---:::---   Actualizado: 26-11-2015   ---:::---

BREVES ARTÍCULOS (A MODO DE FLASHES) EXTRAÍDOS DEL CONTENIDO DEL VOLUMEN II  -  (3)

LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA

(HISTORIA DE LAS TIERRAS BAÑEZANAS DE 1808 A JULIO DE 1936)

Publicados algunos en AstorgaRedaccion (Otros Tiempos), otros en ibañeza.es (Sucedió Antaño), y los demás en el semanario La Bañeza Hoy (Retazos de Nuestro Pasado)

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Las Balestreras de la línea férrea Plasencia-Astorga y el progreso.- Violencias por el riego: Sangre por agua en Presarrey en julio de 1934.- Las clases para adultos en los años 30.- La Cátedra Ambulante Agrícola en La Bañeza.- Miguel Hernández, los Panero, y otros poetas en el homenaje de Aleixandre.- Los comienzos de la Azucarera bañezana.- Concejales elegidos sustituidos por gestores impuestos. (Alcaldes republicanos V).- La unificación de las juventudes marxistas leonesas.- Algunos notables bañezanos del siglo XIX.- Dulzuras y amargores del Bar Azucarero.- Azul, revista semanal sobre arte, literatura, agricultura y feminismo.- Un fugaz parlamentario leonesista, y el regionalismo excluyente del Catecismo.- Nuevos y viejos tiempos a finales de los años veinte.- La Escuela de Artes y Oficios que no tuvo La Bañeza.- El luctuoso eco en León de las armas del Turquesa.- La reposición del consistorio bañezano electo en 1931.- (Alcaldes republicanos VI).- El Sorbete, semanario cómico-bufo-charlotesco y de temporada.- La detención de don José Marcos de Segovia en julio de 1933.- El Colegio de Padres de Familia.- La gestora municipal bañezana del Frente Popular.- (Alcaldes republicanos VII).- La autonomía defensiva, paradójica y antirrepublicana del Estatuto de Castilla y León (o de León y Castilla) en 1936.- La Casa del Pueblo de La Bañeza.-Las tierras bañezanas según Pascual Madoz.- Leonesistas y regionalistas bañezanos.- La construcción de la Casa Consistorial de La Bañeza.- La secularización del cementerio bañezano en 1932.-
 

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Más breves artículos (4)

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Las Balestreras de la línea férrea Plasencia-Astorga y el progreso.-

    La Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España había traído ya el 23 de agosto de 1863 el tren a León, y tres meses después, el 9 de noviembre, se inauguró oficialmente la estación del ferrocarril, un acontecimiento que marcaría el destino de la ciudad y la provincia después de que, apostando y jugándose mucho en ello, tres años antes se fundara El Esla (“Periódico de intereses materiales”, se subtitulaba, y de cuyas suscripciones en La Bañeza se ocupaba Teodoro Marcos), en cuyo primer número ya se hablaba de la necesidad de “luchar con todas nuestras fuerzas para arrancar de su letargo a nuestra desatendida provincia”, en pugna con Valladolid, donde se quería que el tren llegara a León por Medina de Rioseco y Mayorga de Campos y no desde Palencia y Sahagún, por donde estaba proyectado, idea por la que en la capital del Pisuerga se abogaba desde otro rotativo, La Unión Castellana, creado con el mismo objetivo. El camino había sido favorable hasta 1858 a las pretensiones leonesas con el decreto para la construcción de un ferrocarril de Palencia a Galicia pasando por León y Puente de Domingo Flórez, aunque después la financiación no llegara y el proyecto entrara en vía muerta hasta el 4 de agosto de 1860, en que, como diría aquella publicación, engalanada para la ocasión con grecas y gran alarde tipográfico, “se recibió en esta ciudad por telégrafo la noticia importantísima de haberse resuelto en el sentido que la ley y la conveniencia de consuno lo exigían la cuestión de nuestro ferrocarril”, cuyas vías desde Palencia y la estación se construyeron en un tiempo récord, si bien habrían de pasar casi 20 años para ver derribadas las barreras naturales del Manzanal y el Pajares y que el tren siguiera camino hasta Asturias y Galicia.

    La línea de ferrocarril Plasencia-Astorga (por Béjar, Salamanca, Zamora y Benavente; finalizada en 1896; el 10 de julio de aquel año se inició la explotación del tramo Salamanca-Astorga, y veinte días antes llegaba el primer tren a Benavente) y la estación de La Bañeza fueron inauguradas en julio de 1898 (aunque todavía en 1914 no se habría rematado, según chanza que entonces se hacía desde el periódico mensual El Jaleo), lo que constituyó sin duda entonces el más importante acontecimiento en la vida de la que desde hacía poco era ciudad, y un gran empuje para su avance y el de sus comarcas. Hasta cien braceros trabajaban a finales de febrero de 1889 en el tramo cercano a Cebrones del Río, habiendo comenzado ya los trabajos entre la villa bañezana y Mestajas, y en agosto, a pesar de la lentitud de los contratistas de la vía,   se construía ya aquella terminal, caracterizada por el periódico liberal El Alcázar de chiribitil, dado su tamaño e ínfima categoría, no acorde a la industrial y comercial de la villa y a la de su mercado semanal, estando aún cerrada la trinchera de Santa Marina, cuyo desmonte y el de toda la explanada que daría cabida a la estación, andenes, playas de maniobra y cajas de vías, muelles y almacenes, e incluso a los accesos desde las calles y al mismo Jardinillo, debió de ser obra ingente en aquella época de últimos de siglo en la que no abundaban los medios necesarios para mover tal cantidad de tierras. En septiembre, a su inicio están ya terminadas las obras entre Astorga y Riego de la Vega, aún con el obstruccionismo de algunos propietarios, fundado un estribo del puente sobre el Órbigo en Cebrones, y dos fuera de aguas del paso bañezano sobre el Duerna, y a su fin, cuando la construcción trata de acelerarse, se entorpece por haber de destruirse y reedificar uno de aquellos dos pilares. En noviembre del mismo año la vía férrea intercepta todos los caminos vecinales de la villa que la unen con los lugares que la circundan, lo que perjudica enormemente a su mercado, pues solo hay un paso a nivel al sitio del cementerio, al que van a parar los de los pueblos y donde el terraplén está elevado y es estrecho, con difícil paso de carruajes, por lo que los vecinos piden su reforma (a principios de 1935 se insistirá a la compañía titular del trazado férreo por la construcción de un paso inferior bajo la vía).

    Este trazado, impulsado por el ministro Pío Gullón, diputado por Astorga hasta que Sagasta lo nombró senador vitalicio, fue de los últimos que se construyeron con grandes aportaciones de los ayuntamientos por los que discurría, mediante la suscripción de acciones y obligaciones hipotecarias que aún hoy se pueden encontrar en los archivos de algunas diputaciones, y es previsible que algunas de ellas procedieran del ayuntamiento bañezano, que desde luego envió informe para la Memoria que en 1867 presentó al gobierno la Comisión Especial encargada de proponer el Plan General de Ferrocarriles, que también incluía un ramal Benavente-León, a cuyo proyecto se opuso el ministro maragato.

<<<< Draga construyendo en el río Esla los cimientos de un puente metálico del ferrocarril. Verano de 1896.

    A finales de noviembre de 1893 se reunían capitalistas portugueses y españoles para garantizar a la compañía constructora, que iniciará en breve los trabajos (se decía en La Provincia). Los resultados negativos de su explotación por la "Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Cáceres y Portugal y Oeste de España" obligarían al Estado, ya en 1927, a incautar las líneas, creándose así la "Compañía Nacional de los Ferrocarriles del Oeste" en 1928.

     El ferrocarril (con sus locomotoras, a las que los campesinos de nuestra tierra llamaron durante años balestreras, porque arrastraban vagones con balastro cuando se construía la línea) había aparecido como símbolo del progreso, como el elemento dinamizador que la economía bañezana demandaba y precisaba, pero también como portador de artículos, textiles y otros, que venían a competir con los locales en precio y calidad. Su llegada al mismo corazón del lugar y el tejido productivo que en su entorno se desarrolló facilitaron una intensa actividad económica y comercial que posibilitó un muy importante crecimiento económico, y a su sombra, también artístico y cultural. Fabricas de harinas, ceras, chocolates, cuero, alcoholes, de carros y cubas, bodegas de vinos, etc., fueron extendiéndose por el espacio agrario existente entre el Barrio de Labradores y la estación, iniciando así la paulatina conversión de La Bañeza en ciudad también industrial y acrecentando el carácter comercial que desde antiguo ya tenía. Avances y mejoras como aquellos debieron de ser apetecidos también por la vecina villa de Santa María del Páramo, que aspiró a contar con estación de ferrocarril, cuyo emplazamiento en la localidad gestionaba en Madrid cerca de la Compañía del Norte su alcalde, Toribio Villalobos, en abril de 1904. 

    Mucho debía el bienestar de aquellas mejoras, y deberían otras que vendrían (al decir de Vicente Fernández Alonso en el semanario Avance del 17 de septiembre de 1932), a los desvelos de un bañezano, Leopoldo de Mata Casado, alcalde por dos veces (de enero de 1906 a febrero de 1907, y de enero de 1916 a diciembre de 1917), que a contraviento de los rutinarios que le llamaban loco y despilfarrador promovió el gran acto social, audaz y salvador, del reparto de parcelas en el Arrote y con él la revolución económica generadora de riqueza en la ciudad, transformando aquella vasta pradera de tierra húmeda y negra casi improductiva (reflejo de lo que hasta entonces abundaba: labradores pobres, bestias flacas, campo raquítico y cementerio lleno de muertos jóvenes víctimas del paludismo del que las riberas del Órbigo eran foco) en la que infelices mujeres con caras trágicas de hambre y fiebre maceaban el lino mientras sus maridos tejían en horrendos telares semejantes a cepos de la inquisición en un vergel al que, aplicado el trabajo de los hijos de la tierra, se deben patatas, alubias, remolacha, casas nuevas y automóviles, y que el rostro triste y tímido del campesino tornara en alegre, limpio y vivo.

*** Ver la Explicación "técnica" de la locomotora que daba un campesino leonés a su hijo, una composición del bañezano Nicolás Benavides Moro en el número de El Sorbete del 28 de agosto de 1921.

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Violencias por el riego: Sangre por agua en Presarrey en julio de 1934.-

     Los cánones de aceptación de la violencia en las relaciones comunitarias, sociales y políticas, eran bien diferentes de los actuales en nuestro país y en otros del entorno antes del final de los años treinta del pasado siglo. De hecho, la impregnación de actitudes y comportamientos violentos en tales interrelaciones ha estado presente hasta no hace tantos años, sobre todo en los ámbitos rurales, en prácticas y modos más o menos agresivos o iracundos que cristalizaban en juegos infantiles o en costumbres de la mocedad y rivalidades entre barrios o entre pueblos vecinos, que con cierta frecuencia eclosionaban con ocasión de celebraciones o de fiestas, sin olvidar las disputas vecinales por la tierra, su propiedad, su aprovechamiento, sus frutos, sus lindes o su riego, de los que en ocasiones informaba la prensa bañezana y que a veces se resolvían en enfrentamientos que terminaban en los juzgados o en la Audiencia, y que en el terreno político hasta 1936 se dio una amplia y notoria falta de usos democráticos también en las formaciones actuantes de uno y otro signo, y así, cuando la política del gobierno no respondía a sus expectativas se recurría a la sublevación armada sin ningún resentimiento democrático, como había sucedido antes tantas veces y sucedió de nuevo en agosto de 1932, en octubre de 1934 y en julio de aquel año, en un contexto en el que la coacción era ampliamente aceptada como elemento instrumental al servicio de la transformación sociopolítica y como alternativa o camino para la conquista del poder que en nada desmerecía de las urnas, ni siquiera moralmente, y sobre todo en las muchas zonas donde el voto permanecía preso de los intereses caciquiles.

    Con respecto a la violencia, en los tiempos que nos ocupan, el lenguaje y sus significados, las convenciones morales y los marcos referenciales colectivos, culturales y de valores eran otros. Como práctica cultural, la violencia decrece a medida que va siendo considerada y constituida como procedimiento delincuente, y se aminoran sus manifestaciones, también producto a veces de desavenencias entre mozos por cuestiones de amoríos, en escenarios festivos, romerías, bailes o reuniones en torno a los cuales se daban rituales (como el de cortar, que en los bailes obligaba a una moza a bailar con todo mozo soltero que se lo solicitara, o el de pagar el piso, que imponía convidar a una merienda a los mozos del pueblo al forastero que matrimoniaba con una moza del lugar) que estimulaban conflictos que en no pocas ocasiones acababan en peleas a navajazos o con disparos que provocaban lesiones o muertes entre los contendientes, como el habido en Villoria de Órbigo el 8 de diciembre de 1929, que se saldó con varios mozos heridos por arma blanca y tres de ellos detenidos (“costumbres perniciosas, los bailes, que producen tales frutos como un castigo de lo alto”, dice el periódico católico regional El Diario de León en la noticia), o la agresión a cuchilladas entre dos jóvenes en La Bañeza el día 12. También el juego o las disputas de taberna estaban frecuentemente en la génesis de este tipo de violencias.

Baile en una romería. >>>

    Otras veces se desataban altercados y choques con ocasión de las salidas nocturnas de jóvenes a rondar, como sucedió a primeros de noviembre de 1901 también en la capital de la comarca bañezana, según reseñaba entonces el semanario El Tiempo. En ocasiones disputas y resentimientos por el riego, como las que arrastraban mozos de Villanueva de Jamuz y de San Martin, precipitaban batallas campales como la habida el 15 de agosto de 1908 cuando por la tarde unos y otros coincidieron “en el trinquete bañezano propiedad de Patricio González” (se trataría de su Frontón Novedades), con algunos heridos y con un laborioso cacheo realizado por la Guardia Civil en el que se recogieron gran número de armas blancas y de fuego (por la mañana del mismo día “el señor Inspector – que trabajando desde hace tiempo con denuedo ha limpiado esta ciudad de gente maleante- y agentes a sus órdenes habían verificado ya también un minucioso cacheo de las personas sospechosas que acudían al mercado”). Los ánimos debieron de continuar exaltados tras el encontronazo, lo que obligó a que “se reconcentrara en la ciudad la Benemérita de Destriana y de otros lugares limítrofes”.

    Ilustrativo de la violencia que impregnaba la época es el contrato que en 1907 se establecía en la villa de Valderas entre el empresario de la plaza de toros y uno de los diestros que habría de torear en ella, por el que aquél “se hará cargo de su asistencia si sufre un percance o es herido por una res, pero no si lo fuera por pedrada, arma de fuego, martillo u otra arma contundente”.

    Alguno de quienes luego fueron represaliados, como fue el caso de “el Pernales”, Santiago Huelmo Velado, encarcelado, procesado y fusilado en León en febrero de 1937, había participado ya años antes en violencias por el riego: las ejercidas en julio de 1912 contra Felicísimo Nadal García (éste víctima después también del franquismo, paseado el 29 de octubre de 1936), al que causa lesiones por las que es condenado por la Audiencia Provincial el 7 de diciembre a dos meses y un día de arresto mayor y al pago de 60 pesetas de indemnización, por diferencias sobre el reparto del agua y los turnos del cauce municipal que saliendo del río Duerna en Sacaojos riega el pago del Crucero. En la causa que instruye el Juez municipal Luís Zapatero se le suspende condicionalmente la condena “por delinquir la primera vez y ser de buena conducta”, lo que contrasta con el hecho de que ya aparece encartado en otra causa que sobre lesiones instruye quien es entonces Juez municipal, Darío de Mata, en abril del mismo año. 

    Había además (según mostraban los sucesos tan a menudo repetidos) en poder de la población un considerable arsenal de armas cortas, aparte de las tradicionales escopetas de caza tan abundantes siempre y especialmente entre los habitantes del rural, y armados acudían muchos a ferias, festejos y lugares de otras confluencias. Poseer una pistola era frecuente, y se usaban más corrientemente las de marcas Astra o Star, ambas vascas, y de calibres 6,35, 7,65 y 9 (corto o largo); los dos menores se podían llevar en el bolsillo o en el cinturón sin llamar la atención, y a juzgar por los documentos de la época, en especial los judiciales que tan frecuentemente tratan sobre tenencia ilícita de armas, o los periódicos nacionales, provinciales y locales (“En la calle Nueva hay bronca y se dispara una Browing”, se dice en el bañezano El Sorbete del 21-08-1921), y por algunas reliquias de aquéllas que de vez en cuando aún aparecen en las viejas casas de nuestros pueblos, debió de existir también aquí un considerable depósito de armas cortas (y blancas) en manos de quienes entonces los habitaban, como a lo que parece existían por doquier (era habitual la publicidad de armas de fuego en la prensa nacional y provincial –también en la leonesa- en los primeros de los años treinta). Ya se había disparado en La Bañeza en diciembre de 1909, después del escrutinio de las elecciones a concejales el día 12, según mostraba entonces El Diario de León. A finales de agosto de 1916 informaba La Crónica bañezana de haberse producido “en Castrotierra y otros pueblos los azadonazos de costumbre, con heridos graves, por el riego”.

    Se dieron así a veces en nuestra tierra situaciones y altercados que ocuparon los anales de la justicia y la crónica de sucesos de la época, incluidos los pliegos de cordel, los romances de ciego y las coplas, en alguna de las cuales, como la que narra el Nuevo y lastimoso crimen cometido por Pepe Aparicio, dando muerte a Lorenzo Carrera el día 15 de mayo de 1935 en Navianos de la Vega, ya se adelantaban las técnicas de captación y fidelización de las audiencias, pues se divide la copla y el relato en dos partes publicadas aquel año por F.F.F. en Imprenta La Comercial de La Bañeza, y en tres a veces, como en la que Mariano Rúa refiere el jocoso embromado urdido en enero de 1925 en la ciudad a cuenta de un billete de lotería falsamente premiado.

    Ya se producían litigios por las aguas de riego en Destriana en el verano de 1932 (y también antes), cuando por distribuirlas más equitativamente se trabajaba desde la Sociedad de Trabajadores de la Tierra de la villa, y se continuarían produciendo en los años siguientes cuestiones entre los vecinos y desórdenes, hasta el punto de hacerse preciso que en el de 1935 la Guardia Civil haya de vigilar su uso. En Morla de la Valdería, discutirían a finales de septiembre de 1933 dos vecinos y sus respectivas familias por el riego, originándose una batalla campal de la que resultaron algunos heridos por golpes de azada.

    Persistían en Destriana los desentendimientos causados por el riego, y allí, en la madrugada del 16 de mayo de 1934 se había anegado una finca de alubias en el pago de los Pedregales al honrado labrador Matías Calvo, intencionadamente y causándole grandes desperfectos y daños, actuación que el corresponsal de El Adelanto califica de indignante y bárbaro atentado y de la que se desconoce quien haya sido autor.

    En Astorga en la madrugada del día 10 de junio de 1934 un grupo de ocho a diez jóvenes fascistas que portaban porras y pistolas agredían a otro afiliado a la Casa del Pueblo, un suceso en el que los guardias de Seguridad no desplegaron mucho celo para cachear y detener a los agresores, según denuncia El Combate el 16, ya sometido “a la previa censura que ha sido establecida para todo” (por causa de la huelga campesina a la que había llamado la socialista Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra).

    En San Juan de Torres, cuando el 3 de julio de 1934 regaban unas fincas, se acometían disparándose Avelino Castro Rubio e Inocencio de la Fuente, siendo el primero herido de un tiro de pronóstico reservado en el costado derecho. Inocencio era detenido por la Guardia Civil, que no pudo hallar ninguna de las armas con las que se hicieron los disparos. Veinte días más tarde, cuando una pareja de la Guardia Civil protegía por orden del gobernador las obras de cierre de Presarrey, decidido por su comunidad de regantes y molineros en el pueblo de Sopeña de Carneros, el vecindario de San Román de la Vega (“de cuyo lado estaba la razón”), armado de todo tipo de útiles de labranza, palos y piedras, la agredía, hiriendo a un guardia y rompiendo el tricornio a otro. Para defenderse repelieron la agresión haciendo uso de sus armas e hiriendo de gravedad a Manuel de la Iglesia González, de 23 años, y a Juan Álvarez González, de 20, ambos solteros, trasladados en gravísimo estado al Hospital de San Juan de Astorga. Se practicaron diez detenciones (los cinco últimos apresados eran liberados el 23 de agosto por la directa intervención ante el Auditor de Guerra en La Coruña del diputado socialista por Salamanca Andrés Manso); inspeccionaba lo sucedido el jefe de la benemérita comandancia, y el gobernador civil interino, Anesio García Garrido (titular de la secretaría del gobierno civil, y natural de La Bañeza), abría por la tarde una información sobre el suceso, del que conoce la jurisdicción militar mientras continúan en grave estado los heridos (el más joven de ellos fallecería al poco). “Parece que las doctrinas predicadas en los últimos años son la causa de estos hechos tan dolorosos en pueblos donde antes todos se entendían admirablemente en las cuestiones de riegos”, se añadía desde El Diario de León. El taponamiento de la presa será después derribado por orden gubernativa y se impondría al presidente de los regantes multa de 500 pesetas, “aunque mayor responsabilidad le alcanza al cura diputado (por la CEDA) Pedro Martínez Juárez, promotor ante el ministro de la Gobernación del ilegal cierre y a cuya disposición se puso la benemérita de Astorga”, decía El Combate el 4 de agosto (desde el semanario socialista astorgano presentan al sacerdote en diversas ocasiones como un clérigo refinado y dandi, amante de lujos, “sedifero y perfumado”), informando además de que en Toral de los Vados, donde los trabajadores de la fábrica de cementos Cosmos llevan unos tres meses en huelga, “la Guardia Civil mata a un obrero”, y en Villoria de Órbigo un hermano de aquel eclesiástico parlamentario derechista, por diferencias sobre el riego agredía a otro vecino con la azada, del que a su vez recibía varios golpes.    

    Tampoco se entendían muy bien en el Congreso, donde el mismo día 4 se producía un tumulto inenarrable cuando se debatía sobre la actitud de rebeldía de la Generalitat frente al gobierno de Madrid, increpando los socialistas a las derechas después de los aplausos que estas dirigen a unas frases de Gil Robles, lanzándose unos diputados contra otros repartiendo numerosos golpes, en los que interviene también Indalecio Prieto, que salta por los escaños y desenfunda y esgrime una pistola (por haber visto otra enfrente, alegaría), ante lo que se suspende por cinco minutos la sesión toda vez que el presidente de la Cámara la abandona entre una gran confusión e impedido de mantener el orden (según narraba al día siguiente el ABC).

    Se fugaba el día 9 de la cárcel de Castrocontrigo Joaquín Blas Fernández, de 22 años, hojalatero ambulante que había sido detenido por rapto, y una de las pasadas noches lo habían hecho de la prisión de La Bañeza, serrando los barrotes de una ventana, los reclusos Antonio Acebedo Soriano, de 28 años, Vicente Falagán López, de 21, y María Pascua Martínez, que no volvieron a ser detenidos a pesar de los esfuerzos y pesquisas que para ello realizara la Guardia Civil. 

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Las clases para adultos en los años 30.-

    En el Cursillo pedagógico que en 1926 se celebraba en León, la inspectora de Primera Enseñanza Faustina Álvarez García proponía en su ponencia La maestra leonesa frente al problema del analfabetismo la impartición de clases de adultos mixtas en los pueblos, aquellos en los que las escuelas eran el único centro de cultura.

    Se reorganizaban cuando acababa el mes de noviembre de 1932 las clases complementarias y de adultos a impartir por maestros, voluntariamente y percibiendo la correspondiente gratificación, en graduadas y unitarias, y con dos niveles de enseñanza. Una y otra labor se denominan ahora Obra de Extensión Escolar encomendada al magisterio, y en ella las maestras solo podrán impartir la formación si en la misma localidad no hay maestros disponibles o dispuestos para hacerlo.

    Mediado enero de 1933 se había celebrado en Nogarejas un acto cultural con motivo de inaugurarse las Clases Nocturnas de Adultos, que aquel año admitirían también a mujeres, y comenzaban en La Bañeza con gran asistencia de alumnos, después de que se acordara en el pleno municipal del 18 denunciar al Consejo provincial y a la Inspección de Primera Enseñanza que “a pesar de haberse iniciado en todas partes las escuelas para adultos desde el pasado 1 de diciembre, allí aún no lo han hecho”, y se apuntara que “el año pasado el maestro Antonio Juárez Crespo no dio ninguna clase, por carecer los locales de luz eléctrica”, y que “los maestros se han comprometido a darlas, para mujeres y hombres, y cobran por ello, pero inexplicablemente no lo están haciendo”. De hecho, se notifica el día 16 a Bernardo Cantón, responsable de la Electra Bañezana, para que dote las escuelas de corriente, aunque todavía en el pleno municipal del 18 de octubre se acordará “reparar las puertas de las escuelas, e instalar el alumbrado, para que las de adultos, próximas a abrirse, dispongan de luces”. Se las dotó por fin (la cuenta de su instalación se presenta en la sesión municipal del día 16 de noviembre), de tal manera que el 11 de aquel mes se hacía preciso comunicar a la maestra directora de la escuela graduada de niñas el ruego de que “se sirva no dejar encendidas las lámparas una vez terminadas las clases”.

<<< El maestro don Servando Juárez Prieto

    El 21 de noviembre de 1933 la Sección Administrativa de Primera Enseñanza trasladaba a los habilitados de los partidos que “por insuficiencia de presupuesto formalicen las nóminas de la enseñanza de adultos para noviembre solo por los 20 días transcurridos, y no remitan otras hasta nueva orden”, lo que sería aprovechado por la prensa derechista leonesa y bañezana para criticar agriamente una vez más las disposiciones del ministerio del ramo restrictivas de la enseñanza religiosa.

    Según la circular sobre enseñanza de adultos emitida a primeros de noviembre de 1935, la Dirección General declaraba obligatoria la impartición de clases de adultos (que durarán cinco meses, desde noviembre al fin de marzo, con dos horas por día, algún tiempo después de terminada la jornada de trabajo de los alumnos asistentes) para todos los maestros que sirven escuelas de niños y mixtas. Las maestras no las pueden impartir, salvo que lo hagan gratuitamente y cuenten con autorización de la Inspección. “La Dirección General no ignora el mayor trabajo que los maestros han de desplegar durante los cinco meses de clases nocturnas, pero abriga la seguridad de que el bien reconocido celo del magisterio español sabrá poner una vez más su gran capacidad y entusiasmo en beneficio de la República española”, dice la disposición. También en el bañezano Colegio del Niño Jesús (que sigue rigiendo el maestro y desde el 15 de octubre de 1934 concejal Servando Juárez Prieto) han dado comienzo las clases de adultos, se dice, cuando noviembre finaliza. En cuanto a las escuelas públicas, en el pleno del 18 de diciembre acuerda la corporación bañezana abonar una cuenta de 12,15  pesetas por lámparas para las escuelas nocturnas de adultos.

    Expone en la disertación que el día 2 de diciembre de aquel año ofrecía en los locales del Orfeón Leonés José María Vicente López, director de la Escuela Normal del Magisterio de León (ya lo era en 1929), que “no es la provincia leonesa la española con más analfabetos; regiones como las de Riaño y Murias tienen el mínimo, comparado con los demás partidos judiciales (incluido el de Barcelona), aunque el porcentaje es en El Bierzo aún del 60 %.  En la capital hay analfabetos en los barrios obreros, y la Normal se dispone a realizar su estadística para llevarlos a la escuela especial que va a crear en un anexo de su edificio”. Cuenta además con el proyecto de instalar cantinas escolares en León, en las que permanecerán los niños desde las 9 de la mañana a las 5 de la tarde, “poniendo en práctica una obra de solidaridad humana (no de misericordia), pues si se consiguiera que pobres y ricos comieran juntos, cuan distantes estarían de odiarse cuando son mayores”. Pretende también la Escuela Normal ensanchar la cultura en las sociedades obreras y en los pueblos, contando ya con algunos aparatos adecuados, y proyecta hacerlo también con el Museo Pedagógico, que puede desarrollar una labor intensa en la provincia, aunque hoy sus salones estén completamente vacíos, aspirando a que pronto lleguen fechas en que pueda organizar cursillos para que los maestros estén al día en los modernos métodos de enseñanza.

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La Cátedra Ambulante Agrícola en La Bañeza.-

     El 28 de septiembre de 1928 actuaba en La Bañeza la Cátedra Ambulante Agropecuaria de Valladolid, una de las doce creadas a finales de 1926 por la Dirección General de Agricultura y Montes (se suprimieron con la reestructuración del ministerio del ramo en octubre de 1935) para “acrecentar el nivel formativo de los agricultores mediante la divulgación de los procedimientos de mejora de los cultivos y la ganadería, así como la transformación industrial de sus productos”, con la ayuda del material educativo del que disponían, incluido un aparato de proyección luminosa, “poderoso auxiliar para la divulgación que aglomeraba al vecindario para ver el cine (los documentales agrarios y ganaderos proyectados) y al que seguía la asistencia de los más interesados a los cursillos o charlas impartidos sobre una determinada industria o problema agrícola del pueblo”. Aquella creación debió de ser tenida en cuenta, junto con la importación de lo que en propaganda y difusión del régimen se hacía en Alemania, para la fundación tras la guerra de las Cátedras Ambulantes “Francisco Franco” de la Sección Femenina.  

    A finales de octubre de 1934, sofocado ya el intento revolucionario del inicio de aquel mes, vuelve a funcionar la Cátedra Ambulante Agrícola en la provincia de León (el perito agrícola bañezano Mariano Seoanez Pérez –hijo del viverista y fruticultor bañezano José Seoanez Romero- ha sido designado para auxiliar en ella al Jefe de la Sección Agronómica), con la previsión de celebrar pronto cursillos, en los que se imparten conferencias y se muestran películas y actuaciones prácticas sobre diversas técnicas de cultivo, en diversos lugares, La Bañeza entre ellos, y Santa María del Páramo y Laguna Dalga en diciembre. Mediado noviembre, el Servicio Agronómico Nacional expresaba al nuevo consistorio bañezano su gratitud por la colaboración prestada en la inauguración de la Cátedra Ambulante Agrícola.

    Se celebraba en Astorga al comienzo de abril de 1935 la asamblea de Acción Femenina y la inauguración de sus nuevos locales, que comparte con Acción Agraria y Acción Obrerista, en los que se ha entronizado al Sagrado Corazón de Jesús, oficiando el sacerdote diputado Pedro Martínez Juárez. Además, en la Casa Social Católica tenía lugar el primer acto de la Juventud Masculina de Acción Católica, e iniciaba sus trabajos la Cátedra Ambulante Agrícola, con conferencias y proyecciones en el Teatro Manuel Gullón.

    La Cátedra Ambulante Agrícola, que viene actuando por aquellos días en diversos pueblos de la provincia, lo hará en el Teatro Seoanez de La Bañeza el 12, 13 y 14 de mayo, impartiendo conferencias el perito agrícola bañezano Mariano Seoanez Pérez, hijo mayor de quien era dueño del teatro, que profesará en 1959, a los 49 años, fallecidos sus padres, como hermano jesuita en el colegio de la orden en León, siendo en 1965 director técnico de talleres del Centro Residencial Infantil San Cayetano de la capital, sustituto desde 1955 del viejo Hospicio leonés de San Francisco, en el que el antiguo agrónomo ejercerá su cometido afablemente y sin especial rigurosidad, lejos de los malos tratos y las sevicias infligidas por los frailes terciarios capuchinos a los hospicianos antes de que a mitad de los años sesenta los jesuitas los sustituyeran en la atención a los expósitos allí acogidos.

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Miguel Hernández, los Panero, y otros poetas en el homenaje de Aleixandre.-

    El 4 de mayo de 1935 se tributaba en Madrid un homenaje a Vicente Aleixandre por la publicación en marzo de su obra La destrucción o el amor (Premio Nacional de Poesía en 1934), y al mismo (y al banquete) asisten, con Miguel Hernández, Luís Rosales, Pedro Salinas, José Bergamín, Gerardo Diego, Pablo Neruda, María Zambrano, Dámaso Alonso (que lo recogen en sus memorias) y otros renombrados intelectuales del momento, desde Astorga los hermanos Leopoldo y Juan Panero Torbado (que aparece formando parte de la Diputación Provincial del 3 de enero al 20 de marzo de 1936, como monárquico), poeta éste ya reconocido antes de que lo fuera su hermano Leopoldo, y considerado, como él y como el padre de ambos, republicano e izquierdista a la altura de 1933, enrolado como alférez provisional (lo había sido de complemento) tras la sublevación militar de 1936, y fallecido en accidente de circulación cuando se desplazaba desde León a Astorga el 7 de agosto de 1937.

    Leopoldo había tenido refugiado en su casa al peruano poeta comunista César Vallejo después de la revolución de octubre de 1934, y por ello (al parecer) y por ser acusado de pertenecer al Socorro Rojo Internacional (SRI), sería encarcelado junto con su padre en San Marcos en el otoño de 1936 hasta el 18 de noviembre, en que son liberados por la directa influencia de su madre ante la mujer del ya Caudillo, incorporándose el hijo –tenido años más tarde por “el poeta del régimen”- al Ejército franquista, para terminar transitando desde su adhesión a una célula comunista y su pertenencia a la Asociación de Escritores Proletarios (organización “que es la misma que el Socorro Rojo y la asociación Amigos de la Unión Soviética, que dirigen sus amigos César Vallejo y César M. Arconada”) a convertirse entre 1942 y 1945 (“con actitud tolerante y criterio meramente estético”) en censor de libros de poesía y novelas extranjeras para el régimen franquista. Otro de los cuatro poetas integrantes de la después denominada Escuela de Astorga, Luís Alonso Luengo, iría más lejos en las labores represivas, participando activamente desde la judicatura en la depuración del Cuerpo de Correos y Telégrafos (como Juez Especial para la misma).

<<<< Los hermanos Panero, rodeados de otros poetas, en el homenaje tributado a Vicente Aleixandre.

    En cuanto a Miguel Hernández, asistente también a aquella celebración, la ingente mitología levantada en torno a su muerte y posterior sepelio el 28 de marzo de 1942 en la Prisión Reformatorio de Adultos de Alicante incluye “unos hechos tergiversados, amañados e inventados por los propios amigos del poeta que ‘dicen’ le acompañaron en sus últimas horas”, y que  deberán ser revisados, rectificados y puestos al día en sus biografías, después de que el investigador leonés afincado en México, Santos Escarabajal, ha desmontado por primera vez documentalmente tales versiones sobre los días finales de un hombre al que la hagiografía le hizo tener dos muertes y un solo destino, el nicho 1.009 del cementerio de Alicante, y cuya integridad y firmes convicciones estaban por encima de los intereses de familiares, amigos, sacerdotes, vicarios y personas afectas al régimen, que intentaron por todos los medios que se retractase de sus escritos, incluidos los del poder de la mitra, que no consiguió doblegar la voluntad del moribundo, aunque muchos, tras su deceso, intentaron cambiar la historia, incluida su esposa Josefina Manresa, que alteró los hechos de su “casamiento obligado, in artículo mortis”, sólo por evitarse problemas con el que sería desde 1944 a 1970 obispo de León, Luís Almarcha Hernández, con el fin de tratar de obtener un precario medio de subsistencia para ella y su hijito Manuel Miguel, algo que no conseguiría jamás, dada la inflexible decisión tomada por Almarcha (autor intelectual de la muerte del poeta, al que dejó perecer en la cárcel para ejemplo y escarmiento de los seguidores de conciencia republicana) de no prestarle ayuda si no era a cambio de retirar las ediciones de sus poemas en América. El vicario Almarcha y la Falange de Orihuela se complotarían para sentenciar y fusilar allí a Miguel Hernández en el otoño de 1939, saliéndose con la suya, aunque más tarde y de otro modo, aquel sacerdote, y luego obispo de la sede leonesa, que ya había delatado durante los cinco meses de agosto a diciembre de 1936 en Alicante a las autoridades republicanas a algunos otros clérigos que serían por ello asesinados. 

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Los comienzos de la Azucarera bañezana.- 

     La proliferación de azucareras a finales del siglo XIX y principios del XX se produjo tras la pérdida de Cuba y la prohibición de exportar azúcar a España desde la isla caribeña impuesta por los Estados Unidos, y así en el periodo comprendido entre 1882 y 1960 se construyeron un total de 91 plantas azucareras (entre ellas la de Veguellina de Órbigo, en 1898), de las que apenas quedan hoy docena, una de las cuales es todavía la situada en La Bañeza.

    La Sociedad General Azucarera de España nace en julio de 1903 por la necesidad de regular la que ya entonces se entendía excesiva cantidad de fábricas existentes en el país. En 1911, por la fusión de Azucarera del Jalón (constituida en 1904) y la primitiva Compañía de Industrias Agrícolas (creada en 1910) surge la nueva Compañía de Industrias Agrícolas. Aquella primera Sociedad General y esta conforman en 1931 la entidad Azucarera de La Bañeza, S.A., aunque apenas cuatro años más tarde la sociedad bañezana pasa a ser propiedad de la última compañía y se convierte en su filial.

    La fábrica de azúcar de La Bañeza inició su construcción a finales de 1930, curiosamente en el prolegómeno de la primera gran crisis del cultivo de la remolacha azucarera y de la industria del azúcar por causa de haberse construido hasta entonces más factorías de las necesarias para el abastecimiento del consumo y de la exportación, realizada por la compañía de construcción e infraestructuras Cubiertas y Tejados (fundada en 1916) en el tiempo record de diez meses. Su primera campaña de molienda fue la de 1931-1932. La prensa local glosaba las grandes ventajas que su instalación reportaría a la comarca, conseguida merced a las facilidades que tanto el ayuntamiento como los particulares dueños de los solares destinados a ella brindaron para su asentamiento, que constituyó el motor económico e industrial de crecimiento y de progreso de la ciudad y su área de influencia, y el estímulo y el dinamismo a cuyo ritmo se avecindaron catalanes, aragoneses y andaluces (principalmente) con sus nuevos modos de trabajo y sus ideas de progreso, y a cuya sombra surgían, ya cuando se construía, nuevos barrios o se levantaban nuevas casas en zonas como la Cuesta de Santa Marina, conocida coma la Barriada de El Polvorín. Con la Azucarera comenzó una nueva etapa de desarrollo. Al calor de su actividad surgieron talleres mecánicos y eléctricos, transportes, fondas y otras ocupaciones y labores que hicieron que en unos años el número de habitantes de la ciudad se duplicara. 

    Llegar a aquella realidad comportó recorrer un camino largo y no siempre sencillo: la Cámara Oficial de Industria y Comercio de León cooperó (su delegación de La Bañeza estaba aún sin constituir “por falta de unanimidad y solidaridad profesional” en mayo de 1933) a favorecer los trabajos preparatorios de su instalación, y sin duda lo hicieron también las actuaciones de la Unión Regional de Remolacheros y de la Federación Católica Agraria de León, y llamadas como la que desde el acto de divulgación social agraria en el Teatro Seoanez de La Bañeza el 22 de diciembre de 1929 hacía la Junta Local Remolachera y Narciso Asensio Asensio, labrador bañezano y vocal de aquella Unión (socialista, al menos unos años después), “a los cultivadores de remolacha y a todos los agricultores en general a conseguir el mayor fruto en un asunto que tanto les interesa”, cuando la ciudad había crecido y faltaba ya donde y en que ganarse el pan de cada día, pasando el obrero y el jornalero del campo semanas y meses enteros sin trabajo y sujetos cuando trabajaban a los salarios de hambre que pagaban los caciques y quienes con ellos detentaban el monopolio de sus medios de supervivencia, ayunando el trabajador y el campesino sin tierra propia ni arrendada mucho más de lo que su condición de cristiano le exigía; y ayunaban con él sus hijos, su mujer, y sus ancianos padres (diría Ernesto Méndez Luengo años más tarde).

    A final de enero de 1930 se creaba la Comisión arbitral azucarera de la sexta Región, correspondiente a León y con residencia en Astorga, para dirimir contiendas y coordinar intereses entre los productores de remolacha y las empresas azucareras, y de ella, entre otros, forman parte los abogados Juan Espeso González, vicepresidente, y Julio Fernández y Fernández Núñez, secretario, ambos de La Bañeza, y el clérigo astorgano Pedro Martínez Juárez, como cultivador. El último, natural de Villoria de Órbigo, sería diputado por la CEDA en las elecciones de noviembre de 1933 y de febrero de 1936, y gran favorecedor de los agricultores de la zona y de sus economías con sus intervenciones parlamentarias para sacar adelante en 1935 la Ley remolachera, que incorporaba en el establecimiento del precio del tubérculo el factor de su riqueza en azúcar. En septiembre de aquel año existe ya un Jurado Mixto Azucarero asentado en Astorga, a cuyo presidente se remite el día 11 un oficio diligenciado por el director de la Azucarera bañezana.

    De aquel recorrido nos ilustran tanto las actas de las sesiones que la corporación bañezana entonces realizaba, como las noticias locales que reseñaba el semanario La Opinión en aquel tiempo:

    El 10 de noviembre de 1930 acuerda el consistorio en pleno “enajenar cuatro fincas rústicas (las llevaba en arriendo Nazario de la Fuente Monje) a favor de la Compañía de Industrias Agrícolas, enclavadas entre las que tal sociedad adquiere para construir una fábrica azucarera, cuyos beneficios en pro de la ciudad y la comarca son incalculables, así como prestarle desde la alcaldía todas las facilidades posibles para que sin dificultad ni dilación alguna se implante en este término tan beneficiosa mejora”. Parecidas facilidades brindaron los vecinos, y en especial Catalina Fernández-Llamazares (debía de poseer aquí más terrenos, pues ya en febrero de 1929 se le había expropiado alguno para la construcción de la carretera de Alija), de Madrid, descendiente de la emprendedora mujer leonesa igualmente nombrada, pionera en negocios de banca y otros, y Pablo Herrero, comerciante de Astorga, proveedor que había sido de la madera utilizada en las obras del palacio episcopal y tesorero en 1928 de la Federación Católica Agraria astorgana, y a unos y a otros manifiesta su agradecimiento la corporación.

Guardias de Asalto con una pancarta reivindicativa arrebatada a obreros madrileños en 1932. >>>>

    En la sesión del 27 del mismo mes se alude a lo provechoso de la instalación de la factoría en cuanto solución a la crisis de trabajo; a las entregas de los cultivadores de remolacha de sus cosechas exentas de turno y con ahorro de transporte, y al aumento de la hacienda municipal por los tributos de consumos, y se concretan las ventajas ofrecidas en la extracción de piedra y arena de las canteras y terrenos comunales sin exacción alguna y sin arbitrios de ningún tipo por edificación o establecimiento industrial. Se ceden además para los usos de la fábrica las aguas que desde tiempo inmemorial se toman del Duerna por el reguero de la Parra, en Sacaojos, y por los cauces concejiles desde el 9 de septiembre al 30 de abril, en que no son utilizadas para riegos. Las cinco fincas enajenadas se venden a la compañía al precio de 600 pesetas la hemina de regadío, y al de 100 la parte del terreno comunal de la Vega de Arriba sito entre la carretera Madrid-Coruña y la Zaya de los Molinos, respetando lo concedido anteriormente al Patronato de Turismo para la construcción del Albergue. Tales concesiones y ventas no comprometen el crédito municipal, cuyo estado es floreciente, se dice, máxime si la prosperidad de la ciudad y del ayuntamiento ha de ser favorecida con la instalación de esta industria, “lo que justifica sobradamente el bajo precio señalado”.

    Así que, según sigue contando Ernesto Méndez Luengo, cierto día llegaron unos ingenieros que portaban planos y aparatos de topografía; dijeron que iban a montar una fábrica azucarera y que esto supondría trabajo y pan para todos. Cercaron el trozo de vega más rico y comenzaron su construcción con mano de obra casi regalada. Cuando terminaron las obras, todos los obreros quedaron en la calle, con excepción de un puñado de albañiles y mecánicos incorporados eventualmente a la plantilla de la empresa. Para cubrir el resto de la nómina y los puestos mejor remunerados, el trust azucarero envió personal propio de otras regiones, principalmente de Aragón y Andalucía. 

    El 19 de febrero de 1931 “se concede a la Sociedad Anónima Azucarera de La Bañeza (de la que son accionistas los catalanes señores Suñol y Carner, y gerente el señor Bordás) “el derecho a pasar las aguas residuales de la fabricación por el plantel del Duerna, en una faja de dos metros de anchura y de la longitud precisa para el desagüe”. La transformación de la remolacha en azúcar se habrá de conseguir mediante la corriente suministrada por Hidroeléctrica del Eria procedente de su salto de Morla de la Valdería. El 17 de agosto de 1936 los sublevados de la Junta de Defensa Nacional de España incautarán provisionalmente la factoría bañezana y las demás de la sociedad Industrias Agrícolas de la zona rebelde (las azucareras de Santa Eulalia del Campo, en Teruel; Épila, en Zaragoza, y Alfaro, en Logroño), por entenderla opuesta al interés general de la nación, sin que ello afectara al funcionamiento de la empresa y a su ritmo productivo, precipitada medida que se rectificará el 7 de noviembre quedando tan solo referida a lo que en la compañía corresponde a tres concretos socios, entre los que se hallan José Suñol Casanovas y Jaime Carner Romeo, y por lo que hacía a La Bañeza, en torno al día 25 de aquel mes el delegado militar en la Azucarera visitaba en la Casa Consistorial a Inocencio Santos Vidales, entonces alcalde bañezano. 

     Volviendo a 1931, un mes antes de aquella concesión municipal, el 18 de enero, Vicente Fernández Alonso trata en La Opinión sobre el inesperado cuento de hadas que el asentamiento de La Azucarera viene a suponer para La Bañeza, saluda y agradece a quienes se hallan ya aquí, “catalanizándonos en el campo y en la ciudad, en las costumbres y en los métodos de trabajo”, y apremia la solución de los tres urgentísimos problemas del agua, las escuelas y las comunicaciones, volviendo a pedir ahora más que nunca el ferrocarril León-Braganza, y que a ningún pueblo del partido le falte carretera. Precisamente en los cruces de éstas y en los de caminos se preveía entonces instalar básculas, situándose algunas para autocamiones en Alija de los Melones, Quintana del Marco, Destriana y Posada de la Valduerna, para dar las mayores facilidades a los cosecheros de remolacha y para el avance de nuestra agricultura, según se afirmaba en El Diario de León.  

    Y el progreso de la ciudad y la comarca: “ni un solo obrero sin trabajo durante el largo invierno. Jornales más elevados que mejoraban la situación de la clase trabajadora. Cientos de obreros de otros lugares que aquí ganaban su jornal y que aquí dejaban, si no todo, parte de él, y como consecuencia hoteles, fondas, casas de huéspedes, posadas y hasta casas particulares aumentando sus ingresos al dar alojamiento y comida a cientos de personas, cafés llenos y comercio animado en todos los aspectos…”, este era el panorama bañezano que mostraba La Opinión el 20 de septiembre de 1931.

    Otra es la visión de Ernesto Méndez Luengo: don Julio, el director de la fábrica, no reconocía trabas a su ilimitada y despótica autoridad; su voluntad prevalecía siempre, por encima de toda consideración, y hasta por encima de la Ley a veces. En octubre autorizaba cada año la admisión temporal de treinta o cuarenta obreros para realizar la campaña de recepción y tratamiento de la remolacha, que duraba tres o cuatro meses como mucho; al cabo de este tiempo volvían los obreros a enfrentarse con la triste y descorazonadora perspectiva de otros ocho meses de hambre segura para ellos y para sus familias. Ante tan negro y desesperanzador panorama, los obreros y los jornaleros del campo (sin trabajo la mayor parte del año) decidieron agruparse para defenderse de la egoísta, caprichosa y omnímoda voluntad del déspota, organizando huelgas para exigir la admisión de mayor número de trabajadores, único recurso para aliviar en algo el cada día más angustioso problema del desempleo, y para defender a los braceros de la inhumana tacañería y rapacidad de sus amos.

    Quien durante largos años dirigió la factoría (con férrea mano) apenas se mezclaba, él y su familia, con la sociedad bañezana (según nos manifestaban en mayo de 2009 Alejandro Latorre –trabajó allí desde 1934 a 1948- y Julita Martínez  Flórez, hija de Modesto Martínez Castillo, que fue durante muchos años encargado), y así, después de que su esposa tuviera algún desencuentro con el rector de la parroquia de Santa María, en cuya iglesia asistía a misa diariamente, pagó la restauración del templo de San Mamés, que continuó frecuentando también a diario. Tampoco sus hijos hacían mucha vida social en La Bañeza: disponían de institutrices y no asistían a escuelas ni colegios bañezanos, sino que eran educados por profesores particulares (Julio Fernández de la Poza y Ángel Riesco Carbajo entre ellos) que acudían en un continuo ir y venir a la casa familiar traídos y llevados por el chofer en el coche del director don Julio, unos dispendios y un exclusivo y elevado modo de vida que algo pudiera haber tenido que ver con hechos como que en aquella fábrica no se respetaran categorías profesionales ni clasificaciones laborales (especialistas mecánicos torneros y fresadores como Alejandro Latorre eran clasificados y percibían sueldos de peón, nos dice), o como los amargamente descubiertos por algunos trabajadores al momento de su jubilación de haber sido mantenidos a lo largo de su vida laboral sin cotizar por sus derechos sociales, pues solo se había declarado una “cartilla” de la Seguridad Social por cada cinco o seis empleados.

    Se da al menos en los inicios de su construcción un alto índice de accidentes de trabajo: en los primeros días de enero de 1931, hasta el 16, se producen 6 distintos accidentes, que se comunican desde el ayuntamiento, como siempre se hacía, al gobierno civil de León. En marzo se cursan altas y bajas por tales contingencias, entre otros, de los obreros Eugenio Carnicero Alonso, Valentín Fernández González, y Braulio Pérez Pérez, y en abril de Irineo de Jesús Pereira. Durante los meses de su edificación son excepcionalmente abundantes las obligadas certificaciones de altas y bajas comunicadas desde la alcaldía bañezana al gobernador civil, y tan frecuentes las incidencias en las labores realizadas que al principio de agosto de 1931 se llegó a requerir a la Inspección Provincial de Trabajo “la constitución de uno de los vocales de la delegación local del Consejo del Trabajo como inspector de andamiajes”, y a nombrar desde dicha entidad municipal encargada de hacer cumplir las leyes sociales existentes la comisión inspectora formada por José Perandones Cabo y Tomás Miranda Gervasi. 

    Proseguía el montaje de la fábrica, bajo la supervisión de Julio Hernández Ortega (natural de Motril, en Granada), ingeniero Jefe de construcciones primero y nombrado director en julio de 1931, y a finales de febrero se produce una huelga o paro parcial entre los obreros que trabajaban en el mismo, la primera producida en la ciudad, por despido ilegal y reclamando aumento de jornales, según se dice en La Opinión del 1 de marzo. En El Diario de León se indica días antes que se entablan negociaciones para solucionarla, y que se desenvuelve pacíficamente, “aunque hay elementos que tratan de envenenar la cuestión”.

<<<   La Azucarera en los años 60.

    A mitad de aquel mes de marzo 16 familias (una de ellas pudo haber sido la andaluza de Pedro Rodríguez Pozos –“el Marqués”-, asentada en San Mamés) que habían venido para emplearse transportando (de sol a sol y por 4 pesetas de jornal) con recuas de burros los materiales para las obras (cantos de río que en grandes serones a lomo de los animales de carga llevan desde aquel hasta las obras) han sido despedidas y se encuentran en condiciones tan precarias que no disponen de medios para reintegrarse a sus hogares respectivos y viven del humanitarismo de algunos vecinos que les prestan sus apoyos, por lo que desde el mismo semanario quien firma El Alguacil Corchuelo (José Marcos de Segovia) solicita para ellas el amparo de las autoridades. Seguramente en la situación que dio lugar a aquella huelga se trató de intervenir o mediar desde la Sociedad Obrera bañezana (que ya en octubre de 1929 había solicitado al consistorio el cumplimiento de las leyes de reformas sociales) y a través de la corporación, a cuyo presidente se le oficia el día 21 de febrero por el ayuntamiento lo que parece ser respuesta de la empresa: que ”la Azucarera no tiene inconveniente en tratar con sus obreros, no con obreros ajenos a la obra”. Otros conflictos y huelgas se vivirían en la factoría aquellos años, al menos la de mayo de 1936 y la que a finales del mismo mes de 1933 derivaba en paro de toda la construcción y en prolongada huelga general en La Bañeza.

    En junio de 1931 era Administrador Prudencio Cuadro, de Tudela (Navarra), y a mitad de septiembre, con más de media construcción ya realizada, del gobierno civil llegaba la resolución del ya republicano ministerio de Gobernación sobre el expediente de enajenación de fincas municipales a la Azucarera, autorizando solo la venta mediante subasta pública (adjudicada el 18 de mayo de 1932 a la propia empresa, único postor), y no por gestión directa, como se había realizado, lo que no fue óbice para que a primeros de noviembre se contemplara el inicio de la campaña de molienda y la alcaldía bañezana gestionara con la Compañía Azucarera “sean en ella admitidos los obreros parados de la localidad, en justa compensación a las facilidades que se le han prestado y se le prestan”. Por entonces se crea la sección bañezana del Sindicato Nacional Azucarero, afecto a la UGT, que en marzo de 1936 se dotaría de una Caja de Socorros con cuyos fondos algunos trabajadores de la factoría (represaliados ellos mismos también) pretenderán ayudar a las familias de los encarcelados en el Depósito Municipal en los ya aciagos tiempos de los inicios de agosto de aquel año, cuando la represión de los alzados alcance a tantos de sus empleados. 

    Trabajaron en la construcción de la bañezana fábrica de azúcar numerosos vecinos de la ciudad y de sus pueblos aledaños, y algunos de ellos continuaron haciéndolo después como asalariados de la misma, fijos “de año”, o discontinuos en las sucesivas campañas de molienda remolachera, aunque una buena parte de quienes la pusieron en pie procedía de allende nuestra tierra: de Aragón (Épila o Caspe), Andalucía o Cataluña, también de Madrid y otros lugares (9 albañiles de Pontevedra se hospedan en julio de 1931 en la Casa de Huéspedes de Aquilino González Santos, y a finales de enero de 1932 se comunica al Consulado Alemán para las provincias de Asturias y León que el súbdito alemán Federico Liller trabaja en esta ciudad –de técnico en el montaje de la fábrica de azúcar, seguramente- y su jornal diario es de 11 pesetas), y algunos de aquellos que aquí se desplazaron, solos o con sus familias, terminaron asentados entre nosotros y originando en algún caso sagas familiares asociadas a la actividad azucarera y a los territorios de su procedencia, conocidos algunos como “el Catalán”, “el Vasco”, o “los Maños”.

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Concejales elegidos sustituidos por gestores impuestos.- (Alcaldes republicanos V)

     El día 6 de octubre de 1934, estallado ya el anunciado movimiento revolucionario en Asturias y en otras zonas del país, y declarada la huelga general en La Bañeza, llegaba del gobernador civil aviso telegráfico que ordenaba cesar como alcalde accidental al concejal socialista y primer teniente Ángel González González (sustituía al titular, Juan Espeso González, de permiso desde el 17 de septiembre), destituyéndolo quizá también como edil, pues ya ni siquiera como tal asiste a los siguientes plenos celebrados antes de que la corporación elegida el 31 de mayo de 1931 sea suspendida el día 15 de aquel mes.

    A las nueve de la noche de aquella fecha, previa citación del comandante del puesto de la Guardia Civil, el cabo Pedro Lagarejo Villar, y por orden del gobernador, se reúnen en la Casa Consistorial parte de los concejales separados y salientes y las personas designadas como concejales interinos para sustituirlos: Julio Fernández de la Poza (industrial), como alcalde, y como regidores Conrado Blanco León (industrial), Tomás Pérez Benito, Gumersindo Fernández Astorga (tratante de ganados), Julio Fernández y Fernández Núñez (abogado; ya había sido alcalde en 1912 y en 1914-1915, y diputado provincial en 1923-1924 y 1930-1931), César Seoanez Romero (labrador –uno de los mayores contribuyentes por rústica- y concejal en la última corporación de la dictadura; sería uno de los 24 derechistas detenidos en la madrugada del 20 de julio de 1936 por su adhesión a los golpistas), José Perandones Cabo (industrial), Luís Domínguez García, Martiniano Pérez Arias (médico; alcalde de 1918 a 1920; en la primavera de 1936 figurará como uno de los falangistas bañezanos), Servando Juárez Prieto (maestro), Severino Hernández Canelas (industrial), y Ceferino Martín Martín (industrial, alcalde en 1917), a los que el cabo de la benemérita da posesión de sus cargos, que aceptan pacíficamente y sin reclamación alguna, acatando todos, los nuevos y los cesados (incluido Ángel González, que asiste a la sesión), las órdenes de la superioridad. De ellos, el designado alcalde, Julio Fernández de la Poza, era propietario-director de Reclamos de la Poza (“Representación en Londres, casa central en España, en La Bañeza; concesionario exclusivo de las principales novedades de propaganda y reclamo de Inglaterra, Alemania, Francia, Bélgica, Austria, Italia y Estados Unidos de Norte América”, proclamaban sus anuncios. Solía surtirse de productos también en Leipzig, Alemania). Tomás Pérez Benito, de 39 años, figuraba como dependiente de comercio, seguramente en el de tejidos de su hermano Patricio (de 48 años) en la Plaza de Fray Diego Alonso o en el propio, heredado de su madre, viuda de Tomás Pérez García, en la calle de Pérez Crespo.

    Mediante la monárquica Ley municipal de 1877 y previa investigación gubernativa (lo que no se hizo tras las decisivas elecciones de 1931), fueron sustituidas en todos o en la mayoría de los ayuntamientos las corporaciones y los concejales socialistas por otras y otros de matiz republicano radical y por militantes de Acción Popular, y en esta situación se llegará hasta febrero de 1936, en que tras las elecciones generales serán rehabilitados los ayuntamientos de elección popular de 1931. También fueron sustituidos los ediles socialistas en la corporación de Astorga.

    Se constituyó después en La Bañeza la nueva corporación, presidida por el alcalde designado y con Ceferino Martín como primer teniente de alcalde; César Seoanez como segundo, y José Perandones como regidor síndico. El único propósito que la anima es el beneficio de los intereses morales y materiales de la ciudad, alejados de toda bandería política, dirá el rector municipal en un bando el día 17, en el que explica que el concejal Ceferino Martín intentó renunciar al cargo, y advertido de la obligación de obedecer órdenes del mando, solamente por acatamiento a la autoridad y teniendo en cuenta las actuales circunstancias lo acepta, pero reservándose el derecho de renunciar en el momento oportuno, alegando motivos que a su juicio le relevan de tal obligación. A Julio Fernández y Fernández Núñez, que no acudió a aquel pleno y que aún no ha aceptado la designación gubernativa, se le remite oficio, según acuerdo de la corporación en el de aquella fecha (a propuesta de Ceferino Martín) “rogándole acepte el cargo de concejal designado, por estimar necesaria y útil su valiosa colaboración, máxime en las circunstancias que actualmente atraviesan España y esta ciudad”, ruego que no tendrá en cuenta, pues se notificará en la sesión del 22 de octubre que se ha ratificado en su rechazo al nombramiento. Al edil Conrado Blanco León se le hace saber que ha de optar entre este cargo y el de fiscal municipal (en el que cesará), pues ambos son incompatibles. 

    Se forman en el pleno del día 17 las comisiones municipales, de Obras, Hacienda, Mercados, Beneficencia, Cementerio, Matadero, Música, Luz, y Policía Rural. De la comisión especial de Aguas forman parte los ediles Martín, Seoanez, Pérez Arias, Hernández y Perandones, y se designa al regidor Juárez Prieto vocal representante del ayuntamiento en el Consejo local de Primera Enseñanza. Se resuelve también que los serenos presten individualmente su servicio y no por parejas, como se venía haciendo. 

    Siendo facultativo de la corporación la elección de alcalde-presidente, se procede en la sesión del día 22 a elegirlo por votación entre los concejales designados, presidiendo la misma el de más edad, Servando Juárez Prieto, y resultando elegido Julio Fernández de la Poza con nueve votos y uno en blanco (no asistía por causa justificada el corporativo Pérez Arias). Una gestora municipal integrada por pudientes (industriales muchos de ellos), radicales lerrouxistas correligionarios de Herminio Fernández de la Poza (seguramente algunos más de los que como Ceferino Martín –y el alcalde, hermano del exdiputado- sabemos con certeza que lo eran), y en su totalidad gentes de orden, hasta el punto de que ya en 1939 el ahora regidor Julio Fernández de la Poza volvía a serlo y disponía de capacidad para interceder aminorando la represión destinada a algún desafecto bañezano, como será el caso del joven socialista Gabriel González González, a quien, de no mediar su intercesión, por su posición y trayectoria en la guerra civil recién finalizada le hubieran correspondido mayores represalias (según él mismo nos contaba en noviembre del año 2007).

    Aquel ayuntamiento, que se pretende alejado de la política (aunque algunos de sus gestores, allegados y mentores llegaran a ser represaliados políticamente por el franquismo), parece especialmente preocupado por lo administrativo y por la mera gestión de los asuntos municipales (como otros entonces designados: al de Valladolid “exhorta el gobernador civil a que dentro del Consistorio no se hable de política, dedicando su energía y entusiasmo a la administración”).

La renuncia de los gestores gubernativos.-

    Antes de comenzar el despacho del orden del día en el pleno bañezano del 18 de diciembre de aquel año 1934 manifiesta el alcalde en nombre de todos los concejales que “en virtud de las circunstancias políticas del momento (se había producido cambio de gobierno el día 14, el primero de Portela Valladares después de la crisis acontecida el día 9 en el tercero radical-cedista y segundo encabezado por Joaquín Chapaprieta) concreta su pensamiento y el de todos proponiendo que se deben de poner a disposición del gobernador civil sus cargos de gestores, sin que ello signifique protesta alguna contra el ejecutivo constituido” (en el que se había dejado fuera a los representantes de la CEDA), proposición que todos aprueban por unanimidad, acordando que así se transmita a la autoridad provincial, lo que se hará aquel mismo día (el 22 se le remite la relación de los gestores con sus respectivas filiaciones políticas). El edil Martiniano Pérez Arias dirige unas palabras de despedida y gratitud a sus compañeros, en especial al presidente (“un ejemplo de rectitud y probidad como no se han conocido muchos en estas latitudes municipales”, dice), con los que en la gestora ha marchado en todo al unísono, y anuncia que se retira de su puesto. El regidor Ceferino Martín se adhiere a lo expuesto por Pérez Arias, y él y el alcalde le ruegan que continúe y espere hasta la admisión de la renuncia por el gobernador, que debió de admitírsela esta vez, aunque parece que solamente a él (la tercera que se producía, de las cuatro pretendidas a lo largo del mandato), pues no concurre a ninguna más de las sesiones que aquella gestora municipal celebra hasta ser sustituida el 21 de febrero de 1936 por la corporación electa en mayo de 1931 y destituida al inicio de octubre de 1934.

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La unificación de las juventudes marxistas leonesas.-

    Ya en el número del semanario socialista astorgano El Combate del 17 de enero de 1936, recién iniciada su segunda época después de ser retirado tras octubre de 1934, se publica una carta de adhesión a la reaparecida publicación fechada el día 12 y firmada desde la prisión de Santocildes por las Juventudes Socialista y Comunista unidas, por Nicolás Antón por las primeras e Indalecio Vallejo por las segundas, jóvenes socialistas y comunistas presos que hacen fervientes votos por la unidad del proletariado español de todos los matices en alianzas obreras a las que desde el semanario prestan todo su apoyo.

    El primero de abril se fusionaban las juventudes socialistas y comunistas (sus militancias se habían incrementado desde el triunfo en las urnas de febrero, aunque no se unificarían ahora sus respectivas milicias), dando lugar a la conjunta Juventud Socialista Unificada (JSU), aunque tal unificación no debió de hacerse efectiva en lugares como La Bañeza o Jiménez de Jamuz y los restantes de la comarca bañezana donde los jóvenes socialistas eran abrumadoramente mayoritarios y la existencia de comunistas (jóvenes y mayores) era mínima o inexistente. No hallamos, de hecho, en ninguna de las localidades de las tierras bañezanas referencia alguna a la existencia en el periodo republicano de Juventudes Comunistas ni de la fusionada JSU. “En La Bañeza se intentó la unificación de ambas Juventudes en la JSU, pero no se llegó a producir, ya que casi no había comunistas; había dos o tres del POUM. Anarquistas había varios, pocos también, donde más en el pueblo de Sacaojos, de la CNT. En La Bañeza el grueso de la militancia política pertenecía al socialismo: en la Agrupación Socialista y en las Juventudes Socialistas; después estaban los republicanos: Izquierda Republicana, Unión Republicana…”, nos decía Gabriel González González, antiguo joven socialista, el 2 de noviembre de 2007. Parece que en Astorga si se produjo la fusión, pues al menos en los decisivos días de la sublevación militar del mes de julio se llamará desde las Juventudes Socialistas Unificadas de la ciudad a trabajadores y jóvenes a oponerse a ella “con las armas en la mano”. La unificación, a la que se habían opuesto desde algunos sectores socialistas y que alarmaría a algunos dirigentes por lo que pudiera representar de pérdida de la entidad de sus Juventudes (con 200.000 afiliados) en la línea política comunista de la organización unificada (cuando la Juventud Comunista no llegaba a los 50.000 miembros), vendría a depender de lo que en cada lugar se decidiera, pues aunque realizarla se había acordado en un Congreso nacional, exigía confirmación regional y local para hacerla efectiva.

    El día 7 de abril de 1936 informaba La Democracia de que próximamente se realizará en la capital un acto parecido al hace poco celebrado en Sama de Langreo, en el que sellarán los lazos de unión las Juventudes Socialistas y las Comunistas de León (después sería retrasado), y de que “hoy comienzan en la Casa del Pueblo las relaciones entre los diferentes directivos de las dos Juventudes”. El 18 se constituye el comité provincial para su unificación, preparando en breve un congreso del mismo ámbito en el que se acuerde aquella, y se prevé el 21 celebrar el día 25 una reunión conjunta en la que, ya unificadas, se elegirá también conjuntamente al nuevo comité (formado por cinco miembros socialistas y dos comunistas), y la aparición el 30 de abril del semanario Iskra, órgano de las juventudes comunistas y socialistas (la JSU) de León, dirigido por el joven tipógrafo Fernando Blanco Sandoval (del comité provincial de las Juventudes Socialistas), una publicación que “propugnará y luchará por la más cordial unificación marxista y que se colocará en la avanzada del proletariado”, y en cuyo primer número publicaban artículos Teresa Monge Melcón, Elisa Risco, Lucrecia de la Cal, Alfredo Nistal Martínez y Francisco Valverde Álvarez. El último, de San Adrián del Valle, no figura en los censos de represaliados leoneses tras la sublevación, por lo que pudo haber formado parte del grupo de los tres paseados de aquel pueblo en otro cercano, recogidos por sus familiares y llevados a San Adrián, donde después de realizarles la autopsia fueron enterrados en la parte civil de su cementerio (aunque de los testimonios que allí hemos recogido no queda del todo claro si aquellos tres asesinados eran vecinos del lugar o de otro próximo).

    La Juventud Socialista Unificada de León (que llegaría a contar con más de medio millar de afiliados en la provincia) celebraba el 13 de mayo una junta general, para entre otras cuestiones nombrar delegados al pleno provincial, y convoca el 27 a su sección de Pioneros Rojos en la Casa del Pueblo para acometer una asamblea de unificación dos días después. El 3 de junio, a las siete de la tarde, realizaría la suya la Juventud Socialista Femenina Unificada.

<<< Desfile de milicias izquierdistas en León en la primavera de 1936.

    El acto público previsto en abril se celebraba en la Plaza Mayor de León el 17 de mayo, organizado por las ya unificadas juventudes socialistas y comunistas, una concentración provincial a la que acudieron numerosos mineros de Laciana y de otras zonas. Hasta la plaza fueron desde la Casa del Pueblo en formación y uniformados, llevando en primer lugar un grupo de niños de las escuelas seguido por otro de mujeres, a continuación las Juventudes de León y por último las de los pueblos de la provincia, que acudieron a la manifestación “portando banderas y estandartes rojos con letreros. Iban por la calle con el puño en alto, pidiendo la cabeza de Lerroux y de Gil Robles, y dando gritos de UHP y vivas a Rusia, al comunismo y a la revolución social y otros parecidos”. Se reunieron unas 2.000 personas entre manifestantes (unos 700) y curiosos, hablando varios jóvenes desde los balcones del consistorio, instalándose a última hora un altavoz y arengando Amor, de Asturias (se trataría de Amor Nuño Pérez, de Cudillero, de 22 años, entonces secretario de la madrileña Federación Local de Sociedades Obreras; sería fusilado en las tapias del Cementerio del Este el 17 de Julio de 1940), que elogió la revolución de octubre y animó a los jóvenes socialistas, comunistas y libertarios a unirse para dar la batalla a la burguesía y al capitalismo. Terminado el acto, los manifestantes se dirigieron a la Casa del Pueblo en el mismo orden. Aprobaron unas conclusiones, pidiendo entre otras cosas la dimisión del gobernador civil de la provincia (según lo narraba al día siguiente El Diario de León). 

    En la anunciada concentración de las masas juveniles marxistas que sellará definitivamente los lazos de unión entre los jóvenes socialistas y comunistas de esta provincia se realizará el desfile ordenado de nuestras fuerzas hacia el gran mitin de la Plaza Mayor (decía La Democracia), en el que se verían camisas rojas y camisas azules (y también rojas-azules de la fusión, aunque cada organización de las dos unificadas conservó su uniforme tradicional: camisa azul con la hoz y el martillo y las siglas JC cosidas la juventud comunista, y camisa roja con las iniciales JS la socialista), y al que a pesar de la lluvia llegaron muchos jóvenes de lugares como La Bañeza, Veguellina y otros, predominando las mujeres. “La unión juvenil que se celebra será precursora de la unidad del resto del proletariado, con la que conquistaremos rápidamente el poder para la clase trabajadora”. Por tal unidad había trabajado intensamente la joven Isabel Domínguez Vázquez, desde la capital, en la que entonces residía, y con parecida entrega a la desplegada unos años antes en Astorga, donde había sido maestra y delegada en la socialista Federación de Trabajadores de la Enseñanza (FETE), cuando en octubre de 1932 impartía algunas de las conferencias (“misas laicas”, las llamaban) que se celebraban en la Casa del Pueblo los domingos a media mañana en el otoño aquellos años. 

    Tres semanas más tarde, el 7 de junio, por la mañana y en el Teatro Principal, se realizaba otro mitin en León, en pro de la sustitución de la enseñanza religiosa y organizado por la sección leonesa de la Asociación de Trabajadores de la Enseñanza y por la Asociación de Maestros del Plan de 1914, del que el vespertino católico dirá haber sido un fracaso; “unas 300 personas pasaron por la Plaza de Santo Domingo en dirección al gobierno civil”. El resto de los asistentes al Teatro (todas las localidades estaban ocupadas) no se sumaron a la manifestación, la mayoría curiosos que iban a ver lo que decían los diputados que no vinieron. Si estuvo el catedrático de historia de la Normal de Palencia, Daniel González Linacero (muy conocido entre un grupo de cursillistas a los que viene cada semana a dar conferencias varios días en una academia según se dice dirigida por su hermano Manuel, Inspector de Primera Enseñanza). Habló primero Gómez Morán, y después una joven por las juventudes marxistas unificadas, que ofreció el apoyo a los maestros. Linacero pidió que cesen en la enseñanza los religiosos, y a los maestros que trabajen para eliminar de sus puestos a sus compañeros de carrera que hacen labor contra la República. En las conclusiones piden, además del fin de la enseñanza religiosa, que se incaute el Estado de los edificios en los que se imparte, y que se aumente el número de plazas para los cursillos” (de acceso al Magisterio, cuyos exámenes estaban convocados en León para iniciarse a primeros de julio).

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Algunos notables bañezanos del siglo XIX.

    En 1836 había nacido en La Bañeza, de modesta familia, Vicente González Ugidos, quien por su propio esfuerzo se hizo krausista y abogado de amplia y fructífera carrera profesional y política, ostentando numerosos y destacados cargos, tres veces diputado (progresista radical) por el distrito -en 1872 la primera-, académico de varias Corporaciones, gobernador civil de Orense, concejal en 1879, y alcalde bañezano cuya gestión, como antes la de su padre (el antiguo guerrillero Juan Antonio González Menéndez), resultó muy elogiada. Y en 1846 veía la luz también en La Bañeza Mariano Santos Pinela, años más tarde figura relevante del republicanismo nacional, maestro y doctor en Derecho con prestigioso bufete en Madrid, en cuyo distrito de Universidad presidió por mucho tiempo el comité del Partido Posibilista, formación que pretendía la implantación progresiva de concepciones políticas y sociales marcadamente republicanas, campo en el que desde diversas manifestaciones (también desde la dirección de la Unión Republicana) siempre militó el egregio bañezano, consagrado a los ideales de la democracia desde todos los vastos y elevados frutos de su corazón e inteligencia, incluida su participación en la sublevación de los sargentos del madrileño Cuartel de San Gil el 22 de junio de 1866 contra Isabel II bajo los auspicios de los partidos Progresista y Democrático para derribar la monarquía, lo que le propició no pocas persecuciones y quebrantos.

    Otros ilustres bañezanos anteriores al siglo XX fueron Laureano Casado Mata, nacido en 1853, doctor en Derecho y diputado provincial por el Partido Conservador, gobernador civil de diferentes provincias en diversas ocasiones (de Guipúzcoa de 1876 a 1881 para ejecutar la supresión de los fueros vascos decidida por Cánovas del Castillo), y representante en Cortes por La Bañeza varias veces (lo era en 1886, según el periódico leonés El Campeón, que lo tilda de romerista –de Francisco Romero Robledo-), y José Fernández Núñez (Musier, según otras fuentes), que nació en 1859 y fue abogado y pasante de Francisco Silvela, jurisconsulto y académico, además de escritor en la prensa madrileña y en la leonesa, vocal de la Junta local de Instrucción Primaria y de la provincial de Instrucción Pública, diputado provincial, y Abogado de Beneficencia del partido bañezano.

    En 1876, en La Bañeza un independiente e hijo del país, y conservador como él, Fausto Miranda, derrota a un político de la talla del cunero malagueño Francisco Romero Robledo (conocido entonces, por su sibaritismo, como “el Pollo de Antequera”), lo que vuelve a ocurrir en las elecciones generales de abril de 1879, en las que lo bate el liberal fusionista (cercano al republicanismo) e intendente militar Emilio Pérez Villanueva. En las municipales de 1881 los republicanos leoneses salen de su forzado retraimiento y consiguen el triunfo completo de su candidatura; desde entonces celebran cada 11 de febrero el aniversario de la Primera República con manifestaciones y actos públicos, y se convierte el republicanismo en León, por el prestigio social de sus reconocidos dirigentes, en la corriente política más dinámica y numerosa de la Restauración.

    El adalid del republicanismo bañezano había sido Menas Alonso Franco, curtidor como su padre Lucas Alonso y natural de Benavente (de la rama de los Alonso asentada en la villa zamorana seguramente desde la común cuna maragata de Santiagomillas que alumbró otros curtidores y también arrieros como el afamado y liberal progresista Santiago Alonso Cordero, diputado a Cortes en varias ocasiones, presidente de la Diputación de Madrid, y sobresaliente en esta capital por sus negocios y su mucha riqueza), avecindado en La Bañeza tras casarse con Victoria Fresno Pérez (estudió en “las Francesas” de Valladolid, y allí residió después de enviudar), hija de Ignacio Fresno Bartolomé y de Rosa Pérez Martínez, y hermana de Ignacio Fresno Pérez, pintor asesinado en París, al que nombraban “Monsieur Fresno”. Aquel progresista, fallecido en 1912, rigió la alcaldía de la entonces villa bañezana en 1870 y de nuevo a la altura de 1888; procedía, como González Ugidos e Ildefonso Blanco, del Partido Radical, y propiciaría y apoyaría en León en 1897 la Fusión Republicana por la que abogaron Gumersindo de Azcárate y Menéndez Pallarés.

    La ideología liberal y republicana de quien devino ilustre bañezano se propagó a su descendencia, arraigando en sus hijos y en sus nietos y nietas, algunos de los cuales fueron duramente represaliados en 1936 por ella, con cárcel en unos casos, y con su asesinato en el de María Alonso Ruiz, activista política y presidenta entonces en La Bañeza de Unión Republicana, el partido del leonés y no menos republicano Félix Gordón Ordás. Menas y Victoria fueron los padres de Aurora y de Lucas Alonso Fresno, a su vez padre de María (el abuelo de su madre, María Ruiz García, era un vasco asentado aquí después de venir de profesor para El Estudio). El primer Menas habría sido hijo o sobrino del cura administrador de la capilla bañezana de San Antonio, y presentado como hijo o nieto de su hermano.

    En 1886 después del triunfo en León de la candidatura del republicano Gumersindo de Azcárate, que obtiene un escaño en las elecciones generales recién celebradas, los republicanos quieren dar un impulso a su partido en toda la provincia, y por él se constituye el Comité republicano de La Bañeza, al que respectivamente representan entonces en León y Madrid Antonio Arriola y Ruíz Chamorro, y del que forman aquí parte Ángel Vázquez Sánchez (presidente), Juan Santos Romero, el médico Gaspar Yébenes Ruiz, Felipe Ferrero Santos, Gaspar Palau, Antonio Cabo de las Heras, Leoncio Álvarez Fernández, Francisco Ruiz Soto, Silverio Nistal, Antonio Longoria, Severiano Santos Fraile, Gregorio Álvarez y José Meoro Villasol.

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Dulzuras y amargores del Bar Azucarero.-

    En enero de 1933 se requería desde el consistorio bañezano a David González Manjarín (en junio formaría parte del Jurado Mixto de Industrias Hosteleras de León), cursado aviso de la Sociedad General de Autores de España (representada en la capital desde el inicio de noviembre del año anterior por Pedro Fernández-Llamazares Escobar) tras la denuncia interpuesta por el músico Odón Alonso González, para que suspenda toda ejecución de obras musicales en público en el Café de camareras que regentaba en el extrarradio (Bar Azucarero se llamaba), en el camino de los Molinos, en las inmediaciones de la fábrica de azúcar, cuyo poco ejemplar funcionamiento merecería la reprobación de algunos concejales en el pleno del 15 de febrero y que se acuerde informarse “para evitar muchos abusos”, para terminar siendo denunciado el 23 de mayo ante el juzgado de Instrucción, inspeccionado sanitariamente para certificar su idoneidad el 30 de agosto, y requerido a su cierre el 9 de diciembre quien era ya su dueño, Francisco Alonso Prieto, después de haberlo comprado al anterior (deducimos de las insistentes reclamaciones que por entonces se le hacen desde la Oficina Liquidadora de Derechos Reales de Astorga para que abone lo que en concepto de aranceles de compra-venta adeuda).

    En la última fecha (según los informes que obran en la alcaldía, procedentes de los policías y serenos) “se venía ejerciendo en aquel establecimiento descaradamente la prostitución clandestina con varias mujeres que se suceden destinadas a este tráfico, del que su dueño hace su medio de vida, y que además de ser un delito perjudica a la salud pública del vecindario”, y en el que se producían altercados como el promovido en la noche del cinco al seis de noviembre por un parroquiano portugués al agredir a una mujer, de Ponferrada, de las siete que allí se encontraban, y otras incidencias comentadas por algunos jóvenes de los que acuden al lugar, en el que “mantener trato carnal cuesta dos duros” y dilapidan algunos en aquel comercio y en francachelas sus dineros debiendo ser en alguna ocasión rescatados en lamentable estado de embriaguez para sus casas por aquellos mismos atareados serenos que informaban (como sucedía a primeros de diciembre ante la petición de ayuda que les hace C. T. F., de 20 años, dependiente del comercio de Cástor Soto de las Heras, para recoger de aquel establecimiento a su tío A. F. M.).

    Por el daño causado, sanitario y moral, por la corrupción de las costumbres, y por el grave escándalo y los disgustos familiares ocasionados, el alcalde clausura entonces provisionalmente el local y ordena el 6 de enero de 1934 su cierre definitivo (que el día 14 seguía sin acatarse), para desestimarle el 14 de febrero su petición de reapertura al titular. Aquel mismo Bar Azucarero será regentado a la altura de julio de 1936 por Tomás Martínez Prieto, de Santibañez de Vidriales, regresado unos años antes de la emigración en Argentina (en torno al inicio de 1934; su hijo Mateo Martínez Villalba figura en el padrón de 1935 como nacido en abril de 1933 en el país andino, en Santiago del Estero) y desposado con la bañezana Modesta Macías Castro (residían en la bañezana Avenida de Pablo Iglesias). El negocio era para entonces, además de un local mitad lupanar y mitad tasca, lugar que frecuentaban los trabajadores de la cercana Azucarera Bañezana, y por causa de una pelea o discusión habida allí entre falangistas y obreros de la fábrica en los primeros días después de haber sido tomada La Bañeza por los sublevados contra la República, de aquel bar será sacado para el martirio en una cuneta su dueño el 27 de julio para ser seguramente el primero de la larga lista de los que a partir de aquella fecha serían en la ciudad y en la comarca paseados y desaparecidos (en su caso, a la edad de 29 años y en las cercanías de Castrocalbón), víctimas de la extensa y mortal represión perpetrada por los esbirros de Falange y quienes los dirijan.

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Azul, revista semanal sobre arte, literatura, agricultura y feminismo.-

    El 8 de agosto de 1920 se publicaba el primer número de la bañezana revista semanal Azul, que salía los domingos y trataba sobre “arte, literatura, agricultura y feminismo”. Aparecieron al menos 22 números, hasta enero de 1921, y en ella escribían Pelayo Loydi, en cuya imprenta primero y después en la de su viuda se elaboraba, y Menas Alonso Llamas, que colaboraba además en el periódico madrileño El Redentor con sus columnas de crítica literaria y teatral. Fue su director Antonio García, casi en todo su recorrido, sustituido por Pelayo Loydi el 10 de enero de 1921.

    También se ocupaba de la vida local, y en el número 7, del 25 de septiembre de 1920, de denunciar como en La Bañeza tiene la prensa importancia nula (a pesar de tanta como se publica) pues “ni se la escucha ni se la atiende, desde la alcaldía -que ostenta entonces el militar retirado Ildefonso Abastas Prieto, capitán  honorífico de Infantería y Administrador Subalterno de la Compañía Arrendataria de Tabacos- cuando desde esta publicación se han señalado abusos y desmanes que continúan produciéndose acaso con más despreocupación y más cinismo” en un ayuntamiento al que se ha tachado de “inactivo, abandonado y falto de interés por el pueblo”. Se inquiere desde sus páginas por los enojos municipales entre los regidores actuales y los anteriores por causa de las cuentas y del estado de las arcas, una situación que fue frecuente también en otros ayuntamientos de la zona en estos años y en los que siguieron, al igual que las reclamaciones por estos motivos de las corporaciones entrantes a las salientes, y las peticiones de cuentas, pocas veces presentadas, y de devoluciones  de fondos, también escasamente atendidas.

    En el del 24 de octubre del mismo año se propone por el maestro Alfredo González Santos con ocasión de la celebración de la Fiesta de la Raza que se establezca para los educandos bañezanos la mutualidad escolar, una en cada una de las dos escuelas, como obra de previsión y sociedad infantil de socorros mutuos, de ahorro, de seguro de dote y ante la enfermedad y el fallecimiento, y de “pensión de retiro para la vejez”, al tiempo que les facilita medios para disfrutar de cantina escolar, ropero y colonias escolares de verano. En aquellas mutualidades, nacidas con el siglo de la preocupación social de la maestra leonesa Faustina Álvarez, “buenas, en grado superlativo, por los medios de que se valen y los fines que se proponen”, se pagaba una cuota de entrada de una peseta, y 50 céntimos al mes, cobrando el mutualista 15 pesetas por un mes de enfermedad (la mitad de lo aportado en cinco años), y desde los 65 de edad se percibía la jubilación, pues, como señalaba la maestra, “debemos prevenirnos contra una vejez miserable que nos lleve a pedir limosna” (mediante la limosna como único recurso pretendían aún remediar su miserable vejez algunos de los abundantes pobres que hasta los pasados años sesenta recorrían nuestros pueblos).

    Por la sección de “Ecos y Noticias” nos enteramos de que Salvador Fernández se ocupa desde su peluquería de las suscripciones y la corresponsalía de las publicaciones El Sol, El Día, El Debate, El Imparcial, La Correspondencia de España, El Universo, Heraldo de Madrid, Mundo Gráfico, La Esfera, y Nuevo Mundo, una muy nutrida representación de los medios de aquel momento (de algunos de ellos las había ejercido el tipógrafo socialista Ramón Santos Prada años antes, y junto a Menas Alonso Llamas lo haría de otros en los venideros María Alonso Ruiz, primogénita de una familia de añejos y arraigados ideales republicanos). También se informa del ofrecimiento de alguna “ama de cría de 20 años con leche fresca, para criar en casa de sus padres”; del nombramiento de forense en La Bañeza de Benigno Velázquez, médico ejerciente en San Cristóbal de la Polantera; del matrimonio de quien sería después por largos años secretario del ayuntamiento de Santa Elena de Jamuz, Pedro del Palacio (llegaría a ser en él, en marzo de 1938, Jefe Local de Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S.), con Amparo Díez Moro, “una señorita muy ‘enseñoritá’ de La Bañeza”; de que Servando Juárez Prieto era entonces el director del Colegio del Niño Jesús, o de la publicación en el BOP de la disposición del ministerio de Trabajo para la elección de vocales de las clases obrera y patronal para integrar el Instituto de Reformas Sociales, autorizando a las mujeres a ser electoras y elegibles, noticia que suponemos especialmente grata a la revista, dada su inclinación al feminismo.   

    Interesantes e ilustrativos nos parecen también algunos de los anuncios que se incluyen en todas las publicaciones bañezanas de la época. Por los de ésta sabemos que el médico-dentista J. Alija Rodríguez, establecido en San Esteban de Nogales (y en Puente Domingo Flórez en julio de 1921, según ejemplar de El Sorbete), atiende en La Bañeza en su Gabinete Dental de la calle Marqués de Cubas, y de la existencia en la ciudad de la Academia Politécnica, Colegio de Primera y Segunda Enseñanza incorporado al Instituto General y Técnico de León y subvencionado por el ayuntamiento bañezano, de cuyo cuadro de profesores para el curso 1920-1921 forman parte Magdalena Rollán como directora, y el sacerdote Lucas Castrillo Martínez como director espiritual, además de los hermanos María e Hilario Escudero Fernández como respectivos directora de alumnas y secretario y profesor; otros enseñantes son José María Arrojo, Pedro Marcos, Ernesto H. Lietrisch, Ventura García Becerril, y Benigno Reyero. Admite alumnos de ambos sexos, convenientemente separados, internos, mediopensionistas, vigilados, y externos. Imparte estudios de primaria, bachillerato, magisterio, comercio, idiomas (Francés, Inglés y Alemán), y otros, y sus tarifas mensuales varían entre 5 y 50 pesetas según los estudios, y según la modalidad de alojamiento entre las 125 pesetas de la Pensión completa de 1ª con la enseñanza, a las 15 de los Vigilados sin merienda.      

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Un fugaz parlamentario leonesista, y el regionalismo excluyente del Catecismo.-

    En las elecciones a Cortes Constituyentes del 28 de junio de 1931 se presenta como regionalista independiente por León, como leonesista, Francisco Molleda Garcés, “conservador bugallalista hasta hace poco” e hijo de quien había sido jefe de los conservadores de la provincia desde hacía 30 años, Antonio Molleda Melcón. Obtuvo 17.230 votos, pero este único diputado nacional leonesista de la historia no consiguió refrendar su acta, no llegó a serlo, apartado de una Cámara en la que estaba llamado a compartir escaño con los representantes de los entonces incipientes regionalismos catalán, vasco y gallego, porque la Comisión de Actas del Congreso lo incapacita para ello por incompatibilidad para el cargo, debido probablemente a que a sus múltiples empleos (vocal en la Diputación provincial y Juez municipal, entre otros) sumaba el de abogado del Estado, sin que de nada sirviera su protesta alegando las incompatibilidades de otros diputados que, al contrario, no fueron apartados. Lo sustituyó el bañezano Herminio Fernández de la Poza, candidato que, sin alcanzar los votos necesarios, se había presentado en aquellas elecciones por el Partido Republicano Radical de Lerroux. Sobre tal sustitución planeó la sombra de la supuesta masonería a la que después se acusó de pertenecer al bañezano, en un Parlamento que contó con un significativo número de diputados masones repartidos entre todas las adscripciones ideológicas. 

    En 1931, en la Revista del Clero Leonés Eugenio Merino escribirá sobre una autonomía leonesa-castellana que defienda los intereses agrícolas, y J. González lo hace “sobre los fundamentos históricos del regionalismo leonés”. Ese mismo año Bravo Guarida (que ya había protagonizado en 1919 y 1922 unas avanzadas proclamaciones leonesistas) establece el Curso de Estudios Leoneses, y desde primeros de diciembre de 1931 a principios de enero de 1932 aparece en El Diario de León el documento por entregas titulado Catecismo regionalista castellano-leonés, obra del párroco F. Gómez Campos (que rechaza el matrimonio civil y demás aspectos del Estado laico recogidos en la Constitución aprobada días antes), y cuyos postulados, opuestos por igual al nacionalismo separatista y al federalismo y tendentes a una autonomía con fuerte impronta católica y tradicional, se acercan a los del carlista tradicionalista Vázquez de Mella: integración de la unidad de Castilla-León; Santander como salida natural de Castilla al mar; la Cuenca del Duero base del territorio regional, y el proyecto estatutario salvaguarda y mantenedor de la unidad y la soberanía nacional, todo ello dentro de los marcos del “regionalismo sano”.

    El autor, oculto bajo aquel seudónimo pero en realidad el clérigo Eugenio Merino Movilla, rector entonces del Seminario de Valderas y destacado referente en labores histórico-arqueológicas en la región terracampina y en el ámbito del catolicismo social y obrero, propugnaba (en una pretensión que entonces fue un fracaso) la creación de un partido regionalista que luche por alcanzar las aspiraciones diferenciadoras y que amparase esencias e instituciones propias como las del Concejo y las Cortes, además de los aspectos económicos, y señala los deberes del buen regionalista (…depurar los municipios de banderías necias y de caciques vividores; …defender los derechos y justas reivindicaciones de las clases, y más de las humildes; …practicar la solidaridad mutua entre familias, vecinos, pueblos y comarcas,…) para la consecución de un regionalismo guiado por “los mejores castellanos, los habitantes de los pueblos”, y para alcanzar el ente asociado, único y de conjunto de Castilla y León, “cuya savia y sangre han de ser la Fe y la Religión”, y del que excluye a los ateos y a los socialistas.  

    El 28 de diciembre de 1931 se reúne en Cacabelos una asamblea de alcaldes de la provincia para tratar sobre la formación de un Estatuto Leonés. Se nombró una comisión (formada por los de Cacabelos, Mansilla, Renuedo de Valdetuejar, Villamañán y Santa María del Páramo, y presidida por el secretario de Pola de Gordón, señor Micó) para enviar a los demás ayuntamientos la ponencia presentada allí para su estudio, y redactar un reglamento para su discusión. Se convocó una nueva asamblea para, estudiado el asunto, discutirlo con detenimiento.

<<<< Ceremonia de Las Cabezadas. Años 20. (Fotografía firmada por Gracia)

  En 1932 la Diputación de León tratará de hacer un estatuto leonés contando con los representantes en Cortes y los ayuntamientos de la provincia, y Acción Agraria Leonesa celebra una asamblea en la que define su ideario como “agrario y leonesista” y su programa autonomista, regionalista y leonesista, que persigue una autonomía basada en la personalidad leonesa, con una Diputación y unos municipios leoneses autónomos, éstos “con la institución del Concejo abierto en la plenitud de su organización y funciones, sustituyendo en muchos casos a los artificiosos ayuntamientos existentes”, con “legislación y ejecución sólo para la esfera regional en materia de régimen administrativo y Hacienda autónoma a base de un concierto económico periódicamente revisable”. En septiembre del mismo año las Cortes aprueban el Estatuto de Cataluña; la reacción anticatalana se generaliza en todo el país, y las inquietudes castellano-leonesas, apoyadas por un sector importante de la opinión pública, se canalizan hacia la consecución del Estatuto de autonomía como solución al problema regional, impedido una vez más por el triunfo de la derecha en las elecciones de noviembre de 1933. Antes, el líder de Acción Agraria Leonesa, Antonio Álvarez Robles, lanza desde El Diario de León un proyecto que busca primordialmente objetivos económicos y potenciar la identidad cultural de la provincia, afirmando y desarrollando los valores culturales que se convertirán en 1933 en la corriente del “leonesismo cultural”.

    En el segundo bienio republicano refluyeron las exaltaciones regionalistas del primero, con una mayoría parlamentaria de derechas obstructora del autonomismo y un gobierno que lo frenaba en Cataluña e impedía otros intentos periféricos, y en León ya desde finales de 1932 comienza a imponerse la que devendrá mayoritaria posición de esperar el momento para reclamar una prudente autonomía regionalista (contrapuesta al separatismo y al nacionalismo), sin hacer más desde la izquierda que observar el curso de los procesos que otros habían ya iniciado, mientras que los conservadores aspirantes a dirigir el leonesismo optaban por aguardar reforzando sus desdibujados trazos y diluida personalidad regional, y “tiempo habrá de formar el estatuto y de pedir la autonomía, si se ve que por el camino de los catalanes se puede llegar a alguna parte, …en tanto se estudia, se forma y vigoriza la conciencia regional”, y a ello ajustaron sus iniciativas algunas de las fuerzas vivas y culturales leonesas como el Grupo de Tradiciones Leonesas, que rescataría ceremonias como las del Foro u Oferta (las Cabezadas) y las Cantaderas, en las que la participación municipal era temporalmente suspendida por el ayuntamiento en aplicación de las leyes de laicismo, y organizará veladas en el claustro catedralicio, conmemoraciones y conferencias, y celebraciones como la del Día del Libro Leonés, todas con el apoyo de la Diputación provincial.

    La actividad regionalista y el leonesismo cultural resurgen y se animan en 1934 después del acceso al poder de los radicales y hasta los sucesos de octubre, que bloquearon una vez más el proceso regional español. En 1935 la derecha (que aún respeta al régimen republicano) se manifiesta opuesta a los nacionalismos pero partidaria de una descentralización del Estado a través de la articulación autónoma de las regiones mientras ello no afecte a la soberanía nacional, lo que, junto a la inútil polémica con Castilla, frenarán aquel resurgimiento.  

    Por lo que hace a la provincia leonesa, donde ya Fernando Merino, conde de Sagasta, había representado una aspiración leonesista, más o menos hábil o discretamente llevada, contra la aspiración o realidad centralista encarnada por los políticos datistas o garcíaprietistas, una de las características distintivas, no obstante, del regionalismo leonesista, del leonesismo cuyas raíces e impulso se hunden en el siglo XIX, frente al castellano-leonés fue la distinta relación que uno y otro tuvieron frente a las reivindicaciones autonómicas catalanas: Cuando en diciembre de 1918 se redacta por los representantes de las diputaciones de Castilla y de León en Burgos un documento de oposición al nacionalismo catalán, el ayuntamiento de León con su alcalde socialista Miguel Castaño al frente rechazará tales acuerdos y se manifiesta favorable a las pretensiones catalanas a la vez que reclama una amplia descentralización para municipios y provincias.

    (Ya en el periodo revolucionario, de 1869 a 1873, los federalistas pretendieron una descentralización del país en contraposición al religioso y tradicional arcaicismo carlista de los fueros. La Primera República recogió en su proyecto de Constitución federal del 17 de julio de 1873 la pretensión de crear un único Estado federado -dentro de los 15 proyectados- de once provincias en el valle del Duero español que además hubiera comprendido las de Logroño y Santander, como pocos años antes habían propugnado para Castilla la Vieja desde Valladolid en el Pacto Federal Castellano. Aquel proyecto será contestado por los republicanos leoneses de manera contundente, y a la Asamblea Constituyente llegó en agosto de 1873 desde la comisión de la Diputación provincial de León -integrada por el secretario y cinco diputados, todos monárquicos- y apoyada por el ayuntamiento de La Bañeza y otros como los de Valencia de Don Juan y Riaño, una petición de su modificación que permitiera a la provincia formar un Estado propio dentro de la República Federal Española. El fin del breve régimen republicano, a principios de 1874, dio al traste con una y otra iniciativa.)

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Nuevos y viejos tiempos a finales de los años veinte.-

    En menos de un cuarto de siglo La Bañeza se había transformado: se edificaron más de setenta casas “a la moderna”, cuando cuarenta o cincuenta años antes en la Plaza Mayor cantaban las ranas en los charcos y las calles se llenaban de fango con montones de barro en los que se jugaba al finchote (lodos y barrizales se mantendrían aún por largos años). Ha aumentado la riqueza y mejorado la vida, y lucen el nuevo reloj de tres esferas del ayuntamiento, los cafés, y los comercios con toda clase de géneros, como la botica de Alberto de Mata, el de De la Fuente, o la confitería de Baudilio decorada en jaspe y bronce, de mejor calidad los de tejidos que los lienzos caseros y las telas burdas hiladas por los innumerables tejedores que eran su principal industria y que exponía antaño la tienda de don Matías, la de mayor postín, hoy solo usadas para quilmas y cuyo mercado surte de sobra un solo tejedor, la familia Mantecón, restos de una industria tan floreciente antes.

    Las agradables comodidades se han ido imponiendo: la luz eléctrica (que en parte se ha democratizado), la calefacción por radiadores, el encerado higiénico de los pisos, los techos rasos, los inodoros, las ollas-exprés, y otros muchos adelantos del hogar…; claro que todo ello desde la óptica acomodada y pudiente del bañezano Menas Alonso Llamas, cuya familia ya se había permitido antes el nada abundante privilegio de que aquél disfrutara de las clases particulares de idiomas que Monsieur Vión le impartía en su propio  domicilio. 

    Con el bienestar y el progreso de la ciudad contrasta la existencia en los pueblos comarcanos  (como en la provincia y el país) de supersticiones y creencias en sabios y curanderos y de un mercado de cédulas contra brujas y demonios (incluso algún ilustrado va en 1922 a la famosa sabia, según El Sorbete del 21 de mayo de aquel año). A las aldeas llega también ya la electricidad (no a todas, como tampoco a algunos barrios y pedanías bañezanas), y los jergones de muelle y las habitaciones tabladas a las casas, de tapial la mayoría y encaladas en torno a los huecos de puertas y ventanas; se come mejor, se vive con más holgura y menos trabajos que hace treinta o cuarenta años, cuando los aldeanos desconocían casi por completo los lechos mullidos y se alimentaban con patatas, nabos y tocino y con pan de centeno en hogazas amasadas en casa y vino que solo bebían los padres, en viviendas sin ventilación ni luz, con habitaciones de húmedo suelo, sin entarimar ni a veces empedrar, alumbradas por candil y en las que dormían hacinadas personas y animales…; y esto por la Ribera; en la Valdería y en el valle del Jamuz, a pesar de cogerse el mejor lino del partido, las viviendas eran aún peores, las familias más entrampadas, y la miseria más desastrosa (y por el estilo en el resto de la provincia).

La Bañeza en fiestas. >>>>

    Parece que empiezan una nueva vida, después de que han vivido hasta ahora con una centuria o más de retraso, pero las costumbres son aún las de hace siglos: bailes, romerías, cánticos, rezos, bodas, rondas, muertes,… y las ideas. Todos creyentes, cristianos observantes de los ritos y preceptos y obedientes al cura, y en un alto porcentaje en estado salvaje, unos pueblos odiándose a los otros como kábilas, la mocedad acometiéndose llevados del fanatismo y la incultura; analfabetos los más, la educación del hogar (el trato paterno) desastrosa y bárbara, a base de mucho genio y mucho palo, utensilio que falta en pocas casas y abunda en las escuelas y las catequesis para educar según la máxima “la letra con sangre entra”, en unos tiempos en los que había ya Sociedades Protectoras de Animales y se daban Reales Órdenes para que los pinchos de las ijadas no martirizasen a los bueyes.

    Las consecuencias: así educados, el fruto tenía que ser duro, doloroso, soez y bárbaro, embistiéndose por cualquier insignificancia con toda clase de armas dando lugar a crímenes monstruosos recogidos en los informes de la Audiencia, y eso que León figura a la cola de las estadísticas de criminalidad, apartada la provincia de los odios de las pasadas guerras civiles y menos sometida al hambre, aunque hubiera miseria. También choca el incipiente progreso que se va abriendo paso con costumbres como la antigua de fajar a las criaturas, que causa en los niños enfermedades del pecho e indebido desarrollo, o el escaso uso de los platos, a los que sustituye la comida en la común tartera (exponía el erudito autor de Vendimiario). 

    En agosto de 1928 y 1929, con motivo de las fiestas patronales y emulando tal vez a la Internacional de Barcelona e Iberoamericana de Sevilla del segundo de los años, se realizaron en el ayuntamiento la Primera Exposición Regional Bañezana, y en las aulas de la Escuela Villa la Segunda, muestras generosas ambas de los productos industriales y agrícolas de la comarca y de su elaboración, cultivo y manufacturado. En el mismo mes de 1929 se presentó en el Teatro Seoanez la Masa Coral e Instrumental Bañezana (conjunción entonces de la primitiva Masa Coral de 1923 y la pequeña Orquesta formada por algunos de sus alumnos), dirigida por su creador, Odón Alonso González, cosechando con sus interpretaciones un notable éxito, similar al obtenido el 28 de septiembre de 1930 en el Teatro Bembibre de la localidad berciana deleitando a su público con diversas piezas musicales de intenso sabor bañezano. El 6 de octubre estaba prevista la celebración de una novillada, que no tuvo lugar por no haber ultimado el señor Trocedio Aragón Maroto, empresario de negocios cinematográficos y del ruedo taurino (lo había sido también durante años del Teatro Municipal, y era arrendatario del Seoanez), el contrato con el diestro ”Rodalito” (ya había actuado aquí como novillero, “con lisonjero éxito”, los días 13 y 15 de agosto de 1916) llegada la hora señalada; suspendida por ello la corrida e incautados los ingresos de taquilla, se devolvió al público el importe de sus localidades sin que se llegase a registrar desorden alguno, aunque creemos que por ello, y por estafa, llegó a ser condenado por la justicia municipal en 1931 el empresario.

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La Escuela de Artes y Oficios que no tuvo La Bañeza.-

    A pesar de ser León ya desde antiguo una provincia modelo por su alto índice de escolaridad y dotación de escuelas, todavía en el inicio de 1931 la docencia en las tierras bañezanas se hallaría en parecida situación, sino peor, que la que entonces exhibía Grajal de Campos (una villa, al fin, y por ello mejor dotada que la mayoría de los pueblos y pedanías de aquella y las demás comarcas), tan deficitaria como allí nos la presenta el investigador Vicente Martínez Encinas:

Dos escuelas regidas por un maestro y una maestra que, en un local atiborrado, impartían sus clases a ciento cincuenta niños y niñas cada uno, desde la edad de seis años hasta los catorce, teniendo como únicos medios el encerado y la tiza.

El absentismo escolar se producía por la falta de estímulo que provocaba la incultura y, a la vez, por la necesidad de llevar, lo antes posible, el pedazo de pan a la casa poblada de hijos, que consumían vorazmente el jornal mísero y aleatorio, antes de ser ganado.

    El 9 de mayo de aquel año el decreto de libertad de enseñanza religiosa de la nueva República disponía que no será obligatoria en las escuelas primarias ni en ningún centro docente dependiente del Estado, pero los alumnos cuyos padres expresen su deseo de recibirla la obtendrán lo mismo que antes, impartida por el maestro o sacerdote que voluntaria y gratuitamente quiera hacerlo en caso de que para el docente resulte inadecuado o difícil impartirla, y en La Bañeza se facilitó a las familias tal elección “dentro del máximo respeto tanto a los que elijan una opción como la otra y sin diferencia en el resto de las materias del programa ni en las relaciones de camaradería infantil y afecto mutuo entre alumnos y profesorado del centro” decían sus directores al pueblo bañezano en La Opinión del día 1 de junio. El 18 de mayo el director general de Primera Enseñanza indicaba que se atendería a la inmediata creación de 25.000 escuelas, aplicando en ellas un millón de pesetas que se dedicaban a subvencionar a las instituciones particulares de enseñanza (unas de las creadas el 23 de mayo en la provincia son las de Santa María del Páramo). Se procederá después a mejorar a los maestros, cuyo número se aumenta en 5.000, y se establece en 3.000 pesetas su sueldo mínimo.  

     “Urgen escuelas”, decían en La Opinión del 10 de mayo, y en 500 se cifraban las plazas escolares que faltaban en la ciudad, y a conseguirlas instaban al alcalde Félix Cardillo Puerta, a “no consentir que estén los niños abandonados por más tiempo, y a pedir con justicia y energía pan de espíritu para sus conciudadanos”. Se demandaba días más tarde la creación de una Escuela de Artes, Oficios e Industrias, y a tal petición (que está en el ánimo de todo el vecindario de la ciudad e incluso de los pueblos de su comarca) responderá el regidor que es su voluntad y de la Conjunción Republicano-Socialista contar con un centro más general, con enseñanza que incluya el bachiller, en un edificio capaz, sencillo, higiénico, económico y práctico, a construir en un solar municipal de la calle Primo de Rivera (al poco cambiada en avenida Pablo Iglesias), para lo que ha ofrecido su concurso el ingeniero de la Azucarera, Julio Hernández Ortega, y la corporación piedra barata, maderas y dinero, y que permitirá que la clase proletaria pueda dar a sus hijos más educación que la primaria (deficiente también hasta la fecha).

    A la pretensión se adhieren todos los munícipes, y deciden convocar al pueblo para exponerle su propósito y solicitar su cooperación moral y material, lo que hacen el día 28 mediante bando que lo llama a reunirse el siguiente día en el Teatro Pérez Alonso para concretar aquella idea y para que todos prohíjen la creación del centro al que se aspira, “de ineludible necesidad y realizable dentro de nuestras posibilidades”. Con la sala llena de asistentes, se volcaron todas las sociedades (de Labradores, La Caridad, Sociedad Obrera, Patronal, Casino, Círculo Mercantil, Banca, Comercio,…) con entusiasmo en el proyecto y se nombró una comisión de 23 voluntarios bañezanos integrantes de los grupos petitorios que recaudarán fondos para tan noble fin (Elías Falagán Martínez, Vicente González Prieto y su hijo Vicente González Duviz, Santiago Vidales Manjón, Conrado Blanco León y Joaquín Perandones Franco formaban parte de ellos), y se cifró en el 40% de las necesarias las plazas escolares de primaria existentes en la población, acordando tratar de conseguir conjuntamente las dos metas, aunque pasados los años la Memoria municipal de junio de 1939 señalará aún que “se carece de centros de segunda enseñanza, que tan excelente servicio cumplirían si existiesen, y con perjuicio de la instrucción de las clases humildes”.

    En el pleno penúltimo del mes de agosto de 1931, el día 24, se acuerda aportar del Ayuntamiento 100.000 pesetas para la construcción del Colegio de Artes y Oficios, y se informa de la cantidad recaudada de los vecinos para ello (unas 20.000) y del ofrecimiento que de su prestación personal de trabajo ha hecho el proletariado de la ciudad. El bañezano Manuel Fernández y Fernández Núñez informa por carta al Consistorio de la posibilidad de contar en la población con una Escuela Profesional del Trabajo, de orientación y formación profesional, en lugar de las extinguidas de Artes y Oficios, y ofrece su desinteresada ayuda para ello, incluso “dando las conferencias que antes no le permitieron”. Se propone en la sesión del día 31 demoler el Edificio Estudio para construir en su solar escuelas, y se insiste desde La Opinión del 13 de septiembre en la necesidad del nuevo Grupo Escolar. Las nuevas escuelas bañezanas (secciones de graduadas, no unitarias) no estarían dispuestas para iniciar su actividad hasta el comienzo del año 1932, aunque ya a finales de 1931 se dice estar encargados de ellas los actuales maestros, uno por cada dos secciones.

    Fechado en mayo de 1932 es el plano del proyecto de reforma de la casa de doña Josefina Fernández de Mata, que entonces se iniciaba en la calle Nueva, la primera en la que se ocupó de instalar el alumbrado el electricista Elías Falagán Martínez (según nos manifiesta su hija Elvira, aunque creemos que debió de tratarse de la vieja casa familiar, derribada un tiempo antes para construir la nueva en su solar, la que alumbrara Elías, representante en La Bañeza a la altura de 1933 de la Casa Alcón de Valencia de Don Juan, de radio y electricidad, y técnico al servicio de la Hidroeléctrica del Eria, otro más de los bañezanos asesinados por el franquismo en febrero de 1937), que firma el arquitecto Isidoro Saínz Ezquerra y Rozas y visa el Colegio de Arquitectos de León, encargo de variación sobre el original de la segunda planta –destinada al servicio- y producto tal vez de los afanes municipales del verano anterior (ya a estas alturas desinflados) de disponer de un centro de enseñanza que incluyera el bachillerato, y quizá en esta magnífica mansión de la viuda que nunca la habitó se pensara para alojar, después de acondicionada, aquella idea, pues que en el mismo se destinarán a la enseñanza siete aulas y al menos un gabinete de ciencias y otro de física en la “planta de ático” pudieran hacer verosímil esta hipótesis, una pretensión al cabo devenida inviable dados la lentitud y el retraso con los que por diversos avatares avanzaría la construcción de aquella residencia, rematada en 1937 (en 1940 se finaliza la colocación de las vidrieras).

    El esplendido edificio terminaría por ser destinado a aquellos mismos o parecidos menesteres cuando aloje la Biblioteca Municipal que antes y desde 1942 se establece en la Casa Consistorial, y en los años cincuenta y a propuesta del director del Colegio La Bañeza lo adquiera el Ayuntamiento para instalar en el la Academia (sería dirigida por Robustiano Pollán, y en ella impartió clases Hortensia Ladrón de Guevara -doña Hortensia, profesora después en el Instituto-, de la que decía El Adelanto del 22 de febrero de 1936 que “la que fue profesora del Colegio Virgen de la Vega, contrajo matrimonio en Salamanca el día 2 con Luís Rodríguez, alto empleado de la Azucarera de La Bañeza. Fijarán su residencia en Salobreña, Granada”), un centro de enseñanza secundaria y de preparación para el ingreso en las Escuelas de Magisterio y de Comercio allí asentado hasta que en los años sesenta se construya el Instituto de Enseñanza Media (que funcionaría antes como Sección Delegada del de Astorga). La casa de doña Josefina es hoy suntuosa sede del no menos magnífico Museo de las Alhajas.

    Al comenzar octubre de 1933 “el municipio bañezano que tanto alardeó de su cultura y que promovió la creación de una Escuela de Artes y Oficios que quedó en agua de borrajas” (decía El Adelanto), continuaba con las dos escuelas nacionales clausuradas, que lo habían sido en mayo por la inspectora Francisca Bohigas Gavilanes, dado su mal estado desde hacía tiempo y sus inatendidos requerimientos de adecuarlas desde septiembre de 1931, en defensa de los derechos de los 350 niños y niñas que las pueblan, y sin que el Ayuntamiento hubiera realizado las obras convenidas para dotar unas de retretes (con agua corriente y pozo séptico) y eliminar en otras su insalubridad (mientras que si había proveído hacía poco de servicios higiénicos las oficinas del Juzgado).

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El luctuoso eco en León de las armas del Turquesa.-

    Se producía el 12 de septiembre de 1934 el frustrado desembarco de armas del vapor Turquesa en San Esteban de Pravia (Asturias), en el que se incautaron más de mil largas y cortas, 500 fusiles y 50 ametralladoras, y 200.000 cartuchos, un episodio del que informará profusamente El Diario de León aquellas fechas, señalando que “parece que Indalecio Prieto y otros diputados socialistas (se detuvo a dos con armas sin licencia) estuvieron cerca del lugar donde se descubrió el alijo, armamento y municiones que estaban preparados para impedir la asamblea de la Juventud de Acción Popular (JAP) y para el movimiento revolucionario y la huelga general previstos para el sábado y domingo pasados (en el que iba a radicar en Asturias principalmente la fuerza de la resistencia, por ser donde el partido socialista está mejor organizado), no llegando a tiempo. El barco había salido de Cádiz y fue adquirido hacía un mes al diputado a Cortes y jefe de Renovación Española Ramón de Carranza. Las armas venían consignadas para los socialistas, y eran custodiadas por socialistas”.

    Procedían, al parecer, de un depósito que revolucionarios portugueses venían trasladando de un lugar a otro sin encontrar oportunidad de utilizarlo, dicen algunas fuentes, mientras afirman otras que se trataba de un cargamento que el Gobierno de Azaña se había procurado dos años antes como parte de su política intervencionista a favor de los rebeldes izquierdistas contrarios al régimen en el vecino Portugal. Las armas nunca se les entregaron y, finalmente, el comité revolucionario socialista consiguió comprarlas al Consorcio de Industrias Militares a través de intermediarios y fueron transportadas desde un almacén en el sur al Turquesa, que comenzó a descargarlas por la noche en la costa asturiana, hasta que fueron descubiertos por los carabineros, haciéndose de nuevo entonces el navío a la mar con la mayor parte de las armas todavía a bordo y continuando hasta Burdeos, donde el barco y su cargamento fueron confiscados por el cónsul español.

    En La Bañeza el 13 de septiembre, Día del Pimiento, comunicaba la Guardia Civil (según El Diario de León) “haberse armado un gran escándalo y alboroto cuando en el baile del Teatro Seoanez se cruzaron tres disparos (entre elementos socialistas y otros de significación opuesta), siendo detenido en las proximidades del local (de cuyo pavimento se recogieron varias pistolas) un individuo llamado Felipe Pérez Alonso (afiliado ya por entonces a Falange), al cual le fue ocupado un revólver, que dijo haber encontrado en el suelo. Parece ser que el escándalo fue ocasionado, según rumores, por llegar embriagados varios individuos de filiación socialista que discutieron con elementos derechistas”, provocándolos (diría El Adelanto). Será juzgado por el Tribunal de Urgencia, que lo absuelve y lo pone en libertad el 29 de aquel mes. Por otros motivos, la riña por unas jugadas de pelota, agredían el 19 en Santa Elena de Jamuz dos jóvenes a otro, herido con un palo y navaja, siendo apresados los agresores y  puestos a disposición del juzgado por la misma Benemérita.

  <<< Revolucionarios asturianos con armas procedentes del Turquesa en octubre de 1934.

  Se descubría dos días más tarde de aquel incidente bañezano otro gran alijo de armas y explosivos en la Casa del Pueblo de Madrid, que era nuevamente clausurada, a la vez que el Gobierno decidía (a requerimiento del ministro de la Gobernación, quien mantiene en su seno la política de autoridad frente a la línea claudicante de su presidente Ricardo Samper, tan molesta para la CEDA) suspender en adelante toda clase de actos públicos, reuniones, manifestaciones y demás. Nuevos hallazgos de armamento se continuaban produciendo el día 20 en la capital de la nación y en otros lugares, y se detalla en la prensa de derechas el complot sedicioso previsto para aquel mismo día, que disponía, se dice, de listas con personas de derechas que, de triunfar, habrían de ser asesinadas. Lo mismo estaría previsto realizar en Jerez el día 21.  (La versión de las supuestas listas negras de gentes de derechas destinadas a ser asesinadas tras el triunfo de la prevista revolución comunista se pondría también en circulación días después en la revuelta de octubre, y de inmediato tras la sublevación militar de julio de 1936, para justificarla, refutándose tanto la prevenida revolución como las listas hace ya muchos años -Herbert R. Southworth en 1964- por la historiografía como rotundamente falsas.

    El asunto de las armas asturianas iba a llevar el luto y los altercados a León, pues se decía que no todas las desembarcadas habían sido confiscadas, y se buscaba la camioneta y el coche que supuestamente se habían sustraído a la requisa y que las repartían por doquier (a la capital leonesa llegaron entonces, de manera misteriosa, una treintena de fusiles, pertrechos de la guerra del catorce, vendidos por algún truhán a los mandos socialistas y cuyo destino final se desconocería, pues no aparecerán cuando en los días de la sublevación de julio de 1936 los trabajadores pidan armas para oponerse a los alzados, dirá en 1978 Victoriano Crémer). También se rastreaban la noche del sábado 15 de septiembre en un control en la carretera de Madrid entre Arcahueja y Villarente en el que se produjo un muerto y dos heridos (del todo ajenos a los hechos) por los torpes y precipitados disparos de los agentes de la autoridad (pertenecientes al Cuerpo de Seguridad y Asalto) al detener de forma poco ortodoxa (a tiros) en ella a dos vehículos. Hubo el domingo gritos de protesta y puños en alto y vivas a Rusia y a la revolución social y mueras al fascismo en el entierro de la víctima mortal (Maximino Castro, un obrero católico, por lo que los socialistas dejaron a su militancia en libertad de acudir o no a sus funerales), y después del sepelio ante el gobierno civil y el cuartel de la Guardia de Asalto, en la calle Torres de Omaña, para llegar en la mañana del lunes 17 a declararse por las organizaciones obreras afectas a la Casa del Pueblo leonesa una huelga general que duró hasta la del día 18.

    El Gobierno decretaba el estado de alarma el 25 de septiembre (en Asturias se tomaban precauciones enviando tropas de Asalto procedentes de Valladolid y reteniendo en Oviedo al Regimiento que tenía previsto participar en las maniobras militares iniciadas el día 22 en los montes del noroeste leonés) y trataba el 29 de contar con un nuevo gabinete el 2 de octubre, planteando el día 1 la crisis total que ya se anunciaba días antes (el Ejecutivo dimitía al retirarle Gil Robles su confianza); Lerroux era encargado de formarlo de nuevo el día 3, y en la mañana del 4 el presidente de la República acordaba ampliar las consultas a los líderes políticos, divididos ante si disolver o no las Cortes. La composición del nuevo Gabinete desataría la tan previamente anunciada revolución de octubre.

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La reposición del consistorio bañezano electo en 1931.- (Alcaldes republicanos VI)

 Transcurridas las elecciones del 16 de febrero de 1936 con el triunfo del Frente Popular,

en La Bañeza, a las doce horas del día 21, viernes, bajo la presidencia del alcalde Julio Fernández de la Poza se reúne la corporación municipal en sesión extraordinaria convocada para reponer al ayuntamiento destituido en octubre de 1934 en virtud de órdenes recibidas del gobernador civil de la provincia, asistiendo Ceferino Martín Martín, Conrado Blanco León, Gumersindo Fernández Astorga, José Perandones Cabo, Tomás Pérez Benito, y Servando Juárez Prieto, además de los concejales de elección popular que constituían el consistorio a reintegrar: Ángel González González, Isaac Nistal Blanco, Narciso Asensio Asensio, Liberto Díez Pardo, Porfirio González Manjarín, José Santos Pérez, Toribio González Prieto, y David González Moratinos, no asistiendo por ausencia justificada Luís Domínguez García, Severino Hernández Canelas, Juan Espeso González, Manuel Martín Martín, y Joaquín Lombó Pollán.

Se dio lectura a la comunicación del gobernador civil (remitida el día 20 y recibida el 21), que literalmente dice: “El Sr. Ministro de la Gobernación en telegrama circular me dice lo siguiente: En Consejo de Ministros celebrado hoy se ha acordado la inmediata reposición de todos los ayuntamientos que en su totalidad o en parte se hallen actualmente en suspenso gubernativo y lo participo a V.E. para que proceda inmediatamente a la reposición de los de esa provincia que se encuentren en ese caso. Lo que participo a V. para su conocimiento y a fin de que proceda a reponer a ese ayuntamiento en la forma ordenada si se encuentra en las circunstancias a que la orden ministerial hace referencia. León, 20 de febrero de 1936. El Gobernador Civil Luís Pardo Argüello. Señor alcalde del ayuntamiento de La Bañeza”.

Efecto de tal mandato, se repone el ayuntamiento republicano-socialista de elección popular del 31 de mayo de 1931 a todos los efectos legales, tomando posesión de sus cargos quienes lo constituían antes de su sustitución, y como no está presente Juan Espeso González (alcalde en la fecha de la suspensión), se posesiona del suyo de primer teniente de alcalde y de presidente del acto Ángel González González, “quien recibe quieta y pacíficamente las insignias de su cargo”. 

Una imagen de La Bañeza de aquellos tiempos. >>>

El concejal Toribio González Prieto pide en aquel pleno que conste en acta un voto de agradecimiento a la Gestora que cesa, y en especial a su presidente por el alto ejemplo de democracia que han dado en su eficaz actuación. Manifiesta por su parte Ceferino Martín Martín, ahora sustituido, que al ser la quinta vez que ha ocupado estos puestos, a pesar de ser esta la única en que lo hizo sin ser por elección popular, se marcha satisfecho de la armonía y el trabajo que ha existido entre todos, agradeciendo al pueblo su ayuda, y añade que el alto ejemplo dado por esta Gestora de continuar la obra que encontró iniciada al sustituir al ayuntamiento hoy repuesto debe ser seguido para hacer un pueblo grande, que es lo que a todos interesa. Abunda el también cesado Servando Juárez Prieto en la gratitud de la Gestora separada por la confianza que el pueblo le ha prestado y en que espera que esta corporación vendrá animada de continuar la labor iniciada, porque ello repercutirá en beneficio de todos. En la labor que ha de desarrollar este ayuntamiento dice confiar Ángel González, por ser el que tiene la confianza del pueblo, ya que el pueblo fue el que lo eligió y es el pueblo el que de nuevo lo trae, esperando que todos ayuden a que su gestión sea eficaz, tras lo que se acuerda realizar las sesiones ordinarias los lunes en primera convocatoria y los miércoles en segunda, a las siete de la tarde. “Numeroso público acompañó después hasta su casa al alcalde cesado, Julio Fernández de la Poza (noticiaría al día siguiente El Adelanto), lo cual demuestra las grandes simpatías de que gozaba” aquel bañezano emprendedor que ya con unos once años se desplazara a Londres para estudiar allí comercio y fundar aquí después un novedoso negocio de reclamos, que visitaba ferias internacionales como la de Frankfurt, y que hablaba con soltura francés, alemán e inglés, idioma este que practicaba en sus frecuentes charlas con el británico don Eduardo Turrall, el obispo (o pastor) protestante responsable de la capilla evangélica de Jiménez de Jamuz.

A la mitad de septiembre de 1935 había regresado de su viaje por España y el extranjero el alcalde Julio Fernández de la Poza, que en unos días se haría de nuevo cargo de la alcaldía, y a quien el día 18 solicitaban los boticarios fueran provistas las plazas de inspectores farmacéuticos municipales correspondientes al ayuntamiento bañezano. En el pleno del día 25 de aquel mes, que ya presidiría, se acordaba anunciar vacante el cargo de Agente ejecutivo “necesario a la corporación para la cobranza de los impuestos y otros ingresos que no se recaudan en el periodo voluntario”, y también “adquirir una docena de cestas de alambre para ser colocadas en la vía pública (a la casa Riviere y Compañía, de Barcelona, primero media docena a modo de ensayo), para que en ellas puedan depositarse mondas, papeles y otros efectos que se arrojan en el pavimento de las calles, donde tan mal efecto producen, dándoles un aspecto grosero y sucio”. Cuando se coloque aquella “ornamentación moderna de ciudades cultas, atavío industrioso, cestitas de alambre que penden acá y acullá de los postes escogidos cual nido de jilgueros pendientes de la enramada”, se dirá en El Adelanto del 7 de diciembre que “el señor alcalde es muy fino, y que va a Londres muchas veces”, y que se canta la copla que señala que “Bañeza ya no es Bañeza / que es un segundo Madrid / ¿Quién no ha visto en La Bañeza / las cestas del papelín / que mandó el señor alcalde / colocar aquí y allí?…”.

Volviendo a febrero de 1936, a la sesión municipal del día 26 asisten todos los concejales bañezanos menos Manuel Martín Martín. Preside Ángel González como primer teniente de alcalde, que da cuenta de que Juan Espeso González no tomó posesión de la alcaldía fundándose en las razones que expone en el escrito que subscribe, y al que se da lectura, que termina suplicando, “1º, considerarle incorporado a este ayuntamiento como concejal; 2º, estimar por su parte declinado el honor y el cargo de alcalde presidente, y 3º, considerar vacante el cargo y acordar proceder a su provisión en la forma que la Ley dispone”. Se acuerda por unanimidad conforme a dicha súplica, y considerando vacante la alcaldía se procede a la designación de la persona que ha de ocuparla, mediante votación secreta y por papeletas con el resultado de 9 votos a Joaquín Lombó Pollán y 1 para Ángel González, tomando el primero posesión de su cargo quieta y pacíficamente y recibiendo las insignias del mismo, manifestando su sorpresa por la designación, por la que da las gracias a sus compañeros concejales, y dirigiendo un saludo al pueblo bañezano, al que hace constar que “él será alcalde para todos”. Como Lombó Pollán ostentaba el cargo de síndico de la corporación, que queda ahora vacío, se elige a quien ha de sustituirle, Porfirio González Manjarín, con 6 votos, y se decide reorganizar las comisiones municipales, para una mayor eficacia de las mismas, y designar al concejal González Prieto para que en el Consejo local de Primera Enseñanza vuelva a representar al consistorio.

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El Sorbete, semanario cómico-bufo-charlotesco y de temporada.-

     Salió los domingos, desde el 3 de julio al 30 de octubre de 1921 (“hasta que las viñas estén en sazón”, había prometido mantenerse), y desde el 14 de mayo al 4 de junio de 1922 (al menos) en su segunda época. Fue su lema “chirigoteo y guerra al spleen”, y desde su primer número, o “servicio” (que costaba 15 céntimos) añadía en su cabecera “no necesitamos censuradores”. Se editan las ocho páginas con las que sale en Astorga, en la Imprenta y Librería de P. López, y nace, dicen sus redactores (algunos nos son ya conocidos de publicaciones anteriores), “en un rato de buen humor, …para la alegría franca y sana, …desde el humorismo y la sátira que invite a reír, …con nombre tan frigorífico y altisonante, como refrescante y depurativo del ánimo, y para combatir la seriedad y la hipocondría y librar al lector de agrios humores invitándolo a la carcajada libre provocada ya por el fondo de los escritos, ya por la forma, la factura o hechura de los mismos”.

    Ofrecen la empresa creativa y creadora a la mujer (a un cierto tipo o clase de mujer, “…con aficiones a la música, al teatro, a los viajes, al Suchard, a tocar el piano, y a la comunicación telefónica…”), y a ella dedicarán una buena parte de sus trabajos, compuestos por cierto con una muy ornada y cuidada estética y con maneras y artificios que se nos antojan modernistas, y así siembran sus ocho páginas abundantes semblanzas e interviuses a damas y señoritas de las familias más lustrosas y floridas del lugar, y festivas y devotas composiciones en prosa y verso que glosan las galanuras y virtudes de los agraciados jóvenes de uno y otro sexo y con posibles, mezcladas con relatos y creaciones literarias y con algunas (más bien pocas) breves noticias (frívolas y de sociedad, sobre todo) de lo que sucede en la ciudad, acompañadas a veces por ligeras y bienhumoradas críticas (rimadas en ocasiones) ante actuaciones municipales y otros acontecimientos. Las últimas son ahora el principal objeto de nuestro interés.

    Quien firma Nispero va entrevistando en sucesivos números a todo un amplio ramillete de mujeres bañezanas: Ernestina Vigal, Elisita Marqués, Adela de Mata, Milagros Vidal, Conchita Alonso, Antoñita Espeso, Conchita Fernández Núñez, Laura Lombó, Jacinta Fernández López, Tránsito Alonso Llamas, Clarita Espeso, Pilarina Fernández Núñez, y Maruja Lombó.  

    En el número 2, del 10 de julio, se adelanta el “descomunal” programa de las fiestas patronales, y se critica, con fina guasa, el derribo unos meses antes del viejo Teatro, anunciando la irreal inauguración del nuevo el 12 de agosto con la también falsa desmesura de los tres conciertos que en él dará la Banda Municipal de Madrid y la representación por la compañía Guerrero-Mendoza de la comedia El desdén con el desdén. Incluso el título escogido para la obra en la artificial noticia obedece seguramente al deseo de remarcar el descontento de las gentes bañezanas con los regidores que dejaron perecer el antiguo Teatro Municipal sin haber dispuesto otro que lo sustituyera (lo que vino a realizar el privado Teatro Seoanez en 1923), sin el que continúa la ciudad mientras en el consistorio discuten donde asentar otro, y se encuentra aquélla con que, mientras, …no hay coliseo / ni en el sitio viejo / ni en el sitio nuevo..., y por él sigue clamando la pluma de K. Melo en la sección “Con el Acordeón” en el siguiente número, en rima: …y dile a los concejales / que nos hagan un teatro / aunque sea en los arrabales, y en el posterior, del día 24, lo pide Becerril, como necesario recinto para el trato social, la expansión y el lucimiento, y como galantería que la corporación ha de tener con las lindas señoritas bañezanas que quieren que el nuevo teatro, más coquetón y elegante que el ruinoso panerón en que se había convertido el derribado, se construya para pasar más agradablemente las veladas invernales.

    Para las noches de verano, se dirá el 7 de agosto, el alcalde Ildefonso Abastas Prieto (capitán  honorífico de Infantería) ha tenido la idea de celebrar las funciones teatrales en la Plaza Mayor, y así acaba de hacerse sirviendo de camerino la que era inspección de la Guardia de Seguridad, con un aspecto magnífico y semejante al que los caricaturistas describen en sus cuadros de fiestas de villorrios, y con las familias de los barrios acudiendo cargadas de sillas y banquetas; más adelante se celebró alguna sesión de varietés en lo que debieron de ser condiciones parecidas. Se cuenta en aquel número (en un alarde de lo que hoy sería periodismo de investigación) que en La Bañeza se comen anualmente 5.000 burros; que existe un consumo y un matadero clandestino y más de un aprovechado industrial dedicados a tan lucrativa y rigurosamente prohibida industria (solo uno de ellos sacrificó el pasado mes unos 120 pollinos); que todo el mundo lo sabe, y que solo en un barrio se come tan sabroso manjar, que alimenta a muchas familias pobres que con sus miserables peculios no pueden acceder a otras carnes.

    En el número que sale el mismo día de las fiestas patronales se lamentan de que no se honre ese año a la Patrona ni con unos modestísimos festejos: los cohetes, las bombas, los biplanos, los que no son alegres, se dice, desafortunadamente están de trágica actualidad (se acababa de producir en julio, en la guerra de África, el desastre de Annual), y altos deberes de humanidad y patriotismo imponen silencio; …además, desde unos días antes llueve y hace un frío siberiano, y están vacías las arcas municipales…

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La detención de don José Marcos de Segovia en julio de 1933.-

    El recorrido de la Segunda República española había estado hasta mayo de 1933 (y seguiría estando) salpicado de complots de todo signo (y de rumores o sospechas de ellos) de mayor o menor envergadura y de los que con frecuencia aparecían noticias en la prensa, algunos de los cuales, como el que encabezado por Sanjurjo había estallado en agosto de 1932, ya habían tenido algún eco en La Bañeza y su comarca. También otros posteriores lo volverían a tener.

    El general Goded y algunos otros militares habían sido detenidos el día 8 de mayo por estar implicados en una nueva supuesta conjura monárquica, y entre el 19 y el 22 de julio unos 3.000 presuntos fascistas, entre ellos Ramiro Ledesma Ramos y una heterogénea colección de jonsistas, anarquistas, monárquicos, albiñanistas, oficiales retirados y antiguos upetistas de la dictadura, lo eran como integrantes de otro pretendido complot contra la República en el que también participarían al menos una docena pertenecientes a la organización que por entonces trataba de fundar José Antonio Primo de Rivera con el nombre de Movimiento Español Sindicalista (MES), embrión de la futura Falange Española, y en cuya propaganda figuraba como subtítulo Fascismo Español (FE) nombre en principio destinado para la nueva formación.

    En aquella fecha la nota que el gobierno civil de León facilitaba a la prensa señalaba: “Cumpliendo órdenes superiores se ha procedido a clausurar varios centros sindicales, practicándose detenciones, entre las que figuran la del secretario del Ayuntamiento de La Bañeza, don José Marcos, en cuyo domicilio le fueron hallados 40 cartuchos rémington con literatura y el periódico El Fascio. En cumplimiento de aquellas órdenes, todos los detenidos quedan a disposición de la Dirección General de Seguridad (DGS)”. El ABC informaba el 27 de julio: “Detenciones en León. En La Bañeza fue detenido el secretario del Ayuntamiento, don José Marcos. En el Centro Tradicionalista (leonés) se practicaron registros, sin resultado. El día 28 una nueva nota del gobernador dirá: “Habiendo remitido los antecedentes de las detenciones practicadas a la DGS y existiendo tranquilidad absoluta en toda la provincia, han sido puestos en libertad todos los detenidos, sin perjuicio de la  responsabilidad que corresponde determinar a la jurisdicción especial creada para este caso”.

    Extraordinarias precauciones de vigilancia, registros y detenciones, se adoptaban en diversos lugares (Barcelona, Málaga, Jaén, Zaragoza,…), parece ser que ante el temor de un movimiento fascista, aunque también se detuvieran a algunos comunistas y anarquistas. Se reabren en Barcelona el 7 de agosto los centros tradicionalistas y diversos sindicatos clausurados desde el último supuesto complot, dirá El Diario de León, que informaba el 27 de julio de las numerosas detenciones de implicados en un complot fascista realizadas en Valencia y en Granada, donde entre los arrestados hay varios sacerdotes. En Jerez se detuvo a varios sindicalistas y derechistas, además de al director del Diario de Jerez. En Málaga también hay muchos izquierdistas detenidos y han sido clausurados los locales de la CNT y la FAI, y noticiaba el vespertino leonés el 31 que habían sido puestos en libertad la mayoría de los apresados hace unos días por un presunto complot fascista. A la media docena de elementos de aquella ideología que hay en Astorga “la policía no quiso hacerles el honor de detenerlos”, dicen desde el maragato semanario socialista El Combate, añadiendo que se hicieron varios registros (también en el domicilio de un clérigo, significado nacionalista), sin resultado alguno, dándolo mayor en la vecina ciudad de La Bañeza el de la vivienda del secretario de aquel Ayuntamiento, “un dignísimo funcionario de la República que tenía la desfachatez de figurar en todas las asociaciones piadosas creadas con el exclusivo fin de boicotear el régimen”.

    El día 25 de junio había sido levemente herido al salir de un mitin tradicionalista en Zaragoza (de donde era natural y pasaba una temporada) Manuel Mollat (de 25 años), profesor del bañezano Colegio de Padres de Familia, auspiciado y mantenido por la asociación de igual nombre que en La Bañeza preside precisamente José Marcos de Segovia, y sería la apetencia y la línea carlista (asentada en Astorga y que ya transcurriría por las tramas bañezanas del complot de Sanjurjo y por las actividades eclesiales y los semanarios en los que implicados en aquél y en éste comparten tinta y pluma) más que la fascista (creemos) la que aquí pudiera haber urdido los hilos de aquel oscuro complot, incongruente tanto como los cargos que se les hacen a los detenidos, como resaltará al poco en una de sus secciones de El Adelanto don Ángel Riesco Carbajo (firmando K-Vernícola).

    Desconocemos en qué lugar de detención se tuvo recluido a José Marcos de Segovia. En el transcurso de la suya, el 26 de julio, posiblemente en relación con la misma conjura, la Guardia Civil de Valderas y agentes de policía clausuraban en aquella villa el local de la derechista Juventud de Acción Cultural y detenían a los sacerdotes Nemesio García Pérez y Marcelino Macho García (presidente de la JAC), conducidos a la cárcel de Valencia de Don Juan y puestos como aquél a disposición de la DGS. El primero de los clérigos, capellán castrense retirado e impulsor en Valderas de la Falange cuando ésta se cree, sería víctima de un atentado el 31 de diciembre de aquel año 1933, tiroteado por tres izquierdistas que le hicieron 24 disparos, de los que le alcanzaron cuatro que le produjeron graves heridas (se libró de morir, se dijo, porque vestía alguna suerte de prenda protectora), una agresión en venganza por otra derechista anterior, en septiembre, en la que era herido un socialista y muerto el alcalde Gregorio Ruiz pocos días antes de su boda.

    En el pleno del consistorio bañezano del 2 de agosto, cuando retoma en él su labor de secretario, José Marcos de Segovia da las “gracias a la Corporación por las gestiones realizadas en su obsequio con motivo de la detención gubernativa de que fue objeto entre los días 24 al 28 del mes de julio para que a la mayor brevedad cesase aquélla”. Manifiesta el alcalde Juan Espeso González su congratulación, a la que se suman los concejales Toribio González Prieto y Liberto Díez Pardo, porque aquel arresto concluyera prontamente, y manifiesta el edil Porfirio González Manjarín que “los de la minoría socialista no hicieron gestión alguna porque desconocían las causas de la detención”.

Ilustración de El Fascio. 16 de marzo de 1933>>>>

    Noventa de los principales elementos sospechosos permanecieron arrestados durante una o dos semanas, hasta que al fin la policía quedó convencida de que no existía el menor peligro de complot fascista. Todavía el 21 de agosto se ponía en libertad a Gonzalo Latorre, un redactor del diario monárquico La Nación (anterior órgano de la dictadura del general Primo de Rivera que comparte ahora las simpatías por la monarquía y la devoción al fallecido dictador con la atención al fascismo español que asoma de la mano de su hijo) detenido desde el 23 de julio en la cárcel Modelo madrileña por aquella supuesta conjura, y el día siguiente eran recogidos y retirados por la policía en la estación férrea de León los ejemplares de la publicación destinados a la ciudad.

    En cuanto al periódico El Fascio (Haz Hispano se subtitula) que le hallan a José Marcos de Segovia, del mismo se había publicado un solo número el 16 de marzo de aquel año; suspendido y retirado el mismo día, sólo pudo venderse en un corto número de poblaciones, y los ejemplares que sobrevivieron a la prohibición, junto con hojas y pasquines en los que ya colaboraban José Antonio Primo de Rivera y Julio Ruiz de Alda, que llevaban un membrete o recuadro con las iniciales FE (Fascismo Español, coincidentes con las posteriores de Falange Española y con el nombre del semanario que esta publicaría al poco), y otras que las JONS y otros grupos que se denominaban fascistas extendían profusamente por Madrid y provincias, circularon entre militares retirados, terratenientes provinciales, y elementos upetistas fieles a la memoria del general y marqués de Estella y de antiguo ligados a su dictadura (como era el caso del secretario del Ayuntamiento de La Bañeza, director aquí antaño de su publicación más oficial que oficiosa La Opinión y entusiasta afiliado después –al menos a mediados de 1937- a la Falange fundada por su primogénito).

    No terminaron entonces las maquinaciones antirrepublicanas, y así, en la tarde del 3 de noviembre de 1933, “ya en periodo electoral”, se realizará un registro policial, con nulos resultados, en tres casas de La Bañeza, “en los domicilios de personas por muchos conceptos dignas del mayor respeto y que gozan de la estimación pública”, Laureano Alonso Diez-Canseco, abogado y desde abril tesorero de la bañezana Juventud de Acción Popular, Salvador González Alonso, industrial, titular de la fábrica de pastas para sopa La Flor Bañezana, almacenista y representante de la patronal en el Jurado Mixto de Alimentación de León, y el también industrial José Cabello Fernández. El día 1 se había hecho otro muy minucioso en el santuario de la Virgen de Castrotierra, en el que, según el acta firmada por el párroco, dos policías, dos guardias civiles y dos testigos, “se inspeccionaron todos los locales y muebles y muy particularmente las bóvedas y techados”, también “sin resultado alguno para el fin que se perseguía”. 

    En cuanto a don José Marcos de Segovia, por muchos años considerado en La Bañeza “perejil de todas las salsas”, fueron, además de las citadas, algunas de ellas las siguientes: maurista, y después liberal de los de Pérez Crespo. Secretario del Ayuntamiento desde 1927. Concejal y teniente de alcalde en 1924. Diputado provincial, en 1925, en la dictadura primorriverista. Director de La Opinión en su primera época, desde 1924 a 1928, cuando el semanario bañezano era portavoz de la Unión Patriótica Nacional del dictador, de la que fue presidente local. Presidente del Patronato de Buenas Lecturas. Presidente de la Mutualidad Provincial de Secretarios en 1931, y colaborador después en la depuración franquista de los del Partido bañezano. Destacado partícipe en El Adelanto desde su fundación. Miembro a finales de 1932 de la Junta parroquial para el sostenimiento del Culto y Clero. Presidente de la Asociación Católica de Padres de Familia y director de su Colegio del mismo nombre en 1933. Leonesista en marzo de 1931 y falangista tradicionalista y de las JONS en julio de 1937. Censor y Jefe de Prensa del Partido Judicial en febrero de 1939, cometidos que ya había desempeñado anteriormente.

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El Colegio de Padres de Familia.

     La edición del semanario bañezano La Crónica del 25 de junio de 1916 incluye una colaboración titulada “¡Así se progresa!” en la que se felicita a la Corporación por la enérgica y acrisolada respuesta, y por las previsiones de evitarlas en el futuro, a las recientes pretensiones de intrusión en los campos comunales (en diciembre de 1919 el gobernador civil revocará el acuerdo municipal de venta de tres parcelas del común), y también por su estético e higiénico proyecto de desaparición del cementerio viejo (se venían ya trasladando restos al nuevo; en abril de 1918 estaba en estado ruinoso, y se instaba desde el gobierno civil a “ponerlo en buenas condiciones”), y por la implantación de la graduación de la enseñanza primaria, tan útil, se dice, en especial para los hijos de la clase obrera y menesterosa, incidiendo en la necesidad y bondad de los grupos escolares (que ya existen en lugares como León, Astorga, Valencia de Don Juan y Villamañán), en lugar de las obsoletas escuelas monodidácticas o unitarias, tendentes a desaparecer en el mundo moderno. Se informa en este número de las gestiones y reunión con los padres de familia de la ciudad realizadas por el profesor auxiliar del Instituto (de León) José María Carpena para fundar aquí un Colegio de Segunda Enseñanza, y se anuncia la proyección en el Ideal Cinema de la colosal sesión de cine que incluye las películas El saltimbanqui millonario, de emoción excepcional, y el éxito de risa Fatty y Charlot en el Café, además del empeño de su titular, Avelino García Casado, de contratar y ofrecer para la Patrona una gran actuación de varietés.

    A mitad de junio de 1931 la Asociación Nacional de Padres de Familia “está preocupada por la suerte que la niñez pueda correr en manos de algún maestro ateo o comunista”, y mediado noviembre adopta las resoluciones de reiterar a los padres la obligación de que a sus hijos les impartan enseñanza religiosa, y la de pronunciarse abiertamente contra el sistema de coeducación republicano. Estas inquietudes y posicionamientos llegarían sin duda a las asociaciones de padres de Astorga y La Bañeza (creadas la de aquí a mediados de agosto, “ajena a toda finalidad política”, y a finales de diciembre la astorgana) y al colegio que la última regentaría en la ciudad (del uno y de la otra era director y presidente José Marcos de Segovia) ampliando en septiembre el antiguo Colegio del Niño Jesús de don Servando Juárez Prieto para impartir las preparaciones de segunda enseñanza y magisterio, cuyos trabajos para instaurarlo para el próximo curso van ya adelantados y se presentan fruto de semillas como la sembrada en otra época (la primera de La Opinión, en la que colaboraba) por el ya desaparecido Ramón Alonso Marcos y sus Amigos de la Escuela. En septiembre de 1933 (según anuncio del día 18 en El Adelanto) se aseguraba que, como en años anteriores, era preciso que los padres fueran asociados para admitir en él a sus hijos.

    A la mitad de octubre de 1932, el bañezano Colegio de Padres de Familia, situado en locales de nueva construcción en la planta baja de la casa de Jerónimo Carnicero, en la Avenida de Pablo Iglesias 23, ofrecía al Consistorio tres plazas gratuitas para escolares necesitados, que habrán de sufrir un previo examen para su ingreso. Se acuerda en la sesión municipal del día 24 que se cubran por alumnos pobres tanto de las escuelas públicas como privadas. Hay entonces en las Escuelas Nacionales 10 maestros, de los cuales el que más matricula alcanza tiene 20 alumnos (pudiendo tener hasta 40, o 50, según algunos concejales); solo la sección de párvulos tiene la matricula completa, mientras en las de pago hay exceso de escolares. En el mismo pleno en el que se aportan tales datos se denuncia el incumplimiento de lo establecido para la composición del Consejo local de Primera Enseñanza, en el que la representación de los padres y madres de familia ha de elegirse en un proceso dirigido por los maestros, y no ostentarse, como hasta ahora se está haciendo, por los consortes de enseñantes Ricardo Repullés (de Carlota Fernández) y Herminia de la Fuente (de Cecilio Sixto Toral Manjón). 

    Al inicio de noviembre de 1932 la Asociación Nacional del Magisterio Primario envía escrito al presidente del Gobierno en el que se queja del ritmo lento de la creación de escuelas y del sueldo medio de los maestros, y acabando el mes, en La Bañeza solicitaba Pascual Ramos que se sancione a los padres que no mandan a las escuelas de pobres (públicas, o nacionales) a sus hijos, y como algunas madres alegan no enviarlos por el mal estado de sus ropas, solicita al Ayuntamiento doce vestidos para los niños más necesitados. Ello es cometido de la Junta de Protección a la Infancia (denominada de Protección de Menores ahora, que se nutre de fondos procedentes de la recaudación de espectáculos), se dice, y se acuerda entonces activarla y reorganizar su descuidado funcionamiento.

    Desde la alcaldía bañezana se remite el 26 de mayo de 1933 a la Administración de Rentas Públicas relación de los edificios religiosos del término municipal, y a la Jefatura provincial de Estadística detalles sobre el único colegio de segunda enseñanza existente en la localidad, el de la Asociación de Padres de Familia, del que era entonces profesor Manuel Mollat, de 25 años y natural de Zaragoza, donde era herido levemente cuando, pasando allí sus vacaciones, salía de un mitin tradicionalista. Cándido Burgos (cuyo hijo finalizaba en julio su formación de sacerdote) impartía clases en el curso 1933-1934. Se dice precisamente al inicio de 1934 en un pleno municipal que las escuelas nacionales ya funcionan (después de varios meses clausuradas por la Inspección por su insalubridad) y van a ellas pocos niños, y que, por abandono de la Corporación, al Colegio de Padres de Familia ya no concurren ninguno de los tres adjudicatarios de las plazas becarias también ofertadas al Ayuntamiento el año pasado.

    El ministerio de Instrucción Pública creaba el 18 de septiembre de 1935 una escuela de párvulos en Valencia de Don Juan, y aprobaba dos días más tarde el proyecto de construcción de un grupo escolar en Castrocalbón capaz para cuatro secciones y dos locales anejos dedicados a biblioteca, subvencionados con 72.000 pesetas que serán abonadas al Ayuntamiento en dos plazos. Se informaba el día 21 de que el Colegio de Padres de Familia de La Bañeza, que venía funcionando desde hace unos años preparando alumnos de segunda enseñanza, ha cerrado sus clases y no funcionará desde este curso, habiendo  buscado los alumnos distintos colegios de León y otras capitales en los que continuar sus estudios (La Hojita Parroquial de aquella fecha publicaba ya un anuncio de alquiler del local en que se hallaba), y de que se ha concedido autorización para dar clases particulares al maestro de Requejo de la Vega Liberio González, noticiando el día 27 que en la distribución de los alumnos del cuarto curso del grado Profesional para realizar el periodo de prácticas en las escuelas nacionales de la provincia ha correspondido a Antonia Núñez González realizarlas en San Cristóbal de la Polantera.

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La gestora municipal bañezana del Frente Popular.- (Alcaldes republicanos VII)

Como en otros numerosos lugares en aquellas fechas, también en La Bañeza tomaba posesión el 13 de abril de 1936, a las ocho de la tarde en la sesión extraordinaria de la Corporación rehabilitada apenas un mes y medio antes, la Comisión Gestora municipal de signo frentepopulista (el mismo de los vencedores en las elecciones generales del 16 de febrero de aquel año) nombrada por el gobernador, y así, según consta en las actas de la misma:

Bajo la presidencia del alcalde Joaquín Lombó Pollán se reúne la Corporación para dar posesión a la Comisión Gestora en virtud de órdenes recibidas del gobernador civil de la provincia a las 16,15 horas, asistiendo los señores Ángel González González, Isaac Nistal Blanco, Porfirio González Manjarín, Toribio González Prieto, Leopoldo Bahillo Melero, Joaquín Perandones Franco, Eumenio Fernández Alonso, Eugenio Sierra Fernández, Joaquín González Duviz, Fernando Alba Flórez, y Narciso Asensio Asensio. 

La comunicación del gobernador dice: “Por razones de orden público, y en uso de las facultades que me están conferidas, he acordado suspender ese ayuntamiento, nombrando para sustituirlo una Comisión Gestora, constituida por los señores que al margen se expresan. Lo comunico a Vd. para su conocimiento y a fin de que convoque inmediatamente a los interesados y les dé posesión de los cargos dándome cuenta de haberlo verificado. León, 11 de abril de 1936. El Gobernador Civil: Emilio Francés. Sr. Alcalde de La Bañeza”. Al margen: “Joaquín Lombó Pollán, Porfirio González Manjarín, Isaac Nistal Blanco, Ángel González González, Toribio González Prieto, Leopoldo Bahillo Melero, Joaquín Perandones Franco, Eumenio Fernández Alonso, Eugenio Sierra y Fernández, Joaquín González Duviz, Fernando Alba Flórez”. 

Cesan los señores suspendidos y aceptan los designados, acatando unos y otros las órdenes de la superioridad y tomando posesión los mencionados señores de sus cargos quieta y pacíficamente. El señor Asensio Asensio  toma el uso de la palabra para despedirse, y la presidencia le invita a que no lo haga por tratarse de una sesión extraordinaria que se ha de contraer al orden del día, ausentándose aquel entonces de la sala. 

Se vota a continuación el cargo de alcalde-presidente, obteniendo Joaquín Lombó 10 votos y 1 Ángel González, quedando el primero designado y continuando en su puesto, en el que ya ejercía. Se vota después el cargo de primer teniente de alcalde, siendo votado por 10 Ángel González (designado y que también continua en el puesto que ya desempeñaba) y obteniendo 1 voto Eugenio Sierra. Como segundo teniente de alcalde resulta Eumenio Fernández, con 10 votos (obtuvo 1 González Duviz). Como regidor síndico se elige a González Manjarín con 10 votos (1 obtuvo Bahillo Melero). Se acuerda por unanimidad celebrar las sesiones ordinarias los lunes y miércoles de cada semana a las 20 horas en primera y segunda convocatoria respectivamente.

Los cargos municipales y su ejercicio seguían careciendo aquí y en la inmensa mayoría de las localidades (salvo en grandes ciudades y capitales de provincia) de remuneración alguna, a pesar de la frecuencia semanal de sus reuniones; en el año2012 la Corporación bañezana celebraba plenos ordinarios el último jueves de cada mes impar). Componían la Gestora seis socialistas, dos miembros de Izquierda Republicana y otros tantos de Unión Republicana, desconociendo con certeza la filiación política del elegido alcalde, Joaquín Lombó Pollán, seguramente también de IR (a tenor de su posterior dimisión), designado por el gobernador civil, como los restantes, en función del reparto de poder surgido de las anteriores elecciones generales.

    Se aprueban en el pleno del día 15 las comisiones municipales en la forma siguiente: de Obras y Cementerio, Isaac Nistal, González Manjarín (ambos socialistas), y González Prieto (de Izquierda Republicana); de Hacienda y Mercados, Ángel González (socialista), González Duviz (oficinista, afiliado a la UGT, había sido presidente de la Casa del Pueblo en 1934), y González Prieto; de Beneficencia, Eugenio Sierra (socialista), Joaquín Perandones (industrial, de Unión Republicana) y Leopoldo Bahillo (industrial, de Izquierda Republicana); de Matadero, Eumenio Fernández (del comercio, de Unión Republicana), Fernando Alba (socialista, jornalero, presidente del Sindicato de Trabajadores de la Tierra, integrado en su Federación Nacional y afecto a la UGT) y Ángel González; de Música, Isaac Nistal, Eumenio Fernández, y Eugenio Sierra; de Luz, González Manjarín, Joaquín Perandones y Leopoldo Bahillo; de Policía rural, Ángel González, González Prieto, y Fernando Alba; como vocal en el Consejo local de Primera Enseñanza se elige de nuevo a Toribio González Prieto.  

               Joaquín Perandones Franco con su esposa Eudosia Alonso Ruiz y la hija de ambos, (en el Café Ideal ?) en torno a julio de 1936.>>>>

     Apenas un mes más tarde, la sesión municipal del día 20 de mayo era presidida por el primer teniente en funciones de alcalde (se había hecho cargo de la alcaldía el día antes), y en ella

Dase lectura de oficio de Joaquín Lombó Pollán dirigido a Ángel González González, que dice: “Por haber dimitido ante el señor gobernador civil de la provincia del cargo de gestor, así como los señores Toribio González Prieto y Leopoldo Bahillo Melero, se lo comunico a usted a todos los efectos y a fin  de que seguidamente se haga cargo de esta alcaldía. Viva usted muchos años. La Bañeza, 18 de mayo de 1936”. Manifiesta el presidente que él se hizo cargo de la alcaldía y lo comunicó a su vez al gobernador en oficio que decía: “Habiéndome hecho cargo de esta alcaldía accidentalmente como consecuencia de oficio recibido de don Joaquín Lombó Pollán en que me comunicaba haber dimitido ante V.E. del cargo así como los señores don Toribio González Prieto y don Leopoldo Bahillo Melero, se lo comunico a V.E. a los oportunos efectos. Viva V.E. muchos años. La Bañeza, 20 de mayo de 1936”, y propone que se proceda al día siguiente a la designación de alcalde para que el que resulte nombrado en propiedad proceda con amplia autoridad. Expone Eugenio Sierra que ignora las razones de la renuncia de que se les da noticia, y que lamenta la ausencia de los señores dimitidos, viendo con disgusto que se hayan marchado hombres que tanto podrían haber ayudado.  

 A propósito de los posibles motivos de la dimisión del alcalde, ya se pide desde la izquierda bañezana en el semanario socialista astorgano El Combate el 23 de abril la misma o su destitución urgente, porque, según se dice entonces, cuando la movilización fascista (de una semana antes) que obligó a ocuparse a Casares Quiroga del ministerio de Gobernación se envió un telegrama circular a todos los ayuntamientos españoles para que se detuviese gubernativamente a los directivos locales del fascio y organizaciones similares, “y nuestro suave y untuoso alcalde se guardó el telegrama en el bolsillo y dejó que campasen por sus respetos los ‘Marqueses’ (se referían al médico bañezano Manuel Marqués Pérez, Jefe local y provincial de la Falange, ilegalizada desde mediados del pasado marzo), los ‘Matadores’, y todos los fascistas de la farmacopea bañezana”. Cuando los elementos de izquierdas, extrañados de esa lenidad, le exigieron información sobre aquella circular y el cumplimiento de la orden que incluía, “respondió que el gobernador le diera nombres, ya que él los desconocía”. Ahora que se necesitan alcaldes enérgicos, “este, que suponemos republicano, en cuyas manos la vara municipal se convierte en blando macarrón cocido, desconoce los elementos monárquicos de una ciudad tan pequeña como La Bañeza”.  

Los dos gestores que lo acompañan en la dimisión, Toribio González Prieto (de pasadas afinidades socialistas) y Leopoldo Bahillo Melero (industrial dueño del Garaje Bahillo, concesionario de los vehículos Citroën, situado en las inmediaciones de la cárcel, nacido en 1884 en Bilbao, ajustador, desposado con Felisa Vidales –de Villanueva de Jamuz- y padre con ella de dos hijos, Jesús, nacido en San Sebastián en 1921, y Francisco, nacido en 1928 en La Bañeza y fallecido en 1935), conformaban en la Gestora municipal la minoría de Izquierda Republicana, por lo que aquella continúa constituida en adelante por socialistas y dos miembros de Unión Republicana (de los cuales uno, Eumenio Fernández –tenido luego por masón-, había dejado ya de asistir a todos los plenos posteriores al 29 de abril por motivo de la enfermedad que lo aquejaba).  

El día 15 de julio, en la que sería la última sesión municipal de los corporativos de aquella Comisión Gestora nombrada por el Frente Popular, se acordaba “contribuir con 25 pesetas a la suscripción nacional pro hogar de la señora de Ortega y Gasset” (Eduardo, dañado cuando desde el extremismo de derechas se atentó contra su vivienda con una bomba el 7 de abril). El acta de aquel pleno ya no tendrán ni siquiera ocasión aquellos gestores de firmarla. La que siga será la que el día 21 dé fe de la siguiente

Diligencia

 Por ella hago constar que en el día de hoy y hacia las seis de la tarde, como consecuencia de la entrada de tropas militares y milicias ciudadanas, principalmente de Falange Española, en que sumaron esta ciudad al movimiento españolista y después de haber cesado por parlamento que tuvieron con el Jefe que mandaba la referida fuerza los señores que hasta dicha toma venían constituyendo la Comisión Gestora, por designación que con carácter provisional hizo don Cándido Pérez Antón sargento del Regimiento de Toledo nº 26 de guarnición en Zamora que como Comandante Militar quedó en esta ciudad, fue designada la siguiente Comisión Gestora: don Félix Espeso González, alcalde-presidente, y como vocales don Alfonso Rodríguez Luengo, don José Ramos Pérez, don Inocencio Santos Vidales, don César Seoanez Romero, don Pedro Rivas Rivas y don Francisco Pérez Alonso, quienes inmediatamente tomaron posesión de su cargo. La Bañeza, 21 de julio de 1936”.

Todos ellos (la mayoría de los gestores designados por la autoridad militar sublevada eran falangistas), con el comandante militar y el secretario municipal José Marcos de Segovia, firman el acta, a la que seguirá la que lleva fecha del 4 de agosto de 1936.

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La autonomía defensiva, paradójica y antirrepublicana del Estatuto de Castilla y León (o de León y Castilla) en 1936.-

    Tras el triunfo electoral del Frente Popular en febrero de 1936 y de que aquel relanzara el autonomismo catalán con la reanudación de su Parlamento y su Estatuto de Autonomía y el restablecimiento de la Generalitat, y se dinamicen los diversos procesos estatutarios, iniciándose los debates parlamentarios del Estatuto Vasco y plebiscitándose el Estatuto Gallego mientras Andalucía, Valencia y Aragón reelaboran sus proyectos autonómicos y las aspiraciones de lograr los suyos, la efervescencia regionalista llega también y de inmediato a Castilla y a León, donde la derecha se replanteará la autonomía castellano-leonesa, buscando un estatuto como contrapeso a los que estaban impulsándose en las regiones periféricas, y después de que en mayo el parlamentario leonés por la coalición de derechas Antonio Álvarez Robles y otros integrantes de partidos conservadores elaboren la ponencia para su estudio y redacción, trazando la campaña del Estatuto Castellano-Leonés desde la casi unanimidad y a pesar de algunas voces de centralistas a ultranza (la CEDA y el Frente Popular son regionalistas; las JONS de Onésimo Redondo se oponen al Estatuto de autonomía), en la que la reacción no es ya contra Cataluña sino contra el centralismo madrileño, y a favor de un texto legal que perseguía obtener las mismas competencias de gobierno que su modelo catalán y que en su anteproyecto definía “la Región como una federación regional de provincias que defiende los intereses de España y salvaguarda la unidad nacional y la soberanía del Estado”, y que preveía la existencia de la provincia y una cierta autonomía para los municipios de 25.000 o más habitantes, y un Ejecutivo regional desempeñado por el Consejo Supremo de Castilla y León. 

    También desde El Diario de León se renueva el interés por “la autonomía de la región leonesa”, movido más que por alcanzarla y ganar con ella en algo, por defenderse y no perderlo a causa de lo que consigan otras, y así, en un artículo de aquella manera titulado, se dirá el 20 de mayo que “está sobre el tapete la cuestión de las autonomías. Los acontecimientos se precipitan, y creemos necesario pedir la autonomía de la región leonesa; tenemos tanto derecho como quien más lo tenga a que se reconozca nuestra personalidad, y tenemos además la necesidad de defendernos para que no nos ahoguen los ventajosos traspasos que se han concedido y se van a conceder a otras regiones. Cuando solo se había concedido un Estatuto, eran odiosos los privilegios otorgados a la región beneficiada, aunque no podían influir grandemente en la vida del resto de la nación; pero ahora que los estatutos se van a multiplicar y con ellos las regiones privilegiadas, a las que permanezcan sin él, y por ello sin privilegios, les será imposible la vida. Tiene Cataluña su Estatuto, y lo van a tener más pronto o más tarde, Vasconia, Galicia, Valencia, Aragón…, y o León y Castilla se constituyen en regiones autónomas, o se verán marcadas con el sello de la servidumbre, el enflaquecimiento y la pobreza.

    León y Castilla, médula y corazón de España, tienen que defenderse contra el estatutismo en las actuales circunstancias, impidiendo que se concedan más estatutos (cosa difícil por ahora), o reclamando trato de igualdad con las demás regiones y obtener el nuestro con las mismas ventajas de los restantes, aunque la dificultad está en el cómo: algunos (como César Silió) pretenden un solo estatuto para las provincias de León y Castilla la Vieja, constituyendo una región; La Gaceta Regional de Salamanca quiere una región con la capitalidad allí y las provincias de Salamanca, Ávila, Zamora y Cáceres. Somos partidarios de la conservación de las antiguas regiones consagradas por la historia, no sin sólidos fundamentos en la geografía, y creemos acertada la idea de unir en una sola personalidad regional a León y Castilla la Vieja en torno a la gran cuenca del Duero. El antiguo reino de León, la Región Leonesa, tiene su capitalidad, como la tiene Castilla la Vieja, y únicamente en el caso de que conviniera dar a la región la amplitud castellana habría de discutirse la capitalidad; fuera de ese caso León no debe de admitir discusión en un punto que le ha dado discutido y ganado ya la historia. No debe de perderse tiempo. Debe prepararse activamente la campaña en pro de la autonomía defensiva de León y de Castilla, que contará con el fervoroso entusiasmo de El Diario de León” (afirmaba el rotativo).

<<<<< Cartel de Castelao para la campaña del Estatuto de Galicia

    El estatuto de León y Castilla (o de Castilla y León; de las dos maneras se referirán a él, según quienes y desde donde lo aludan) tendrá un matiz totalmente apolítico y solo económico, según concluyen el día 21 en una reunión de diputados de la CEDA por las provincias afectadas por aquel, que acuerdan reunirse con los demás partidos y entidades que acepten la idea de afirmar la personalidad regional de Castilla y León. El 22 de mayo las minorías popular agraria, independiente, y agraria de la Cámara acuerdan nombrar una ponencia (de la que formará parte el diputado leonés Álvarez Robles) encargada de estudiar el estatuto de Castilla y León, que “secundará las iniciativas de las corporaciones y entidades que ya han convenido reunirse para encauzar el problema de la personalidad de Castilla y León”.

    “El jueves se reunirán los diputados derechistas de las provincias castellanas y leonesas para tratar sobre la preparación de un estatuto para Castilla y León. Vivir para ver”, titulaba La Democracia el mismo día, tomando del Heraldo de Madrid que “ahora resulta que el señor Gil Robles es un furibundo estatutista. La CEDA, a la que tan pocas simpatías inspiraba la autonomía de Cataluña (están recientes sus carteles de propaganda electoral rechazándola y propugnando la unidad nacional), pretende ahora el Estatuto de Castilla y su autonomía, que para ser eficaz tiene que nacer y ser deseada por los propios habitantes de las regiones que se quieren autónomas”, y de La Voz que “los antiestatutistas de ayer son hoy ardientes estatutistas”.

    Los partidos políticos de todos los matices ven con buenos ojos la idea de pedir el Estatuto para Castilla y León (una afirmación que, como veremos, distaba de ser cierta para los que no lo eran de derechas). “Todas hermanas son las regiones, y por ello todas iguales, sin que haya razón alguna para los privilegios, y de no pedir el estatuto nuestra región será la pagana de los que las otras disfruten, pero no será por ello la región central de España enemiga de la unidad nacional, ya que no está en su mano el impedir la concesión de estatutos (de haberlo estado no se habría concedido ninguno), solo que no se puede pedir a las regiones que se dejen pisar por las restantes. León y Castilla tendrán estatuto porque tienen decidida voluntad de no continuar siendo las cenicientas de España, y nadie debe pretender oponerse a esta decisión, porque no hay razón para ello y porque sería arrollado quien lo pretendiera”. Tal exponía el día 23 el católico diario leonés, señalando en cuanto al regionalismo castellano que “es netamente español -dice Gil Robles-, buscando solo una autonomía administrativa para lograr un pie de igualdad con otras regiones, y lejos de implicar separatismo será el aglutinante que reúna a todas las regiones españolas en el amor a la patria común, además de servir para la reconstrucción económica de Castilla, que tendrá su puerto de mar en Santander, y para proteger más a la agricultura y revalorizar sus productos”.  

    El mismo sábado 23 concluía Acción Agraria Leonesa en su asamblea extraordinaria (a la que asistieron 150 delegados) que “las derechas fueron y serán siempre partidarias acérrimas de la unión nacional, pero también celosamente regionalistas, y Castilla y León necesitan defenderse, imponiendo la justa distribución de cargas, para ser ejemplo de organización regional en lo moral, en lo material y en el amor patrio, y el factor de más peso en la política nacional”.

    Expone en la misma fecha  Isaac Abeytua en La Democracia, en su artículo “El quimérico sueño del cantonalismo reaccionario”, que “los monárquicos, los cedistas y sus satélites, creen haber descubierto en el estatutismo un medio eficaz de quebrantar a la República y han decidido atomizar a España multiplicando las autonomías regionales. La idea parece grotesca, pero es odiosa. Las derechas han afirmado que el Estatuto de Cataluña causa un grave perjuicio a la Hacienda nacional; unos cuantos estatutos más llevarían al país a la ruina y desintegrarían España, y para que esa catástrofe se produzca van a pedir cuantos estatutos puedan. Los estatutos deben pedirlos libremente las regiones y no los caciques que las mediatizan. Castilla no ha sentido nunca la necesidad de ser una región autónoma, y es poco verosímil que los castellanos se pongan ahora de acuerdo para este fin. Lo que más interesa a Castilla es recobrarse a sí misma y emanciparse de las oligarquías aldeanas que la aíslan espiritualmente del resto de la nación; lo que más necesita es que la dejen expresarse libremente en las urnas los feudales políticos que maniatan a los labriegos por medio de la usura, el confesionario y el reparto vecinal; y si limpia de estas taras acaso Castilla quiere un Estatuto, la República accederá a la demanda, pero no cuando lo deseen, con dañina intención, los enemigos del régimen y de las autonomías”. Divertida paradoja la de las derechas: siguen pensando lo mismo de las autonomías regionales: que significan la ruina económica y geográfica de España…, y en su consecuencia, deben de ser autónomas todas sus regiones, incluso las que nunca se han preocupado por serlo. Se quiere ir a una campaña de agitación regional; se quiere complicar más aún la vida de la República creándole preocupaciones innecesarias, dice el periódico leonés, que lo toma del Heraldo de Madrid, afirmando tres días más tarde que “dadme un estatuto y acabaré con todos”, parece decir Gil Robles remedando a Arquímedes.

    No se había hecho en los años anteriores alusión alguna desde la publicación socialista leonesa al regionalismo castellano-leonés o al leonesismo como fórmulas que pueden instituirse para resolver los problemas de la región o de la provincia. En una sola ocasión y en una colaboración de J.M. Luengo, muy en los albores del nuevo régimen republicano, se mencionaba la necesidad de que León articule su propia vía regionalista sin que tenga nada que ver con Castilla, atendiendo a sus propias peculiaridades y especificidades, y no se había vuelto a insistir más desde La Democracia en aquella cuestión.

Moneda emitida en 1937 por el Consejo de Asturias y León >>>>>

    Dirá El Diario de León el 27 de mayo que M. Bañuelos, un médico vallisoletano que ha roto muchas lanzas en pro del autonomismo de León y Castilla, acaba de publicar unas “posibles bases políticas y administrativas” del estatuto de Castilla y León, coincidentes con lo manifestado por Antonio Álvarez Robles hace unos días en aquella asamblea derechista, que contemplan un Consejo Supremo de Castilla y León, redefinen a las diputaciones como Consejos Provinciales, y reclaman para el Consejo Supremo y para la Asamblea de Consejos castellano-leoneses las mismas atribuciones de la Generalitat de Cataluña y el Parlamento catalán. Expone el mismo día J. González en el suelto “El Estatuto de León-Castilla”, que “los pueblos fuertes, Japón, Inglaterra, Alemania (donde el genio de Hitler amasó un pueblo de disciplina férrea y virtudes colectivas envidiables), Italia (en ella Mussolini lleva trazas de hacer no solo un imperio, sino lo que vale más: un pueblo), se apiñan en una sola asociación unitaria; aquí, la moda autonomista nos invade y el afán disgregador nos empuja y arrastra, y en esta calamitosa situación solo le queda a la región leonesa-castellana un dilema: o toda España unitaria, o, de haber autonomía, nadie tiene tanto derecho a ella como León y Castilla. Lo que nos conviene es una sola España (mejor sería una y sola Iberia con Portugal). Vamos deprisa a deshacer a España, y en este plan nadie como León y Castilla (con Asturias) con más derecho a constituir un autonomismo que sea célula regeneradora de grandeza”. A primeros de junio continuaba el diario regional capitalino publicando artículos de aquel colaborador bajo el mismo título, en los que narra la historia de España, “cuyo surco comenzó a torcerse a la muerte de los Reyes Católicos”, sostiene, y tratando de argumentar “las pretensiones de unidad de las regiones (por la que aboga) frente a su autonomismo”.

    También desde el diario La Mañana José Pinto Maestro, su director desde su fundación en 1928 hasta su ya pronta incautación por los nacionales, participa al inicio de julio (en un número que “ha sido visado por la censura”) de aquella visión del autonomismo como disolvente de la unidad española y retroceso en la tendencia histórica, a propósito de “su desmembración consumada días antes con la votación (sinceramente, o con trampa y cartón) del Estatuto Gallego”, y de la obligada necesidad del de Castilla y León (una vez que Castilla nos asoció a su proyecto de Estatuto), “en el sarampión de las autonomías, para igualarnos con todas las demás regiones españolas, evitando los privilegios y la desigualdad, única forma de conseguir que, ante la inutilidad de las ventajas, todas se sometan de nuevo a la unidad”, y llama, ahora que aquella votación en Galicia puede animar a Castilla a defender en solitario el suyo, “a todos (porque no es cuestión de derechas ni de izquierdas) a que León se prevenga, no por su autonomismo, sino para poder aportarle a la región castellana el prestigio de su personalidad para ser una aliada, a una cruzada cuyo lema es ‘León por encima de todo”.

    A la mitad del mes se celebraban en Santander, entre autoridades municipales, provinciales y otras, montañesas y de Burgos, reuniones preparatorias para la redacción del Estatuto Castellano, “de acuerdo en primer lugar con las demás provincias que constituyen la tradicional Castilla la Vieja”, se dirá el 18 de julio, anunciándose el nombramiento de ponencias y comisiones de propaganda y la reunión en Burgos de una magna asamblea en la que el Estatuto habrá de quedar casi perfilado, “para defender los intereses de Castilla en un sistema que no nos coloque en situación de inferioridad en relación con otras regiones españolas”. Precisamente en Burgos votaba el 9 de junio su ayuntamiento a favor de un estatuto para Castilla la Vieja en solitario.

    Teniendo en cuenta que el Estatuto Castellano-Leonés nunca pasó de ser un proyecto político, para los legisladores de los años 30, a nivel constitucional, León y Castilla seguirán siendo dos regiones diferentes, cada una con su propia personalidad jurídica y administrativa. Por otra parte, ya en la guerra civil provocada por la sublevación militar de 1936 (que acabó con las aspiraciones de la autonomía para la región, y con sus fragores todas las tentativas regionalistas, de cualquier signo que fuesen, desaparecieron por completo), en diciembre, un decreto de la República crea el Consejo Interprovincial de Asturias y León dando así legalidad a una situación de hecho, pues ya hacía algunos meses que existía esa coordinación entre leoneses y asturianos. En dicha disposición se crea en Villamanín un gobierno de los territorios leoneses leales. El 25 de agosto de 1937, fecha de la última reunión, el Consejo se declarará independiente y soberano al estar bloqueado por los nacionales, siendo disuelto el 21 de octubre al hundirse bajo el empuje de las armas franquistas definitivamente el Frente Norte.

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La Casa del Pueblo de La Bañeza.-

    Desde el 1 de enero de 1917, aunque su Reglamento tiene fecha del 20 de agosto de 1916, funcionó en La Bañeza la Sociedad Obrera de Socorros Mutuos San José, de cuya junta directiva formaba parte entonces Valentín González, la misma a la que el Ayuntamiento cedería el 3 de julio de 1916, “en interés de la clase obrera, un solar sobrante de vía pública en el corral de la villa para que construya una casa domicilio en las siguientes condiciones: la Corporación cede además piedra de las canteras y madera de los planteles; el local que en él se edifique será para todos los obreros bañezanos, y pasará a poder del municipio si se disolviese aquella sociedad”. El solar cedido a la Sociedad Obrera fue vendido en su mitad a la bañezana Sociedad de Socorros Mutuos La Caridad, y sobre él, de común acuerdo, construyeron ambas entidades el inmueble en el que las dos compartieron sede, que acogería a la Federación Local de Sociedades Obreras en que se transforma con el tiempo la primera y también a la Agrupación Socialista y a las Juventudes Socialistas una vez que una y otra se forman en La Bañeza en marzo de 1930 y a finales de diciembre de 1931. En aquel edificio se alojaba ya en 1920 la bañezana Sociedad de Oficios Varios, a la que en el XIV Congreso de la UGT de aquel año representaba Modesto Ruiz García.

    El 31 de octubre de 1932 remiten al Ayuntamiento desde el Partido Socialista local y la citada Federación una solicitud para que les permitan edificar la Casa del Pueblo en el solar que había ocupado el derruido Teatro Viejo, por el primero el tipógrafo Abraham Bécares Rodríguez (presidente), Patricio Carrera y Santiago Fernández (éste era en marzo de 1931 responsable de La Caridad), y por la segunda el también impresor Eugenio Sierra Fernández (presidente), José García (González) y el albañil Alejandro Plaza Fernández. Por las actas de las sesiones municipales de las correspondientes fechas conocemos que además de que el local pertenecía a ambas sociedades (aunque el Consistorio desconocía la venta de la mitad del solar cedido antaño), La Caridad quiere ahora vender su parte, y exige que las otras le paguen la mitad de su valor, lo que no pueden hacer la Sociedad Obrera y la Agrupación Socialista, que alegan que no disponen de dinero, y que para el nuevo edificio en el que pretenden alojar la Casa del Pueblo no precisan efectivo, pues lo harán con su trabajo, además de insistir en lo necesario que les resulta disponer de un más amplio local que dé cobijo a los cada vez más numerosos obreros bañezanos, “lo que será beneficioso para todos, obreros y ricos, ya que si éstos lo son hoy pueden dejar de serlo mañana; un local para la educación e instrucción del pueblo, sin diferencias ideológicas, para engrandecer la paz evitando la intransigencia entre patronos y obreros y buscando el cariño entre ambas clases”, argumentará el concejal Narciso Asensio Asensio.

<<<<< Inauguración de la Casa del Pueblo de La Bañeza. Primavera de 1933.

    Se ceñía la premisa del edil socialista al que era uno de los fines de las Casas del Pueblo, en las que se pretendía la formación integral de los trabajadores en diversos aspectos: instrucción, cultura, formación sindical y política en relación con su papel y las ideas de la emancipación de la clase obrera, educación y formación contemplada como alternativa ante las carencias educativas públicas de entonces y a los valores educativos dominantes, objetivos por los que en la de La Bañeza colaborará al poco Joaquín González Duviz (seria su presidente en 1934, según consta en el sumario que en 1936 lo condenaría a ser fusilado en febrero de 1937), dando clases e instruyendo a un grupo de trabajadores bañezanos (que se referían a él como “el maestro”), a los que atendía después de finalizar el uno y los otros sus trabajos entre recomendaciones de que asistieran a aquellas enseñanzas limpios y aseados, aunque hubiera de ser en alpargatas (así, “los de las alpargatas” llamaban a los obreros los señoritos de La Bañeza, por no tener la mayoría para comprar zapatos, e incluso algunos habían de mercarlas con dificultades y al fiado). Colaboraba también al cumplimiento de aquellos objetivos instructivos y a la ilustración de los obreros la existencia de una biblioteca (tan importante en una ciudad en la que, a pesar de los variados intentos anteriores, no existirá una biblioteca pública hasta que se cree la municipal en 1942), cuyos libros, por cierto, desaparecerían tras el triunfo de los alzados el 18 de julio de 1936, sin que se conozca donde terminaron (hay quien dice que en el Casino).

    El solar que han pedido se destinaba para casa-cuartel (ya había planos) o viviendas de maestros, y además el mismo lugar del antiguo Coliseo lo solicita el constructor de carros Pedro Rivas Rivas para levantar en él una auto-estación (“en condiciones de explotación similares a la de León y por un periodo de 20 años, quedando después de propiedad del Ayuntamiento”). No accederá la Corporación ni a una ni a otra petición, pues “no hace mucho se acordó no conceder el terreno que pedía la Sociedad de Labradores por carecer de él”, alegan algunos ediles, y a igual acuerdo se llega ahora por mayoría, después de que voten a favor tan solo los regidores socialistas.

    De la Federación Local que había firmado aquella petición formarían parte la sección bañezana de la Federación Gráfica Española, de la UGT, cuyo responsable en octubre de 1926 era Miguel García, y la sección de la Federación Nacional de las Artes Blancas Alimenticias, en la que se encuadrarían trabajadores de las fábricas de harina, activa con tan evocadora denominación en la ciudad al menos en febrero de 1933. Uno y otro sindicato, de las ramas de alimentación y de artes gráficas, tenían también presencia en las mismas fechas en Astorga. En La Bañeza unas y otras sociedades obreras, y la Agrupación y las Juventudes Socialistas, eran acogidas en la común Casa del Pueblo, de la que serían presidentes, entre otros, Elías Falagán Martínez, el último en la República, desde el inicio de mayo de 1936 (también postrer presidente de la Agrupación Socialista, elegido a finales del mismo mes y año), y antes Manuel Raigada Ferrero y Modesto Martínez Castillo, siéndolo Toribio Santos Santos en las fechas de octubre de 1934.

    Poco después de aquella denegación municipal (seguramente ya en la primavera de 1933), con la aportación en hacendera del trabajo de sus asociados y la colaboración de quien era Registrador de la Propiedad en La Bañeza, Juan María Begué Arjona, que se constituyó en avalista para la compra de la ampliación del solar  (“de una parte de la Casa del Pueblo”, dirá en su declaración del 3 de septiembre de 1936, cuando sea procesado, añadiendo que “al ser destinado a partir de 1934 a Pola de Laviana -lo fue al inicio de enero de 1935- abonó su parte en el Monte de Piedad”) se levantará la ya autónoma Casa del Pueblo en el mismo terreno que antes ocupara el local conocido como la Casa Obrera y situado por debajo de la Iglesia del Salvador, al lado del reguero que llegaba bordeando la plazoleta para seguir discurriendo por sucesivas calles bañezanas hasta desembocar en la del Arrote después de transcurrir (y anegar) por las del Marqués de Cubas, Obispo Alcolea y del Carmen. El soleado día de su inauguración posaban para la posteridad un nutrido grupo de socialistas bañezanos endomingados con sus mejores galas y puño en alto, camisa y corbata roja algunos, y todos henchidos del entusiasmo y del ardor que tal vez les contagiara la que parece antorcha que flamea en la roja pancarta o estandarte bajo el que ufanos y gozosos se sitúan, desconociendo las dolorosas consecuencias que para muchos de ellos tendría en unos años la fe que a aquella bandera profesaran.

Una imagen actual de la Casa del Pueblo bañezana. >>>>>>>

    Contra lo que le achacarán los represores cuando instruyan el Sumario 151/36 “por los hechos de julio en La Bañeza”, dirá el Registrador no haber dado su garantía para la adquisición del cinematógrafo con el que pronto se dotó la Casa del Pueblo bañezana, el mismo que alumbraba las sesiones de cine que allí se realizaban (al menos desde febrero de 1934, cuando se suspenden para los menores de diez años por la epidemia de sarampión que se desata), dos por semana, los sábados y domingos, a las que a veces también acudían socialistas de los pueblos cercanos, como Castrocalbón o Jiménez de Jamuz, de las Juventudes y las Agrupaciones, “de mayores” y también de las infantiles (los llamados pioneros socialistas), donde las había, como sucedía en el segundo, del que asistían chiquillos y chiquillas a deleitarse con las asombrosas y arriesgadas aventuras de “Pamplinas” (Buster Keaton) y otros héroes del celuloide, acompañados y al cuidado de los muchachos de las Juventudes Socialistas del lugar, aunque se pasaban películas de todo tipo, como las de Angelillo, famoso flamenco que triunfaba aquellos años, en veladas que en verano eran a veces al aire libre en la Plaza de Romero Robledo, en una pantalla extendida que añadía la magia y el asombro de permitir ver por los dos lados las imágenes.

    Conjeturamos que la venta de la mitad del solar hecha por la recién creada Sociedad Obrera a la Sociedad La Caridad en 1916 fuera tal vez el modo en que aquella financió su parte en la construcción del edificio compartido con la veterana entidad, con mejores disponibilidades económicas (en realidad titular desde años antes de un extenso capital). La necesidad de los ajustes financieros que en 1932 urgía la segunda sociedad obedecía sin duda a su voluntad de disponer también de un local independiente y propio, cuya construcción ya había comenzado en 1931 y que se inaugurará, en la avenida de Pablo Iglesias, en agosto de 1934. La Casa del Pueblo de La Bañeza, que ocupa dos números de la antigua plazoleta Primero de Mayo (luego de Calvo Sotelo, y hoy de las Tierras Bañezanas) en la que se sitúa, aparece en cualquier caso en la Historia del socialismo español como propiedad de las organizaciones obreras socialistas (PSOE y UGT), incautada y adjudicada a la franquista Delegación Nacional de Sindicatos en abril de 1941.   

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Las tierras bañezanas según Pascual Madoz.-

    En el año 1845, Pascual Madoz, en su Diccionario Geográfico Estadístico-Histórico de España apunta que el partido judicial de La Bañeza lo componen 45 villas, 71 lugares, 9 ventas, 2 caseríos y 17 despoblados, todos ellos formando parte de 21 ayuntamientos. Al decir de los corresponsales de la zona que le han aportado al erudito geógrafo los datos, las casas de sus pueblos suelen ser de un solo piso, de suelo de tierra, sucias, poco abrigadas y cubiertas de tejas sobre cañizos o de bálago, sobre todo en el Páramo y en la Valdería, a las que se accede por una puerta carretera (sobre la que se halla la tinada) hacia el corral, lleno por lo común de estiércol e inmundicias (el muladar), del que se pasa a las habitaciones y establos, que ocupan un mismo cuerpo. Las cocinas, negras y humosas, respiran por pequeños agujeros que dejan pasar escasa luz. Cuidan poco el aseo los comarcanos, a pesar de lo cual apenas se sintieron los estragos del último cólera-morbo, pues solo se dieron una docena de casos entre ellos. (Creemos que se refiera a la epidemia de 1832, para cuyo cese el 29 de abril “se hicieron rogativas públicas en la catedral y demás iglesias de nuestra diócesis”, aunque bien pudiera tratarse de la que afectó a muchos lugares de la provincia desde el verano de 1834 y coincidente en su inicio con los motines madrileños bárbaros y atroces de liberales radicales y anticlericales exaltados en los que asesinaron a más de un centenar de religiosos culpados de envenenar las fuentes y producir con ello aquella mortandad).

    Decía de los que habitaban la comarca bañezana ser “muy pudiente el labrador que con frecuencia come tocino y cecina de vaca además”, y que “nada han adelantado en las artes ni en el cultivo de las tierras, en cuyas operaciones usan los mismos métodos e instrumentos que en los tiempos anteriores,… Hay mucha miseria y mendicidad; sobran brazos para el campo y para las artes mecánicas, y así es que los jornales están muy baratos; las rentas de las tierras sin embargo han subido a un doble, y los colonos se arruinan empeñados. Toman granos a préstamo a exorbitante usura por no haber bancos agrícolas, de manera que su trabajo de todo el año apenas les da para alimentarse miserablemente si han de pagar las rentas y los préstamos…

    La calidad de la tierra es tan deficiente en el Páramo que sus habitantes no pueden mantenerse de la agricultura, debiendo de dejar a sus mujeres su cultivo y el cuidado de la labranza para dedicarse a la arriería y a especulaciones comerciales, entre otras, de aceite y jabón en la Mancha y en la Sierra de Gata, en Cáceres. Con la desamortización, que ha sido bastante, los bienes han cambiado de dueño, pero los nuevos propietarios, ricos por lo común, han aumentado mucho el precio de las rentas de la tierra, que eran más asequibles en las manos muertas” (la Iglesia o las órdenes religiosas y los nobles). Reseña ya el geógrafo el padecimiento endémico del bocio por los habitantes de los vecinos territorios de la Cabrera, y advierte del error de otros autores de creer que son producidos en sus pueblos los jabones y aceites que en tan alto volumen comercian los arrieros parameses.

<<<<<  Hogar  campesino.

    De Santa María del Páramo y sus pueblos agregados de Barrio, Urdiales (de Laguna se nombra en 1837), Mansilla, y Villarín  (además del despoblado de San Miguel de Ejidos), cuya población es de “312 vecinos y 1.404 almas”, dice en 1847 Madoz que tiene 220 casas y escuela de primeras letras común a ambos sexos, y es su industria la arriería, traficándose con cueros y otros artículos que compran fuera y almacenan para expenderlos, y algunos molinos de linaza, movidos a sangre. Menos vecinos y habitantes (220 y 991, seguramente solo para la villa, en la que 40 jóvenes de 18 a 24 años entraron en 1844 en suertes) señalaba tres años antes Francisco de Paula y Mellado, asentados en terreno llano pero árido y estéril por falta de aguas, añadiendo que existen además algunos telares para lienzos, mientras que Sebastián Miñano y Bedoya indica para 1827 ser aún menos los habitantes y vecinos (893 y 215), haber también “un tinte de lanas, un molino de viento, y tráfico de aceite de olivas, jabón y bacalao”. Cuando desde el inicio de 1837 la Diputación leonesa hace el arreglo provisional de los ayuntamientos de la provincia corresponden 1 alcalde, 1 procurador síndico y 4 regidores al de la villa paramesa, decididos por tan solo 9 electores en todo el municipio.

    Para el tránsito del Órbigo hay puente (aún derruido) y barca en la Vizana, el puente de piedra de Cebrones, una barca en Navianos y otra en Villazala, un puente de madera en Valdesandinas (tal vez el sustituto del antiguo de Monjereal, construido en fechas cercanas a 1776 por convenio entre su Concejo y la villa bañezana), y otro puente, el Paulón, también de madera, propiedad del Marqués de Campofértil (o de Castañón). Por pasar por el último los vecinos de La Bañeza no pagan pontazgo, al hallarse construido en su término municipal. Sobre el Tuerto y el Duerna hay dos puentes de madera, el de la Reina en la calzada nacional y que se está sustituyendo por otro de piedra a expensas del gobierno, y el de Requejo, edificado y sostenido por los fondos del común de La Bañeza. Los ríos Eria y Jamuz se salvan por estrechos pontones de palos y céspedes construidos por los pueblos y que las aguas arrebatan con frecuencia. En cuanto al Puente Paulón, seguramente, y como era habitual, su propietario cobraría una cantidad fija al arrendatario, que percibía a su vez una tarifa, variable según fuera persona, caballería o carruaje, de quien lo atravesaba, disponiendo el pontonero en la casa adjunta al puente de tienda y taberna en la que los vecinos se surtían de productos, incluidas también en el arriendo.

    En 1843 La Bañeza se componía de 422 edificios, de piso alto la mayoría de las casas; muchas (en el Barrio de Labradores sobre todo) son bajas, y algunas (todas las de la Plaza y otras) de dos alturas, que no ofrecen belleza ni comodidad y tienen su pozo de agua potable. Las calles son estrechas, si bien están empedradas, al igual que tres plazuelas además de la mayor. En el inicio de cada una de las cuatro principales entradas de la villa existe un arco, todos “de muy mala arquitectura” (en ellos se situaban los correspondientes fielatos), y tres puentes de piedra sobre la acequia que la semicircunda exteriormente. Su población es de 513 vecinos, 2.308 almas, y los que no viven del comercio son en su mayoría labradores (unos 40), menestrales o braceros. Su presupuesto municipal, de 42.451 reales, se cubre con los diversos arbitrios establecidos desde antiguo y con lo que se obtiene de los propios o comunes: un monte encinar, vegas y arboledas, la torre del Reloj, las casas consistoriales, la cárcel de la villa, la Casa del Peso, la del Estudio de la Trinidad, la Escuela de Niños, y el pequeño Teatro construido en 1845. Ese mismo año, en junio, la virgen de Castrotierra se condujo solemnemente a La Bañeza, donde se veneró en acción de gracias por el feliz desenlace de la recién terminada guerra civil y por no haber invadido este territorio los carlistas que tantos otros asolaron.

    (En octubre de aquel agitado año 1843, cuando por causa de la inestabilidad política y económica se adelantaba la mayoría de edad de Isabel II para permitir su acceso al trono, La Bañeza hubo de aprestarse a la defensa después de que León se alzara nombrando una Junta de Armamento y Defensa y desde allí llegara una columna de sublevados hasta los arrabales de Astorga, donde hubo también levantamiento y altercados como los producidos en otros variados lugares de la geografía nacional en los que se recelaba del rumbo seguido por el reino).  

Ruinas del Convento del Carmen. La Bañeza.  >>>>

    Varían algunos datos según los diversos Diccionarios de la época, el de Francisco de Paula Mellado, por ejemplo, publicado el mismo año y que señala haber entonces en la villa administración de rentas, loterías y correos (dependiente, como la de León, de Benavente); una escuela de latinidad, algún comercio en grande y mucho en detall, un mercado semanal muy concurrido por el que la villa está recargada en sus contribuciones, y que en la quinta de 1844 entraron en suertes 121 jóvenes de 18 a 24 años. En todos los ayuntamientos del partido hay estanco o administración de tabacos, y pósito en algunos. Otros detalles y referencias de este autor repiten (por ejemplo para la ciudad de León y su teatro) lo ya expuesto por Sebastián de Miñano y Bedoya en su Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal de 1828. En 1845 en España geográfica, histórica, estadística y pintoresca, indica el primer autor citado que cuenta entonces la capital provincial con 1.198 vecinos y 5.720 habitantes. Una guía francesa para viajeros por España y Portugal de 1853 (la de Richard et Quentín) señala la existencia además en La Bañeza de un hospital y una casa de postas.

    El clima de La Bañeza es poco sano, sigue narrando Pascual Madoz, y el terreno tan húmedo que lo uno y lo otro producen dolores y afecciones que hacen que pocos en ella alcancen los 70 años de edad. A causar enfermedades contribuye también, y no poco, el arroyo que procedente del Duerna riega huertas y prados y que por el centro de la villa divide sus dos barrios. Hay tres fuentes de agua con sus correspondientes lavaderos y tres buenos mesones. El convento del Carmen, extramuros y que permanecía sin enajenar, se derruía poco a poco por falta de cuidados. De la villa sale el correo para los pueblos del partido y parte de los de la Cabrera. Las telas comunes de los 149 telares en producción continua las compran los de Villalón y los parameses para comerciarlas en los puertos de mar, compañeros éstos de los maragatos en el oficio de la arriería (y de los lugareños de la Valdería, sobre todo en el curso alto del río, donde también existían arrieros), unos y otros caminando de noche y de día con grandes carromatos e interminables recuas de machos, haciendo el intercambio de los productos necesarios al consumo de toda la provincia leonesa.

    Por lo que hace a los demás municipios del partido, diferentes en algunos casos en la distribución de las pedanías o pueblos que los conforman a la que años más tarde en número de 33 los enmarcó, cabe señalar que, por ejemplo, Alija de los Melones (los producía de tal calidad que ello motivó su sobrenombre), tenía calles irregulares, sucias y pantanosas. En Bustillo del Páramo viven esencialmente del comercio de medias de lana calcetadas que venden en algunos otros lugares del país. Castrocalbón, de calles sucias y lodosas, produce lienzos caseros en algunos telares e hilaza y lino, y malconserva sus bosques de encina y roble, que van camino del exterminio. Castrocontrigo cuenta con diez molinos harineros. Castrillo de la Valduerna (o de los Nabos, se dice) tiene 70 casas distribuidas en calles desempedradas y sucias, y campos amenizados por el cauce que se toma de su río, cuyas aguas mueven unos 14 molinos harineros de una sola piedra, 2 de aceite de linaza, y 2 batanes (abundaban años después en todo el partido bañezano, según la Crónica de la provincia de León de García de la Foz de 1867, que reseña “la fábrica llamada de García, cerca de la villa”, para abatanar los paños producidos en los telares de la comarca, 270 en 1879, cuando otra industria, la del curtido, da en ella y en sus 14 tenerías empleo a 240 trabajadores).   

    En Cebrones se padecen pulmonías y tercianas, a pesar de gozar de clima sano, y cuenta con 90 casas, además de la posada y Venta Castañón, propia del Marqués de Campofértil, y la acequia de igual nombre, así llamada por haberla hecho a sus expensas el dueño del despoblado de Hinojo. Laguna Dalga, perteneciente entonces al ayuntamiento de Soguillos del Páramo, dispone de 150 casas que no forman calles ni plaza, y éste, cabeza de la municipalidad, tenía “molinos de aceite de linaza movidos a sangre, y la arriería”. En Laguna de Negrillos habitan tejedores de lino y de lana que trabajan por encargo para particulares. Villazala, en fin, fertiliza su campo desde la presa en el Órbigo, y acomoda 66 casas más la consistorial y la escuela.

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Leonesistas y regionalistas bañezanos.-  

    En el periodo revolucionario, de 1869 a 1873, los federalistas pretendieron una descentralización del país, que entendían avanzada y decisiva, en contraposición al religioso y tradicional arcaicismo carlista de los fueros. En tiempos de la Primera República ya se recogió en su proyecto de Constitución federal del 17 de julio de 1873 la pretensión de crear un único Estado federado (dentro de los 15 proyectados) de once provincias en el valle del Duero español, que además hubiera comprendido las de Logroño y Santander, como pocos años antes habían propugnado para Castilla la Vieja desde Valladolid en el Pacto Federal Castellano. En posteriores ocasiones denominarán Región Duero, y también Castilla-León, a ese territorio central que confiere a Valladolid su centralidad y a la que a lo largo de la historia le ha dado carta de existencia, por lo que esta urbe ha estado siempre al frente de todo intento unificador de castellanos y leoneses y oponiéndose con rotundidad a las reivindicaciones de unos y de otros en defensa de sus respectivas y separadas identidades.  

    Aquel proyecto será contestado por los republicanos leoneses de manera contundente, y fruto de la movilización de políticos de todo signo e instituciones, a la Asamblea Constituyente llegó en agosto de 1873 desde la comisión de la Diputación provincial de León (integrada por el secretario y cinco diputados, todos monárquicos) y apoyada por el ayuntamiento de La Bañeza y otros como los de Valencia de Don Juan y Riaño, una petición de su modificación que permitiera a la provincia formar un Estado propio dentro de la República Federal Española. El fin del breve régimen republicano, a principios de 1874, dio al traste con una y otra iniciativa.

    Por lo que hace a la provincia leonesa, donde ya Fernando Merino, conde de Sagasta, había representado una aspiración leonesista, más o menos hábil o discretamente llevada, contra la aspiración o realidad centralista encarnada por los políticos datistas o garcíaprietistas, una de las características distintivas, no obstante, del regionalismo leonesista, del leonesismo cuyas raíces e impulso se hunden en el siglo XIX, frente al castellano-leonés fue la distinta relación que uno y otro tuvieron frente a las reivindicaciones autonómicas catalanas: Cuando en diciembre de 1918 se redacta por los representantes de las diputaciones de Castilla y de León en Burgos un documento de oposición al nacionalismo catalán, el ayuntamiento de León con su alcalde socialista Miguel Castaño Quiñones al frente rechazará tales acuerdos y se manifiesta favorable a las pretensiones catalanas, a la vez que reclama una amplia descentralización para municipios y provincias.

    Se dieron además frecuentes y amistosos contactos entre Francesc Cambó y líderes leonesistas como José Eguiagaray Pallarés, quien, consciente de los atentados a la identidad leonesa, pretendió potenciarla evitando toda posible confusión artificial con las regiones vecinas, llegando a proponer en marzo de 1934 desde El Diario de León la creación de una Liga Regional Leonesa entendida como un centro de estudios leoneses, con sus secciones económicas y comerciales y con evidentes paralelismos con el viejo partido del nacionalista catalán. Ya antes, el 10 de mayo de 1931, en pleno periodo electoral para la representación en las Cortes Constituyentes, desde La Opinión, en La Bañeza, se había mostrado a Cataluña como “ejemplo vivo de la necesidad preconizada de defender el porvenir de la región, cada cual desde su credo ideológico, pero todos juntos antes que nada”, y en julio del mismo año, desde el mismo semanario bañezano Felipe Alonso Marcos (tildado de masón años más tarde) proponía la creación del Bloque Leonés, un partido político “para el necesario despertar de un regionalismo sincero y consecuente con los principios de las nacionalidades y el mejoramiento moral y material de la provincia de León y de la región leonesa”.

Juegos Florales leoneses en las primeras décadas del siglo XX. Una de las manifestaciones del resurgir del leonesismo cultural. (Fotografía de Germán Gracia). 

    Antes, en 1917, en el número 7 y siguientes de La Voz Bañezana sus redactores Felipe Alonso Marcos, Gaspar Julio Pérez Alonso, Augusto Valderas Blanco, y Nicolás Benavides Moro habían formulado ya una manera de pensar el leonesismo, el Regionalismo leonés, como el mejoramiento moral y material de la provincia, al que se ha hecho acreedora por derecho; una idea ya presente en las páginas del bañezano semanario predecesor El Pueblo, la de establecer un bloque leones (netamente) para intensificar la vida provincial, la esencia de la Región Leonesa, que el primero retoma y brinda en La Opinión en agosto de 1931. En enero de 1915 se celebra en el Casino el homenaje al bañezano Padre Miguélez, recogido en sus placas de magnesio por el fotógrafo Manuel Anta (que se proveería seguramente de material fotográfico en el establecimiento de Luís Vigal, óptico y farmacéutico), y el discurso del agustino, tintado de un cierto y precursor leonesismo, llamando “al resurgir de la patria chica tan abandonada por el centralismo que todo lo absorbe”.

    Se dio coincidiendo con la dictadura un leonesismo cultural que alimenta los ateneos y las sociedades y tertulias, que florecen entonces junto a revistas literarias e ilustradas en las que conviven gentes de todas las tendencias. Una efervescencia cultural que acrecienta el desarrollo de las letras y las artes y origina el renacer de la reivindicación universitaria y la recuperación de la historia, las tradiciones y el folklore (algunos de quienes la propiciaron en La Bañeza fueron, entre otros, Menas Alonso Llamas, Manuel Fernández y Fernández Núñez, y Nicolás Benavides), elementos todos que se plasman en el afianzamiento de un regionalismo leonés ligado a la defensa de los intereses morales y materiales de la provincia y que recoge con simpatía el golpe del general Primo de Rivera, presentado con rasgos arcaizantes y nostálgicos y desprovisto desde el principio de los perfiles y los contenidos propios de los nacionalismos periféricos peninsulares disidentes, frente a los cuales, ya en la Segunda República, aparecerá de nuevo como un “regionalismo sano y bien entendido” que reclama como discurso legitimador la rectificación de las reformas republicanas, de tal modo que la derecha leonesista se sumará en ocasiones a las campañas contra el Estatuto de Cataluña y participará en las propuestas regionalistas de las provincias de la cuenca del Duero, defendiendo su federación y la equiparación con otras regiones, e interviniendo en la redacción del proyectado Estatuto castellano-leonés para una comunidad que, tanto región entonces como autonomía casi cincuenta años después, se diseñaba como españolista contrapeso de aquellos nacionalismos de la periferia centrífuga.

    Desde el mismo semanario había celebrado el 1 de marzo José Marcos de Segovia las orientaciones que desde la capital se pretenden dar por aquellas fechas al leonesismo por un grupo de prestigiosos intelectuales, abogando porque ellas produzcan los óptimos frutos virtualmente contenidos en el aún poco cultivado espíritu regional, y condensen “un regionalismo leonés elevado y sin mácula; un leonesismo grande e imperecedero”, que propugna como “el remedio a todos los males y postergaciones que colectivamente sufrimos”, y del que derivará “el respeto y la autonomía desembarazada para colaborar en el engrandecimiento patrio”.

    El regionalismo leonés se vio en aquel tiempo influido por las tesis del vallisoletano Narciso Alonso Cortés, favorables a la integración de todas las provincias de Castilla y de León en una Federación Castellana, planteamientos luego abandonados por los de formar un regionalismo más leonesista, como los que por entonces mostraba el citado semanario bañezano La Opinión, que clama porque “los nueve diputados que en las Cortes Constituyentes van a representar a la provincia sientan los latidos del pueblo leonés y sus problemas, y con Cataluña como espejo y ejemplo piensen en la región sobre todo lo demás, y cada cual dentro de su credo ideológico, pero todos juntos, laboren por ella como leoneses antes que nada”.  

    La Segunda República había reconocido la identidad leonesa como tal región cuando crea en 1933 el Tribunal de Garantías Constitucionales que prevé un representante de cada una de las regiones españolas, tanto las “autónomas” como las “no autónomas”, León entre ellas (conformada por León, Zamora y Salamanca). En el mismo año el bañezano Manuel Fernández y Fernández Núñez, que ya había aportado en 1919 su contribución teórica a la reflexión sobre “la descentralización, la autonomía, la mancomunidad, el regionalismo y la independencia” con la obra El problema del regionalismo en España (“De la descentralización surge la mancomunidad municipal; de la provincial o regional, la autonomía; y de este concepto la soberanía regional”, decía entonces), creó el grupo regionalista leonés Amigos de León, basado en la defensa del Fuero de León y de los intereses industriales, agrícolas y tradicionales de la región leonesa y en especial de la provincia “para que sea León quien rija sus propios destinos”, y con representación en todos los partidos judiciales, aunque el ideario y las aspiraciones autonomistas del Partido Republicano Autónomo Leonés (o Alianza Republicana), fundado por Ricardo Pallarés Berjón (presidente de la Diputación de León en 1931) y otros ya en 1912, y en el que habían militado, entre otros, Publio Suárez Uriarte, Alfredo Barthe Balbuena y Félix Sampedro Jíménez, no alcanzaron hasta ahora realización, y tampoco en la República ni en el tiempo posterior.

    Surgía en 1934 el Grupo pro León, y en el mismo año la institución regionalista el Orfeón Leonés (la masa coral más antigua de España, creada en 1888 –o en 1886, según otros, con la inauguración del Círculo de Obreros Católicos-) estrenaba el Himno a León, con letra de José Pinto Maestro (su presidente, y director del diario conservador La Mañana) y música del bañezano Odón Alonso González (el director del Orfeón), y con motivo de la solemne celebración del quinto centenario de la gesta del Paso Honroso (para la que la comisión presidida por Mariano Domínguez Berrueta solicitó la contribución de los ayuntamientos, aportando el de La Bañeza 100 pesetas), al tiempo que se inauguraba el 22 de julio la Biblioteca Regional Leonesa, dependiente de la Diputación, a cuya Comisión Gestora propone desde El Diario de León José Marcos de Segovia (que firma Salvador Ferreras Mansilla) que se interese por adquirir para la neonata biblioteca las obras y un retrato del bañezano prócer nacional Padre Juan de Ferreras y García, teólogo y poeta, historiador, y Bibliotecario Mayor de la Academia Española que con el marqués de Villena fundara en 1713, que se sumarían en tal caso a los Apuntes para la historia del Partido Judicial de La Bañeza, de Manuel F. y Fernández Núñez, que él mismo acababa de donar. 

Miembros de la Colonia leonesa de Cuba en los años 20. (De la Memoria de la Colonia leonesa de Cuba: desde su fundación en 1914 hasta el año actual 1939).

    El 1 de abril de aquel año daba en los nuevos y recién inaugurados locales del Orfeón Leonés una conferencia muy aplaudida sobre el tema “Estampas Leonesas” el mismo autor bañezano, excitando en ella a la unión para defender los Fueros leoneses, declarándose contrario al centralismo, y manifestando que “debemos ir a Madrid no a rogar sino a imponer nuestros derechos”. Dos días después Luís Corral y Fue abunda desde El Diario de León en proponer la creación de un Centro Leonés de Estudios Económicos. El leonesismo del que aquellos acontecimientos eran muestra se acrecentaba también por entonces en América, donde en el mes de julio, coincidiendo con la conmemoración de las proezas del Paso Honroso, se inaugura en el Centro Leonés de La Habana la Biblioteca Leonesa (de autores leoneses y asuntos de León) reunida desde 1927 por la Comisión de Intereses Morales y Materiales que entonces se crea merced a donaciones particulares y a la hecha por la Diputación, a cuya formación había también contribuido el contramaestre de la armada cubana y maragato Toribio Fernández, y aquí, con el comienzo de las fiestas de conmemoración de las hazañas del caballero Suero de Quiñones (un brillante acto de afirmación del ideal leonesista), se proclama que “hay que emprender una cruzada para rescatar los tesoros leoneses que están fuera de las tierras de León, como la documentación llevada de San Marcos (con manuscritos de Quevedo) que aún se halla en el Archivo Histórico Nacional sin abrir ni catalogar”. En el número extraordinario de septiembre de aquel año 1934 de la revista León del Centro Región Leonesa de Buenos Aires se incluían sendas colaboraciones de los bañezanos Manuel F. y Fernández Núñez y Nicolás Benavides Moro (uno de los citados como regionalista leonés por el sociólogo Díez Llamas).

    Como un signo más de las frecuentes disputas entre leoneses y castellanos, en 1935, y auspiciado por la Universidad de Santander, se celebran las fiestas milenarias de la independencia de Castilla del Reino de León, con un marcado e implícito carácter de agresividad antileonesista (a las que los leoneses no podemos sumarnos, decía el 20 de marzo El Diario de León). En respuesta, León conmemorará el aniversario de las Cortes Leonesas, las primeras de España con las que León antes de que surgiese Castilla estaba ya forjando la nación, tal como proclama aquel Himno de la ciudad, oficial desde 1978 y que se toma a veces por el de la provincia.

    A lo largo del año 1935 Clemente Vilorio, en  la sección casi fija de El Diario de León (desde el 11 de febrero añadía “Por León y para León” bajo la cabecera) que titula “Leoneses y Castellanos” asumirá la defensa de León y de su supremacía histórica sobre Castilla, como ya había hecho (firmando C. Vilorio de Altobar) en 1914 reivindicando el renacimiento de la región más sacrificada (casi víctima) en aras de la unidad nacional y rehusando la integración de León con el mayor número de provincias castellanas en la regionalización administrativa de la mancomunidad de Castilla y León que entonces, en la estela de la constitución de la Mancomunitat catalana, con tardío y no muy decidido ánimo se propone (se desechaba al inicio de 1914, por la enérgica reacción de Valladolid, la iniciativa madrileña de poner en marcha una Mancomunidad castellana que uniría ambas Castillas excluyendo las provincias de León, Palencia, Salamanca, Valladolid y Zamora, por considerarlas leonesas), abogando por la restauración de los Fueros y Privilegios y por una Mancomunidad exclusivamente leonesa dentro de una Federación de las Regiones que pertenecieron a los monarcas leoneses: Galicia, Asturias, León y Extremadura, un planteamiento panleonesista que forma parte de los escasos habidos en la historia contemporánea.

    En sus escritos de 1935 (pergeñados desde una clara vinculación con el catolicismo y la derecha) circunscribirá el territorio leonés a las provincias de Zamora, Salamanca, Valladolid (que “no fue nunca Castilla”), Palencia y la mayor parte de la de Santander (“un siglo pegados a Castilla nominalmente no vale tanto como once vividos realmente en León”), incluyendo desde luego toda la leonesa, y rebate y argumenta históricamente contra los que “continúan en el error de tomar a Castilla por León y a León por Castilla”, pues “a pesar de las burdas confusiones y de todos los errores históricos producidos por la nefasta castellanización de la última mitad de la edad media, León brilla en la Historia, y tan mal servicio se hace al pueblo castellano atribuyéndole grandezas ajenas, como al leonés arrebatándole las propias”, vindicando los hechos y símbolos identitarios de un pueblo leonés decadente que se redimiría con el leonesismo, sin atentar en ningún caso contra la unidad española, y ”sin entender que un mal leonés pueda ser un buen español”, en una militancia leonesista que como la de los otros escasos compañeros de ideal no dejaba de ser en el León anterior a 1936 excepción a la regla y predicación en un desierto de indiferencia, aunque ya en periodo electoral, en el manifiesto que el 27 de enero de aquel año presentan a la opinión pública leonesa los candidatos centristas Juan Castrillo Santos y Toribio Martínez Cabrera se señale su pretensión de “intentar un renacimiento del leonesismo para mantener vivo el espíritu regionalista a fin de que la provincia de León ocupe el rango a que tiene derecho por su condición de madre”.

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La construcción de la Casa Consistorial de La Bañeza.-

    En septiembre de 1899 se declaró definitivamente ruinosa la vieja Casa Consistorial y se trasladaron sus oficinas a las escuelas públicas de la plaza de la Cruz Dorada creadas hacía un lustro, para iniciar al año siguiente la construcción de la actual, que se remataría en 1907, aunque se inauguraba dos años más tarde. Sobre el solar y los edificios ocupados por el Regimiento (Ayuntamiento) bañezano se habían ido acumulando desde los siglos XVI y XVII bastantes obras y reformas, hasta aquellas que diseñaron y ejecutaron el que aún se mantiene, entre clásico y moderno, en el vértice de las antiguas calles del Vino y de la Fuente, nombrada desde 1906 de Manuel Diz en honor del autor del proyecto del Puente de Requejo, inaugurado en mayo de aquel año, como se nombró en 1907 de Pérez Crespo la que hasta entonces había sido calle del Reloj, en la que se demolieron antes el arco que lo sustentaba y en junio de 1904 por el relojero local Francisco Freire (se había tomado el acuerdo en 1900) la torre, que invadía la calzada y a la que se había adosado en la parte que daba a la otra calle un banco o potro para herrar el ganado.

    Ya en 1895 el entonces alcalde Darío de Mata Rodríguez se había dirigido a los arquitectos Francisco Blanch y Pons (que lo era de la Diputación provincial), Juan Crisóstomo Torbado Flórez (arquitecto diocesano), y Juan Bautista Lázaro de Diego pidiéndoles presupuesto de elaboración de planos para la construcción de una nueva Casa Consistorial en La Bañeza, haciéndoles saber que “el municipio anda bastante escaso de recursos y por ello desea la mayor economía”. Los tres se mostrarán dispuestos a ocuparse del proyecto, ofreciendo el primero hacerlo a título particular, cobrando la mitad de los honorarios que son habituales (que se doblan cuando se trata de trazados de edificios públicos), o bien como arquitecto provincial, en cuyo caso se le abonarían tan solo las dietas devengadas pero habría de esperar la corporación bañezana su turno y a que antes realizara los encargos de otros ayuntamientos que previamente los solicitaron y que están ya comprometidos, mientras responde el último (en carta con membrete de Construcciones Civiles y como arquitecto jefe de la zona del noroeste) estar dispuesto a realizarlo sin cobrar honorarios siempre que el Ayuntamiento lo indemnice de los gastos materiales que le conlleve hacerlo (“que podrán ascender a 150 ó 200 pesetas, si se necesitasen, como cree, dos ejemplares completos”). En cuatro o seis meses podría servirles el proyecto si le envían plano o croquis acotado del solar, pero esto no evitará que haya de desplazarse para verlo, “pues deseo evitar lo que pasó cuando el cementerio, que mandándome el croquis y hecho el plano con arreglo a sus datos, supe después por el contratista que las rasantes eran inexactas y dio lugar a dificultades que por conveniencia de todos es recomendable evitar”, les manifiesta.

    En febrero de 1901 cuenta el Ayuntamiento bañezano con un proyecto que firma el arquitecto Arsenio Alonso Ibáñez (a quien acompaña como ayudante Rogelio Cañas, maestro de obras e ingeniero; el segundo hizo los planos de la iglesia de San Esteban de Nogales –inaugurada en 1896- que el primero firmaría) y que contempla la construcción del Consistorio en tres fases y a cargo de los contratistas Domingo Vázquez y Ángel Fernández Franco. Aquel mismo año se iniciaba la segunda de ellas (sacada a subasta el 27 de febrero), habiendo actuado como contratista también antes Marcial García Guerrero, que continuaba en 1902, cuando en diciembre observa el arquitecto deficiencias en la edificación en marcha de la torre, que presenta aspecto ruinoso, cursándose entonces órdenes del Ayuntamiento al contratista para que la demuela (lo que se comenzará a realizar el 27 de aquel mes, durando su derribo hasta el 8 de febrero del siguiente año) y recibiendo oficios sobre el reconocimiento técnico de la misma tanto del Consistorio de León como del Gobierno Civil, al que por telegrama y con urgencia se había solicitado su inmediato examen por el arquitecto municipal de la capital de la provincia. En 1903 el arquitecto Arsenio Alonso elabora un expediente descriptivo de la obra realizada y determina no volver a repetir el elevado minarete proyectado, después de que un grupo de diez jornaleros se hayan encargado de la demolición completa de la torre derruida (por la que se les abona la cantidad total de 483,85 pesetas a Juan García, José y Benito Botas, Joaquín Santos, Manuel Raigada Ferrero, Domingo y Manuel Domínguez, Pablo González, Eugenio Lobato, y Urbano Alonso Fernández), produciéndose en agosto una denuncia del contratista Ángel Fernández Franco, que pleiteará con el Ayuntamiento bañezano por no cobrar la cantidad estipulada al no haber terminado la obra en el plazo previamente fijado, un asunto de impago que aún los enfrenta en 1904 y 1905, cuando se produce la solicitud de dimisión del contratista, y que se sustanciará entre dictámenes de los abogados Eumenio Alonso González y Elías Tagarro, contenciosos entablados por el acreedor y los deudores, y resoluciones del gobernador civil que ordenan el pago de la certificación de la obra cursada. 

    Se había encargado a un hijo del arquitecto, Emiliano Alonso, como perito práctico en la inspección del derribo de lo edificado y el reconocimiento de los materiales, de la que presentaba en nombre de su padre su informe el 4 de febrero de 1903 señalando algunas deficiencias constructivas que han hecho que los muros se resientan en exceso del peso de la torre, hurtando en algunas zonas “ladrillos por cascajo”, y usando un mortero de cal común bastante malo, con una mezcla de por lo menos cuatro partes de arena por una de cal (cuando la proporción debía de ser de dos a uno), siendo, dice, “esta la mierda que han empleado para el asiento de la fábrica de ladrillo”.

<<<< Torre de Santa María y Casa Consistorial en construcción

    A primeros de abril de 1905 un numeroso grupo de vecinos dirige una instancia al Consistorio bañezano indicando que

desde que desapareció la Torre llamada del Reloj y este, la necesidad de colocarlo nuevamente ya sea en el edificio construido para Casa Consistorial, con el armazón de hierro cuyo proyecto se dice existe, ya sea en otra parte, es una necesidad imperiosa y urgente que se deja sentir en todo el pueblo, no solo porque sin él carece de hora oficial, necesaria para todo trabajador y patrono y porque seguramente se destruirá por la acción del tiempo la maquinaria, o por lo menos quedará inservible de seguir así, sino por otras mil razones que al Ayuntamiento no se le pueden ocultar; y como entre las obras anunciadas a subasta, cuya necesidad y bondad no desconocemos, no lo ha sido esta que de necesidad es, suplicamos al Ayuntamiento ya sea por subasta o administración acuerde la colocación del Reloj llamado de la Villa en el edificio construido para Consistorio o en el punto que más conveniente crea, por ser una necesidad hacerlo así y de justicia. 

     Seguramente esa “otra parte” en la que se colocaría entonces aquel reloj fuera uno de los huecos de las campanas de la torre de la Iglesia de Santa María, provista aún del romo tejadillo que había sustituido a la esbelta cúpula perdida años atrás en el incendio, antes de que se iniciara el inconcluso añadido vertical que le daría el aspecto que hoy presenta (también en la torre eclesial aumentada en altura se mantuvo un tiempo aquel reloj), según muestran algunas fotografías de la época. Parece que el proyecto al que los vecinos aludían no se llegaría a realizar, y de haberse materializado hubiera tal vez coronado durante algunos años (posiblemente entre aquellas fechas de 1905 y las del inicio de la construcción de su última fase en 1909) un torreón metálico el inacabado edificio del ayuntamiento bañezano, a semejanza quizá del que ostentaba en el centro de su fachada el de Valencia de Don Juan, pero lo que si nos descubren otras placas fotográficas es la existencia en la bañezana Plaza Mayor, al lado del templete y en un tiempo posterior al del remate de la Casa Consistorial, de una elevada torreta metálica que sostiene una especie de amplia plataforma cubierta por tejado que termina en estilizada aguja, de parecida hechura a la que en los años 20, y posiblemente soportando antenas radiotelegráficas, se alzaba en la leonesa Plaza de Santo Domingo, y ya antes, en torno a 1900, en la astorgana del Obispo Alcolea.

    El arquitecto provincial Blanch y Pons realiza en diciembre del mismo año 1905 una valoración del estado de las obras encargada por el alcalde Darío de Mata Rodríguez, a quien se ha de dirigir en mayo de 1907, cuando ya es regidor municipal el sobrino del anterior, Leopoldo de Mata Casado, para que hable con este a fin de ver si se arregla pacíficamente el asunto del pago de sus honorarios, al que durante año y medio el actual alcalde y el secretario han estado respondiendo con evasivas, confiado en que no le vuelva ahora a suceder como con los emolumentos correspondientes a su proyecto y dirección de la Cárcel del Partido, que tardaron en abonarle once años, rogándole dé a aquellos recado para que le resuelvan el asunto y no haya de usar de los derechos que le asisten para intentar el cobro.   

    En julio de 1906 remite a la alcaldía bañezana un oficio el que será el nuevo arquitecto para la finalización de la obra, Manuel de Cárdenas Pastor (lo fue municipal de León desde 1900 hasta julio de 1914 en que pasa a serlo provincial; fue también arquitecto de la diócesis de Astorga), rogando se le envíen “las bases del concurso de proyectos para la conclusión del palacio municipal de la ciudad”. En mayo de 1908 se disculpaba ante el Consistorio, presidido ahora por Salustiano Casado Santos, por el retraso en la elaboración de aquel proyecto que antes le habían encargado y que en breve remitirá, como debió de hacer, pues el mismo aparece fechado en aquel mes de 1908, cuya ejecución saldrá a subasta a continuación (en bando que firma Robustiano Pollán Rodríguez como alcalde accidental; lo sería titular entre 1909 y 1910), adjudicada esta vez al contratista Emilio Perandones Cabo (había participado poco antes en la construcción del Puente de Requejo), que se obliga el 21 de junio a realizar conforme al mismo la terminación de la Casa Consistorial en la cantidad de 37.180 pesetas (15,34 menos de lo que había sido el tipo licitado). También se subastaba por entonces (en 2.870,03 pesetas) la obra de cerramiento con verja de la fachada principal del Hospital de la Vera Cruz de La Bañeza.   

    A lo largo de lo que restaba de aquel año y del de 1909 se remataría la construcción de la tercera fase del Consistorio bañezano, añadiendo la actual torre hexagonal con tejado de pizarra, no sin que antes se diera alguna reclamación a su diseño, como la que en 1908 entablaba el vecino Tomás Pérez Álvarez “para que modifiquen una ventana que da para su casa fuera de la distancia que para ello marca el Código Civil”, liquidando en abril del año siguiente el arquitecto al contratista Ángel Fernández Franco las 1.250,10 pesetas importe de la piedra facilitada por este para la edificación (aunque no incluirá “la partida del cantero”), una obra que supondría en su conjunto “un antes y un después en la arquitectura de la ciudad y el paso de una de hechuras tradicionales a otra modernista, ecléctica más bien”.

    En 1910 y 1911 se va acometiendo la renovación del mobiliario interior del nuevo consistorio sacándose a subasta el amueblamiento de la alcaldía y de la sala de sesiones, que se adjudica al tapicero leonés Saúl Gutiérrez, quien envía muestras de tapizado en terciopelo inglés (también enviarían diseños de mesas y otros muebles, modelos de cortinas y presupuesto desde la leonesa “fábrica de muebles por energía eléctrica” de César Gago), y ya en febrero del segundo año ruega a quien es entonces de nuevo alcalde, Darío de Mata Rodríguez, se le salden las facturas que aún tiene pendientes. No obstante, al mismo alcalde se enviaban ya en abril de 1915 por ferrocarril sillones y divanes desde el gran almacén de muebles de ebanistería y tapicería de Higinio Gómez, en Valladolid.

Casa Consistorial bañezana, cuyas obras se liquidan en 1980 al arquitecto Pablo Vicente Herranz.  >>>

    El mismo año 1911 en respuesta a la pretensión de la Corporación bañezana de instalar por concurso un nuevo reloj en la Casa Consistorial y en la Estación del ferrocarril se reciben en enero presupuestos de algunas fábricas de relojes desde diversos lugares, como Zamora, de la relojería y óptica de Higinio Merino, y Benavente, de la gran relojería y taller de composturas de Isidro Parada Moreiras, e incluso de Francia, de Morez du Jura, de las fábricas de relojes monumentales de Pablo Odobey, hijo, y de su padre L. D. Odobey Cadet, que envía al Consistorio un extenso catálogo de sus relojes y remite a los concejales a su representante en Barcelona. También contactarían por entonces con la alcaldía bañezana desde la palentina fábrica de relojes de torre y fundición de campanas de Moisés Díez, quien el 8 de marzo indica a su titular que no se hará cargo de las obras de albañilería, carpintería y herrería precisas para la instalación del nuevo reloj (“al Ayuntamiento lo servirán mejor y con más economía los de aquí, mientras que del forastero siempre abusan”, dice), y sí del traslado del reloj viejo, aunque no puede fijar su importe “por desconocer el estado de la torre en que se ha de colocar (la de El Salvador seguramente, a la que se llevaría desde la de Santa María), quizá otro tanto como las 600 pesetas que vendrán costando aquellas obras, sin contar reparación alguna en el reloj, a lo que habrá de añadirse las 500 pesetas que importarán su limpieza y reponer con una esfera nueva la actual que está rota” (no tenemos seguridad de que se instalara efectivamente entonces el nuevo reloj en el Consistorio, y sobre todo de que se trasladara el viejo, pues aparece aún en la torre de Santa María en fotografías que se fechan en 1914). A los Hijos de Moisés Díez se encargará en 1926 la sustitución de aquel reloj por otro nuevo, una decisión de la Corporación de entonces que formaría parte de las del periodo primoriverista después denunciada como irregular y revisable por el Consistorio republicano elegido en 1931.

    En 1918 Fernando García, maestro de obras de León, remite a la alcaldía bañezana presupuesto para pintar pasillos y techos y el salón de sesiones, y para realizar una lucera o claraboya de cristal y hierro cubierta a cuatro aguas (la que años después, en abril de 1933, se habrá de reparar tras su destrozo por una tormenta de granizo). En octubre de 1930 se autoriza la instalación de “calefacción por agua caliente o vapor” en el edificio consistorial, por importe de 4.348 pesetas y a cargo de la empresa Viuda de Luís Gutiérrez, de León, la misma que en 1932 dotará de ella el juzgado de Instrucción; el expediente de subasta para su contratación se había iniciado en 1929 y en ella pujaría también la leonesa Comercial Industrial Pallarés, que a principios de septiembre de aquel año recomendaba a la Corporación no descuidar su decisión y estimar el presupuesto que le había remitido. Se consideraría en 1933 la colocación de baldosas en el patio de cristales del Consistorio, y al inicio de octubre de 1934 se adjudicará mediante subasta pública al contratista Narciso Concejo Álvarez la obra de reforma de las oficinas municipales, ya finalizada al terminar el año. Entre 1975 y 1977 se fecha el proyecto de modificación de las escaleras y otras dependencias de la Casa Consistorial bañezana, cuyas obras se liquidan en 1980 al arquitecto Pablo Vicente Herranz.

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SUCEDIÓ ANTAÑO.-

La secularización del cementerio bañezano en 1932.-

    Señalaba el secretario municipal del Ayuntamiento bañezano, José Marcos de Segovia, a la altura de 1941 en su Informe para la Causa General de Asturias y León en su respuesta a la cuestión c) Fecha en que se trasladaron al cementerio las lápidas del cementerio civil. Acuerdo del ayuntamiento de entonces relacionado con esto:

En La Bañeza existía, adosado al cementerio católico un pequeño recinto destinado a cementerio civil, separados uno de otro por una pared. El 16 de marzo de 1932, el Ayuntamiento, constituido en su mayoría por socialistas y republicanos, acordó que desapareciese la pared que separaba ambos cementerios; el 10 de agosto siguiente se acordó, aun siendo uno solo el cementerio, que se trasladasen los restos de las cinco personas, únicas enterradas en el civil, al católico. Las sepulturas civiles no tenían lápidas, ni símbolos ni emblema alguno.

El 14 de septiembre se insistió en que aquel traslado acordado se hiciese con solemnidad, y antes de la festividad de los Santos. En un principio el acuerdo fue que se hiciese una sola sepultura, con una sola lápida para inhumar en ella, previa autorización de los familiares interesados, los restos de las referidas cinco personas, terminándose por decidir que se hiciese una sepultura para cada una, con sendas lápidas, costando estas a razón de doscientas cincuenta pesetas por unidad, que hizo el marmolista de Zamora señor Calvo.

En la sesión del 14 de noviembre de 1932 se dio lectura al escrito (consignado literalmente en el acta) del sacerdote don José Rubio Martínez (coadjutor) por el que protestaba de los acuerdos anteriores, y se acordó que, previa consulta con un letrado (que sería don Publio Suárez Uriarte, de León), se denunciase judicialmente al sacerdote José Rubio por estimar ofensivo el escrito.

En definitiva no sucedió nada. El 12 de diciembre de 1932 se acordó que dicho traslado se hiciese el día 1 de enero de l933, a cuyo acto concurriría la Banda Municipal de Música y se invitaría al pueblo; por fin el traslado se hizo el 22 de enero de 1933, a las doce de la mañana.

    El acuerdo de la corporación del 10 de agosto de 1932 incluía el traslado de los restos en una fecha que se decidirá con las familias de los finados, que se les hiciera un homenaje, y que una lápida cubriera los restos de todos ellos. Uno de los ocupantes del cementerio civil era Modesto del Egido Ferrero, administrador de consumos fallecido en 1915, y sus sobrinos alegan una decisión del ayuntamiento de entonces para dedicarle una placa individual, lo que motivará que más adelante, y por votación, se imponga destinarles una para cada cual. El día 24 se vota y resulta por mayoría retirar la imagen del altar y el crucifijo de la capilla del camposanto para ser archivados por el Ayuntamiento en lugar adecuado, con el voto en contra de los concejales José Santos Pérez, Liberto Díez Pardo y David González Moratinos, que proponen que sean entregados al clero, “que continuarán con su veneración”. Se plantea donde guardar el crucifijo: “envuelto en un trapo”, propone el concejal Isaac Nistal Blanco; “debe de tratarse con más respeto, y que él regalará una caja para depositar la imagen”, dice el edil Díez Pardo. El regidor Narciso Asensio Asensio propone que recoja la imagen Díez Pardo, y a ello se adhiere Nistal Blanco.

    No incluyó en su informe de 1941 el secretario lo que él mismo había consignado en el acta de la sesión del 14 de septiembre de 1932: que “la urgencia del traslado de los restos antes del 1 de noviembre obedecía a la pretensión de los corporativos (y en especial del socialista Porfirio González Manjarín) de que el día de todos los Santos pudieran los restos trasladados gozar de la misma solemnidad que los demás”. Tampoco que el coadjutor de la parroquia de Santa María en su recurso contra aquel traslado (amparado por la nueva normativa de enterramientos y de cementerios) “al cementerio católico” (insistía impropiamente, pues era municipal desde su construcción) se oponía a ello “como  lo hace la parte más sana de la población”, y calificaba de “malversación de fondos” el coste de las lápidas, por lo que se acordó proceder judicialmente contra él por lo que de punible pudiera contener el injurioso escrito. Pocos días antes de la fecha acordada del traslado se pospone, por no contar aún con todas las autorizaciones de los familiares de los finados.   

    A propósito de los restos de Modesto del Egido, dirá el capitular José Santos Pérez que, contra lo publicado por el semanario local Avance en la reseña de la sesión anterior, él no era alcalde cuando aquel falleció, ni siquiera concejal, aunque, añade, lo ha sido desde 1901, y cuenta que “cuando murió su buen amigo se vio entre tres fuegos: la autoridad eclesiástica, la familia y el clamoreo de la calle, y no sabía qué hacer por no faltar a la ley de entonces, un verdadero conflicto, decidiendo al fin presidir el entierro con todos los empleados municipales, y dando orden de que fuera por la calle del Padre Miguélez el cortejo fúnebre”.

    Añadía en el referido Informe de 1941 el secretario municipal (además de otras respuestas a algunas consultas más que sobre diversos extremos el instructor de aquella Causa General le planteaba), sus manifestaciones en cuanto a lo que él mismo señala como cuestión e) Otros atropellos sectarios (durante la República, hasta el Movimiento) y cuanto se pueda aportar sobre esto, según las cuales había

acordado el Consistorio la retirada del cementerio bañezano de los signos católicos: el crucifijo e imágenes de la capilla y las cruces de su entrada, en la que se sustituyó el rótulo “Cementerio Católico” por el de “Cementerio Municipal” (en mármol), y en el que no se permitieron ni la cruz alzada en los entierros ni la entrada de los sacerdotes en el Día de los Santos (en lo segundo, como veremos, faltaba el secretario a la verdad), como también que las campanas de las iglesias molestaban y la desaparición de la corona real de los escudos nacionales que había en la alcaldía y en la sala de sesiones

    Decisiones, las relativas al cementerio y las campanas, tomadas en el pleno del 17 de agosto de 1932, a solicitud de los concejales socialistas González Manjarín y Asensio Asensio, y en cumplimiento del artículo 27 de la Constitución, como dejó fijado el acta de aquel día. La correspondiente a la sesión del 14 de septiembre recogerá que en el techo del salón de plenos hay una corona monárquica que aún no se ha retirado o borrado porque se piensa hacer en breve reformas en el mismo, y se decide pintar la alegoría de blanco mientras tanto. Cuando en el pleno del 21 de noviembre de 1936 (triunfante en La Bañeza el Movimiento desde cuatro meses antes) se ordene la reposición de las cruces a la entrada del cementerio y en el exterior de la capilla, se dispondrá -en evidente represalia- “por unanimidad (con el voto en contra de los entonces gestores municipales Antonio Fernández Nistal y Luís Vigal Tinajas) que de ello se ocupe precisamente el albañil y ya exconcejal Porfirio González Manjarín”.

    En el pleno municipal del 24 de octubre de 1932 precisamente “denuncia el concejal González Manjarín sobre el rumor de haber reclamado en malas formas el cura Ángel Riesco Carbajo al encargado del cementerio unas velas, y ordenado que las encendiese en la capilla”. Pide además que se cumpla lo legislado sobre ceremonias religiosas (permitidas solo ante cada sepulcro); inquiere por la titularidad (ya legalmente municipal) de la necrópolis, habida cuenta que las papeletas de enterramiento siguen siendo firmadas por el párroco; reclama el cumplimiento de la Ley de secularización de cementerios, por el que ha de velar el alcalde, y propone que para conocimiento del vecindario se publique la misma en los periódicos locales. Su compañero de adscripción socialista, Narciso Asensio, solicita se confirme la veracidad de lo sucedido y se actúe legalmente contra el sacerdote si así procediera. 

    El día 31 de octubre la minoría socialista en el Consistorio presentaba un escrito “solicitando se cumpla lo dispuesto en el citado artículo 27 de la Constitución y en la referida Ley del 30 de enero de 1932 (según la cual, y tal como expone en su comienzo, "Los cementerios españoles serán comunes a todos los ciudadanos, sin diferencias fundadas en motivos confesionales"), que solo permite los ritos funerarios religiosos en el momento del enterramiento al pie de cada sepultura (de quienes así lo hayan dispuesto en vida de manera fehaciente), y propone que la Corporación clausure el cementerio todo el día primero de noviembre, no permitiendo la visita del clero para el rezo de responsos, que no tiene otra finalidad que lucrarse a costa de la ignorancia, de la candidez o del fanatismo de los familiares del difunto”. Se debate sobre prohibir la entrada solo al clero, que no ha pedido permiso al Ayuntamiento; se contempla que no pueda hacer procesión, pero que se permita que vaya a la necrópolis y rece ante las tumbas donde se le pida, y se conviene en que los curas deben de pedir permiso. El alcalde Juan Espeso González (tachado por algunos de excesivamente conservador y derechista) dice querer cumplir la Ley, pero que ha de atenderse también al ambiente del pueblo, para evitar disgustos; se manifiesta que en La Hojita Parroquial se ha anunciado la visita al camposanto, sin pedir la debida autorización a la autoridad civil, lo cual es falta de respeto, y que se debe de sancionar con una multa (se produce una protesta entre el público asistente al pleno municipal, que vocea “fuera, fuera”, consigna en el acta el secretario). Se da finalmente un voto de confianza al alcalde para que se asesore y cumpla la Ley a su criterio, que debió de ser el de evitar desencuentros al que antes aludía, pues Ángel González González, que lo era entonces en funciones, comunicaba el día siguiente al párroco don Lucas Castrillo Martínez que permitía, “por tolerancia, que puedan pasar por el cementerio vestidos de curas por la tarde” aquel 1 de noviembre, día de todos los santos.

Publio Suárez Uriarte  >>>

    Aquella deferencia no fue tenida en cuenta (se dirá) cuando después uno de los coadjutores (José Rubio Martínez) entable el recurso antes mencionado mediante un poco respetuoso alegato contra la decisión municipal de trasladar los restos de los inhumados en la antigua zona civil al recinto ya único del cementerio municipal, que merece se acuerde por la Corporación consultar con el letrado leonés Publio Suárez Uriarte (que lo era de los asuntos del Ayuntamiento) sobre su ilicitud penal, y cuyo dictamen se recibía el 20 de enero de 1933 señalando “no hallar en aquél materia delictiva para sostener la acusación de injurias o calumnias”, y que “incluso la referencia gramatical a la malversación de que se acusa en el escrito, jurídicamente no tendría fundamento según la repetida jurisprudencia del Tribunal Supremo”.

    El 21 de enero de 1933 se avisaba a los familiares de los finados, Felipe del Egido, Clemente Fuertes del Río, Nazario Rodríguez, Eugenio de Mata, y Rafael Mateo de la inhumación en el municipal el día siguiente, 22, al medio día, de los restos de sus deudos retirados del antiguo cementerio civil. Para tal acto, igualador de la consideración de unos y otros ciudadanos en el trato mortuorio (y calificado desde El Adelanto del día 28 de “capricho impopular”), realizado con solemnidad y la presencia de la Banda de Música (según se había acordado) se hace cargo de la alcaldía el primer teniente, el socialista Ángel González González, notificado de la sustitución por el alcalde titular (una fórmula, la del relevo temporal del uno por el otro en la alcaldía bañezana, que se practicó entonces con una cierta frecuencia a la hora de abordar situaciones o actuaciones conflictivas o controvertidas como aquella). Cuatro músicos faltaron a aquel acto, y se proponen en la sesión municipal del 1 de febrero sanciones para ellos según el Reglamento de la Banda, sustanciadas al cabo en
dos multados con 5 pesetas y un expulsado de la misma.

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