de aquel infierno, hasta 1942 el de los trabajos forzados y el trato inhumano en batallones de fortificación por toda España y el norte de África[1].

          Recordará 77 años más tarde Francesc Riera i Baus (nacido en Vilajuïga –Gerona- en 1919) su alistamiento voluntario en enero de 1938 para, sin apenas instrucción, terminar pegando tiros en el frente del Segre, en el que los hicieron prisioneros “tropas italianas que nos trataron bien; cuando nos entregaron a los españoles empezaron los palos”. Pasó por el castillo de Fraga y por algún otro encierro y acabó durante seis meses San Marcos de León, “campo de depuración franquista al que te enviaban si habías combatido en las filas republicanas para discernir tu grado de implicación con los rojos y castigarte más o menos, y del que no salías sin el aval de dos afectos al régimen”. Allí “los guardias me recordaban de continuo que yo era un catalán, un perro sarnoso que no merecía nada. Las palizas, si me oían hablar catalán (un bastonazo en la espalda que me dolió dos días), y un guardia que nos increpaba: “no os puedo tragar; os haría desaparecer del mapa... pero, ¡hay que joderse!, os necesito” (cada vez que precisaba entre los presos un chófer, un impresor, un telegrafista... le salía un catalán). ¡Nunca me olvido de aquello! Ni del capellán castrense del campo, Pedro Cantero Cuadrado, que luego sería arzobispo de Zaragoza (de 1964 a 1977). Nos sentaba en el suelo y decía, al repartir el chusco: “Este pan es un don de Dios... ¡que vosotros no merecéis, perros sarnosos catalanes!” Y nos hacía recitar a gritos varios vivas a la religión. Nos trataba a baquetazos. Después me obligaron a hacer seis años de mili. Con 19 años entré en la guerra y con 26 volví a casa[2].


[1] Pareja, Pol. “Josep Sala, superviviente de los campos de concentración franquistas”. Eldiario.es. 15-06-2019.

[2] Amela, Víctor-M. “Me hice catalanista en el campo de depuración”. La Vanguardia. 18-07-2016. El jesuita Pedro Cantero Cuadrado (Carrión de los Condes, 1902 – Zaragoza, 1978), alférez-capellán de Caballería en el Ejército franquista desde febrero de 1937, y antes en la Falange palentina, salió el 19 de julio de 1936 desde Carrión voluntario al frente como capellán de 300 de sus paisanos, a quienes animó para que empuñasen las armas. Fue obispo de Barbastro en 1951 y de Huelva en 1953 (González Gullón, José Luis – Aurell, Jaume. “Josemaría Escrivá de Balaguer en los años treinta: los sacerdotes amigos”. Studia et Documenta. 2009, pp. 41-106).   

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P. 362.-  //  Nota 563

Se añade al final el texto

Se trataría de Francisco Casares Sánchez (Madrid, 1899-1977), secretario general de la Asociación de la Prensa de Madrid –APM– desde 1937 (nombrado en San Sebastián) hasta 1972. Había sido desde 1917 redactor de la agencia Mencheta y de los diarios El Globo y La Época, y colaborador de El Liberal, El Sol, Ya, y la agencia Febus, fundando y presidiendo al inicio de los años 30 el Sindicato Católico Autónomo de Periodistas (según la web de la APM). En todo fresco de la ignominia debe de figurar su nombre y el de otros hiperfranquistas de la pluma (Viñas, Ángel. “Sobre el Juzgado Especial de Prensa y la represión franquista. I”. Blog. 03-09-2019).  Desde noviembre de 1937 Radio León (EAJ 63) se llamaba Ondas Azules.

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* P. 364.-

Se añade Nota a pie de página en  Padre Arsenio Cantero  con el texto:

Parece que coincidían dos sacerdotes de apellido Cantero en San Marcos, este y Pedro Cantero Cuadrado (salvo confusión con Arsenio Cantero en el testimonio que lo cita), quien ejercería de capellán castrense (hasta el 09-06-1939, en que es desmilitarizado). Ambos originarios de Carrión de los Condes, y al parecer jesuitas y parientes. 

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* P. 411.-

Se Corrige en el texto del pie de imagen de la Imagen H    Juan Clementino González Díez   por   Juan Clementino González Díez  

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* P. 444.-

Se añade 

Cervero, José Luís y Landera, José Antonio (2015). El tercer ruido. Espionaje en España durante la Segunda Guerra Mundial. Madrid. MS-CYC.

Claret, Jaume (2019). Ganar la guerra. Perder la paz. Memorias del general Latorre Roca. Barcelona. Crítica.

Crémer Alonso, Victoriano (1978). Ante el espejo. León. Diario de León. (Edición de la Biblioteca Leonesa Digital. Fundación Saber.es).

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