EL CAMINO DE UN HÉROE.
(Gabriel González González)
                                                                                       

o---:::---o--[    Actualizado:12-05-2008   ]--o---:::---o    

                                                                                                                                                                        

               

 

 

                 José Cabañas González                                                                                      Ourense, diciembre de 2007.

   

    Mañana de domingo al inicio de noviembre. En el soleado salón de su casa, en el Penosillo, me recibe una vez más el señor Gabriel González González. Tiene ya 91 años cumplidos, y sigue hecho un mozo, le digo mientras lo saludo. Es una pena que esta vez ya no esté también con nosotros, como las anteriores en que nos vimos y charlamos, su esposa, la señora Laura, la compañera de toda su ya larga vida… Es hijo el señor Gabriel de D. Ángel González González, Teniente de Alcalde Primero de la última Corporación republicana de La Bañeza y último efectivo Alcalde ejerciente, asesinado en octubre de 1936 en Izagre y allí echado a una fosa común con otros bañezanos, y es hermano de D. Ángel González González, que lo precedía en edad y que fue fusilado, con 23 años, en Puente Castro, en León, el 19 de febrero de 1937, junto a otros 16 bañezanos. Lo acompañan, solícitos, algunos de sus hijos (que también me colman de atenciones) y de sus nietos. Con uno de ellos entablo conversación mientras su abuelo se dispone para contarme sus recuerdos. Le hago notar que desciende de una persona singular, de un héroe al que, como a otros muchos, tanto debemos hoy quienes disfrutamos de nuestra democracia y de nuestro bienestar, producto de tantos padecimientos, sacrificios y esfuerzos de personas, hombres y mujeres, como el señor Gabriel, su abuelo. Me dice estar de acuerdo, pero añade que en nuestra pasada Guerra Civil hubo sufrimiento por los dos lados, y que ambos bandos fueron, por igual, culpables del desastre. Disiento de esto último, y así se lo digo, y le señalo que, habiendo sido muy distinto, en cantidad y calidad, el padecer de unos y otros en la guerra y la posguerra, conviene no olvidar que culpables de aquella contienda y de los desastres que la siguieron solo lo fueron quienes se alzaron contra el poder legal y legitimo de entonces, y que su abuelo, el señor Gabriel (que tenía 21 años en 1936), y muchos otros, limitándose a permanecer leales al gobierno democráticamente elegido, y a defenderlo de quienes lo acometieron con las armas, no pueden ni deben ser culpados de nada, y fueron, tan solo, víctimas inocentes de la barbarie que se erigió entonces triunfadora…

       Vuelve en estas el señor Gabriel, que me comenta que está ahora leyendo un libro titulado “Una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie”, de Juan Eslava Galán, y que le gusta. Conozco el libro, que también me agrada; se lo digo, y comenzamos nuestra charla:

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P.- ¿Cuántos años tenía en 1936?

R.- 21 años.

P.- Usted el Golpe militar de aquel año, y sus antecedentes y la resistencia al mismo en La Bañeza, lo vivió todo en primera persona…

R.- Yo andaba vendiendo periódicos por La Bañeza. Me los dio a mí un señor que era representante de un periódico: Yo vendía todos los periódicos, y me dijo si los quería yo, y, claro, yo entonces era un chaval; le dije: “tiene que hablar con mi padre”. Se pusieron de acuerdo, y me los dieron a mí. Y yo, aunque al colegio fui poco, leía el periódico, y veía todo muy mal….

P.- ¿Usted era mayor que su hermano Ángel, o era más joven?   

R.- Él era mayor. Después de él iba yo.

P.- Según mis datos, no está muy claro quién era el 18 de julio del año 36 el Alcalde de La Bañeza, su padre, D. Ángel González González, o D. Isaac Nistal Blanco …

R.- El Alcalde era mi padre.

P.- Estaba siendo Alcalde su padre, pero ¿era el titular, o estaba sustituyendo al titular?.

R.- Estaba sustituyéndolo, era Alcalde accidental. Estuvo haciendo casi siempre de Alcalde; hasta en casa teníamos una bombilla que ponía: “Alcaldía”. Vivíamos enfrente de la vía, y todas las quejas iban a él. Cuando hubo un jaleo en La Bañeza e hirieron a un chico que era de izquierdas, unos de las derechas, los de la ferretería Isla; después algunos quisieron quemar la Calle Astorga, donde vivía Isla, y era sobre las doce de la noche; mi padre estaba en cama porque le dolía mucho la cabeza, y lo llamaron que fuera. Cogió un capote de un Sereno cuando tiraron la gasolina, y con el evitó que la gasolina llegara a las casas. El herido en La Bañeza en mayo o junio del 36 era un chico de las Juventudes Socialistas, que luego lo fusilaron; lo hirieron los de Isla, que eran falangistas, por política, a pesar de que el chaval herido era algo analfabeto, pero un poco cabezón, era de la familia apodada “Machín”, y los padres eran churreros. El muchacho herido se iba conmigo en el tren hasta Benavente, con los mineros, pero al llegar aquí, como era lunes, se apeó del tren, que dijo que tenía que ir a trabajar,…y fue su perdición, porque en cuanto lo cogieron…; y por cierto, que uno de Isla, que creo que fuera el que lo mandó matar o lo mató, se ahorcó, y cada vez que me veía quería que le contara algo, se conoce que tenía remordimiento, hasta que, ya digo, un día se ahorcó. Yo con Isla tenía mucha amistad; después de la Guerra me decía “¿dónde va la República?”…

P.- ¿En qué fecha ocurrió eso?

R.- Sobre mayo o junio del año 36[1]. Yo ya veía las cosas mal; se lo dije a mi padre: “esto está muy mal”. Se lo dije a una señora de La Bañeza que después nos vimos en Madrid, y me dijo: “cómo sabías tu que iba a resultar esto…”. Yo leía los periódicos, de una tendencia y de otra, y me daba cuenta; y cuando estalló el Movimiento le dije a mi padre: “debe de salir, que esto está muy mal”, pero no se atrevió, nada más. Por un lado fue mejor, porque juntó a los chavales…, pero yo cogí el tren, un tren que vino desde Asturias con dirección a Sevilla.               

P.- A ver si me cuenta lo que recuerde de antes de que usted se va con los mineros, por ejemplo, cuando a La Bañeza llegan noticias de la sublevación de los militares, y después la orden desde el Gobierno de Madrid a través del Gobernador Civil de León de que se detenga a algunas personas de derechas, ¿acompaña la Guardia Civil a quienes realizan esas detenciones?

R.- No.

P.- Se armaron unas Milicias o Comités de Defensa de la República, como en muchos otros sitios…

R.- …Bueno, a Manolo Marqués, que era el jefe de Falange, creo que lo detuvo la Guardia Civil…

P.- ¿Cuántos Guardias Civiles había en La Bañeza?

R.- 5 ó 6, no más.

P.- ¿Dónde estaba la Guardia Civil en los días 18 y 19 de julio de 1936? ¿a dónde llega la orden, desde el Gobierno Civil de León, de detener a significados derechistas y requisarles las armas, al Cuartel o a la Alcaldía?

R.- Llegó a la Alcaldía, y mi padre, cumpliéndola, dio la orden de su detención[2].

P.- ¿La Guardia Civil acompañó a detener a esas personas, o se quedó en el Cuartel esperando, a ver lo que pasaba?

R.- …Ya no sé. Cuando saltó ya el Movimiento, la Guardia Civil llamó a mi padre, y le dijo el Comandante Pedro Lagarejos que se iban a poner al lado de la República, que quedaban aquí sus mujeres, y mi padre dijo que respondía por ellas.

P.- Y les puso una guardia de milicianos en el Cuartel, para que cuidaran de sus familias…

R.- Si, les puso; y ellos marcharon para ponerse al lado de Franco, claro.

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P.- Fueron a Valencia de Don Juan, y desde allí a León. Otra cuestión: ¿Cuándo llegaron los mineros asturianos a La Bañeza?[3]

R.- El domingo, que era el día 19 de julio. Llegaron en tren y en camiones, y pararon todos en La Bañeza, en la estación los que venían en tren, y en la Plaza Mayor y calles cercanas los que venían en camiones[4]. Yo me metí aquí en el tren con los mineros, e íbamos con dirección a Benavente y camino de Madrid y de Sevilla, y al llegar a Benavente avisaron de Asturias de que ya se había sublevado Aranda en Oviedo. Y dimos la vuelta, sin que en Benavente hubiera enfrentamiento con las tropas, y sin más que tirar algunos tiros al aire porque unos querían seguir, y un Capitán de la Guardia de Asalto que venía al mando del tren dijo que había que volver, y convenció a todos y el tren dio la vuelta. A Benavente habían llegado también con los mineros otros jóvenes de La Bañeza, que aquí se les habían sumado, como Raigada, uno de las Juventudes Socialistas, apodado “Machín” y que los padres eran churreros, que en mayo o junio había sido herido por los derechistas, y otro que trabajaba en la fábrica de harinas, que hablaba tartamudo,.. muy nombrado,… que lo hicieron Comisario Político y lo mataron en Oviedo…

 P.- Cuando en Benavente saben que Aranda los ha engañado, y los mineros vuelven a Asturias, y usted con ellos ¿paran en la Bañeza otra vez?

R.- No. Seguimos hasta Ponferrada, en tren, y desde allí a Asturias. Aquí se apeó “Machín“ el que le habían dado la puñalada los derechistas, que era un poco analfabeto y muy cabezón y dijo que como era lunes tenía que ir a trabajar (luego, en cuanto lo cogieron lo fusilaron), y yo seguí con otro bañezano, José Santos Pernía, que se había ido en los camiones. Paramos en Ponferrada, y allí fue el primer tiroteo, ayudando a los que ya estaban defendiendo la República contra los sublevados. Llegamos hasta Villablino, y aquí los asturianos tiraron para Asturias, y los leoneses quedamos en León, y hubo unos tiroteos porque al llegar a Villablino, sin control, ya venían las tropas de Franco, los gallegos. Intentaban pararlos, yo era un nulo de aquella, pero había mineros que habían hecho unas bombas caseras. Los franquistas traían ametralladoras en caballerías, en mulos, y nosotros poco podíamos hacer: quedábamos cercados, y entonces no quisimos combatir y pasamos a Villablino, donde estuvimos cinco o seis días, y hubo un combate, y cuando tomaron Villablino, nos desviamos hacia Caboalles. En Villablino, el Secretario del Ayuntamiento, se pusieron al lado de Franco, e intentaron tomar Caboalles creyendo que nosotros lo habíamos abandonado, venían por caminos, y había un chico llamado Pepe Queixo, que le habían matado ya a un hermano, y venía un Cabo de los franquistas y el Secretario. Al Secretario lo mataron; mataron después, en un portal, a un cura que traía una metralleta, y al Cabo le pegaron un tiro en la cabeza, y se le veían lo sesos… Esto era en Caboalles, y entonces dije yo: ”joder, no lo matéis, dejadlo”. Y se salvó. Lo llevaron al Hospital, y yo después, en una retirada que hubo, me cogió un camión y me dio un golpe, y me llevaron al Hospital y allí me vi con él, y se abrazó a mí y me dijo: “gracias, salao”.

P.- ¿A parte de usted y Santos Pernía, qué más jóvenes de la Bañeza recuerda que se fueran con los mineros, primero hasta Benavente y desde allí a Asturias?
R.- Fueron bastantes; bueno, no muchos; salieron en un coche que llevaba…. [4-a]
P.- ¿En qué fechas ocurría todo esto?

R.- Estábamos aún en agosto de 1936. Yo era un miliciano todavía. Vinimos una vez Paco Alonso (el hijo de Urbano), que es uno que se pasó a la otra zona, llevaba un rifle de La Azucarera, y mandaron ir a buscar harina aquí a Benavides, a una fábrica de harina que había, y entre ellos vine yo en él camión, desde Caboalles. Pasamos, cargamos el camión…, esto era ya zona rebelde, ya tenían tomado León, pero nosotros nos decidimos, y a mí me dejó el rifle Paco el de Urbano, porque él no se atrevió. Por lo que se dijo entonces, hubo algunos de los que fueron con los mineros a Asturias que después se volvieron a pasar para los “Nacionales”; yo fijo no lo sé… Los únicos que estuvimos éramos: Salvador Rúa, que murió en Oviedo y está enterrado en Trubia, y lo hicieron Comisario Político…

P.- Tenemos datos de la fecha y Batallón en el que muere en combate Salvador Rúa. ¿No estaba en su Batallón?

R.- No. Nosotros primero ingresamos en el Batallón León.

P.- Volvamos un poco atrás, señor Gabriel: estábamos en Caboalles, en agosto del 36, ¿se quedaron mucho tiempo en Caboalles?

R.- No. Luego marchamos, porque no había armamento, y al que no teníamos nos mandaban a un pueblo que estaba ya en Asturias, bajando el Puerto de Leitariegos, donde estuvimos unos días, y estaba uno que también había trabajado en La Azucarera…, no era Antunez. Santiago Antunez también llegó a Asturias, pero no vio la guerra: estuvo en el Batallón Gordón Ordás, que se formó en Gijón. A mí me cogió un poco de tirria, no sé por qué,.. quizá porque yo era un poco más lanzado…

P.- ¿Usted pertenecía en la Bañeza a las Juventudes Socialistas?

R.- Si. En La Bañeza se intentó la unificación de las Juventudes Socialistas con las Juventudes Comunistas, en la Juventud Socialista Unificada, pero no se llegó a producir, ya que casi no había comunistas en La Bañeza; había dos o tres del POUM. Anarquistas había varios, pocos también, donde más en el pueblo de Sacaojos, de la CNT. En La Bañeza no hubo nunca local de la CNT. Estaba la Casa del Pueblo, y en ella la UGT. Aquí, el grueso de la militancia política pertenecía al socialismo: en la Agrupación Socialista y en las Juventudes Socialistas; después estaban los republicanos: Izquierda Republicana, Unión Republicana…  

P.-¿Cuándo lo integran a usted en el Batallón Máximo Gorki”?                   

R.- Estuve primero en el Batallón “Gordón Ordás”, en el que se encuadraron muchos de los leoneses, después de pasar por el Batallón “León”, y un día, en el “Gordón Ordás”, pidieron voluntarios para el “Máximo Gorki”, y yo salí. El “Gorki” no tenía una ideología definida, aunque había más socialistas que comunistas, y se formó en su mayoría con leoneses[5]. Un día vino un comisario o instructor ruso, íbamos a lanzar un ataque, y estuvo hablando, y se refirió a los asturianos, y al ver nuestra reacción, le dijo el intérprete: “es que estos son casi todos de León”, y entonces dijo el instructor que para él eran iguales los asturianos que los leoneses, y que el caso era ganar la guerra… Esto era ya a primeros del 37, en Gijón, y estábamos ya en el Frente de Oviedo, ya teníamos caballos, porque este Batallón había marchado desde Gijón a los Frentes… Yo aquí hacía de todo… de Comisario Político[6], de Sargento, de lo que hiciera falta..., yo estaba al lado del Comandante… Ya cuando los combates en Bilbao, estuvimos en el Sollube…, y antes en el Cerco de Oviedo, y de allí salimos, el 1 de mayo de 1937 con dirección a Bilbao, y siempre, hasta que terminó la guerra en el Norte, estuve en el Batallón “Máximo Gorki”.               

P.-  ...Y entonces se van como Batallones Expedicionarios de asturianos, a Bilbao…

R.-  Si, como una fuerza de choque, y allí tuvimos bastantes combates y bastantes bajas, y nos mandaron al famoso Cinturón de Hierro, que de hierro no tenía nada, solo el nombre, era poco más que una carretera, y venía la aviación y bombardeaba a gusto…;  allí nos metieron, y al día siguiente nos daban permiso para ir 24 horas a Bilbao, y había un Batallón comunista, el “Somoza”, que cogieron el tren en el que debíamos ir nosotros a Bilbao, se metieron en él, y mi Batallón tenía que volver al Cinturón, pero dijo uno: “no tenemos cojones si no vamos a Bilbao”, y yo quedé en cabeza, y vino la Guardia de Aguirre y dijo: “si queréis ir a Bilbao, entregad las armas”, entonces yo les dije: “el que la quiera, que la coja por la boca”. Se marcharon, y después vino el Comisario del Batallón y me dijo: “Gabriel, ayúdame a volver la gente atrás”; yo les eché una arenga, y él también, los convencimos, y regresaron, pero a mí al día siguiente fueron a buscarme los de Aguirre, los gudaris, y me llevaron preso… Los de Aguirre ya flojeaban un poco.., allí todos eran fascistas… Aquello estaba lleno de curas, que no mataron a ninguno ni nada..; toda la gente de derechas de Asturias y de Santander se había metido allí.

P.- ¿Estuvo usted con el ”Máximo Gorki” en Bilbao hasta su caída a mitad de junio del 37?

R.- Si. Cuando cayó Bilbao yo estaba preso en la cárcel de Basurto, aunque salía por allí y era como no estarlo. Un día el Pagador del Batallón me dio dinero y le dije a uno de los soldados de guardia que fuera por una caja de cervezas, y vino entonces un avión franquista de los que estaban castigando el Frente, y había un tanque destrozado en el cuartel, y le cogí el fusil a uno y le tiré al avión; se conoce que le tocó, porque dio la vuelta y tiró una bomba, y la onda explosiva reventó puertas, ventanas, todo, y a mí no me pasó nada… Y estuve allí, y ya cuando tomaron Archanda los fascistas llegó el Comandante y me dio una pistola y dos bombas de mano.

P.- ¿Cuándo cae Bilbao, vuelven a Asturias directamente, o paran en Santander?        

R.-  A mí, en el cerco de Oviedo me habían herido de un tiro en la cabeza, y me habían mandado a Santander, y yo allí me había echado una “paisana”; yo tenía un gorrete, y había estado hablando en el Hotel María Cristina con el General Martínez Cabrera, que era de Astorga y no lo dejaban ejercer por miedo a que fuera de los otros (que después lo fusilaron en Astorga -en este dato se equivoca el Señor Gabriel; fue fusilado en Paterna, Valencia-), me lo presentó un señor que era de León, y me dijo el General: “Así no se puede ganar la guerra. En vez de estar aquí con el cerco de Oviedo, mejor hacer un pequeño cerco, y el resto debería de cortar a Galicia o a Portugal, y cerrar el frente en Galicia, que es la que más gente y pertrechos está dando, pero así, me parece que vais muy mal…” En Santander no paramos, volvimos a Asturias, y a mí me dieron unos días de permiso para ir a Gijón, y encontré a uno de La Bañeza, Juan “el andamista”, y le dije: “me dieron dos días de permiso y ya llevó tres o cuatro”, y en esto se presentó mi Comandante, y le dijo Juan: “ a ver si meten a éste en vereda”; y el Comandante le preguntó a él qué hacía allí, y Juan le dijo que estaba estudiando para Teniente, a lo que le replico el Comandante: “pues este -por mí- viene de combatir de Bilbao, así que tiene derecho a estar aquí, porque sé yo quien es, y solo que lo llame sé que vendrá rápido…”  Como además conocían el historial de mi padre y el de mi hermano Ángel, y sabían que a mi familia la habían machacado aquí…, pues me tenían como a un niño mimado… Sabían todo, hasta de uno de La Bañeza, Hermenegildo Santos Pernía, que un día fui yo a preguntar por él a donde llevaban las relaciones de muertos y heridos, y me dijeron que se llamaba José Hermenegildo, y aquí nadie lo conocíamos por José… Que, por cierto, murió en Asturias, entre Asturias y Santander; nos relevó a nosotros su Batallón…

P.- Usted ya me ha hablado de esto: ¿Cuándo vio a Juan Sanjuán Sanjuán, el de Jiménez, apodado “Quinto”, en Asturias?

R.-  A mediados del 37. Lo vi en Gijón, lo encontré por la calle, y estuvimos hablando. Ya nos conocíamos de aquí, Juan era de las Juventudes Socialistas de Jiménez, como los otros chicos de Jiménez que mataron, Crestencio, Rafael, Primitivo,…todos muy destacados. Nos encontramos en Gijón, de casualidad, por la calle y nos conocimos. Y me contó que lo habían tenido atado con una cuerda… No sé el tiempo que entonces llevaría ya en Asturias,.. y no volví a verlo más. Creo que estaba enrolado en otro Batallón pero no me dijo ni sé en cual… De todos los que estuvimos de La Bañeza, cada uno estaba en uno distinto… Me contó lo que le había pasado: que lo habían llevado atado a fusilarlo a un cementerio (en León o cerca, por ahí tuvo que ser), y que se soltó, y le pegó una hostia a uno de los que estaban para fusilarlo y saltó la tapia del cementerio, y salió y anduvo por el monte perdido, y un pastor le ayudó: arrimaba las ovejas por la orilla de los Frentes (..como casi todo aquello estaba en calma..) y le dijo por donde podía pasarse, y Juan se pasó. No me dijo por dónde ni cuándo… Tampoco me contó nada de los demás que detuvieron en Jiménez cuando a él… Creo que estaba en otro Batallón, no me dijo ni sé en cual. De todos los que estuvimos de La Bañeza, cada uno estaba en distinto Batallón…

P.- …Estamos ya en el verano del 37, y Asturias empezaba ya a ir bien fastidiada ¿No, señor Gabriel?

R.- Bueno, nosotros fuimos todavía desde allí a los Frentes de Santander; desde Asturias habíamos ido a Bilbao, y desde allí a Asturias, y ahora, de aquí a Santander, siempre en el “Máximo Gorki”. Aquí tuvimos que retirarnos otra vez a Asturias, al caer en agosto Santander, que lo tomaron casi sin pegar un tiro.., había desmoralización… Así que entonces vuelta a Asturias de nuevo, que era ya lo único que nos quedaba, y combatiendo todo, todo el tiempo ya, hasta que nos hundieron… Y el último mes en Asturias muy jodido.., mi salvación fue que tuve que ir a sacar una muela a Gijón, y allí yo vi el asunto como estaba, y esperé. El día 21 de octubre estábamos en un Hospital y dijeron que quien quisiera embarcar fuera al Musel. Yo fui, pero ya no había barcos; volví a Gijón, y allí había un barco, el “Josefa-Mari”, que era un carbonero y estaba cargado con gente…, y yo conseguí embarcar en él. El barco iba atestado, a tope, y todo el mundo decía: “vamos a Inglaterra”, pero había uno que estaba ya en el barco y que iba a mi lado, era gallego, que miraba para arriba todo el tiempo y decía: “Ah recoño”…Le pregunté qué le pasaba y me dijo: “que estamos yendo a Coruña, el rumbo que llevamos es hacia Coruña…” . Los que manejaban el barco no sabían ni hostias…. El gallego estaba seguro: me dijo que era Práctico de la Marina. Entonces, fui yo al puente de mando y les dije: “¿sabéis donde vamos? Este señor dice que vamos a Coruña”. “No fastidies”, me dijeron; se lo dijo él, y dieron vuelta en redondo, para Francia, a Burdeos. 

P.- ¿No tuvieron problemas en la travesía, porque muchos de los barcos salidos de Gijón fueron apresados por navíos franquistas?

R.- Nosotros, en el “Josefa-Mari”, tuvimos mucha suerte: nos vino un barco fascista y nos dijo: “Josefa-Mari, o sigues mis aguas o te ametrallo”. Y en esto, salieron dos submarinos ingleses, y nos salvaron. Nos dijeron los ingleses que saliéramos de las aguas jurisdiccionales y ya nos podrían coger, y efectivamente, seguimos, y en alta mar saltamos, transbordamos, a un barco inglés, no me acuerdo de su nombre, en el que llegamos a Burdeos, después de un día y medio de haber salido de Gijón. En Burdeos estuvimos dos días; primero, no nos dejaron embarcar hasta que no nos pusieron una inyección, después nos tuvieron en una cuarentena y nos fueron luego desembarcando, y había algunos de la parte de Franco, y otros de la parte de la República, y cada cual iba para la zona que quería. Allí, la mayoría fuimos con la República; algunos también se pasaron a los que se llamaban “nacionales”… Desde Burdeos, en tren para pasar la frontera hasta Figueras, donde estuvimos una temporada descansando todos los que veníamos del Norte. En Figueras, por cierto, hablé  con unos señores extranjeros, cuatro o cinco, que llevaban un mapa de las maniobras militares de España, creo que eran altos jefes de las Brigadas Internacionales, y me lo mostraron y me señalaron Asturias y me dijeron que aún resistía, y cuando yo les  dije que ya no, que se había acabado, se cabrearon y se enfurecieron muchísimo…        

P.- ¿Qué hicieron después en Barcelona con ustedes?               

R.-  Desde Figueras fuimos a Barcelona, al cuartel Carlos Marx, que había sido de Infantería y estaba detrás del Parque de la Ciudadela, donde estuvimos una temporada, y de allí nos llevaron a Manresa, donde también echamos un tiempo, encuadrados de nuevo en unidades de combate, que ya no eran Batallones, sino Brigadas. Cuando los ataques de Teruel nos ingresaron en Brigadas y a mí, junto con un asturiano, me mandaron  a la 1ª Compañía del Tercer Batallón  de la 57 Brigada Mixta, al frente de Teruel, a conquistarlo. Aquí, de los que habíamos salido de La Bañeza ya solo estaba yo,…  Estuvimos en Salvacañete, y nos Teruel. Enero del 38 (Robert Capa)metieron la Brigada, de noche, a entrenarnos como a quintos inexpertos; le pregunté a uno: “dónde está aquí el frente”, y me dijo que a dos kilómetros, y en esto, vino un Teniente que era de La Bañeza, que se había pasado para los republicanos, Castelar (creo que era viajante y debió de cogerlo el Golpe en Bilbao y lo pasaron a Cataluña), y le dijo un Cabo: “estos, que los estamos fogueando..” , así que le respondió Castelar: “Estos son veteranos y bien fogueados están ya…”. Y ahí ya empezamos a recular. La pérdida de Teruel, cuando los franquistas nos la volvieron a tomar, ya no me tocó; estábamos en los pueblines cercanos a Teruel, y ya comenzamos a retroceder…     

P.-  ¿Y ya, el resto de la guerra, la pasa toda en Cataluña?                      

R.-  No. Yo después estuve combatiendo en Extremadura.., en varios Frentes: en Madrid, en el Jarama,… El final de la guerra me cogió en Madrid, en Paracuellos del Jarama, y allí me pilló y me tocó vivir, al final, la sublevación de Casado: Nosotros estábamos con descanso, y nos querían llevar a Madrid, y nos negamos, y también se negó el Comandante del Batallón; les dijimos que “cómo íbamos a luchar entre compañeros”, porque, claro, era o Casado o Miaja[7], y no sabías a quien elegir,… y eso fue lo jodido… Desde Cataluña estuve ya siempre en la misma Brigada. Después la 57 desapareció porque hubo un bombardeo y nos jodió a la mitad, y entonces se fusionó con la 58 y pasó a llamarse así[8]. Tuvimos ataques en el Toro, en Teruel, y fue un desastre, porque habíamos tomado la posición, pero nuestra artillería seguía bombardeando al mismo sitio, y teníamos más bajas, y resulta que el Comandante tuvo que mandar retirada, y fueron con intención de fusilar a los artilleros; habían mandado partes de que no  tirara la artillería, pero el cabrón del enlace no los dio, que después lo tuvieron que fusilar, se escapaba y hubo que matarlo a tiros…; los artilleros dijeron que no había llegado nadie con ninguna orden,.. y tuvimos que jodernos, y abandonar… Y desde allí, desde Teruel, nos fuimos a Valencia, a defenderla, que también estaba ya en peligro. Llegamos a Valencia, y allí yo tenía a mi cargo dos señores que eran de derechas, y me dijeron si les podía dar un permiso para ir a Alicante, que eran de allí; yo les dije que el permiso no se lo podía dar, pero que podían ir a Alicante si se nos incorporaban antes de Almadén, lugar al que yo sabía que nos dirigíamos, y que de no hacerlo así, tendría que declararlos desertores. Así lo hicieron, y volvieron a la Unidad en Ciudad Real[9]; llegaron con crucifijos puestos, y yo que, francamente, no quise matar nunca a nadie, y quería que no se matara a nadie, les dije que, por bien suyo, los quitaran, porque a mí no me importaba, pero podría haber un loco que los pudiera joder…  Después, cuando terminamos la guerra, en Madrid, tirando cada cual por donde pudo, querían a todo trance que fuera con ellos a Alicante, que me avalaban y respondían por mí.

P.- ¿Desde Valencia, a dónde los llevan?                       

R.-  A Extremadura. Allí,  en Campanario, que lo tomamos,  me pegaron un tiro en la pierna. Allí fui voluntario (uno a veces es voluntario sin querer) y me tocó pasar el río Zujar con la 3ª Compañía que yo, como Sargento, mandaba, y les dije: “el que quiera avanzar, que me siga”. Allí me propusieron para la Medalla al Valor, por cierto, una de las máximas recompensas que otorgó la República, porque rompí el frente yo solo: pasamos el Zujar, había una vaguada y llevaba un fusil ametrallador, solo pasamos el de la munición y yo con el fusil, que era nuevo, checoslovaco; empecé a disparar y atraje al enemigo para aquel lado, y por otro punto pasó la Brigada.

     (Le digo que yo ya sabía que él había sido un héroe, y que esto que me cuenta me reafirma en mi convencimiento. Me dice que no, que no,.. que solo era joven y un poco rebelde…)  

       Estuvimos dos veces en Extremadura. La primera, cogimos a un prisionero, y el cabrón de él daba vivas a Franco y arribas a España y nos llamaba asesinos; iba herido, y le decía yo: “cállese la boca..” . Decía que no, que lo íban a matar, y tal, y se tiraba a morder a los camilleros. Yo no quería que lo hubiera matado,  pero había un chico que le llamaban Arroiz, que, sin decirme nada ni hostias, le pegó un tiro y lo jodió. Le dije a Arroiz que lo que había hecho estaba mal, que a los prisioneros había que respetarlos, que le iba a hacer la vida imposible,.. y lo mandé para otra Compañía. Después, cuando me hirieron a mí en Campanario, cogimos a otro prisionero, iba también herido, y nos llevaron a los dos en ambulancia a Cieza en Murcia, a mi para cortarme la pierna, y el prisionero decía:”aquí me matan”. Yo lo dejé ponerse en la camilla, que iba en el suelo de la ambulancia, y me fui yo al suelo, y le dije que no tuviera miedo, que declarara lo que supiera, que no le pasaría nada. Un día estando allí en Cieza, yo con muletas, lo encontré; se abrazó a mí y me dijo: “nos decían que mataban a todo el que cogían…”  Le dije: “aquí no se mata a nadie. Está prohibido”, y el hombre se echó a llorar. A mí me querían cortar la pierna, y un día le dije a una enfermera a ver porque no me curaban; y no me respondió: Le dije que quería hablar por teléfono, y me bajaron para llamar; lo cogí y dije: “póngame con la Policía SIM”. ¡Hostia¡ me quitaron el teléfono y me dijeron: ¿usted, qué va a hacer” ; “a ver qué pasa conmigo”, les dije. A las dos o tres horas vino un Comandante Médico que me miró la pierna, me hizo una cura y marchó. Al día siguiente volvió, me miró la herida y me dijo que moviera los dedos del pie, los moví, y me dijo: “de un millón de tiros como este, salva una pierna, y esa pierna es la suya”. Yo le dije a ver entonces porque querían cortármela, sin saber si estaba bien o mal…, el Médico no dijo más, y yo seguí allí hasta que curé. Y de allí para Madrid…       

P.- ¿En todo este tiempo, seguía usted perteneciendo a las Juventudes Socialistas?

R.- Ya no pertenecía a nada. Durante la guerra no quise seguir perteneciendo… Tampoco me hice comunista, como se hicieron muchos… En la 58 Brigada ya no había comunistas ni anarquistas ni socialistas, solo éramos combatientes, todos mezclados; solo había soldados. Allí no había división por las ideologías, que eso fue la causa de nuestra derrota; el descalabro fue el ir cada uno por su lado, tirando para sí y jodiendo todo… Asturias tenía un gobierno, con el Consejo de Asturias y León, Santander, otro, los Vascos, otro diferente,.. con diferentes monedas,.. un caos…  Nos pasó un detalle, esto fue antes, en Asturias: nosotros tomamos una posición, en Pico el Arca, la sostuvimos, pero tuvimos bajas y pidieron refuerzos, y le tocó a un Batallón comunista, y no quiso ir, y tuvimos que abandonar la posición porque los comunistas no querían saber nada con nosotros…

P.- Después de que salvó la pierna, ¿a dónde lo mandaron?

P.- Al frente, otra vez. A Extremadura, ya casi al final de la guerra; a Castuera, o por allí; íbamos a tomar una posición, y teníamos que pasar un río otra vez, y le dije yo al Capitán (ya estaba perdida la guerra en Barcelona y demás): “es una pena perder más vidas”; estaba ya todo escojonao, todo perdido… Y de allí fuimos ya para Madrid, donde nos cogió el final de la guerra; allí nos toco rendirnos, y cada cual ya tiró por donde mejor pudo: yo desde Paracuellos me fui para Madrid, no me entregué, y anduve escondido por allí, y vendiendo leña, hasta que me detuvieron y me metieron en un Campo de Concentración, en Carabanchel Alto, un día y medio; nos echaron y nos volvieron a coger y nos llevaron al del campo de futbol del Madrid, el Chamartín; aquí, al poco, dije: “a la aventura”, y cogí por la puerta y me fui; resultó que después echaron a toda la gente… Nos detenían, y salíamos, porque venía la Cruz Roja Internacional y nos echaban a los prisioneros. Yo estuve una temporada vendiendo, que luego supe, por lo que me dijeron, que me estaban siguiendo; íbamos por las trincheras a coger casquillos de las balas y las vendíamos a una fundición; también comprábamos leña y luego la vendíamos; estábamos tres amigos: un Cabo furriel que era gallego, un asturiano que también era Sargento, y yo; a ellos vinieron  pronto los familiares nacionales a buscarlos, y yo me quedé solo por Madrid. Dormía en la calle, porque tenía a mis hermanos y a mis tíos, pero tenía miedo, tenía miedo,… Tenía a mi hermana, pero dormía abajo, fuera, en la calle, y a donde mi hermana iba a lavarme y a asearme un poco… Me las arreglaba vendiendo leña por allí, hasta que un día llegó la Guardia Civil; era temprano, yo estaba arriba, en el tercer piso; los Guardias se quedaron en el segundo y dijeron que bajara, y bajé; me tomaron declaración, me preguntaron en que Frentes había estado, y les dije que había corrido toda España; después el Sargento me dio la mano y me dijo: “siga como hasta ahora, que nadie se meterá con usted”. Después todos me querían coger, porque yo sacaba tres o cuatro pesetas diarias, y con eso comía entonces.  

Un día tuve que hacer la Hoja de Clasificación de Prisioneros, en la calle Jaén, de Madrid; me dejaron seguir libre, y tenía que venir al pueblo, a La Bañeza. Había una señora en La Bañeza, la mujer de D. Julio Fernández de la Poza, para la que quien entonces era mi novia y fue luego mi esposa, Laura, estaba sirviendo, que tenía en Madrid una hija que era Jefa de Falange, y yo le escribí una carta a Laura, y me dijo que me presentara a ella. Me presenté a la falangista, y me dio 10 pesetas… Para pedir trabajo había que ir a coger tanda, y un día fui con el amigo asturiano, y cuando llegué, estaban ella y una hija de D. Valentín, de la calle Astorga, que tenía además un hijo quinto mío (que hasta ahora estaba en Barcelona de taxista), y era de la gente más rica de La Bañeza, cada una con su pistola. Cuando las vi allí, yo salí disparado…                                             

Después de haberme presentado a la Jefa de Falange hija de D. Julio me vine para La Bañeza (donde entre los años 36 y 37 me habían masacrado a la familia), y tuve que presentarme a la Guardia Civil. Me interrogó Pedro Lagarejos, el Comandante del Puesto, y me dijo “Gracias a que Franco es bueno queda usted en libertad, pero tiene que buscar quien le avale”,.. y me avalaron los hijos de D. Julio, el del Teatro Pérez Alonso. Me dijo la Guardia Civil que a ver qué había hecho yo por allí, que ellos lo iban a saber; me avalaron y me dijeron que podía irme tranquilamente y que no me metiera con nadie…[10]  

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P.- Pasados unos años, en el 39, detuvieron a Dionisio Casas Valderrey, de Sacaojos, que había estado también en Asturias, y la Guardia Civil de La Bañeza estaba atenta a lo que cada cual hubiera hecho entonces y a las relaciones que pudiera haber habido o hubiera entre todos ustedes. Estaba además la Guerrilla, y a Dionisio lo llegan a interrogar por si había tenido contactos con usted en Asturias o después en La Bañeza, ¿usted se acuerda de eso?

R.- No me acuerdo, pero yo no coincidí con Dionisio en Asturias, ni lo conocí.

P.- … Pero la Guardia Civil si que sabía de todos los que habían estado en Asturias, y cuando cogían a uno le interrogaban por los demás… Uno de los que se fueron a Asturias es Tomás Sierra Fernández, ¿supo usted algo de él?

R.- Tomás Sierra intentó pasarse para acá; estuvo combatiendo con la República en Asturias, adonde si llegó con los mineros debió de ser con los que volvieron en los camiones. A este, según se oía entonces por aquí, lo cogieron prisionero en Asturias, y los traían en un camión para León, para San Marcos, y la Guardia Civil de La Bañeza estaba de control en lo alto del Puerto de Pajares y miraron y lo vieron, y como ese chico, y toda su familia, estaba muy comprometido, era muy izquierdista, lo sacaron del camión y lo fusilaron allí mismo[10-a]    

P.- ¿Usted llegó a saber que un sobrino de Tomás, Eugenio Teodoro Sierra Redondo, e hijo de Eugenio Sierra, fusilado con 16  más de La Bañeza en León el 19 de febrero del 37, estuvo ya por 1948 o 1949 dos años escondido en la casa de la madre, en La Bañeza?

R.-  Algo oí entonces de que había estado escondido en casa… Teodoro era un año más joven que yo, y uno de La Bañeza, “Molocho”, estuvo en Oviedo y lo vio en la cárcel y vio su ejecución cuando dieron garrote vil a Eugenio Teodoro Sierra Redondo, que había venido de guerrillero desde Francia….                                                                           

P.- ¿Recuerda usted una huelga que se hizo en la Azucarera en los años de la República?

R.- Fue mi padre, que estaba de Alcalde, el que llamó a D. Julio Hernández, el Director de la Azucarera, que era andaluz, para que fuera allí, a la alcaldía, y se arreglaron. La Azucarera la habían montado en el año 31, y en la huelga se pedía aumento de sueldo y tal, y los que estaban trabajando fijos querían hacer la huelga para que les subieran, pero claro, los que estaban de temporeros, que estaban peor, que de aquella estaba muy mal España, y en La Bañeza no había trabajo ninguno más que esta Fábrica, dijeron que si en 24 horas no se arreglaba que entraban a trabajar. La huelga, que fue en el año 32 o 33,  duró dos días; se hizo una huelga general, y no hubo altercados ni daños, solamente que vino la Guardia de Asalto, y algunos comercios y bancos quisieron abrir, y el Capitán de Asalto fue por los comercios y bancos obligándoles a echar el cierre, y les dijo: “¿Qué quieren ustedes, que corra la sangre?”…

P.- ¿Usted recuerda cómo se vivió en La Bañeza lo que fue, en el año 34, la revolución de octubre?

R.-  Aquí en La Bañeza hubo un poco, casi nada: intentaron hacer algo de huelga; hubo mujeres que se pusieron en la vía con sus niños para que no pasaran los trenes que venían hacia Asturias…;  se reunieron para ver de hacer algo en una cantera, y había un Guardia Civil, que se llamaba también Gabriel, que me dijo a mí: “corre y dile a los que están en la cantera que vamos a ir por ellos”, pero cuando yo quise llegar allí la Guardia Civil ya estaba, porque iban a caballo, y cogieron a unos cuantos y los llevaron a León; a mi padre también lo detuvieron, y a otros socialistas de La Bañeza (a nadie de los pueblos). Estuvieron en la cárcel y después los juzgaron, y mi padre los defendió, y se defendió él. A mi padre le dijeron: “sabemos que usted es muy listo, pero ojo no se coja los dedos con la puerta”…, por eso los hijos de puta se la tenían jurada, y cuando llegó el momento…, porque ahí no se sabe quien denunció; bueno, yo creo que fue Manolo Marqués, que era Jefe de Falange. Me dijo la Guardia Civil que a mi padre no lo querían matar, que ellos no querían, pero que los obligaron a matarlo      

P.- ¿Usted antes de irse con los mineros asturianos, en los días anteriores, llegó a presenciar las detenciones en La Bañeza de los derechistas?

R.- Yo esas cosas ya no las vi. Solo sé que a algunos que detuvieron, entre ellos al “carnicero” Marqués, y al “Pavo” (creo que se llamaba Santiago), que fue un criminal de la hostia: mandó matar a su hermano, que luego lo fusilaron; cuando salió de la cárcel le dijo al hermano: “ahora para ti”….

P.- ¿Usted se acuerda del cura de Jiménez?

R.-  ¡La madre que lo parió! ¿Cómo no me voy a acordar? No era muy mayor, tendría sobre 40 años. El padre del cura era de Valdefuentes y solía venir a Jiménez con un burro que era ciego; que estuviera viviendo con el cura, no creo… El detenido con el cura, ¿no podría ser su cuñado?[10-b]... En Jiménez hicieron una “cerrecina”…, y todo fue el cura; fue malo…

P.- ¿Se acuerda usted de un intento de quemar la Ermita de Jiménez, en la primavera de 1936?

R.-  Supe que tiraron el Cristo al río, o a un pozo[11], y le echaron la culpa a un chico, y el cura fue el que lo mandó “limpiar”, pero antes estuvo algo enfermo o algo le pasó… De la Ermita, solo sé que intentaron quemarla, pero no supe quien…   

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       Todo esto nos contó el señor Gabriel...: interesantes retazos de su memoria y testimonio comprometido de su singular y esforzada vida. Sirvan aquí y ahora estas líneas de modesto homenaje y reconocimiento a su entrega y a sus sufrimientos en la guerra, que, por haberla perdido, nadie nunca tuvo en cuenta, ya que, en palabras del historiador Rafael Abella, a él y “a los que lucharon por la República les fue vedado el que, vencidos y todo, pudieran ser reconocidos y proclamarse como los oponentes cuya resistencia denodada había hecho más meritoria y más estimada una victoria que había costado la sangre de todos”... Solo me resta ya agradecerle el regalo de sus recuerdos y el honor de habérmelos confiado, y desearle que su caminar entre nosotros se alargue aún por muchos años.


 

[1] Tenemos aún una cierta confusión respecto a las fechas en que ocurren estos hechos. Nos falta situar cronologicamente los dos acontecimientos: el del “jaleo” en el que hieren al izquierdista (que bien pudo ser en mayo o junio del 36), y el de la pretendida “revancha” contra los agresores (que el Alcalde impide, y que pudo tener lugar en las fechas en que los mineros asturianos permanecieron en La Bañeza).

[2] Según lo dispuesto por la Ley de Orden Público de 28 de julio de 1933, eran los Alcaldes competentes en el mantenimiento del orden a nivel municipal, subordinadamente a los Gobernadores Civiles (y a los Delegados Gubernativos que estos podían nombrar) y al Ministro de la Gobernación. Sus competencias, ya bastante amplias, se incrementaban notablemente durante la vigencia de los diversos estados de excepción que dicha Ley preveía, y que abundaron en el periodo republicano (en estado de Alarma se vivía, salvo unos pocos días, desde mediados de febrero de 1936).- [Datos tomados del reciente libro del historiador ourensano Julio Prada, “Violencia política, protesta social , e orde pública no Ourense republicano”. Edicios do Castro. 2007]

[3] Por cuestión de espacio, prescindimos para la publicación de esta Entrevista en la Revista JAMUZ de lo que hasta este punto nos refiere el señor Gabriel sobre su vida en La Bañeza antes del 18 de julio del 36, y recogimos tan solo la narración de sus vivencias desde que en esas fechas sale de aquí siguiendo a los mineros asturianos que paran en la villa rumbo a Madrid y Sevilla, hasta que regresa, finalizada ya la Guerra.

[4] Otro testigo de aquellos días, (Antolín Rodríguez, hijo del paseado en octubre del 36 en Valverde del Camino, José Rodríguez Fernández) nos ha narrado como gentes de La Bañeza proveyeron de agua a los mineros del tren desde la bomba que había por debajo de la Estación del ferrocarril, con los tradicionales cántaros de nuestro pueblo. 

[4-a]  El señor Gabriel interrumpe aquí su respuesta. Seguramente pretendía referirse al grupo de jóvenes bañezanos que escapan hacia Veguellina en la tarde del día 21 de julio, a la entrada de las tropas, en un coche que había sido requisado a Francisco del Riego Rodríguez, algunos de los cuales (Salvador Rúa, Paco Alonso, Adolfo Fernández de Mata, Santiago Fernández Vidales, Tomás Sierra, y otros hasta diez) continúan desde allí hasta Asturias, pasando por La Magdalena.

[5] El Regimiento “Máximo Gorki” lo formaban tres Batallones; el Nº 3 (Bon. de Infantería “León”, Bon. “Máximo Gorki” 3, más tarde Bon. 231, de estos diversos modos denominado) estaba integrado en su mayoría por leoneses.  Está en el Sollube el 4 de mayo del 37, y en Pico el Arca en febrero del 37. (Según datos que nos aporta el historiador asturiano Luís Miguel Cuervo)

[6] El escritor Rafael Abella dice en su obra “La vida cotidiana durante la Guerra Civil. La España Republicana” lo siguiente de la figura del Comisario Político: “… personaje importante en la labor de fragua del Ejercito Popular. A partir del modelo de los delegados políticos de la Convención y de los comisarios creados por Trtoski en 1917 en el Ejército Rojo, en los puestos superiores se daba la representatividad de las fuerzas políticas más importantes en la defensa de la República; a partir de esta plana mayor aparecía todo un escalafón que llegaba hasta Batallones y Compañías en cumplimiento de una misión que era, según el artículo 9º del decreto de institución del Comisariado, la de: “hacer comprender a sus hombres la necesidad de una disciplina de hierro. Ser el primero y mejor auxiliar del mando. Estrechar la compenetración entre los mandos y la tropa. Ser el camarada de todos los combatientes, el modelo de disciplina y de moral. Observar las reglas del capitán de barco: si la nave se hunde, debe ser el último en retirarse”.  

[7] Seguramente confunde aquí el señor Gabriel a Miaja con Negrín. Casado y Miaja formaron parte, después de la sublevación de aquel, del Consejo Nacional de Defensa, formalmente presidido por este, pero con Casado de hombre fuerte, y con presencia de socialistas, anarquistas, y republicanos de Izquierda Republicana y de Unión Republicana.

[8] Se refiere, seguramente, al episodio de la ofensiva de Aragón en el que la 57 Brigada Mixta, en Aguaviva (Teruel) el 26 de Marzo de 1938, perdió a dos de los cuatro Batallones que la integraban. La 57 BM, la 58 BM, y la 97 BM, componían, en diciembre del 37, la 41 División, perteneciente al XIX Cuerpo de Ejército del Ejército Popular Republicano.

[9] Ciudad Libre de la Mancha se llamaba entonces, y en su provincia, en Tomelloso, se editaba en 1938 y con variable periodicidad la publicación “Independencia”, portavoz de la 57 Brigada Mixta a la que Gabriel pertenecía.

[10] Hasta este punto alcanza lo que de la entrevista (por limitaciones de espacio, como ya dijimos) publicamos en el artículo de la Revista JAMUZ (número 91 - Invierno 2007). Sobre lo allí publicado, algunas respuestas del entrevistado tienen aquí la ampliación correspondiente a lo que el señor Gabriel nos narró.

[10-a]  A la caída de Asturias, muchos luchadores republicanos, haciendo caso de las promesas de Franco de que "nada habrían de temer quienes no tuvieran las manos manchadas de sangre", y confiando en la prometida magnanimidad de su justicia, siguiendo las indicaciones dadas, se dirigieron a sus pueblos de origen, para presentarse allí a las Autoridades nacionales. En los Puertos divisorios y en las encrucijadas de las cumbres se habían apostado falangistas y Guardias Civiles, que fueron apresando ya a muchos de ellos, destinados unos a San Marcos y a otros lugares de reclusión, y otros asesinados allí mismo y arrojados a las innumerables fosas comunes que jalonan aquellos parajes.

[10-b]  Tenemos constancia documental de haber sido detenido, creemos que en los primeros días de la sublevación militar (posiblemente el 19), el sobrino del cura, Ricardo Montiel, a lo que parece por miembros de las Juventudes Socialistas integrantes del grupo de Guardias Municipales nombrados por el Ayuntamiento dicho día, e ingresado en la Cárcel de La Bañeza. El día 20 sería detenido el padre del cura, Marceliano Montiel, por cuya libertad de dicha cárcel abogan ante los munícipes bañezanos los republicanos de nuestro pueblo:

Se Ruega que al Sr. Marceliano Montiel se le devuelva a su domicilio atendiendo a su edad, a su estado de salud y a su conducta. Si vuelve la camioneta lo mandan en ella, y para que conste lo firma El Presidente Rafael Mateos (Sello de la Agrupación Socialista de Jiménez de Jamuz)
Por Unión Republicana el Presidente Francisco Arguello
Por Izquierda Republicana el Vicepresidente Mateo Sanjuán
20 (ó 21?) de julio del 36".

Los dos serían liberados en las primeras horas de la tarde del día 21, martes, cuando las tropas toman La Bañeza.Las ruinas de la Ermita, hoy.
[11] Se trató del pozo del “Ti Natalio”, que estaba, y está, situado en el entorno de la Ermita de la Vera Cruz. Según testimonios de personas mayores del pueblo, habría sido arrojado allí por persona o personas derechistas (a alguno de los hijos de quien era el Jefe Local de Falange apuntan dichos testimonios) para culpar (como así se hizo cuando en el otoño llegó el tiempo de la represión) a los izquierdistas de las Juventudes Socialistas. Del conato de incendio de la Ermita de la Vera Cruz, tenemos también testimonios que señalan que habría sido dispuesto por el propio cura (por mano de quien era Sacristán), para culpar también a las izquierdas. Después se impusieron numerosas multas a los “rojos” del pueblo para su reconstrucción, y se obligó en diversas ocasiones a encalar sus paredes a muchachas que habían pertenecido a las Juventudes Socialistas del pueblo, o habían simpatizado con muchachos de las mismas.   


           El investigador asturiano Luís Miguel Cuervo, experto y máximo referente en el conocimiento de la historia del Frente Norte,   http://www.frentenorte.es/, nos ha enviado un breve resumen  sobre los avatares del Batallón Máximo Gorki nº 3, al que perteneció en su periplo asturiano nuestro entrevistado, el señor Gabriel González.

Le agradecemos la deferencia de su interesante y valiosa aportación, y la incluimos aquí:

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El Batallón Máximo Gorki nº 3 - Nº 231 - "León"

El Batallón Máximo Gorki III - nº 231 - "León", fue creado en Gijón en el mes de septiembre de 1936, siendo el tercero de los organizados por el Partido Comunista dentro del Regimiento Antifascista Máximo Gorki.

Los planes iniciales contemplaban que quedara integrado exclusivamente por leoneses, pero a esas alturas de la guerra la mayoría de los milicianos llegados de esa región ya se habían alistado en otras unidades, lo que impidió que se pudiera contar con voluntarios suficientes para poder completar la cifra requerida por el Estado Mayor, obligando a dar entrada a un numeroso grupo de asturianos, en su mayoría procedentes de los concejos de Gijón, Siero y Sariego.

Su organizador y primer comandante fue el leonés Julio Fernández Fernández, corriendo la instrucción a cargo del sargento de Infantería, Bernardo Llames Veci.

A mediados del mes de octubre, el mayor Julio Fernández pasó destinado al Batallón Iskra nº 250, haciéndose cargo del mando de la unidad el alférez de Infantería Tomás Díaz Ipiens, quien llevaría a cabo la ampliación pertinente para dotar a la plantilla con los efectivos reglamentarios de 610 hombres exigidos tras el Pacto de Grado.

Ocuparía plaza de comisario político, Bonifacio Fernández Suárez, en representación de las Juventudes Socialistas Unificadas; desempeñando el cargo de capitán durante el periodo de vida de la unidad los siguientes oficiales: Félix Ernesto Clavijo Núñez (desaparecido en combate), Secundino Díaz (muerto en combate), Alfredo Álvarez Fernández (muerto en combate), Eduardo Moro Saiz, Lorenzo Álvarez Alonso (fusilado en La Guardia el 2-7-38), Victoriano Cuevas Fernández, Antonio Martínez Martínez (muerto en combate), Juan Moreno Montes y José Santos Rodríguez

El primer destino del batallón serían las posiciones establecidas por los republicanos en Biedes, en el concejo de Las Regueras. Además de en este sector, la unidad combatiría en los de Brañes, Garades y Monte Otero, pasando el día 25 de diciembre destinado al de Cogollo – Trasmonte, donde permanecería en posición por espacio de 65 días.

Durante la ofensiva general del día 21 febrero de 1937, la unidad participó en el asaltó al Pico del Arca, logrando en primera instancia hacerse con las posiciones establecidas por los fascistas en aquel sector, pero la falta de refuerzos hizo que no las pudiera mantener, teniendo que desalojarlas ante la gran cantidad de fuerzas desplegadas por el enemigo.

A causa de los combates la unidad quedó totalmente deshecha, sufriendo al menos 29 muertos, 121 heridos y 12 desaparecidos, a los que habría que sumar 25 enfermos, lo que da un total de 162 bajas, por lo que hubo de ser reorganizada de nuevo, contando para ello con la incorporación de nuevos efectivos, pasando luego al sector de El Piquín, donde permanecería desplegada hasta el día 1 de marzo de 1937, jornada en la que tras ser relevada por el Batallón nº 101 de Santander, se trasladó a Biedes para descansar y ser reorganizada.

El día 30 de abril el batallón partió hacia Euzkadi, formando parte de las fuerzas de la 4ª Brigada Expedicionaria, mandada por Felipe Avilleira Rojo, quien además de con el nº 231, contaba con los batallones 212 y 252. Durante su estancia en tierras vascas permanecería destacado entre otros sectores en el de Larauri y en el Cinturón de Hierro, donde permanecería hasta la ruptura del mismo el día 12 de junio, retirándose luego a Derio, Asúa y Deusto. Regresaría a Asturias finales de ese mismo mes, quedando desplegado en el sector de San Esteban de las cruces, en el frente de Oviedo, pasando más tarde al de Trasmonte.

Ante la ofensiva lanzada por el ejército franquista sobre Santander, el día 17 de agosto fue nuevamente reunida la 4ª Brigada Expedicionaria, trasladándose urgentemente a Torrelavega, donde entraría en combate de manera inmediata, no cesando las escaramuzas en ningún momento hasta completar su repliegue a Unquera.

Más tarde lucharía en el frente Oriental de Asturias, pasando a mediados de septiembre al sector del puerto de Pajares y de allí al de Tarna, donde le sorprendería el final de la guerra en el Norte.

Hasta la fecha, hemos podido contabilizar los nombres de 161 milicianos fallecidos y 113 desaparecidos, estimando que durante sus 12 meses de existencia el Batallón Máximo Gorki "León" nº 231, pudo haber sufrido un total aproximado de 400 muertos y desaparecidos,  sin contar el elevado número de heridos, muchos de ellos con importantes mutilaciones. De ellos, una parte importante procedía de la región de León, lo que unido a datos relacionados con otras unidades del III Cuerpo del Ejército del Norte, deja claro una vez más el tributo de sangre que los leoneses hicieron a la causa republicana.

Escrito por Luis Miguel Cuervo para la web www.jiminiegos36.com

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El General Toribio Martínez Cabrera   (1874-1939)  Biografía tomada del Libro "Las Elecciones Generales de 1936 en León y su Provincia", de Juan Manuel Martínez Valdueza y Catalina Seco Martínez)

Candidato del Partido Centrista por el distrito de León en las elecciones del 16 de febrero de 1936 dentro de la candidatura del Centro, no siendo elegido diputado, con 9.089 votos.

Nació en Andiñuela, población perteneciente al municipio de Rabanal del Camino (León), el 13 de abril de 1874. Hijo de Vicente Martínez Crespo y de Juana Cabrera Fernández.

Trayectoria militar durante la Monarquía y la Dictadura[a]

El 24 de agosto de 1892 se alistó voluntario en el ejército por un periodo de tres años, sirviendo como soldado durante dos en el 4o Batallón de Artillería de El Ferrol (La Coruña), destino que abandonó en septiembre de 1894 para incorporarse como alumno a la Academia de Infantería de Toledo, donde había solicitado y obtenido plaza.

    En febrero de 1896 termina sus estudios en la Academia y es destinado con el empleo de segundo teniente al regimiento Luzón n° 54, en Lugo. A los pocos meses, y por sorteo, fue trasladado al primer Batallón del Cuerpo de Operaciones del Distri­to de la Isla de Cuba, llegando a La Habana el 6 de septiembre, a bordo del vapor Colón procedente de La Coruña.

Permaneció en la isla durante once meses, periodo en el que intervino en numerosos hechos de armas, destacando las acciones de Vitoria, Santa Rita y Asineto el Viejo, siéndole concedida por esta última la cruz roja de primera clase del Mérito Militar. Aprobada su solicitud de ingreso en la Escuela Superior de Guerra de Madrid, el 30 de julio de 1897 embarca en el vapor correo Alfonso XIII rumbo a España, llegan­do a La Coruña el 13 de agosto.

    El 1 de septiembre de 1897 se incorpora a la Escuela Superior de Guerra, donde durante seis años cursará sus estudios, realizando prácticas en diferentes destinos, como el Regimiento de Lanceros del Príncipe 3o de Caballería, el 2o Regimiento de Zapadores Minadores, el 2o Regimiento Montado de Artillería, el Estado Mayor de la Capitanía General de Castilla la Nueva, el Regimiento de Infantería de Valencia n° 23, etc.

    El 18 de julio de 1903 termina sus estudios en la Escuela Superior de Guerra y recibe el diploma de ingreso en el Cuerpo de Estado Mayor y el empleo de capitán. Tiene 29 años y su primer destino será la jefatura de la Sección de Estado Mayor de la Comisión del Mapa Militar Itinerario de España, en Cáceres, ciudad en la que permanecerá hasta finales de febrero de 1907.

    El 1 de marzo de 1907 toma posesión como profesor auxiliar en la Escuela Su­perior de Guerra, previo concurso y examen.

    El 1 de diciembre de 1911 asciende por antigüedad al empleo de comandante, permaneciendo en la Escuela Superior de Guerra.

En 1920 asciende por antigüedad al empleo de teniente coronel, siendo destinado a Huesca como jefe de Estado Mayor de la 10a División y secretario del Gobierno Militar, incorporándose a su destino el 19 de enero. En agosto del mismo año fue trasladado a la Capitanía General de la Ia Región Militar.

El 12 de septiembre de 1921 es nombrado gobernador civil de la provincia de Badajoz, pasando a situación de supernumerario sin sueldo en el Ejército.

El 14 de septiembre de 1922 es cesado como gobernador civil de Badajoz y el día 28 del mismo mes es destinado a Vizcaya como jefe de Estado Mayor de la 12a División y secretario del Gobierno Militar, donde se incorporó el 10 de octubre. Permaneció en este destino en Bilbao hasta finales del año 1924. (Desconocemos si continuó en este puesto los años 1925y 1926; lo que sí sabemos es que enviudó en este periodo)

    En 1927 y 1928 ocupa el puesto de jefe de Estado Mayor de la 11a División y secretario del Gobierno Militar de La Coruña.

El 4 de enero de 1929 asciende por antigüedad al empleo de coronel, quedando en situación de disponible en La Coruña hasta el día 3 de septiembre, en que se incorporó a su nuevo destino como jefe de Estado Mayor del Gobierno Militar de El Ferrol.

República y guerra civil[1]

En el Ferrol permanecería hasta finales de marzo de 1931, mes en que, a petición propia y por concurso, se incorpora a su nuevo destino en Madrid: la Dirección General de Preparación de Campaña.

A las pocas semanas se proclama la República, y con arreglo a lo dispuesto en el decreto del Gobierno Provisional del día 22 de abril, hizo la promesa de adhesión y fidelidad a la misma. El día 17 de julio se incorpora como jefe de Estudios a la Escuela Superior de Guerra, y el 13 de octubre es nombrado vocal de la Junta Facultativa del Cuerpo de Estado Mayor.

No se observan cambios en la trayectoria de Martínez Cabrera durante el mandato de Manuel Azaña en el ministerio de la Guerra, que duró desde la proclamación de la República el 14 de abril de 1931 hasta el 12 de septiembre de 1933. Es a partir del gobierno de Martínez Barrio, encargado por el Presidente de la República de la disolución de las Cortes Constituyentes y de la convocatoria de nuevas elecciones unos días después, cuando Martínez Cabrera aparece en la escena política como candidato por el distrito de León, precisamente en la fracción política de Martínez Barrio, el Partido Republicano Radical.

No obtuvo Martínez Cabrera el escaño y, tras las elecciones, y en el primer gobierno de Alejandro Lerroux, en el que Martínez Barrio se hace cargo de la cartera de Guerra, el coronel Toribio Martínez Cabrera es ascendido al empleo de General de Brigada y nombrado jefe de Estado Mayor de la Tercera Inspección General del Ejército, bajo las órdenes del general Eduardo López Ochoa[2], ya dentro del año 1934.

Es este año de 1934, año convulso por demás, en el que el ya general Martínez Cabrera consolida su carrera militar. Del puesto subalterno en la Inspección Tercera promociona a la dirección de la Escuela Superior de Guerra, cargo desde el que brillará diseñando en el mes de septiembre unas maniobras militares que tuvieron por escenario los montes de León, por cuya excelente organización recibirá el 20 de diciembre la Gran Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco, de manos del ministro de la Guerra y presidente del Gobierno, Alejandro Lerroux. En las citadas maniobras, el ministro de la Guerra —entonces Diego Hidalgo Duran—[3] tendría como invitado y asesor personal al general Francisco Franco Bahamonde.

1935 llega con la resaca de la sublevación socialista de octubre de 1934, y el 6 de mayo se hace cargo de la cartera de Guerra el líder de la CEDA José María Gil Robles. Once días después, éste nombra subsecretario del Ministerio al general Joaquín Fanjul Goñi[4] y Jefe del Estado Mayor al general Francisco Franco. Los dos puestos de más responsabilidad del Ministerio que, aunque todavía no lo sabe, ocupará suce­sivamente el general Martínez Cabrera en un próximo futuro. El 19 de junio, el go­bierno de coalición de la CEDA y el Partido Radical le concede la Gran Cruz de San Hermenegildo.

El 18 de diciembre, el gobierno de Pórtela Valladares, encargado de la disolución de las Cortes y de la convocatoria de nuevas elecciones, le nombra Subsecretario del Ministerio de la Guerra, que en esos momentos dirige el general Nicolás Molero Lobo[5].

Como ocurrió en diciembre de 1933, en febrero de 1936 Martínez Cabrera vuelve a ser candidato en las elecciones generales por el distrito de León, en la candidatura del partido del gobierno. En este caso, en la del recién creado Partido Centrista de Manuel Pórtela Valladares, como lo fue en 1933 en la candidatura del Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux y Diego Martínez Barrio.

Fue el candidato más votado en 1 de los 236 municipios de la provincia: Castrillo de los Polvazares.

Tras la formación del gobierno Azaña como consecuencia de las elecciones del 16 de febrero de 1936, sabemos que el día 22 del mismo mes el presidente de la República firma el decreto admitiendo la dimisión del general como subsecretario del Ministerio de la Guerra. Era ministro en esa fecha el general Carlos Masquelet Lacaci (del 19/02 al 13/05), quien sería sucedido por el diputado de Izquierda Republi­cana Santiago Casares Quiroga (13/05 al 18/07).

Ignoramos su destino en los meses que siguen, apareciendo de nuevo en Cartagena como Comandante Militar y jefe de las fuerzas armadas de dicha plaza, puesto donde se encuentra el día 18 de julio, fecha en la que se sublevó parte del Ejército .

El 19 de julio, Diego Martínez Barrio, presidente del Gobierno por un día, mantiene una conversación telefónica con Martínez Cabrera, en la que éste "me felicitó y se felicitó de que yo hubiera aceptado la formación de nuevo gobierno, y me dio completas seguridades de la lealtad de su tropa. Allí, en Cartagena, la escuadra y el Ejército estaban al lado de la República".

Martínez Cabrera no se suma a la sublevación, sino que impide que ésta triunfe en la importantísima plaza aeronaval de Cartagena. (Éste será el principal cargo en su contra que le llevará al pelotón de fusilamiento al finalizar la guerra. Ver trascripción de la sentencia de muerte en el Anexo).  Una vez sofocada la rebelión en Cartagena, marcha al mando de las unidades regulares y de milicias en dirección a Granada por la ruta de Murcia - Lorca - Baza - Guadix, con el objetivo de recuperar la ciudad, en manos de los sublevados. No lo consigue, en parte por la lentitud del avance, y en parte por el concurso de las tropas nacionales del general Várela[6] que acudieron en auxilio de los sublevados, estabilizándose el frente bajo su dirección durante los meses siguientes.

El 27 de noviembre es llamado por el ministro de la Guerra y presidente del Gobierno, Largo Caballero, instalado desde hacía días en Valencia con el gobierno en pleno, ante el acoso al que sometían Madrid las tropas de los sublevados, para hacerse cargo de la jefatura del Estado Mayor Central, y como segundo del ministro.

Desde esta alta responsabilidad, el general Martínez Cabrera despliega su magnífica formación militar. Siguiendo las directrices del ministro, diseña y pone en marcha la formación del Ejército Rojo, militarizando las variadas formaciones que luchan en el lado republicano —milicias y columnas populares socialistas, comunistas y anarquistas en todas sus variantes—, y dotándolo de una estructura orgánica eficaz. Por otro lado, asume la dirección de las operaciones militares consiguiendo, por desgracia para él y para la República, fracasos sucesivos, dada la dificultad de conjugar las innumerables intromisiones de los diferentes responsables de las unidades, fundamentalmente comunistas. Es en esta fase cuando empezará a ser odioso y odiado por éstos. Por estas fechas el comandante Estrada[7], antecesor de Martínez Cabrera en la jefatura del Estado Mayor, ya se había afiliado al Partido Comunista.

La caída de Málaga en manos de los sublevados conmocionó a los republicanos, cayendo la responsabilidad de la misma en las supuestas irregularidades y mala gestión de los generales Martínez Cabrera y Martínez Monge. De momento, y ante las presiones de los comunistas sobre Largo Caballero, el 13 de marzo el Boletín Oficial publica el cese de Martínez Cabrera y su nombramiento como delegado inspector de mi autoridad en la zona Norte.

El 17 de mayo se produce la caída de Largo Caballero, quien es sustituido por Juan Negrín en la presidencia del Gobierno y por Indalecio Prieto en el ministerio de la Guerra, que pasa a llamarse de Defensa Nacional, integrando en el mismo al de Marina y Aire. Prieto mantiene a Martínez Cabrera en su puesto mes y medio más, y el 2 de julio se produce su cese y pase a disposición del ministro. Poco después es detenido y encarcelado, acusado de traición por su actuación en la caída de Málaga.

Tras el cese de Indalecio Prieto en Defensa Nacional el 5 de abril del año siguiente, 1938, y la asunción de la cartera por el presidente del Gobierno Juan Negrín, la causa contra Martínez Cabrera es sobreseída por decreto del 19 de mayo, reincorporándose al servicio activo y siendo nombrado, fuera de los puestos de más alta responsabilidad, Comandante Militar de la Plaza de Madrid. Como apunta certeramente Ramón Salas Larrazábal y refiriéndose a Martínez Monge y Martínez Cabrera: "La muerte militar de éstos, causa y consecuencia de la muerte política de Largo Caballero, no permitió resurrecciones y a pesar de su pública rehabilitación nunca más se les ofreció oportunidad de ejercer mandos en consonancia con su empleo y capacidad. Martínez Cabrera fue nombrado comandante militar de Madrid con funciones meramente burocráticas..."

En marzo de 1939 la guerra toca a su fin y los acontecimientos se precipitan. Los representantes de los partidos del Frente Popular en Madrid —excepto el Partido Co­munista— y algunos mandos militares, apoyan el golpe de Estado que el coronel Segismundo Casado organiza, a la vista de la salida de las instituciones republicanas del territorio nacional —incluido el gobierno de Juan Negrín.

 Besteiro anuncia la rendición de Madrid a los nacionales el 4 de marzo de 1939. El segundo por la derecha parece ser Martínez Cabrera.-

Se constituye el Consejo Nacional de Defensa, presidido por el general Miaja, y con el propio Casado de Consejero de Defensa. Martínez Cabrera se suma al golpe poniéndose a disposición de Casado. Tras vencer por un lado a los comunistas en Madrid, que se opusieron al golpe, y ante el fracaso de las negociaciones con el ejército nacional para una rendición negociada, el día 28 por la mañana abandonan Madrid la mayoría de los Consejeros y sus colaboradores, incluido Martínez Cabrera. Por la tarde, las tropas nacionales desfilan por las calles de la capital.

Al día siguiente, el coronel Casado acepta el ofrecimiento de asilo hecho por la oficina diplomática de Panamá en Valencia para su mujer, los generales Aranguren y Martínez Cabrera, y para el coronel Armando Álvarez. Y dada la peregrina circunstancia de que este país aun no había reconocido al gobierno de Franco, y no contar, por tanto, con inmunidad diplomática, al poco tiempo el local fue asaltado y los asilados hechos prisioneros.

Dos meses después, el 30 de mayo de 1939, el General de Brigada Toribio Martínez Cabrera fue juzgado en un Consejo de Guerra de Oficiales Generales, en Valen­cia, siendo condenado a muerte por el delito de rebelión militar. La sentencia se ejecutó el día 23 de junio, en la localidad de Paterna.

ANEXO

(Copia del testimonio de la sentencia dictada por el Consejo de Guerra de Oficiales Generales reunido en la Plaza de Valencia del Cid, condenando al general Toribio Martínez Cabrera a la pena de MUERTE, el 30 de mayo de 1939)

D. FRANCISCO R. GRINA PUIG, OFICIAL TERCERO HONORÍFICO DEL CUERPO JURÍDICO MILITAR Y SECRETARIO DEL JUZGADO ESPECIAL MILITAR F, CERTIFICO:

Que en procedimiento sumarísimo de ordinario N° 3-V instruido al GENERAL DE BRIGADA DON TORIBIO MARTÍNEZ CABRERA, obra la siguiente sentencia.

SENTENCIA

En la Plaza de Valencia a treinta de Mayo de mil novecientos treinta y nueve, Año de la Victoria, reunido el Consejo de Guerra de Oficiales Generales para ver y fallar la causa seguida en juicio sumarísimo contra el General de Brigada procesado DON TORIBIO MARTÍNEZ CABRERA, por delito de rebelión militar y RESULTANDO

Primero. Que el General de Brigada procesado en esta causa DON TORIBIO MARTÍNEZ CABRERA, Comandante Militar de la Plaza de Cartagena y Jefe de las Fuerzas de Tierra de guarnición en ella, relacionado con elementos de notoria significación dentro del Frente Popular, cuyo servicio incondicional se prestaba, tuvo noticia el 18 de julio de 1936 del Movimiento Nacional iniciado por el Ejército y de que al mismo se había sumado la base de Hidros de San Javier, no obstante lo cual frustró la acción de las Fuerzas de dicha Base, por las órdenes que dio al comandante Ortiz, Jefe de las que guarnecían la Base de los Alcázares, ante cuyas fuerzas hubieron de rendirse las de San Javier, sin que de otra parte tomara con posterioridad el procesado determinación alguna como Jefe de las tropas de la repetida plaza de Cartagena para evitar los horrendos asesinatos y los criminales desafueros de todo orden que se cometieron en ella.

Segundo. Que el 20 de noviembre del citado año 1936, fue nombrado el procesado Jefe del Estado Mayor del titulado Ministro de la Guerra, cargo que aceptó y sirvió el General Martínez Cabrera y en cuyo desempeño llevó a efecto la organización de las bandas armadas para lograr de ellas una eficiencia militar y combativa con la que se pudieran oponer al Ejército, y la redacción de un proyecto en el que se pretendía llegar a una inteligencia con las fuerzas Nacionales y en el que la exigencia de facilidades que se debían dar a los reos de delito de sangre para ponerse a salvo de la acción de la justicia.

Tercero. Que en el mes de marzo del siguiente año 1937 se nombró al procesado General Inspector del que pudo llamarse Ejército rojo del Norte y para cumplimiento de su misión llegó a Santander el 21 del citado mes y año y permaneció tres meses en aquel territorio desde el que regresó a Valencia a fines del mes de junio del propio año 1937.

Cuarto.   Que después de haber permanecido el procesado privado de libertad cerca de siete meses fue nombrado por lo que en la zona no liberada usurpaba las funciones de gobierno, Comandante Militar de la Plaza de Madrid, cargo que desempeñó hasta poco antes de que las fuerzas Nacionales hicieran su entrada en dicha Plaza.

VISTOS los Autos y siendo Ponente el Auditor de Brigada Don Juán de los Rios Hernández,

CONSIDERANDO

Primero. Que coaligadas las internacionales marxistas con las sectas masónicas en inteligencia con las filiales que unas y otras tenían en España, decidieron en oscuro contubernio con los partidos republicanos la formación de un conglomerado político, que con el nombre de Frente Popular y al dictado de consignas extranjeras se constituyó en efecto, para realizar por no importa qué medios una revolución de tipo soviético, de lo que se siguió que secuestrada la voluntad popular al amparo de un sistema que permitía todo género de amaños para la designación de quienes habían de representarla se constituyera un gobierno que desde su fraudulenta arribada al poder violó, con manifiesta y y reiterada contumacia, los preceptos de una constitución en la que pretendía legitimar su vida, y ni siquiera reparó en el crimen de sangre para eliminar a quienes, cuando menos, representaban enormes sectores de opinión.

Segundo. Que con arreglo a la Ley constitutiva del Ejército corresponde a éste defender a la Patria no sólo de enemigos exteriores sino interiores, como no cabe en este orden otro mayor que el representado por un Gobierno como el llamado de Frente Popular que se constituyó, según afirmación pública de uno de sus hombres más siniestros y representativos, en un beligerante, pero de los más peligrosos y terribles que jamás se hayan salido de la Ley, es visto que el Ejercito obedeció a una Ley connatural con su razón de ser, al asumir el día 18 de julio de 1936 la dirección de la vida pública, y surgido así el nuevo Estado Nacional, la oposición armada contra el mismo y sus fuerzas defensoras entraña la rebelión que define el artículo 237 del Código de Justicia Militar en lo que este delito tiene de esencia y no de accidente esto es, la subversión armada contra el orden jurídico de un Estado con abstracción de las particularidades con que se haya podido estructurar.

Tercero.  Que del expresado delito es el responsable en concepto de autor por participación directa el procesado DON TORIBIO MARTÍNEZ CABRERA, incurso por su empleo y por los puestos de mando superior y máxima responsabilidad que desempeñó en la rebelión cometida en el número primero del artículo 238 del repetido Cuerpo de Justicia Militar y los demás de general aplicación.

FALLAMOS: Que debemos condenar y condenamos al procesado DON TORIBIO MARTÍNEZ CABRERA como responsable en concepto de autor del delito de rebelión militar a la pena de Muerte con accesorios legales caso de indulto y expresa reserva de la acción civil o responsabilidad de igual clase en cuantía indeterminada.

José Várela, rubricado; José Moscardó, rubricado; Ricardo de Rada, rubricado; José Iruretagoyena; Manuel Cervera, rubricado; Manuel Calvis, rubricado; Juan de los Rios, rubricado.

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También CERTIFICO que en el mismo procedimiento obra el siguiente acuerdo Auditorial:

 Valencia del Cid, 31 de mayo de 1939, Año de la Victoria. Vista la presente causa n° 3 en consulta de sentencia, RESULTANDO

Primero. Que el Consejo de Guerra de Oficiales Generales que en esta Plaza juzgó el 30 de mayo sobre la presente causa en su fallo tras la declaración de hechos probados que formula, condena al procesado General de Brigada DON TORIBIO MARTÍNEZ CABRERA, en concepto de autor de un delito de rebelión, por participación directa, que define el artículo 237 del Código de Justicia Militar, incurso por su empleo y por los puestos de mando superior y máxima responsabilidad que desempeñó en la rebelión cometida, en el número Io del Artículo 238 del repetido Cuerpo Legal, concurriendo las circunstancias agravantes de ser un hombre de los más peligrosos y terribles que jamás se haya salido de la Ley, a la pena de MUERTE, accesorias legales para caso de indulto y haciéndose expresa reserva de la acción civil o responsabilidad de igual clase en cuantía indeterminada.

Segundo. Que notificada la sentencia a las partes no han recurrido de ella a esta Auditoría y que en el procedimiento aparecen observados los trámites legales sin protesta ni reclamación alguna.

Tercero.  Que recogidos los hechos de autos con el criterio racional concedido al Consejo de Guerra en la materia, calificados con acierto en el verdadero alcance que revisten y penados con discreto uso del arbitrio que los artículos 172 y 173 del Código de Justicia Militar otorgan a los Juzgados, nada hay que oponer a la sentencia que se examina ajustada a derecho.

Cuarto.    Por tanto que no ha lugar a recurrir en casación ni apelación del mentado fallo, susceptible de aprobarse en esta División conforme a los artículos 28 n° 10 y 662 del Código de Justicia Militar.

VISTOS también los artículos 597 y demás de general aplicación, ACUERDO:

Aprobar por sus fundamentos la sentencia consultada y someterla al Exmo. Sr. General Jefe de este Ejército de Levante para que a su vez la preste aprobación e interponga el recurso que crea procedente. En el primer caso -aprobación- particípese desde luego la pena de muerte impuesta al General de Brigada DON TORIBIO MARTÍNEZ CABRERA, al Negociado de Justicia, Secretaría de Guerra, Burgos, para si estima oportuno comunicar el enterado dispuesto en el artículo 10 del Decreto Ley de 2 de Junio de 1931 (CE. n° 302) quedando hasta tanto suspendida la ejecución.

EL AUDITOR, Pedro Fernández Valladares, rubricado. Hay un sello que dice: Auditoría del Ejército de Ocupación, Secretaría. OTRO SÍ DIGO:

Que respecto a las alhajas y demás objetos de metales preciosos intervenidos al sentenciado, como no consta quién sea su legítimo dueño ni es fácil averiguarlo, aparte de que para éste deben reputarse perdidos, entréguense al Estado, para su dominio eminente mediante el ingreso en la suscripción Nacional, uniendo recibo a los autos.

EL AUDITOR: Pedro F. Valladares, rubricado. Hay un sello que dice: Auditoría del Ejército de Ocupación. Secretaría. = S.E. EL JEFE DEL ESTADO SE DA POR ENTERADO DE LA PENA DE MUERTE IMPUESTA AL GENERAL DE BRIGADA DON TORIBIO MARTÍNEZ CABRERA = Y para que conste y para su remisión al Ministerio del Ejército expido la presente con el visado de S.Sª en Valencia del Cid a nueve de marzo de mil novecientos cuarenta.

Firmado: Francisco R. Grina, rubricado; V"B° Firmado: (ilegible), rubricado. Hay un sello en tinta en el que se lee: Auditoría de Guerra de Ocupación - Ejército de Levante — Juzgado Militar F.

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[a] Este tramo de su vida está basado en la información que recoge su Hoja de Servicios depositada en el Archivo General Militar de Segovia.

[1] La trayectoria militar en este tramo está basada fundamentalmente en los datos recogidos de la Historia del Ejército Popular de la República, de Ramón Salas Larrazabal.

[2] Eduardo López Ochoa sería ejecutado por los republicanos al comienzo de la guerra civil, por su interven­ción en la represión de la sublevación socialista de octubre de 1934.

[3] Diego Hidalgo Duran, notario, diputado por Badajoz y el Partido Republicano Radical.

[4] Joaquín Fanjul Goñi, diputado independiente por Cuenca, que sería ejecutado por los republicanos al comienzo de la guerra civil tras el fracaso de la sublevación en Madrid

[5] Nicolás Molero Lobo sería ejecutado por los nacionales al triunfar la sublevación en Valladolid, donde era jefe de la VII Región Militar.

[6] El general Várela presidiría el Consejo de Guerra que lo juzgó.

[7] Manuel Estrada Manchón. Tras su ascenso a coronel tuvo a su cargo la Sección de Información del Estado Mayor Central. Murió en el exilio.


Más información sobre el General Toribio Martínez Cabrera:

http://www.telefonica.net/web2/asimon1/gentes/toribio-martinez-cabrera/toribio-martinez-cabrera.htm    (página El País de los Maragatos.- Sus Gentes.- El General Toribio Martínez Cabrera)

http://www.xxilegio.com/index.php?option=com_content&task=view&id=772&Itemid=2     (Homenaje al General Cabrera, según página de Revista Militar.- El Ejército de Tierra analiza la muerte de doce oficiales del bando republicano en la guerra civil)

http://www.memoriahistorica.org/modules.php?name=News&file=article&sid=606&mode=thread&order=0&thold=0    (EL EJÉRCITO REHABILITA A UN GENERAL REPUBLICANO - Martínez Cabrera- FUSILADO EN PATERNA)

 


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